Hola a todos!
Tengan aquí la segunda parte de éste fic.
Quiero que sepan que no tenía pensado publicarlo hasta que lo tuviese completo (o sea en el 2020), pero las ansias fueron más fuertes que yo.
No me maten por éste capitulo. A la brevedad tendrán noticias de los personajes que falten.
Los proximos ocho capitulos, con éste incluído, tendrán una parte ocurrida un mes o dos después de la carta de Misty (entre fines de enero y febrero del 2016) y otrra un año después de aquello (febrero marzo de 2017) por lo cual tienen que sumarle un año o dos a las edades. Por lo general los varones (excepto Calem) tendrán entre 17 y 18 y las chicas (excepto Misty, que tiene la edad de Ash, y Serena, que tiene un año menos que Misty) probablemente 17.
Los personajes de Pokemón no me pertenecen
13 de Febrero de 2016
¡Hola oyentes de Kalos! ¿Como están todos por allá? Espero que estén disfrutando de la bella y prometedora primavera que Arceus nos ha dado para San Valentín. Les habla su conductora favorita, Hayleen Johnson, reportando desde ciudad Lumiouse. ¿Cómo se ven éste día de...
Cambió la emisora. Era la cuarta seguida que hablaba sobre San Valentín.
...y aún no se hallaron rasgos de la promesa a Reina de Kalos, Serena Gabena, ni de su madre, Grace Foster. El padre de la modelo y ex esposo de la domadora campeona de Ryhorns, sigue buscando señales de ellas en las regiones Hoenn, donde personal del Tecnológico Pokemón dirigido por Arnold Kinomoto afirman haber visto a la hija del empresario Gabena, y Unova, donde se detectó su última transacción bancaria. La princesa cursó casi todo un año escolar al suroeste de Kalos, hasta que...
La emisión se interrumpió.
Serena miró a su madre junto al grabador, al cual le había sacado la vista de encima para decorar unos cupcakes con frosting de limón. Vio el deje de reproche en los ojos de Grace, que le había dado luego a ella, aunque ahora se mostraran castaños, casi dorados, y sin mostrar más que un leve suspiro de decepción, siguió decorando.
—¿Cuantas veces te dije que el grabador es solo para escuchar música?—Preguntó Grace, amenazadora
—Lo lamento—Replicó la adolescente.
Sumisa. Como simpre debió haber sido.
Si tan solo ese ataque de rebeldía, de enojo y de cuestionamiento no la hubiese invadido aquella noche en Hoenn... Si tan solo se hubiese conformado con que Paul la llamara Gabena, si no hubiese sido tan egoísta...
Tal vez las cosas hubiesen sido diferentes.
—Serena...—Su madre se acercó a ella y con una mano en el brazo la obligó a detener su tarea y fijarle la mirada encima—Se que estás preocupada por tus amigos... Pero toda ésta situación nunca tuvo nada que ver contigo...
Tuvo que ver conmigo desde que ese Eevee evolucionó en Sylveon.
—Solo quería saber qué está pasando fuera de Kalos.
—En Kalos estamos seguras. Eso es lo más importante—Grace la acarició la peluca morada que llevaba puesta.
—¿Como lo sabes?—Preguntó Serena, en voz dulce y baja, como siempre. Cada vez que se le ocurría salir de esa imágen algo malo pasaba.
—Ya han pasado dos meses desde que te libraste del padre de Ash, y no veo que haya habido nada anormal—Respondió Grace con una sonrisa en su rostro, que Serena desde hacía días deseaba borrar. Le daba esa sonrisa que intentaba ser tranquilizadora, como si por venir de ella le diese la seguridad de algo. Como si Grace lo supiese todo.
Y Grace no sabía nada.
Serena había huído cobardemente del bosque Hoenn. No supo como, pero el querer regresar al subterráneo la guío hasta allí, aunque por ir volando hacia destino casi termina rompiendo la ventana del primer piso oculto donde Calem se encontraba durmiendo.
