Ángel guardián, un trabajo a tiempo completo
"Una Nueva Asignación"
La mañana se veía muy prometedora aquel día. El tráfico en el cielo se mostraba bastante apacible por lo que los ángeles disfrutaban de tiempo libre para distraerse de sus ajetreadas tareas diarias.
Los jardines del cielo rebosaban florecientes de vida, aves, árboles, cascadas, flores y un sin fin de preciosas enredaderas de colores se distribuían libremente por los largos y anchos caminos que conducían "Al gran templo del Este" lugar de residencia de los tres Serafines azules, quienes eran los ángeles más cercanos a su creador.
El templo era un enorme edificio. Varias columnas de mármol blancas se ubicaban paralelas en ambos laterales y otras cuatro en la parte anterior y posterior del perímetro, sosteniendo un amplio techo color marfil cuya cúpula dorada brillaba con suma intensidad con cada amanecer.
Aquel recinto carecía de paredes sólidas, mas unas cuantas telas de fina seda, color blanco y plateadas, se extendían de un pilar al otro formando graciosos bucles que le daban elegancia y solemnidad al lugar.
En el interior del templo se hallaban largas y extensas mesas de roble dispuestas en cada uno de los laterales. Las mismas lucían una guarda color crema que se extendía de un extremo al otro terminando en cada punta con ribetes plateados y dorados. Sobre aquel extraño mantel se hallaban dispuestos varios jarrones con las flores más bellas y exóticas conocidas en la tierra.
En la parte posterior del lugar, una mesa mucho más pequeña, se ubicaba perpendicular a las mesas más extensas; en ella un mantel de puntillas color blanco se desparramaba graciosamente hasta casi llegar a unas cortas escalinatas que permitían acceder a aquel elevado sector.
Esa mañana los Serafines miraban con insistencia sus largas listas de asignaciones, debían escoger con sumo cuidado a los ángeles guardianes que serían instalados en los diversos confines del universo, pues había tantos ángeles como mundos existiesen.
A cada sector de un planeta se le estipulaba un ángel mayor o Trono, con el objetivo de alivianar el trabajo de los Serafines, éstos eran los encargados de dirigir el trafico de ese planeta, lo cual consistía en convenir la cantidad de almas que nacían ese día y la cantidad que retornaban al cielo a prepararse para su siguiente encarnación.
Asignar los tutores a los nuevos ángeles, que eran aquellas almas excepcionales cuya elevación espiritual les permitía sumarse a los ejércitos de los cielos; y finalmente establecer a los ángeles de la guarda a cada ser viviente del planeta.
Los tres serafines del "Gran Templo Este" se veían un tanto preocupados esa mañana, pues el tráfico últimamente era cada vez más escaso.
-Es imposible estamos perdiendo terreno en este sector... –Dijo uno de aquellos seres de luz.
-Muy cierto, sobre todo por que perderemos nuestra apuesta con el "Gran Templo del Sur" ¡Mira estos números! ¡Dan hasta risa! –Recalcó el otro.
-Debemos poner en marcha a nuestros mejores ángeles guardianes es imprescindible recuperar las almas perdidas con los de abajo... –Sentenció el otro mirando el piso.
Dos de aquellos Serafines eran hombres, pues esa era la forma que habían decidido adoptar por gusto o diversión, pues siendo seres de luz no necesariamente necesitaban de forma humana.
Uno de aquellos se veía mas viejo, su altura era pequeña, de cabello corto color gris algo erizado, llevaba una larga bufanda color blanca por encima de su túnica del mismo color con dos franjas doradas que se extendían desde cada hombro hasta llegar a los pies. Estas franjas diferían, en cuanto a colores, según la estirpe o jerarquía de cada ángel. Los Serafines por su mando y cargo solían, llevar normalmente franjas doradas.
El nombre de éste serafín era Hiruzen Sarutobi y era uno de los ángeles mas respetados de la frontera este del cielo, no solo por su incontable edad, sino que además su sabiduría y comprensión eran legendarias.
