¡Hola a todos! Muy buenas noches tengan todos ustedes, mis estimados del fandom. Aquí VicPin reportándose desde su habitación con un calor horrible (pinche clima, está loco, pero bue...). Ok, el siguiente relato, posiblemente un six shot o un poco más, está inspirado en la saga "Underworld" (sí, la de la vampira Selene :D) y, a propósito del título, añado que habrán parejas yaoi y heterosexuales, algunas crack y otras no tanto.
Sin más que decirles, excepto que South Park y toda la sarta de invitados especiales no me pertenecen, sino que son propiedad de sus legítimos dueños, les dejo esta historia.
¡Un beso!
Vicka.
Inframundo.
Prólogo.
Los bosques de Colorado, siempre verdes, llenos de vida y con montañas impresionantes ante la vista humana, estaban bañados por el sol de la tarde. En una de las montañas había una cueva que daba entrada a las profundidades de la tierra, al lugar donde yacían los secretos más recónditos de la Naturaleza.
No obstante, aquella cueva oscura era sólo un escaparate, un espejismo.
Si uno avanzara más allá de los límites de la cueva, descubriría algo más que minerales y humedad.
Unas tres personas con antorchas estaban alrededor de una piedra natural de forma rectangular; en el centro de aquella piedra estaba un muchacho rubio ataviado con ropas azules en distintos tonos en plena suciedad, signo de que el chico se había perdido en el bosque desde quién sabe qué momento.
El chiquillo, de apenas 12 años, respiraba pausadamente; tenía la pierna rota gracias a un tropezón cerca de las montañas. Aquello preocupaba mucho a los que le rodeaban, ya que el muchachito había sido encontrado merodeando en las cercanías pidiendo socorro aún con todo y pierna rota. No obstante, lo que más les sorprendía era que el chico, a pesar de la gravedad de la herida, estaba recuperándose a una velocidad sobrehumana.
Hinata Hyuga, una de las presentes, fue la primera en advertirlo.
Un ser humano tardaría meses en recuperar la capacidad motriz de su pierna rota luego de semanas de reposo y con el yeso y metal como sostenedores de los huesos quebrados, pero aquél muchachito parecía contradecir esa clase de pronósticos.
Como si su sospecha estuviera confirmada, posó una mano en la frente del chiquillo para tranquilizarlo y le preguntó:
- ¿Cuándo fue la última vez que te alimentaste?
El niño, con trabajo, le respondió:
- Ha-hace u-una se-semana…
- ¿Con sangre?
- ¿Qué…?
- No se ha alimentado con sangre desde hace un año– intervino Lothar Kaczmareck mientras se tragaba la pequeña muestra de sangre que había tomado del chico.
- ¡¿Qué?! – exclamó Homare Kuba - ¡No puede ser!
- Pues sí puede ser. Este chico… Es un Híbrido… Es hombre lobo, vampiro y humano a la vez.
Hinata, sorprendida, miró al rubio mientras que Lothar añadió:
- Y no sabe que lo es… Literalmente vivió engañado durante sus 12 años de vida. La historia es demasiado larga y, desde mi punto de vista… Dolorosa. Y creo que eso es lo que Clay Kaczmareck, mi hermano, sabe mejor que nadie…
Volviéndose hacia un hombre de cabellos rubios cenizos y ojos azules ataviados con pantalones negros, botas y camiseta verde, quien miraba hacia un punto fijo muy angustiado, concluyó:
- El chico es tu hijo...
Hinata y Homare se sobresaltaron. Clay, sin soportar la angustia, se volvió y, apartando a Hinata, tomó su daga y se cortó la muñeca. Ofreciéndosela al niño, le dijo:
- Bebe, hijo mío… Por favor…
Los ruegos estaban de más.
El niño, apenas sintiendo el olor de la sangre, tomó la muñeca de Clay y la aprisionó entre sus labios con un poco de fuerza. Cerró los ojos momentáneamente para luego volverlos a abrir; los ojos azules aguamarina que poseía antes se habían tornado verdes esmeralda, el color de los ojos de los Híbridos.
Clay, por su parte, levantó cuidadosamente al niño para poder abrazarlo y darle besos en la cabeza. Lothar, al ver aquella escena, comprendió que no se había equivocado. Asintiendo la cabeza a Hinata, ésta se dispuso a hacer la curación correspondiente, la cual era acomodar los huesos en su lugar.
El niño no gritó.
Estaba absorto en alimentarse a la par que exploraba los recuerdos de su verdadero progenitor que ni cuenta se había dado de que su pierna se había restablecido a velocidades sobrehumanas.
Al sentirse saciado, soltó la muñeca de Clay y le miró a los ojos. Kaczmareck no pudo evitar estremecerse; el niño tenía el rostro de ella, de su bien amada. Los aires de inocencia salían, irónicamente, del lado de la familia de él, de los Kaczmareck, al igual que el carácter fuerte.
Desviando su mirada, el niño se puso a llorar. Clay, siguiendo sus instintos paternales, decidió sacarlo a las afueras, no sin antes escuchar las palabras de Lothar:
- Cuando el niño se duerma, tú, yo y el Abuelo hablaremos, hermano.
- Lo sé – le replicó -. Hay que hacerlo.
&%&%&
Cerrando la puerta, Clay suspiró aliviado.
Luego de cinco horas de lágrimas, charlas padre e hijo y cuentos, su hijo Leopold había logrado dormirse apaciblemente. Era una suerte que el niño no estará presente en la megacharla familiar en donde, seguramente, le exigirán toda una serie de explicaciones, todas debidas a todos, y de manera especial a uno de los Mayores, Altair Ibn La Ahad, el Abuelo de la familia.
