Unos pocos rayos de luz se hicieron presentes en mi habitación, despertándome de mi ensueño.
Increíblemente a pesar del desastre de la noche anterior una sonrisa se esparció por mi rostro.
Me encantaban esos pocos días en los que podía disfrutar de la luz del astro rey, y es que en Forks, casi siempre llovía; eso era lo que más extrañaba de Phoenix, poder llenar mi piel de vitamina D.
Vivo en Forks desde hace tres años. Mi familia se mudó aquí por el trabajo de papá. Días como este me hacían recordar cuanto lo extrañaba, su muerte había dejado un gran vacío en mi vida, era como si con su partida mi mundo hubiese dejado de ser el mismo, ya nada de lo que un día me había importado en este momento me interesaba. Vivía mi vida por vivirla, sin detenerme a evaluar si actuaba bien o mal, simplemente haciéndolo, no con el deleite que sentía la mayoría, sino viéndolo como una obligación, un esfuerzo por vivir día tras día, no por mí, sino por los demás, por mi familia, o lo que quedaba de ella.
Ahora sólo eramos mamà, mis hermanos Jasper y Emmett, y yo. Los chicos estudiaban en la universidad de Port Angels, por lo que solo venían los fines de semana, pero se encontraban de vacaciones. Con la partida de papá nuestra familia no volvió a ser la misma, nos faltaba su chispa, aquellas fervientes ganas por mantenernos unidos.
Todo lo que había a mí alrededor me recordaba a Charlie, sobre todo la noche anterior.
Me levanté tratando de reprimir los recuerdos de los que me quería olvidar, pero al tocar el piso, mis pies se encontraron con lo que parecía ser un horroroso ratón.
-¡Aaaa!- Dì un grito a todo pulmòn.
-Ja ja ja. Caìste, es de juguéte tontita.- Dijo Emmett con su risa estrepitosa.
-¡Maldita sea Emmett! Sabes cuánto odio los ratones.
-Lo siento, sólo era una bromita- Respondiò sin dejar de reìrse.
-¡Genial!- gritò Jasper apareciendo de la nada mientras le chocaba la mano a Emmett.
Los mirè con toda la furia que fui capaz, pero en vez de intimidarse se rieron màs.
-Largo de mí habitaciòn -Dije estrellándoles la puerta en las narices.-
Amo a mis hermanos, pero aveces me sacan de mis casillas con sus bromas. Parecían un par de infantes, en vez de jóvenes con mayoría de edad.
Me asiè y vestì para encaminarme al Instituto. Sintonicé en la radio de mi viejo automòvil el cd de mi hermoso cantante favorito "Robert Pattinson" Lo amaba en màs de un sentido. Me parece realmente guapo, interesante, encantador, sexy, me encantaba el hecho de que desbordara humildad, pasión por su profesión, por su familia, por todo lo que amaba.
Al llegar bajé de mi pickut y noté el flamante volvo plateado de Edward Cullen.
Es el chico guapo deForks, el màs guapo debo corregir, pero parecìa tener algo contra el mundo o por lo menos contra mì. Mi vista se deleitaba frecuentemente con su presencia, ya que ademàs de verlo todos los fines de semana, lo veìa con más frecuencia ahora que él y mis hermanos se encontraban de vacaciones y mucho más aún por el hecho de que realizaban labor social en mi escuela. Edward era el mejor amigo de Jasper desde que tengo uso de razón así es como lo he visto.
Si no fuera por el hecho de ser testigo del gran amor de mi enigmático hermano y mi mejor amiga Alice, ademàs de estar enterada de su activa vida sexual -Que por cierto llevan a cabo en la habitaciòn al lado de la mìa, cuando mamà no está- dirìa que Edward y Jasper son una pareja gay.
Tremenda amistad la suya, nunca se separan.
Justo en el momento en que me lo comìa con los ojos recordè la pasada noche. Tragué en seco al recordarlo ¿Còmo Reneè habìa sido capaz de hacer algo asì? ¡Tan solo han pasado seis meses!
¿Y ahora què pasarìa? Se convertirìa Edward en mì.. mì... No querìa ni pensarlo.