Tomó sus cosas a la velocidad de la luz, pero a la vez salió sigilosamente del lugar. Se ocultó la mayor parte del tiempo de todas las personas a su alrrededor, Unova no se destacaba por ser una región fanática de la cultura Kalosiana de la reina, pero por si acaso debía ocultarse; sacó dinero de un cajero automático y tomó el primer vuelo a Kalos de cualquier maldita clase. Llamó a su madre desde el aeropuerto y Grace pasó por ella enseguida.
Esperaba volver a casa, pero no regresaron a Pueblo Vaniville. Estaban en el medio de ciudad Lumiouse, en una tienda de cupcakes, con otras identidades y apariencias.
Ahora eran Jeannine y Jenna Greenwald, de "Cup in Green, cupcakes"
Con pelucas purpuras y lentes de contacto para Serena.
Serena le había contado a su madre todo lo que había ocurrido. Desde el lavaje que le hicieron a su cerebro con esos chips, hasta la huída del bosque.
Su madre, aparentemente, había sido bastante selectiva con la información que escuchaba, asíque le echó la culpa de todo a Satoshi. Desde su destrono como princesa de Kalos hasta el no saber donde se encontraba Misty, la hermana de su madrina Daisy.
—Lo se, tienes razón—Contestó finalmente Serena, aunque podía ver que su madre no estaba muy convencida
Oportunamente, el timbre del mostrador sonó.
Y como la mayoría de las veces sucedía, Grace decía:
—Yo voy.
Ni siquiera la dejaba atender a los clientes. Siempre se quedaba en la cocina, observandola a ella y a los clientes que pasaban día a día.
Serena estaba cruel y a la vez amorosamente encerrada por su propia madre.
Se permitió salir de su estado depresivo durante un momento, cuando sus ahora ojos dorados captaron a los clientes.
Grace parecía no darse cuenta, pero Serena ya había notado que esos dos hombres solían aparecer intercalados con otros dos hombres todos los días en la tienda desde hace más de una semana.
Ya no se sentía tan segura en su amada regió Kalos. Pero algo le decía que sería imposible convencer a su madre.
—Dos docenas de vainilla y media de chocolate, por favor—Pidió uno de los hombres, sin siquiera decir hola. El otro parecía darle una rápida ojeada al panel donde estaban enlistados los productos.
—En seguida—Respondió Grace amablemente, mientras su peluca morada se ondeaba al voltear.
Serena fingió seguir decorando en el momento que su madre entró en la cocina, mientras observaba con atención a los hombres detrás del mostrador.
Uno de ellos se bajó los lentes negros que traía puestos y le dio una rápida ojeada al lugar. Ojos marrones sin brillo, nada fuera de lo común.
Excepto por el comunicador que traía en su oído, que Serena notó cuando le comentó algo a su compañero.
Achicando más los ojos, pudo ver una luz roja en el cuello del hombre.
Abrió los ojos con sorpresa, sintiendo como el lente de contacto de mala calidad le abrazaba los globos oculares.
Era la misma luz que en su momento, había tenido que extraer del cuello de Misty.
Ser sumisa siempre fue fácil para ella, especialmente antes de conocer a Ash y a su dicho "nunca te rindas hasta el final". El miedo a equivocarse, cometer un error y luego arrastrar al otro en su desacierto, la hacía sentir terriblemente mal.
Por eso era que solía hacer lo que los demás sugerían, autoconsiderando que no tenía derecho a decir nada.
Notó que tenía que volver a ser de la misma manera cuando huyó del bosque aquella noche, y notó que ninguno de los otros cuatro había regresado.
Pero ahora sentía como si algo dentro de ella estuviese por explotar. Y Sylveon, de quien no se había separado desde hacía mas de dos meses, no era, ya que cada vez le estaba costando más usar sus poderes.
Es que le había dicho a su madre que se había deshecho de él. Y odiaba mentirle.
También estaba por colapsar con eso también.
Grace y Serena vivían en la parte trasera de su tienda, en un monoambiente que tenía justo lo necesario, pero la artista tenía que admitir que su madre lo había decorado bastante bien.
En ese momento se encontraban en la pequeña barra desayunadora (aunque también cenaban ahí) comiendo el estofado que su madre había preparado. Serena ya había perdido la costumbre de comer ensaladas con las calorías justas como la obligaba su nutricionista durante todo ese último año, por lo que el estofado no le caía tan pesado.