Caminando hacia la sala, resolvió que no tendría sentido exponer excusa alguna.
De todos modos, la sangre no miente, concluyó mentalmente mientras abría la puerta.
Ahí, reunidos en la sala, estaban su hermano Lothar y el Híbrido Mayor, un hombre de cabellos castaños canos y de mirada sumamente seria. Por lo visto, ambos le esperaban desde hace un rato, por lo que Clay, suspirando profundamente, se acercó a ambos, quedando ante la presencia de Altair, quien, en un tono enojado, le reclamó:
- ¿Qué es eso de que tienes un hijo sin padre?
Clay tembló.
Para las razas de Seres Sobrenaturales, la familia constituía el pilar más importante de su existencia. Si un miembro de cualquier raza tenía familia con otra raza o con un ser humano, y no cumplía su deber, sería sinónimo de vergüenza para la familia.
Mirando a los ojos a Altair, Clay explicó:
- Es cierto que no debí haber ocultado esto a nadie, Abuelo… Pero tampoco tenía opción.
Altair no dijo nada.
- Amo a la madre de mi hijo y a mi hijo. Sin embargo, existe un impedimento que debo señalar, si se me permite.
- ¿El cuál es…?
- Ella era casada, Abuelo.
- ¡¿Qué?!
- Estaba desesperada, Abuelo. Su esposo humano era estéril y ella era fértil. E-ellos no querían quedar en vergüenza delante de la familia de él, la cual tiene un alto historial de violencia intrafamiliar entre sus miembros… La misma a la que sin remedio mi hijo ha sido sometido…Estaba dispuesta a hacer lo que sea con tal de hacer feliz a su marido, incluso si tuviera que serle infiel para darle el bebé que tanto quería… Yo estaba en ese entonces de vagabundo cuando la conocí llorando… Me enamoré de ella… Y fue en ese entonces que le ofrecí un trato: Yo le daría el niño que tanto quería si ella pasaba la noche conmigo… El resultado fue el esperado: Ella quedó embarazada y dio a luz a ese niño… A Leopold, mi hijo, quien no tenía ni idea de qué era realmente hasta no hace unas ocho horas.
Altair lo miró en silencio.
Clay bajó la cabeza; sabía que aquél silencio no traería buenas noticias, por lo que mentalmente se preparó para lo que sea que fuera el castigo. Sin embargo, el Híbrido Mayor había tomado una resolución distinta.
- Fue un acto noble el haber ayudado a quien amas, Clay… Pero eso no te exime de que hayas evadido tu responsabilidad como el padre biológico de la criatura.
- Lo sé.
- Por lo que he decidido que has recibido suficiente castigo de separarte de tu hijo.
Clay levantó la mirada.
- El niño, por lo que me cuenta Lothar, no tenía ni la más remota idea de qué es realmente. De hecho, su primer alimento fue el año pasado, cuando sus "padres" lo encerraron en el sótano con la idiota creencia de que había muerto y resucitado de su tumba en el cementerio de mascotas… Además de que mataron a una pobre mujer, de cuya sangre él se alimentó, pero... Coincido con tu hermano en que tú tienes una fuerte conexión con tu hijo, tal vez lo suficiente para no volverse loco.
Clay suspiró aliviado momentáneamente hasta que Altair concluyó:
- Sin embargo… El niño debe quedarse aquí.
- Abuelo…
- Es necesario – intervino Lothar.
- ¿Por qué? Necesita a su madre, Lothar. ¡Debo llevarlo a South Park!
- ¿Vas a llevar a tu propio hijo a que sea maltratado psicológicamente de por vida?
- Lothar…
- Clay, lamento decirte que Linda Stotch no es la buena madre que esperabas que fuera para tu hijo. Lo que he visto en su sangre es demasiado indecible.
- ¿Indecible? ¿A qué te refieres?
Sacando de su bolsillo una probeta con sangre, se lo entregó a Clay diciéndole:
- Es la sangre de Leopold. Bébela y verás a lo que me refiero.
Clay titubeó por un momento, pero al final abrió la probeta y bebió su contenido.
Las escenas que sucedían en la memoria del niño no eran para nada tranquilizadoras: Había visto que, efectivamente, Linda no era una buena madre para el niño; había visto que ella lo había intentado matar cuando descubrió que Steven era homosexual; había visto que éste empezaba a dudar de la relación de sangre entre Leopold y él, llegando a calificarlo como un enfermo mental; había visto que Bud, el hermano de Steven, había intentado abusar sexualmente del niño a los cinco años. Incluso había visto que Granny Stotch, la madre de Steven, le practicaba el bullying además de Trent Boyett, su primo; Eric Cartman, su supuesto "mejor amigo" y sus amigos Stan, Kyle y Kenny…
Eso y muchas cosas más había observado hasta que, decidiendo poner un alto a las visiones, tragó la sangre.
Con rabia en su voz, exclamó:
- ¡Esa perra! ¡La mataré!
- No matarás a nadie, Clay – le espetó Altair.
Clay intentó calmarse mientras que el Mayor continuó hablando:
- Llévate al niño lejos de aquí…
- ¿A dónde?
- A donde sea con tal de que no los molesten. Al menos hasta que se fortalezca y crezca sanamente como es debido.
- ¿Y qué hay de su madre?
- Ella extrañará a su hijo, pero no con el corazón de una buena madre.
Dicho eso, Altair se dispuso a retirarse, no sin antes añadir estas palabras:
- Leopold está mejor contigo que con ellos. Créeme… Le hará bien un cambio de ambiente.
Clay no pudo estar más que de acuerdo.
