"cumplir los treinta años no es, pues, tan terrible como dicen" pensó Integra, desperezándose en su oscura recámara. Se sentía joven, cómoda consigo misma y feliz
¿Entonces la felicidad existía? Todo indicaba que sí "por momentos y sólo para mí" pensó con una sonrisa maliciosa ¿no era una palabra hueca y un lugar que solo alcanzaban los ilusos? Su vida estaba en perfecto orden, y además, aunque no lo admitiera, le gustaba bastante tener el cariño de Alucard.
Él la adoraba y se lo demostraba todos los días, con pequeños detalles, como cuando le prendía el cigarro o cargaba el arma por ella, además de que todos los días, sin falta le hacía la misma propuesta, directa o indirectamente. También él le parecía interesante y no lo hallaba para nada feo, de hecho, tenía cierto aire seductor bastante irresistible.
Pero para ella lo único irresistible eran sus cigarrillos, además los temores que hacia quince años le inspiraba el vampiro se habían desaparecido del todo. Ahora que se había acostumbrado a él, verlo bajar del techo era cosa de todos los días. Además, desde el primer momento en que tomó posición de la cabeza de la familia, lo hizo con mano segura y lo primero que hizo fue revisar todos los archivos para saber de dónde demonios había salido el vampiro.
Ahora gobernaba la casa con soltura, no quedaba duda de que había sido el amo de la casa desde siempre. Sólo la cocinera anterior se había opuesto a obedecerla cuando tomó el mando y la reemplazó sin miramientos, su tío no importaba en lo más mínimo.
Walter por otra parte era un hombre muy especial en su vida, prácticamente la había criado desde la muerte de su padre. Además de que jamás le había fallado en ningún sentido y la conocía mejor que nadie.
Pero aun pensaba que su mayor éxito era haber dominado al vampiro. Desde el momento en que la sacara cargando del sótano por que no podía mantenerse en pie sin tambalearse había estado bajo su control. A pesar de haber pensado que sería un verdadero imposible, lo había conseguido.
Integra se desperezó de nuevo, estirándose y encogiéndose perezosamente. En realidad no era su estilo quedarse en cama hasta tarde, siempre se levantaba a las seis y comenzaba a trabajar antes de las ocho.
Aunque nunca lo admitiría en voz alta, cuando se hallaba a solas, como en ese momento, se preguntaba si de hecho el vampiro tenía sentimientos serios hacia ella. Las actitudes de Alucard la intrigaban, todo le parecía un chiste y al mismo tiempo era tan serio ¿sería conciente de los escalofríos que le causaba cuando la miraba fijamente?
Imposible saberlo. Todo en él era un misterio, y sus reacciones también.
Recordó que una o dos veces había introducido uno que otro pensamiento sucio y escabroso cuando estaba a punto de dormir. "pensamientos sucios y escabrosos ¡ja ja ja! Como si no tuviera algo mejor en su repertorio" pensó hundiendo su cara en la almohada.
Se sentía de buen humor y un suave calor recorría sus venas
–Como si algún día fuera yo a ceder a sus caprichos –murmuró apretándose contra el colchón sin abrir los ojos "de la manera que sea, ser soltera es ser libre" pensó "y, además, basta ya de haraganear en la cama ¡Arriba ociosa!" pensó.
Haciendo un esfuerzo enorme por quitarse la agradable modorra que tenía sobre ella tocó un timbre para que le subieran el desayuno.
Algunos minutos después entró Walter, con la bandeja y el periódico. Abrió las cortinas y la luz triste y gris del día nublado de afuera inundó la habitación. "odio cuando está nublado" pensó Integra recordando los veranos de cuando era niña ¡había pasado tanto tiempo!