El serafín que le seguía en importancia era un hombre de cabellos blancos y largos hasta casi llegar a la cintura, traía una banda extraña en la frente que se ataba por detrás de la cabeza y su largo cabello encrespado era sujeto por una goma casi invisible, su nombre era Jiraya Jashou y se le conocía por su simpatía y su afición por las bromas.
El tercer serafín era una mujer de cabello rubio atado en una cola bastante floja mirada penetrante y protuberantes senos; a pesar de ser un ángel era muy detallista en cuanto a su figura y belleza, era conocida además por su justicia y compasión, las cuales sabía administrar con gran mesura. Su nombre era Tsunade, y la mayoría de los ángeles le solían decir Lady Tsunade.
Cada uno de estos seres contaba con temperamentos y caracteres muy distintos, eso les permitía ser justos en sus juicios y decisiones, y administrar el "Gran Templo del Este" con una notable eficiencia, pero las cifras indicadas en sus pergaminos les habían alterado el humor a los tres aquella mañana.
-¡No lo puedo creer! ¿En que piensan los humanos antes de actuar? –Pregunto Tsunade.
-¿Mas bien deberías preguntarte si piensan Tsunade? –Rió Jiraya.
-Pues la situación no es graciosa debemos enviar más ángeles de la guarda, sobre todo a estos planetas. –Mostrando las largas listas a sus compañeros.
-Pues los tronos ya han sido enviados a la mayoría, solo falta que Kakashi se haga presente. –Exclamó Jiraya con algo de agobio, pues este trono en particular era demasiado perezoso y él lo había conocido bien pues fue su maestro y mentor.
-¡Ahh! Ese muchacho no tiene remedio. –Dijo Sarutobi con desgano exhalando un extenso y profundo suspiro.
-Pues es igual de vago que tu Jiraya, seguro que sacó tus mañas. –Gruño Tsunade.
-No que va si yo suelo disfrutar de la vida... –Echando a reír.
-¡Por eso lo digo! –Mirándolo fulminantemente.
-¡Oye Tsunade no es necesario que te desquites conmigo! –Jiraya trató de defenderse de aquel desconsiderado ataque.
-Tu... eres él más mujeriego, borracho y estúpido ángel que jamás haya conocido. –Gruño Tsunade.
-Por eso estas loca por mi no lo niegues. –Echando a reír.
-Tranquilos... No olviden que deben dar el ejemplo... –Sarutobi intervino con agobio pues las constantes riñas de sus dos compañeros llegaban a exasperarlo.
-¡Buenos días señores! –Dijo una voz masculina que se internaba al santuario.
-¡Kakashi por fin estas aquí! –Exclamó Jiraya quien estaba siendo sacudido de su túnica por Tsunade.
-Lamento importunarlos pero si están ocupados regreso mas tarde. –Tosiendo nerviosamente al notar la cara de degenerado de Jiraya.
-Claro que no muchacho... acércate. –Dijo Sarutobi. -¿Qué noticias nos tienes?
-Verán he estado haciendo mis informes semanales en todo el sector, y lamento decirles que ha habido un incremento de conversiones. –Exclamo Kakashi seriamente.
-¡CONVERSIONES! –Gritaron los tres al mismo tiempo.
Sarutobi, Jiraya y Tsunade se miraron con atención sabían que significaba esas palabras, el echo era que no debía suceder algo así en miles de años, aún no era tiempo.
-No puede ser Kakashi ¿Estas seguro? –Pregunto Jiraya.
-Sí señor. –Kakashi se acomodo su blanquecino cabello antes de proseguir. –Verán según mis pesquisas y mis rondas por el lado Este del mundo, me ha llevado a la conclusión de que la conversión ha comenzado antes de lo estipulado.
-¿Pero eso es imposible? Jamás pensé que nuestro acuerdo se rompiera con facilidad. –Exclamó Sarutobi.
-Pues que puede esperar de esos demonios, nunca son fieles a sus palabras. –Tsunade se sentó en una de las bancas cercana.
-¿Cuánto tiempo nos queda Kakashi? –Pregunto Jiraya.
-Al parecer nuestros amigos del inframundo están tras "la llave sagrada"
-¡LA LLAVE SAGRADA! –Volvieron a gritar a coro.
