Naruto ©Copyright Masashi Kishimoto.-Todos los derechos reservados

El beso de plata. Copyright Annette Curtis Klause. (Historia Original).

Battle Born. Copyright ScarFake. (Adaptación).

/!\ No tienen mucha relación los personajes del libro, con los personajes del Fanfic, básicamente porque las personalidades no coincidían. Por esto, no es recomendable leer el libro para adelantar. No van a entender nada.

/!\Hizashi Hyūga está vivo, (el papá de Neji).

/!\Alternative Universe (AU).

»Extensión: 2.830

»Estructurα: Long fic.

»Clαim: Neji / Tenten.

»Rαted: k+ (De momento).


1.1 Neji:

". . . Once upon a time I had an open point of view
That was just so long ago before I had a clue
Was there such a time where I didn't stand alone?
Was there ever a time, and how would I have known? . ."


La casa estaba vacía. Neji lo supo en el momento en que entró. Solamente el tictac del reloj de la cocina desafiaba el silencio. El temor se apoderó de él nuevamente. Papá, pensó como si volviese a los días de su tierna infancia. ¿Estás de nuevo en el hospital o peor? Dejó su maleta escolar en el corredor y, olvidándose de que la puerta estaba abierta, se dirigió lentamente a la cocina, con recelo de ver qué mensaje le esperaba. Con frecuencia su tío dejaba notas en su refrigerador, para comunicarle lo que ocurría con su padre durante el tiempo que no estaba y sinceramente no quería ni pensar lo que sería ésta vez. No era un chico en lo absoluto frágil, por el contrario tenía un semblante calculador, sin embargo, cuando se trataba de su padre de alguna manera todo aquello lo superaba y su escudo caía, mientras él se sumergía en la soledad. Dio un suspiro antes de fijarse en el electrodoméstico al cual tanto respeto le tenía, no por lo que hacía, sino por lo que significaba. Había una nota en el refrigerador:

«Estoy en el hospital con tu padre. No te preocupes. Prepárate comida que yo vuelvo cuando pueda.
Hiashi.

P.D. No esperes despierto».

Arrugó la nota y la arrojó al basurero, encestando de una forma casi magistral. Resopló con rabia. Parecía que últimamente todas las conversaciones relacionadas con su padre tenían a un imán en el refrigerador como intermediario. El plátano ha hablado, pensó. Tomó entre sus dedos la pequeña figura de fruta y luego la dejó en su anterior posición, era la guardiana y defensora del refrigerador, evitaba que lo abriera. De todas formas no podía comer, nadie podría comer en una situación cómo la que él estaba intentando sobrellevar.

Lo llamaban Neji "el pájaro" en el colegio. Siempre había sido flaco, pero ahora estaba al borde de que se le viera por completo el esqueleto, sus muñecas y coyunturas reflejaban su cansancio psicológico, y eso era sólo su cuerpo, su rostro siempre inmutable e imperturbable comenzaba a dar señales de la angustia que lo estaba consumiendo. Ya había perdido a su madre, incluso antes de conocerla, pero sabía muy bien –por boca de su padre- que se le parecía bastante. Su forma física estaba haciéndole caso omiso a lo que su padre muchas veces le había dicho: "No dejes jamás que tu exterior refleje tú interior", era gracioso si ponía aquel pensamiento bajo introspección, ya que en esos momentos se encontraba igual de deteriorado que su padre en el hospital, invadido irrevocablemente por el cáncer. Muerte por identificación, pensó nuevamente medio en broma, medio en serio. Al fin y al cabo, siempre lo habían comparado con su padre. Tenía los mismos ojos grises, el pelo largo y liso, café y una piel increíblemente pálida que se sonrojaría ante cualquier estímulo, si fuese realmente a importarle lo que pudiesen decirle para hacerle reaccionar de esa manera. ¿No sería irónico si él también muriera, desapareciendo al tiempo que su doble?

Salió de la cocina sin saber qué hacer. ¿Cómo podía lavar los platos o limpiar el mesón sin saber qué ocurría con su padre en el hospital? Se quitó el abrigo y lo dejó sobre un asiento. Su tío, curiosamente y a la vez obviamente igual a su padre, era un recordatorio constante de lo que estaba a punto de perder, sin embargo, le insistía en que todo estaría bien, pero ¿Y si algo sucedía y él no estaba ahí simplemente porque Hiashi no era capaz de admitir que papá seguramente moriría?

Se estiraba el saco, jugaba con sus dedos; las manos no dejaban de moverse. Ya debería estar acostumbrado. Llevaban más de un año en esta situación: largas estadías en el hospital, cortas estadías en casa, semanas de esperanza para después verlo recaer, esos eran los momentos en los que toda la felicidad se rompía irremediablemente, no había forma de que la siguiente vez que lo viera tuviese la misma satisfacción, no podía confiar en que todo iba a ir bien. El tiempo se les estaba agotando e intentaba con todas sus fuerzas que su padre no lo notara ¿Y para sumar? Las curas que eran peores que la misma enfermedad. Y es que acostumbrarse tenía que ser pecado. Antinatural. No puede uno acostumbrarse porque eso sería como ceder.

Se detuvo en el comedor que estaba escasamente adornado con una antigua mesa plegable y asientos que combinaban casi todos, pero las paredes eran una exposición en honor a la vida de su madre. Exhibían un amplio grupo de óleos grandes, alegres y llamativos; cuadros cargados de emoción desbordada, llenos de gente riéndose que saltaba, daba vueltas y cantaba. Como mamá; como ella fue.