¿Por qué era que sentía como si tuviese piedras en su interior?
—Hoy fue un buen día—Comentó Grace, sirviendose más- Tuvimos buenas ventas.
—Si... Tienes razón...—Afirmó Serena.
—Espero que mañana sea...
—Mamá, ¿no has notado como esos hombres de traje vienen todos los días?—Interrumpió Serena. Iba a explotar.
La mujer la miró con unos ojos celestes sorprendidos, pestaneó dos veces y luego respondió—B-bueno... Si... Pero deben ser de una oficina de aquí cerca Serena, no creo que tengas que...
—Tiene una luz roja en su cuello. Y un audifono.
—¿Como lo sabes?
—Porque lo vi hoy mamá.
—Debe ser parte de su traba...
—¡¿Como puede ser que ignores todo lo malo que nos rodea?!—Explotó Serena, y una ráfaga de viento innundó la habitación. Solía tener más paciencia que eso, pero había algo en su pecho molestándola desde... no recordaba desde cuando, pero se iba haciendo peor y peor.
—¡Serena!—Se sorprendió Grace, algo enfadada. Parecía estar ignorando el hecho de que uno de los pobres cuadros que decoraban la pared de ladrillo habían caído al suelo.
—¡Sabes que la región Hoenn caerá en la perdición y muchos de mis amigos están encerrados allí! ¡Y de todas formas te la pasas diciendo que todo está bien, y que no tengo que moverme de aquí!—Se puso de pie y el vaso con agua del que estaba tomando cayó al suelo, mientras su plato retumbaba—¡Tienes que abrir los ojos!
La ex señora Gabena se puso de pie y se acercó a su hija. Era casi de la misma altura, y ambos ojos celestes se chocaban y derrochaban enfrentamientos.
—¿Crees que no soy consiente de nada de lo que está pasando?—Preguntó Grace lentamente, presionando los dientes— ¿Crees que no estoy preocupada por Misty y su familia?
—¡Eso es lo que me das a entender!
—¡¿Crees que soy feliz ocultandome, habiendo abandonado mi casa, y vendiendo muffins en una tienda con un nombre patético?! ¡Pues te equivocas, Serena!—Estalló Grace enojada.
El viento se calmó, pero los ojos de Serena se llenaron de lágrimas.
—¡¿Entonces por qué lo hacemos, mamá?! ¡¿Por qué es que no salimos a pelear?!
—¡Porque tengo que protegerte, Arceus! ¡¿No lo entiendes aún?! ¡El padre de Ash podría venir por tí otra vez o alguien de ese maldito tecnológico!
—¡Pero yo soy quien tiene que ir mamá, ¿Por qué no lo ves?!—Sollozó Serena, golpeando el piso con un pie descalzo—¡Satoshi ya me eligió y no hay nada que puedas hacer para cambiar eso!
—Satoshi... Ese infeliz...—Grace se mordió el dedo índice flexionado antes de volver a gritarle a su única hija—¡Tu no tienes nada que ver en ésto! ¡Su palabra tiene tanto valor en la situación de Hoenn como la palabra de tu Braixen!
—¡Mamá, tu no lo entiendes!—Lloró de nuevo, sin el más mínimo intento de detenerse.
—¡Solo obedece y ya!—Gritó Grace, más alto que las otras veces.
Serena se guardó la contestación, y a cambio inspiró aire con un leve gemido.
Solo obedece. Eso era lo que tenía que hacer.
Corrió a su cama y enterró su cara en ella. Le gustaría tener un espacio para ella sola, donde ocultarse, pero el monoambiente no daba demasiadas posibilidades para eso.
No podía romper la fusión de Sylveon, y no es como si le importara.
Tenía que callarse y ser sumisa.
—Mañana deshazte de ese Sylveon como te lo ordené—Fué la última palabra de Grace, antes de escuchar el ruido de platos y vasos siendo levantados y luego el sonido de la luz apagada.
Así era, había vuelto al inicio.
Sumisa y obediente.
Solo que no sabía cuanto tiempo más lo soportaría.
14 de Febrero de 2016
Serena no le había vuelto a dirigir la palabra a su madre y no sabía si quería hacerlo.
