Descargo de responsabilidad: Once Upon a Time y todos sus personajes son propiedad de sus autores que (para bien o para mal) no son moi!

Advertencias: Esta historia, que será actualizada esporádicamente, posiblemente (de seguro) contendrá lesbianismo…eventualmente.

Notas de autora: Es mi primera historia escrita originalmente en español, lo cual es ironico considerando que soy de Puerto Rico…¡en fin! Espero atrapar su atención.


"De ideas descabelladas que hinchan el corazón"

Prologo

Cuando Emma cogió los espejuelos – negros, de borde grueso y poco aumento – supo que no había vuelta atrás. Cierta instancia se corroboro cuando metió los mismos en el bolsillo derecho de su chaqueta roja ladrillo. Y mucho más fue reafirmado cuando salió como si nada de la tienda, igual de pobre en dinero, pero rica en mercancía.

Las alarmas no sonaron, nadie corrió detrás de ella, y al rondar la esquina su corazón se tranquilizó por completo, como si hubiera ido de compras como cualquier otra persona; cualquier otra persona honesta, claro está.

Emma Swan no era una persona honesta, aunque en acciones solamente. De hacerle cualquier pregunta ella siempre le contestaría con honestidad (a menos que fuera un policía el preguntón; seamos realistas con esos hay que pensarlo dos o tres veces), pero la vida no le había dado la oportunidad, o las circunstancias, de ser honesta en acción. Los huérfanos no tenían esa dicha. Los huérfanos vivían de día a día, y sabían que siempre era mejor pedir perdón, que permiso.

Emma Swan era huérfana. En su memoria siempre lo había sido, y aunque durante sus primeros años vivió en negación y hasta en esperanza, ahora a sus 16 años ella sabía sin lugar a duda que eso eran cuentos de hadas. Los huérfanos son huérfanos porque no tienen familia. Su familia se les murió, o no los pudieron mantener, o no los querían. Sea cual fuera la razón, todos eran huérfanos porque fueron abandonados por sus familias, lo cual obviamente significa que nunca iban a tener eso que los no-huérfanos daban por hecho.

Familia, ¡ja! Emma Swan ni siquiera quería tener tal cosa. Al punto de que se había escapado ya cuatro veces (¡La cuarta es la vencida! Se dijo cuándo brinco por la ventana de aquella casa amarilla pollito), dos del orfanato, una de la casa grupal para huérfanos, y la última del hogar de acogida, esa siendo la más fácil obviamente por tener menos vigilancia. Es verdad que dejo ir la oportunidad de – una vez más – obtener un núcleo familiar. Pero seamos realistas, nadie se vuelve verdaderamente parte de una familia entrando en ella a sus dieciséis años. Especialmente no alguien con los mil problemas que Emma tenía. A fin de cuentas les hizo un favor. Ahora no tendrían que gastar gasolina llevándola devuelta al orfanato.

Al cual, definitivamente, jamás pensaba volver. De por si no era como si la fueran a extrañar tampoco. Emma Swan no era conocida por su candidez y amabilidad en el orfanato. Ella era la niña blanca, rubia y esbelta a la que, por raro que pareciera, esos atributos no le ayudaban en nada. Posiblemente porque también era la niña con problemas sociales – según la psicóloga – que se pasaba en una esquina con sus audífonos puestos y la mirada en algún punto en la distancia. Emma recuerda un momento en el que consideraron que fuera autista, no que hubieran hecho algo por ella si ese hubiera sido el caso. Después de todo, los trabajadores del gobierno solo hacen lo que deben, no lo que pueden. En realidad, Emma no hacía más que tratar de mantenerse lo más lejos de los problemas como podía, los cuales parecían seguirla a dondequiera que fuera. Cualquiera diría que ella andaba con un letrero que decía "metete conmigo", porque los bullies no dejaban de interrumpir su paz en su esquinita para quitarle el mp3 o simplemente insultarla. Lo cual Emma Swan simplemente no podía permitir, porque ella viviría en su mundo, pero en su mundo ella no era ninguna pendeja. Un buen puñetazo solía poner a todos en su lugar, aunque fuera solo por ese día. Lamentablemente, también solía ponerla en la oficina del orfanato y tildarla de problemática.

Pero eso ya no importa. Emma Swan no pensaba volver a poner un pie en ningún orfanato; de por si lo que faltaban eran dos años para que ellos mismos la botaran. En fin, lo que sí importa es que ahora tiene unos espejuelos nuevos que además de verse geniales van a aparentar que hay algo de academia en su cerebro. Y considerando que prácticamente no va a la escuela desde tercer grado, eso es mucho decir.

Emma Swan, huérfana, pobre, pero libre, de repente siente una felicidad inmensurable. No tiene familia, ni casa, ni dinero, ni siquiera tiene donde dormir, pero tiene una liguilla que retira de su bolsillo para hacerse un moño que aumenta su "nerd look", una sonrisa que le aliviana el corazón y un ticket que la llevara tan lejos como Maine.

Para Emma Swan el futuro es incierto, pero deslumbrante.

Continuara...


N/A: Las reseñas y comentarios son muy bienvenidos. ¡Gracias por leer!