-Si, al parecer saben que esta en nuestro territorio y han estado buscándola desde hace años. –Kakashi suspiro con agobio.
-Sabía que no debíamos ocultarla en el mundo humano ¡Ahora estamos en problemas! –Jiraya caminaba nerviosamente por todo el salón.
-Él trafico no es un echo menor, esto significa que el plan para destruir nuestro reinado y al mundo humano por completo a dado comienzo, rompiéndose el antiguo tratado de paz. –Volvió a señalar Kakashi.
-Debemos recurrir a los demás templos... –Acoto Tsunade. –Ellos deben estar al tanto de lo acontecido.
-Pero si hacemos eso, significara que perderemos no solo nuestro gobierno en el lado este, posiblemente nuestras cabezas. –Jiraya trago nerviosamente saliva.
-Ni modo Jiraya, ellos deben saber que pasará, no podemos ocultar esta información de ninguna manera. –Objeto Sarutobi.
-¿Qué haremos mientras tanto? –Inquirió Tsunade.
-Si me permiten. –Continuo Kakashi. –Creo que lo mejor es revertir la situación actual en el tráfico. He enviado a mis mejores ángeles a la tierra para tratar de evitar la conversión. Si reducimos el número de almas seducidas, los demonios deberán retrasar sus planes.
-Eso sería lo más sensato... –Sarutobi volvió a suspirar, pues la situación empeoraría de aquí en más.
-Como todos saben, hay seres humanos con un nivel de conciencia tan fuerte que podrían llegar a convertirse en futuros ángeles, pero si sus corazones son cautivados serán transformados hacía el mal.
Lo malo es que, por lo general, estos seres no suelen encajar muy bien con la irrealidad del mundo estipulado por los demás y llegan a un punto en que son más vulnerables que otras personas y eso es una clara entrada para el frente maligno.
Yo creo que podemos tratar de convertir a esas futuras almas hacia nuestro lado. La idea es que esos seres puedan obrar en la tierra trayendo luz en los corazones de las personas que lo rodean. Si el número de almas de luz aumentara, la energía irradiada por ellos y quienes lo circunden desbaratará, de una vez por todas, el plan de aniquilación; al menos por otros cien o doscientos años.
-Estas diciendo que en vez de transformarlos en ángeles permanezcan en el mundo humano... –Pregunto Tsunade.
-Así es... –Exclamó Kakashi con seriedad.
-Pero correríamos el riesgo de que en algún momento puedan ser seducidos y en vez de atraer la luz hagan todo lo contrario. –Dijo Jiraya sentándose junto a Tsunade.
-Para eso dejaremos que los ángeles guardianes se encarguen. –Sentenció el peliblanco.
-Pienso que es más lógico que actuemos de esa manera. -Señaló Sarutobi haciendo que Jiraya y Tsunade lo observaran con atención. –La energía mancomunada de nuestros ángeles y de almas puras de corazón serán la mejor fuente de luz. Incluso sus energías serían mas fácilmente irradiadas que por el esfuerzo de un solo ángel.
-Pues suena bien, es arriesgado pero creo que podría llegar a funcionar. –Exclamó Tsunade.
-¿Qué sucederá con la llave Sagrada? Ni siquiera nosotros sabemos donde se halla exactamente. Si el mal se hace con ella, no habrá plan que valga, nada podrá detener la aniquilación. –Expuso Jiraya
-Yo mismo la buscaré. –Sentencio Kakashi. -Si bien nuestro primer líder, Hashirama Senju, decidió ocultarla hace mas de dos mil años no nos daremos por vencidos.
-No entiendo por que Hashirama decidió confiar algo tan importante al mundo humano, son seres de voluntad débil, volubles y corrompibles. –Tsunade lucía frustrada.
-Hashirama tenía sus fundamentos, y si el creador le había confiado algo tan importante seguramente era por que él tendría la capacidad para resolverlo. –Acotó Sarutobi.
-Pero ser poseedor de la llave otorga automáticamente sus poderes ilimitados a éste. Tanto en nuestro lado, como los de abajo, serían indestructibles. Yo creo que lo mejor sería encontrarla utilizarla y luego destruirla, ese objeto es muy riesgoso como para que exista si quiera. –Expuso Tsunade.