Solo que detestaba los silencios incomodos. Y aunque esperaba que el día de San Valentín tuviese la tienda repleta, no había mucha gente esperando por la apertura.
Hoy iba a ser un día más largo de lo normal.
—Ten listos los brownies en forma de corazón—Le dijo secamente Grace, sin mirarla, mientras armaba el packaging especial de San Valentín—Cuando yo te los pida alcanzamelos por el hueco de la ventana.
La pelimorada (en realidad rubia) solamente asintió con un gesto seco. Le molestaba terriblemente el silencio incómodo, si, pero se sentía mucho menos enojada que el día de ayer porque le sonriera por cosas que normalmente no le molestaban.
Grace se retiró y colocó el cartel "abierto" sobre la puerta de vidrio, para luego colocarse detras del mostrador. Serena se estaba preparando para poner su cabeza en modo automático de trabajo, como si fuese una película de Chaplín, pero la campanita de la puerta sonó y no pudo evitar distaerse.
—¡Hola! ¡Bienvenido a Cup in Green! ¡Feliz día de San Valentín!—Se oyó la alegre voz de Grace, con una felicidad tan falsa como los ojos dorados de Serena.
—Muchas gracias, aunque no soy muy fanático de esas cosas.
De repente sintió como si pudiese reconocer esa voz en cualquier parte, y sus ojos se dirigieron como un imán a la ventana de la cocina, una fuerza externa a ella la obligó a hacerlo.
Kalm estaba detrás del mostrador, vestido completamente de negro.
Serena se quedó estática.
¿Acaso Satoshi lo había enviado por ella? ¿La había encontrado debido a que aún no se separaba de Sylveon, como la había encontrado la noche que cruzaron la frontera?
Sabía que Calem la detestaba con todo lo que su histérica y selectiva personalidad le permitía, pero no podía evitar sentir una pizca de esperanza para ella cuando le respondía a su madre con una alegría que debía ser tan falsa como la de Grace.
Su cuerpo reaccionó por si solo cuando lo escuchó por cuarta o quinta vez en la conversación.
—¿Y usted se encuentra sola el día de San Valentín?
Era una indirecta. Tenía que serlo.
—Bueno, de hecho...- Comenzó Grace.
Trataría de ocultarla. Pero Serena no le iba a dar el gusto, no. Tal vez Calem solo estaba por ahí por casualidad, tal vez no era lo que parecía, tal vez ni siquiera era Calem...
Pero no tenía demasiadas opciones. Y ayer en la noche no logró colapsar del todo, y no quería hacerlo.
—Aquí están los brownies que me pediste, Jeannine—Y se colocó junto a su madre en el mostrador
Usó la frase que siempre usaba en el subterráneo cuando hacía la cena, poniendo además su voz más risueña: Aquí está la ensalada que me pediste, Misty. Sin pimientos ni zanahorias. Aquí está la tuya, Dawn, baja en calorías. Ash, May, sus hamburguesas están sobre la mesa...
Calem la miró durante unos segundos, y la forma en la que se movió tan rápido su cabeza detonó esperanza, así como sus ojos decepción cuando fijó la vista en sus ojos y su cabello.
Pero Serena sabía que era lo que tenía que mostrarle.
—Se...—Grace tosió—¡Jenna!
—¿Que ocurre?—Preguntó la artista inocentemente, como sin entender el grito de su madre
—N-no te pedí los brownies...
—Lo siento, creo que me equivoqué de tienda...—Se "disculpó" Kalm, rascando la parte de atrás de su nuca—Buscaba bombones, ya saben, aquí venden cupcakes... Lamento haber molestado.
—¡No te preocupes! ¡Vuelve cuando quie...!—Comenzó Grace, ya tomando a Serena de la muñeca derecha para darle la regañada de su vida. Pero Serena necesitaba únicamente su muñeca izquierda.
—¡Espera!—Exclamó la rubia, tomandolo de la manga con la mano izquierda a propósito, justo antes de que el chico terminara de voltear—¿No quieres probar un brownie especial de San Valentín?
Giró la muñeca cerca del postre al que Calem le daría una mirada.
—No, en serio te lo agradez...
