Bienvenidos a mi nuevo proyecto.

Aclara desde ya que es un Elsanna donde no son hermanas.

Va a tener yuri.

Usare otros personajes de Disney/Pixar. Todos los derechos sobre estos le pertenecen en cuando a la historia si original mia y ante cualquier queja pueden ir a los review o por mp.

...

Prólogo.

Apretó a la niña contra su pecho. El sonido de los cascos de los caballos de sus perseguidores resonaba tras ellos.

-¡Maldita sea!- exclamo su esposo deteniendo su montura y obligándola a hacer lo mismo. Estaban en medio del bosque en plena noche y la luna era la única testigo de la catástrofe. Entre las sombras de los arboles las figuras aparecían y desaparecían rápidamente.- Nos alcanzaran mucho antes que logremos llegar al puente.-

-¿Qué haremos?- preguntó en susurro. Los caballos relincharon cuando una flecha encendida pasó cerca de ellos.

-Debemos separarnos.-

-¿Agdar, que dices?-

-Sin reproches. Los distraeré. Debes llevarla…- miró un segundo a la niña que se aferraba a ella muerta de miedo.

-¡Por allí!- una voz bramó desde la oscuridad.

-No podre sin ti.- murmuró ella.

-Podrás. Eres la reina, tienes el carácter y la fuerza que se necesita.- una fracción de segundo bastó para saber que aquella era la mejor y casi la única opción que tenían. Si le daban alcance los matarían a todos, pero si se separaban… la niña. Ella podría vivir.

-Ve hacia el puente, Idun. Asegúrate de cortar las sogas cuando hayas cruzado. No dejes que te alcancen.- solo hubo tiempo para una mirada de despedida antes de que él espoleara su montura. Lo vio mirar una última vez a su hija antes de perderse en la noche. Ella guardó sus lágrimas. Ya tendría tiempo para llorarlo. Su hija miraba espantada a su padre alejarse. Sus ojos azules brillaron empañados por la confusión.

-¿A dónde va padre?- cuestionó. No respondió, carecía de fuerzas para hacerlo, solo hincó las costillas de su yegua y dejo las riendas tan flojas como pudo. Idun hizo de su corazón un puño cuando los gritos comenzaron a levantarse entre la bruma de aquella noche. Las lágrimas le nublaron los ojos ante el grito de su esposo que se escuchó como lo que era, el grito de un rey "Por Arendelle" tras eso el mundo se sumió en silencio. Profundo y frío silencio.

El puente de madera crujía a cada paso y se balanceaba lentamente a causa del viento que silbaba desde el acantilado que esperaba bajo ellas.

-¡Mamá!- su hija se abrazó al cuello de la yegua que avanzaba con cierto recelo, pues el animal se había negado cruzar y ella se vio obligada a bajar de la montura para obligarla.

-Tranquila, cariño; no grites, ya casi llegamos.- trató de sonar serena; pero no lo estaría, al menos no hasta que se encontraran sobre tierra firme nuevamente. Unos pasos más, el puente meciéndose, chilló. Estiró la cuerda y apuró el paso. Idun soltó un largo suspiro cuando estuvo del otro lado, pero su tranquilidad duro solo un instante.

-¿Pensaste que escaparías de mí, puta?- la voz del hombre la puso en alerta. Un soldado de negro se aproximaba a toda velocidad y su caballo no parecía temer al cruce. Ella echó rápidamente mano a la espada corta que llevaba colgando de su cintura. El hombre se aproximaba velozmente.

-¡Jamás vas tocarme, bastardo!- murmuró. Cortó la primera soga. El hombre soltó una blasfemia tras otra mientras ella pasaba el filo por la soga restante. El puente se precipito hacia la nada y el vacío acogió al soldado junto con su montura.

Dejo caer la espada de sus manos. Sus piernas temblaban, había estado tan cerca. Miró a su hija que seguía acurrucada abrazando fuertemente a la yegua. Se aproximó a ella y subió a la silla. Respiró el aire gélido.

-Ya cariño, todo estará bien ahora.- murmuró abrazando a Elsa, cubriéndola con su cuerpo. Casi se sintió a salvo. Casi… Ni siquiera escuchó el grito de la niña solo sintió el dolor en su espalda por debajo de su hombro.