-No olvides que no podemos utilizarla fácilmente. Un humano debe ser capaz de esgrimirla ni siquiera nosotros o los demonios de más alto nivel pueden disponer de ella directamente. –Explico Jiraya.
-Entonces necesitaremos encontrar la solución a ello. –Tsunade observó a Jiraya algo inquieta.
-Una cosa a la vez Tsunade, primero nos ocuparemos del tráfico, eso nos dará tiempo. Segundo Kakashi buscará la llave sagrada, nosotros informaremos a los demás de la situación. –Dijo Sarutobi.
-¡Déjenlo en mis manos! Terminare con unas cuantas asignaciones y me dedicaré de lleno a buscar "La Llave Sagrada" –Expresó el peliblanco mas contento.
-¡Muy bien en marcha! –Dijo Sarutobi.
Tras sus palabras todo el grupo se retiro a sus respectivas tareas. Kakashi caminó algo pensativo por los jardines del este, mientras el sol del mundo humano resplandecía radiante ese día.
El joven ángel, sacó uno de sus pergaminos de asignaciones de su túnica, y lo miró con detenimiento, mientras caminaba con algo de descuido rumbo a la escuela Blanca, lugar de residencia de los ángeles de la guarda.
-¡Veamos! Éxitos aquí... ¡Umm! Mano dura por este sector... –Kakashi caminaba algo ensimismado. –Solo falta ¡Ahh! Un caso difícil ¿Por qué algunas almas serán tan obstinadas?
-Kakashi- sensei... –Dijo uno de sus pupilos al chocar con él.
-¡Ohh! Eres tu Hinata... Disculpa no te vi. –Volviendo a internarse en aquel rollo.
-¡Kakashi-sensei! Ha tomado una decisión con respecto a mi futuro... –Dijo la muchacha de cabellos negros largos, ojos perlados y bonita figura, aun que se notaba cierta timidez en ella pues vestía mas bien con sobriedad.
-¡Tu futuro! ¡Una decisión! ¿De que hablas Hinata? –Dijo el peliblanco bastante perdido.
-De lo que hablamos ayer sensei... ¿No lo recuerda? –La chica lucía un tanto cabizbaja, como podía ser que Kakashi no recordará una conversación tan importante.
-¡Ahh! Claro... –Dijo con asombro Kakashi.
-Entonces lo recordó...
-La verdad es que no Hinata, estoy algo ocupado en este momento. –Caminando rumbo al alto edificio.
-Pero ya tomé mi decisión quiero dejar de ser un ángel, estoy dispuesta a renacer en el mundo humano, creo que me merezco esa opción después todos estos años de esfuerzo. –Kakashi la miró tras estas palabras.
-Mira Hinata, este no es el mejor momento para dejar tu oficio, necesitamos de la mayor cantidad de ángeles posible ¡Y tú eres muy buena en lo que haces!
Kakashi ingreso al recinto blanco donde las actividades ese día se veían más extenuantes para los jóvenes aprendices. Varias almas pululaban de aquí para allá, tratando de cumplir con los requisitos estipulados por sus maestros.
-Buenos días señor Kakashi. –Decían al verlo cruzar frente a ellos.
-Si, hola... –Estirando la mano con algo de pereza y sin desviar su mirada del rollo en sus manos.
La escuela constaba de un gran hall central donde había varios ascensores; tres a la derecha y tres a la izquierda que conducían a otras secciones de la escuela blanca. Finalmente uno se hallaba en la pared posterior del hall y conducía a la oficina de Kakashi. Pocos ángeles contaban con la aprobación del peliblanco para acompañarlo a su oficina, Hinata tenía la fortuna de ser una de aquellos.
-Kakashi sensei lo prometió, dijo que tras mí última asignación renacería en el mundo humano. –Hinata sintió cierta congoja no habitual en un ángel.
-Hinata se que esto será difícil para ti y se muy bien que los ángeles pueden elegir renacer como humanos, pero creo que tú tienes talento para esto. Muchas almas te necesitan y además ya tengo tu nueva misión.