Se interrumpió a sí mismo, al ver la estrella de siete puntas rosada casi tatuada en la muñeca de Serena.
Los ojos ahora dorados de la chica rezaban porque Calem notara los detalles que hacían a su cara especial, para algunos perfecta.
La miró a los ojos y le dió una ojeada rápida a su cabello morado.
Salvame, Calem, por favor... Liberame... Quiero ayudar, ya no lo soporto más...
—Estás viva—Soltó con una certeza que no se oía todos los días
—¿Disculpa?—Preguntó Grace con el tono de enfado surgiendo en ella.
Serena solamente lo miraba con dientes apretados. Solo quería que la tome violentamente como aquella vez que había tenido ese pantallazo de Yvetal y no sabía que otro pokemón legendario, y que la saque corriendo de la tienda. No se atrevía a hablar frente a Grace.
—Tienen que huír—Soltó Kalm en voz baja, y a Serena el corazón le dio un vuelco—Hay hombres viniendo hasta acá, con armas de fuego. Si no te hallaba creería que no tienen nada que ver con ésta tienda y que su propósito era otro, pero es demasiado evidente...
—¡¿Pero que demonios estás diciendo, niño?!—Exclamó Grace, y Serena aún no podía soltarle el brazo al azabache—¡Es día de San Valentín, no de los inocentes!
—Serena, escucha—La mujer junto a ella ahogó un gemido cuando Calem la llamó por su nombre—No se a que mierda estés jugando escondida acá, pero hay hombres de Kinomoto que vienen para llevarte...
—Sueltala—Soltó la domadora de Ryhorns, apartando la mano de Serena de Calem como si la situación fuese al revés—Su nombre es Jenna, y te voy a pedir que te retires.
—Tienen que huír—Cerró los ojos un momemto, y ese aura celeste que sabía que solo ella podía ver la rodeó—Están a pocos metros... Tienen que salir por detrás...
La sensación del vuelco de su corazón se repetía una y otra vez a medida que Calem hablaba.
Armas de fuego. Muerte.
Armas de fuego. Su madre. Muerte.
No...
Esa era una secuencia que sí no toleraría que pase.
—¡Largate de aquí!—Gritó Grace, casi tan fuerte como la noche anterior—¡Mi hija no es parte de nada de ésto!
No quería que sucediera, pero no podía moverse.
Cayó al suelo de rodillas, y Calem saltó el mostrador ágilmente para estar a su altura.
—¡Maldita sea, Yvetal, haz que tu madre entre en razón!—La voz de Calem tenía un tono de alarma y urgencia tan terrible como el que tenía Paul el día que todo se fue por la borda—¡Di algo!
—¡Mamá!—Exclamó la rubia, poniendose de pie, y Calem la siguió—¡Mamá, Calem quiere ayudarnos!—La tomó de la muñeca con desesperación y trató de jalarla hacia la cocina, pada luego salir por la puerta trasera del monoambiente.
—¡Te dije que tu no tienes nada que ver en ésto, Serena! ¡Éste Calem debe haber sido a quien Satoshi envió para utilizarte de nuevo!—La mujer se liberó de un tirón del agarre de su hija
—¡Me llamo Kalm!—Fue lo primero que dijo, y Serena deseó que Misty estuviese allí para golpearlo—¡Y no quiere utilizarla, él quiere asegurarse de que se encuentren bien ambas!
—¡Mientes!
La campana sonó, y antes de que Serena se diese cuenta, Calem y ella estaban ocultos detrás del mostrador, con el azabache indicandole que hiciera silencio.
—Buenos días, Jeannine—Se oyó una voz, y Serena no tenía dudas de que era uno de los muchos hombres con traje. Hombres de Kinomoto. Hombres armados.
Hombres dispuestos a matar a su madre, tan indefensa como el brownie sobre la mesa.
—Buenos días, ¿Que puedo ofrecerles?—Preguntó Grace, con un deje de nervios en su habla aue solo Serena pudo notar.
—Queremos una promoción de San Valentín...— La madera crujió sobre Kalm y Serena cuando el o los hombres se apoyó o apoyaron sobre el mostrador—Un brownie en forma de corazón con la princesa de Kalos como juguete sorpresa.