Walter le puso la bandeja sobre las rodillas y le acomodó los almohadones para que pudiera recargarse en ellos
–hay algo que debo decirle, señorita, aunque no sé si sea prudente hacerlo ahora –le dijo, mientras le acercaba la bata y las pantuflas a los pies de la cama
–ahora tienes que decírmelo por que ya me intrigaste –contestó Integra mientras mordía una tostada y le daba un sorbo al té -¿Qué pasó? –preguntó
–Sinceramente, me avergüenza mucho hacerlo –replicó el mayordomo
– ¿se volvieron a pelear el jardinero y la cocinera? –preguntó fastidiada
–es más bien sobre Alucard –le dijo Walter y bajó la voz como temiendo que el vampiro los escuchara
–Anoche lo descubrí, sólo que preferiría no tener por problemas por comentárselo –continuó
– ¿Dónde lo descubriste? Y ¿haciendo ahora qué cosa? –preguntó Integra fastidiada
–espiándola señorita –contestó él mirándola fijamente. Integra se puso en guardia instintivamente y esperó el resto
–se ha estado escabullendo en las sombras del techo del baño –continuó Walter
– ¿seguro que es él? –preguntó Integra cerrando los ojos
– ¿una sombra que se mueve repentinamente sin que nada más lo haya hecho y con ojos rojos? Tiene que ser él –replicó Walter
–buen punto, además, por eso, precisamente se lo digo. Cuando lo enfrenté anoche confesó que no era la primera vez, que lo ha hecho desde que cumplió los dieciséis –continuó
– ¿Qué él ha hecho qué desde cuándo? –preguntó Integra furiosa
–lo que ha oído. Y dice que lo seguirá haciendo hasta que usted, bueno, hasta su muerte o hasta lo acepte –contestó él
–Este hombre está loco –masculló Integra
–definitivamente. Le dije que se mantuviera alejado y que no está bien que la espíe de esa manera, pero creo que no me hizo mucho caso. No quiero ni pensar en lo que hubiera dicho su padre si se hubiera enterado de que la espía cuando se baña no quiero ni pensar en lo mal que le iría –continuó Walter, Integra se sonrojó completamente
–Dudo que le importe un cacahuate la forma en que hubiera reaccionado mi padre, además, eso no viene al caso –comentó Integra dándole otro sorbo al té
– ¿seguro de que es cierto? –le preguntó ella todavía incrédula por el atrevimiento del vampiro, no sabía si debía reírse o enojarse
–Dudé mucho sobre si debía contárselo en este momento, pero convenía decírselo –replicó Walter
–a pesar de todo no me lo acabo de creer, sabía que era un cínico como ninguno, pero jamás pensé que se atreviera a hacer algo así –murmuró ella furiosa
–el caso es, que Alucard se ha enamorado de usted –le dijo Walter con una risita
–Y no me diga que no se había dado cuenta, por que ni usted se traga ese cuento –continuó
– ¿Qué locuras dices? –replicó Integra
–bueno, para el amor no hay edades, ni religiones o razas. Ni siquiera "especies". Y creo que él ha tenido bastante… experiencia… en lo referente al amor –contestó Walter
–lo que quieres decir es que ha tenido un sinfín de amantes, además, te juro que no creo lo que dices sobre que él está enamorado de mí ¿Qué más te dijo? –preguntó Integra
– ¿literalmente? "así como lo oyes. Cuando se quita la bata y se mete en la tina llena de espuma lo que siento es increíble… y no, no me malinterpretes… es tan hermosa y tan agraciada que siento que me estalla algo dentro del pecho… pero al mismo tiempo es como si no fuera yo… es algo que no puedo explicar… creo que la amo" eso fue exactamente lo que dijo –contestó Walter mirándola, ella estaba perfectamente sonrojada
"no puedo creer que haya dicho eso" pensó Integra enfriando la cabeza un poco y comenzó a reír sutilmente
–no creo ni una palabra de lo que dijiste, Alucard jamás diría eso –le dijo ella levantándose al fin, mientras Walter le quitaba la bandeja
–pero aun así creo que lo mejor sería cortar estos jueguitos por lo sano y cuanto antes –continuó ella
–sólo le suplico que no le haga pasar tan mal rato, cuando uno se enamora se vuelve loco y no distingue el bien del mal –le dijo Walter
–es Alucard, enamorado o no, no distingue el bien del mal. Pero hay que ponerle punto final a esta locura, no sé cómo, pero debe ser cuanto antes –reflexionó Integra mirando el baño fijamente, Walter asintió y salió del cuarto con una leve inclinación
Integra miró a su alrededor y se sentó en la cama. Se sentía desconfiada e incómoda, molesta con el vampiro, con Walter, consigo misma ¿Qué debía hacer? ¿Hablar con Alucard? ¿Castigarlo? Si lo encerraba en las mazmorras, aunque fuera un mes, sólo para castigarlo ¿Cuál sería su reacción? ¿Sentirse herido y traicionado? ¿Cambiaría todo el amor que le tenía en odio, sólo por eso?
"no importa, ya lo resolveré luego" pensó con un suspiro. Se levantó, y entró al baño, comenzó a preparar la tina mientas se desvestía y buscaba sus cosas para el baño. Cuando todo estuvo listo se metió en la tina.
Enjabonándose, se acarició los pechos firmes, redondos y de buen tamaño, la cintura delgada de la que brotaban las líneas de unas caderas perfectas, y los muslos, las nalgas redondas y contundentes, las axilas perfectamente depiladas y el cuello largo y firme.
Pensó en lo mucho que al vampiro le gustaría meterse en esa tina con ella y convertirla al mismo tiempo en que la desvirgaba "pero se va a quedar con las ganas" pensó ella con una sonrisa maliciosa. Después de algunos minutos tomó una toalla, salió de la tina, se vistió y se fue a su oficina. Tenía un largo día de trabajo por delante y no podía pasar el día pensando en Alucard y sus indiscreciones y locuras.