-¡Disparen, que no huyan!- una voz rasposa daba órdenes desde el otro lado del acantilado. Idun solo golpeó a la yegua para que se adentrara en el bosque y cubrió por completo a su hija antes de que un nuevo dolor las traspasara. Elsa lloraba.

-No llores, mi amor. No llores.- la sangre caliente le bañaba la espalda y cada sacudida de la montura era un calvario; pero pondría su hija a salvo. Al menos, ella viviría.

Cuando llego al valle su vista ya era borrosa y casi se había caído de la silla un par de veces solo las manos de su hija la mantuvieron en su lugar. Detuvo a la yegua, bajo a Elsa con cuidado y el dolor atravesándola. Ella intento bajar pero menguaron y lo único que supo fue que paso de la silla al suelo de roca sin siquiera notarlo.

-¡Mamá!- Se hija se aproximó e intento ayudarla.

-Estoy bien, cariño.- se obligó a decir. El lugar estaba desierto con esa maldita bruma helada cubriéndolo todo.- Por favor… necesito ayuda.- gritó. No hubo respuestas.- Necesito ayuda.- insistió. El silencio fue una respuesta que no esperaba. Quizás se había equivocado, quizás dobló en un lugar que no era ¿Qué haría ahora? No podía dejar a su hija en medio de la nada. Hizo un amague de ponerse en pie pero volvió a caer, el suelo tembló debajo de ella. Idun pensó que moría, que no podría poner a su hija en manos de… los trols de rocas salieron de amontones para rodearla.

-¡La reina!- exclamó uno de ellos con asombro. Ella suspiro de alivio, mientras su hija se apretaba contra su cuerpo.

-Necesito…- no pudo completar las palabras estaba cada vez más débil.

-¡Majestad!- trol viejo se aproximó abriéndose paso entre los suyos. La tomó de la mano y negó con la cabeza.- no podré hacer nada.- le dijo con pesar.- ella lo sabía en el fondo estaba segura que era demasiado tarde.- ¿Qué fue lo que le ocurrió?- cuestionó. Idun no tenía tiempo para explicar nada.

-Mi hija… deben cuidarla. Mi esposo dijo que ustedes… la mantendrían a salvo. Ella…- el trol asintió. Apoyó su mano el su frente; las imágenes comenzaron a pasar rápidamente desde el momento en que los criados los despertaron hasta que ella había llegado allí. Todos.

-Comprendo. La cuidaremos, majestad.- aseguró el hombre de roca. Idun asintió la vida se le escapaba. Entonces tomó a Elsa de los hombros, le limpio la cara manchada de hollín.

-Mami ¿qué sucede?- preguntó- ¡Estas sangrando!- exclamó con urgencia.

-Elsa, escucha bien lo que voy a decirte porque no podré repetirlo.- su hija alejó el miedo y con gesto serio asintió. Ella se dio cuenta de lo hermosa y magnifica que era. Sus ojos se llenaron de lágrimas, no la vería crecer. Comprendió entonces que ese era el verdadero dolor, aquello era lo que en verdad le habían robado.- Debes ser fuerte. Yo no podré lograrlo, Els.- su hija pareció estar a punto de decir algo pero ella la detuvo con un gesto.

-Tiene que quedarte con los trols. Ellos cuidaran de ti.- pensó un segundo y cerró los ojos con fuerza cuando sintió un mareo terrible. Paso saliva recuperándose.- Siempre se obediente. Se una buena niña como hasta ahora y nunca, nunca hija mía, olvides quien eres.- con dedos torpes se quitó el collar que su esposo le colocara el día de su boda. Aquella joya que tenía generación y generaciones en la familia real.- Eres la princesa heredera y serás la reina. Tienes que conseguirlo. Vela por nuestra gente. Cuida nuestro pueblo.- le colocó el collar y la abrazó.

-Lo hare, mami. Lo prometo.- escuchó la dulce voz quebrada.

-Te amo, hija. Siempre lo haré.- le dio un último beso en la sien y respiró el aroma a nieve que su hija desprendía mezclado con el olor a guerra y se sorprendió de la calidez de su cuerpo. Alzó la vista el cielo sintiendo que caería. Las auroras boreales danzaban en lo alto llamándola, de a poco dejo de sentir la calidez de su niña para sentir una más profunda en la oscuridad.