Lo demás ocurrió demasiado rápido.
Serena solo recordaba haber saltado fuera de su escondite a pesar de que Calem le haya intentado jalar las piernas desnudas hacia el suelo. Envió a los cuatro hombres que solían venir intercalados a la tienda a volar con una ráfaga de viento.
Disparos. Fuertes, y luego crujidos de vidrio provenientes de sus pies y de las balas.
Calem sobre ella. Sylveon sin control.
Más disparos.
El monoambiente destrozado.
Tres hombres inconsientes en el suelo. Calem tomandose la cabeza. Serena tan cerca de su madre...
Otro disparo. Calem sobre el cuarto hombre.
Serena siendo escoltada por él hacia la puerta trasera, volteando para ver si su madre los seguía...
Pero solamente pudo notar que el cuarto hombre había dado un último disparo antes de caer efectivamente inconsiente.
Y sangre.
Mucha sangre proveniendo del cuerpo de su madre.
Después ya no podía recordar.
Solo algo le decía que ni sus gritos ni sus poderes curativos podrían salvar a Grace, tras que una luz rosada saliera expulsada de su cuerpo.
4 de Marzo de 2017
Serena observó por la ventana del pequeño departamento donde estaba viviendo. Cada tanto abrazaba sus rodillas y reposaba su mentón en ellas, para luego volver a estirar sus largas piernas y dejarlas caer del asiento de la ventana. Ciudad Carmín era bella en serio, pero su situación no le permitía apreciarla.
Algunos psicologos decían que las personas solían esconder en el fondo de su mente los recuerdos que les trajeran angustia. Serena estaba agradecida de que aquello no le hubiese pasado.
No había día que no recordara toda la sangre que había emanado del cuerpo de su madre. Como gritó, casi gritando mudamente, y como la luz rosada que sabía que representaba a Sylveon abandonaba su cuerpo para siempre.
Porque Sylveon era un pokemón feliz, y ella no podría ser feliz nunca más.
Ya no podría sonreír nunca más.
Ya ni siquiera podía llorar. Solamente podía presionar el puño en su pecho, sintiendo algo que ella jamás había sentido en serio, y que Kalm le había recalcado que lo sentiría con más intensidad que cualquier otra emoción.
Odio.
Odio hacia Kinomoto. Odio hacia el hombre que le disparó a su madre. Odio a Satoshi por haberla involucrado en todo ésto. Incluso no sabía si no odiaba a Ash, debido a que si nunca lo hubiese conocido ella ahora estaría siendo tal vez, coronada reina de Kalos.
Odiaba su contexto, odiaba como se habían dado las cosas.
Y odiaba no poder hacer nada.
No era como si Calem no la dejara salir, al contrario. El chico salía día a día del apartamento en distintos horarios y durante diferentes lapsos de tiempo. A veces llevaba a los pokemón de Serena a jugar (Calem los había traído desde Unova, en caso de que la encontrara, y así fue), otras veces se pasaba horas en el supermercado y aparecía con cosas que jamás comerían, o solamente paseaban. Siempre le preguntaba a la rubia si quería ir con él, pero la respuesta era la misma.
—No me apetece hoy, gracias—A pesar de odiar cualquier cosa familiar que se le acercara, no podía hablar fríamente de un día para el otro. Su voz seguía siendo dulce y risueña.
—"No me apetece hoy"—Su burló Kalm. La chica tenía que admitir que la trataba bastante mejor desde que Grace había sido asesinada, y que éste no le había rechazado su pecho durante los ocho días posteriores a la muerte de su madre, durante los cuales no comió ni se movió de su habitación. Pero así como ella no podía ser antipática de un día para el otro, Calem no podía serle simpático a ella.
—No tengo ganas, Kalm.
—Nunca tienes ganas—Serena quitó la mirada de la ventana para responderle lo de siempre, pero el azabache interrumpió—No. No podemos ir a Unova, asíque no empieces con eso.
—Sylveon me abandonó, ¿Por qué sigues ayudando a esconderme?—Preguntó, sentandose de espaldas a la ventana, mientras Calem se dejaba caer en una silla.