-Pero... –Hinata agacho la cabeza mientras se sumergía en el elevador.
-Descuida esta vez si cumpliré con mi promesa si aun decides convertirte en una humana luego de esta misión, pero te pido que me ayudes una vez más.
La situación es bastante complicada Hinata y los ángeles nos enfrentamos a la total aniquilación, al igual que los humanos ¿comprendes eso?
-¿Qué? –Dijo la chica sorprendida.
-Así es, estamos perdiendo terreno con los demonios, ellos saben muy bien que piezas tocar para iniciar nuestro derrumbe.
Si bien hasta ahora las elecciones de las almas se llevaban a cabo, por decirlo de alguna manera "de forma honesta", se han puesto muchas otras cosas en juego y están utilizando los recursos necesarios para atraer nuevos postulantes a sus sequitos.
-Entonces... la gran guerra de la cual siempre me han hablado se desatará otra vez. –Pregunto la muchacha.
-Es una posibilidad muy fehaciente Hinata, entiendes por que te necesito aquí por ahora.
-Comprendo Kakashi sensei... –Dijo suspirando.
Ambos ingresaron a las oficinas de Kakashi. El lugar constaba de un amplio escritorio de madera de pino, donde descansaban unas cuantas fotos y una pila de documentos. Detrás del mismo, un amplio ventanal dejaba entrever la zona de entrenamiento para los ángeles novatos y el bellísimo jardín del este que terminaba allí donde alcanzaba la vista.
En las paredes blancas e impolutas, se hallaban colgados varios cuadros con paisajes de los más variados, los mismos eran amplios y ocupaban la mayor parte de las paredes, pues ningún otro adorno se distinguía allí.
-¿Cuál será mi siguiente asignación? ¿Será un párroco? ¿Un artista? ¿Un prodigio matemático? ¿Una ardilla? –Dijo Hinata recordando su última asignación.
-Eres graciosa Hinata. –Kakashi echo a reír.
-Fue lo ultimo que me ordeno vigilar Kakashi sensei. –Dijo con desasosiego.
-No, está vez será distinto, deberás vigilar a un alma de luz.
-¿Un alma de luz? –Pregunto la chica extrañada.
-Si así es, estos humanos han sido escogidos con el único fin de sembrar pequeños puntos de luz y esperanza en sus tierras, tu deber es guiarlo para que cumpla con su destino.
-Destino...
-Esa alma luchará para restablecer el orden en el mundo al igual que otras almas ya seleccionadas. Tu deber es ser su fuente de apoyo ético y moral, y vigilarás con detenimiento sus acciones.
-Bueno al menos suena más interesante que Yuki. –Dijo con agobio.
-¿Yuki? –Pregunto Kakashi confuso.
-Si, a la ardilla le puse Yuki...
-¡Ahh! Claro... –Kakashi solo se rió por un momento. –Bueno aquí tienes esta será el alma que debes vigilar. –Entregándole un pergamino. –Debes evitar a toda costa que los demonios lo intercepten y por sobre todo debes guiarlo hacía nosotros.
-Bien así lo haré Kakashi sensei... –Haciendo una reverencia.
-Una cosa más Hinata... –Deteniendo su marcha.
-Si... –Pregunto la chica mirándolo con seriedad.
-Ten paciencia... –Dijo Kakashi sonriendo mientras su blanquecino cabello resplandecía con el sol de la mañana.
-¡Ahh! –Hinata lo observo confusa.
La muchacha se acercó a uno de aquellos cuadros y dibujo con sus dedos mayores un circulo de luz mas un pentagrama inmerso en el. Luego colocó la mano delante del cuadro y su dibujo pareció adquirir brillo e intensidad a tal punto que toda la habitación centelleó de una intensa luz dorada.
Al disiparse, aquella incandescencia, la habitación recobro su resplandor habitual. Hinata había desaparecido. Kakashi sonrió mientras volvía acomodarse su blanco y encrespado cabello con algo de pereza.
-Suerte Hinata... –Dijo sonriendo levemente.