Pero todo el día, mientras trabajaba en el estudio, cuando bajó a practicar a la sala de de tiro, mientras despedía a las tropas, escribía o recibía alguna carta importante, él se volvía a meter en su cabeza sin que ella pudiera evitarlo.
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Al llegar la medianoche se levantó del escritorio con un bostezo y se dirigió a su cuarto. Walter la esperaba afuera
– ¿le preparo el baño, señorita? –le preguntó con una leve inclinación
–Por favor, estoy muerta –le dijo ella y entraron a la recámara. Walter entró al baño e hizo correr el agua mientras ella se desvestía, se sujetaba el cabello son una pinza, para evitar que se mojara, y se ponía la bata, volvió a pensar en Alucard y lo que debía hacer.
Walter salió de la invitación y ella se quitó la bata y se hundió en la tina, comenzó a respirar profundamente hasta quedarse medio dormida, con el agua hasta el cuello, removiendo el jabón con la mano o el pie.
Algunos minutos más tarde tocaron la puerta
– ¿me permite pasar? –le preguntó Walter, ella asintió y él se acercó con una toalla en una mano y la bata en la otra. Estaba demasiado serio y de inmediato supo lo que iba a decirle "Alucard la está viendo".
Integra asintió y señaló un banquillo junto regadera, Walter dejó la bata y la toalla en el banquillo y salió del baño. Permaneció un rato inmóvil en el agua, sin mirar al techo ¿debía hacerlo? ¿Señalarlo con el dedo? ¿Gritar o insultarlo? ¿Dispararle con el arma que estaba guardada bajo la jabonera?
Integra sintió que su enojo se elevaba a mil por hora y la hacía temblar de pies a cabeza "quieres verme… me vas a ver" pensó furiosa.
Inesperadamente se levantó, sin tomar la toalla ni la bata, ni encogerse para que esos ojos rojos que la espiaban desde el techo tuvieran sólo una visión fugaz de su cuerpo.
Al contrario, se levantó enderezándose y mostrándose, y antes de salir de la tina se estiró. Exhibiéndose larga como era y con cierta lascivia mientras se soltaba el cabello y se lo sacudía.
Y, al salir de la tina, se quedó desnuda, con gotitas de agua brillándole por todo el cuerpo, fuerte y ágil. Se secó muy lentamente, parte por parte, pasando una y otra vez la toalla por su piel. Revisándose todo el tiempo y procurando no dejar nada húmedo y a veces quedándose quieta mirándose al espejo escrupulosamente.
Y luego, con el mismo cuidado, se untó crema humectante en todo el cuerpo.
Y mientras se lucía así, como era, para el espectador invisible, su corazón vibraba de furia y no podía evitar pensar "¿Qué haces, Integra? ¿Qué locuras son estas?".
Pero continuó exhibiéndose como jamás lo había hecho antes y como jamás lo volvería a hacer, paseándose de un lado a otro del cuarto, desnuda, mientras se cepillaba el cabello, se lavaba los dientes y se ponía perfume.
Protagonizando ese improvisado espectáculo, tenía la sensación de que aquello era una muy sutil manera de castigar al vampiro, en las sombras del techo. Tomó un camisón de una cajonera que estaba en el baño y se lo puso.
Cuando se metió en la cama seguía temblando. Estuvo un largo rato sin dormir, se sentía molesta con lo que había hecho, odiaba al vampiro con todas sus fuerzas y se empeñaba en no pensar en aquellas descargas de calor que recorrían sus piernas y sus pechos
"¿Qué demonios te pasó, Integra?" pensó sin reconocerse "¿serán los treinta? ¿O tal vez es efectos de las intromisiones nocturnas del vampiro?" se preguntó "sí, todo esto es culpa de Alucard y sus locuras" pensó furiosa
Cuando por fin consiguió dormirse, hora y media más tarde, comenzó a tener sueños muy extraños en los que estaban involucrados Alucard y ella.
Él traía la camisa abierta y su pantalón únicamente y estaba acostado sobre ella y la besaba con pasión. Su corbata estaba a algunos centímetros en la cama. Alucard metió sus manos por debajo del camisón de Integra
–No –le dijo ella sacando su mano de su ropa
-sabes que lo quieres Amo –murmuró el vampiro en su oído
–No puedo –replicó ella
–Pero lo quieres –le dijo él, ella asintió y él le bajó los tirantes del camisón y comenzó a besar sus hombros…
Integra se despertó de golpe y se puso una mano en la frente, bastante agitada
– ¿Qué demonios fue eso? –se preguntó mientras los latidos de su corazón se aceleraban "sólo fue un sueño" pensó tranquilizándose, pero en ese momento miró la corbata del vampiro sobre la cama y notó una marca roja en su hombro derecho
Pero es no era posible, había sido sólo sueño ¿o tal vez no?