—Porque Kinomoto sabe lo que pasó—Calem nunca decía "Grace murió" o "asesinaron a tu madre" siempre se refería "al hecho"—Y sabe que Satoshi está en Unova y cree que tu acudirías a él.
Serena bajó la mirada y el moño que había armado con su ya extremadamente largo cabello se desarmó, dejándolo caer. En Kanto ya estaban a mediados de otoño, al igual que en Jotho y Hoenn, aunque en la última región era más frío, por lo que el cabello le molestaba por la humedad
—Quiero acudir a él, pero no para que me proteja. Estoy cansada de pedirte respuestas y...
—Y que no te las de. Y estás cansada de quedarte sin hacer nada—Interrumpió Calem, como siempre. Amaba interrumpir—¿Crees que no estoy harto de fingir que no pasa nada? Estoy más harto de vivir encerrado aquí contigo que tú conmigo, pero órdenes de Satoshi son órdenes.
Serena frunció el ceño. Ya no había nada que se lo impidiera—Yo nunca dije nada sobre vivir contigo...
—Oh, bueno, yo si estoy harto de vivir contigo.
—¿Te gustaría explicarme al menos por qué me odias?—Cuestionó Serena, poniendose de pie y acercarcandose al chico. Serena ya era considerada una chica alta, era casi tan alta como Misty, pero aún así Calem le sacaba una cabeza.
—No te soporto. Vivir contigo es lo peor que Satoshi podría haberme hecho. Supongo que luego me recompensará.
—¡No entiendo porque no me soportas!—No era una exclamación de furia exactamente, solo de desconcierto. De todas formas discutir con Calem era lo más divertido que tenía para hacer.
—A veces sucede que algunas personas te caen mal y punto. Tu me caes mal.
—¿A si?—Suspiró y se sintió muy muy mala—P-pues tu también me caes mal.
Las mejillas de Calem casi explotan de la risa—¿Y recién notaste que te desagrado? Si que eres lenta Yvetal.
Otra vez la furia surgió en ella. Serena era de aceptar las cosas sin chistar bastante seguido, siempre fue muy muy sumisa. Sin embargo, así como le molestó encerrarse en la ignorancia con su madre, le molestaba con Calem.
—Si no me vas a explicar porqué me dices de esa forma...
—Lo siento, es inevitable... Ya no te llamaré asi—Kalm le arrojó una de las sudaderas del perchero. Eran todas de él—Puedo soportarte mejor en el parque con Braixen, Pancham y tu Sylveon original que aquí dentro.
Le era extraño hablar de Sylveon. Incluso le costaba verlo.
—No voy a salir a menos que vayamos a Unova—Se puso la sudadera de todas formas. No podía negar que le gustaba... el olor...
—Ahí te ves.
—¡Calem!
El azabache aalió por la puerta con sus pokebolas, y una vez afuera respondió lo que Serena ya sabía de memoria.
—¡Me llamo Kalm!
Serena no dejó de fruncir el ceño las siguientes dos horas, recostada en el piso del comedor. La invadía la impotencia. Necesitaba algo para que Calem entendiera que no era una tonta niña risueña con ganas de ser una artista pokemón, que quería vengar a su madre y ayudar a los pokemón amenazados por Kinomoto también.
Se sentó y aferró los puños de la sudadera que le quedaba grande, con una idea en su mente. Corrió al baño cuando oyó el sonido de la puerta.
Se miró al espejo después de abrir el botiquín detrás de éste.
—¡Serena! ¡Espero que no hayas huído porque traje cosas para que cocines!— Gritó Calem. Oyó el sonido de la puerta cerrarse. Por su puesto que no había huído, el chico la encontraría de todos modos, así como ella logró llegar al subterráneo en Unova debido a que él estaba allí. No tendría sentido huír.
Volvió a mirarse en el espejo. Su hermoso rostro le devolvió la mirada.
Ya lo había hecho una vez, y la Serena que se equivocó y dejó que Fennekin cayera al suelo en la primer perfomance logró desaparecer.
La Serena sumisa también desaparecería.
Tomó sus largas hebras con una mano, la tijera con la otra, y con un suspiro sordo, recortó.
~Hannah McCatter~