Era en eso en lo que se diferenciaban con su padre, porque él intentaba mantener vivo el legado de su madre a través de él mismo y rara vez no le funcionaba, él había sido padre y madre al mismo tiempo sin rendirse y por el contrario, Neji escribía poesía silenciosa llena de oscuridad y preguntas. Hizashi, su padre era quien le había dicho con absoluta tranquilidad que era oscuro, pero no por completo, no era como sumergirse en un negro tan vacío que no pudiese ver la punta de su propia nariz, era más bien como la oscuridad y penumbra que entregaba la noche, con la luna alumbrando tenuemente, esas noches que toman por completo a la sorpresa de dos amantes que acortan cuadras sólo por la unión de un abrazo, un misterio. Tocó la pintura para sentir las pinceladas y tratar de absorber algo de su calidez.

La sala era fresca y llena de sombras. Los reflejos de luz en el techo, que veía a través de la ventana, se parecían a la luz jugando en el agua y los colores pálidos recordaban los mundos bajo el mar. Tal vez encontraría algo de paz allí, y se recostó en el sofá. Solamente disfruta del espacio, se dijo a sí mismo. El espacio que siempre ha estado aquí y que siempre estará; el espacio que no ha cambiado. Voy a simular que tengo cinco años; papá está preparando comida temprano porque sale a una junta con mi tío Hiashi y Hikari, su esposa vendrá con mis primas a cuidarme. Dentro de un rato iré a jugar con mis autitos de madera. Claro esto no duraría, entonces decidió abrir los ojos y estirarse. Sus dedos agarraron el periódico que estaba aún regado en el sofá. Lo miró con poco interés, pero el titular gritaba:

«MADRE DE DOS FUE ENCONTRADA MUERTA».

Su estómago se revolcó. La madre de todos encontrada muerta, pensó amargamente. ¿Por qué no la de todos? No pudo evitar seguir leyendo. La garganta había sido cortada, decía el artículo, seca por la ausencia de sangre.

—Esto es absurdo—, dijo en voz alta. Sus dedos apretaron el periódico en rechazo. Arrojó el papel, con mucha dificultad se levantó del sofá y se dirigió a su cuarto. El teléfono sonó antes de que llegara a las escaleras. Titubeo un instante, pero no corrió hacia el teléfono de la sala, cuando sus lentos pasos lo llevaron a la mesa donde el aparato yacía, tomó el auricular y lo levantó. Era una voz familiar, pero no la de su padre.

—Neji-san, es horrible— Hanabi, su prima más pequeña, gritaba en la línea con su típico dramatismo. Debería ser reconfortante.

—¿Qué es horrible?— preguntó Neji con voz rasposa, tenía la boca completamente seca. Por un momento pensó que podría haber sido su madre la que había fallecido, sin embargo, el corazón le latía con fuerza en la idea de algo mucho peor. ¿Acaso el hospital había llamado a la casa de su tío por no haberlo encontrado a él?

—Se van.

—¿Qué?— hubo un momento de confusión. Creyó haber entendido otra cosa, negó con la cabeza respirando hondo para cobrar algo de compostura.

—A Maito-sensei le dieron el trabajo en Sunakagure y se muda con Lee.

—¿Sunakagure?— Lo que le faltaba, su mejor amigo se mudaba a Venus.

—Si hubiese contestado el teléfono hace media hora se hubieses enterado por él, pero se preocupó cuando no lo hiciste y llamó a mi casa, seguramente para hablar con mi hermana, pero llegué primero al teléfono. Sí, creo que eso resume lo que estabas pensando.

—Casi—. Neji se sentó en el asiento que había al lado de la mesa del teléfono. No era su papá. La muerte no llamaba, pero… —¿Cuándo?— le preguntó. No solía ser realmente comunicativo, pero mu a su pesar prefería que su prima le diese los detalles, porque en cuanto llamase a Lee, recibiría al menos media hora de regaños y llantos por no contestar el teléfono antes de la conversación que realmente le interesaba.

—En dos semanas— ¿Tan rápido? Se mordió la cara interna de su mejilla derecha y rodó los ojos. Esto no está sucediendo, pensó. Necesitaba a alguien que lo desconectara, Lee era su mejor amigo por esa razón. No pegaban ni juntaban de ninguna forma, sin embargo, no importaba lo que pasase, habían estado juntos tanto tiempo que Lee podía leerlo a la perfección. Neji no necesitaba palabras para poder recibir el consuelo indirecto que le entregaba y ahora, que peor se estaba poniendo la cosa, se iba. —Lo necesitan inmediatamente. Viaja esta noche. ¿Puedes creerlo? Va a buscar una casa apenas llegue.

—Gracias por avisarme—. Suspiró al colgar la llamada, lo localizaría más tarde, no quería seguir pegado al teléfono cuando una posible noticia del hospital pudiese llegar con el amargo sonido del teléfono. A Lee le importaba lo que sucedía con su padre, simplemente no sabe como manejarlo y Neji tampoco se esfuerza en comunicarlo porque ¿Quién sabe hacerlo? Todo esto lo tenía cansado.

Necesito una siesta, decidió. Subió las escaleras, consciente de que el sueño le había reemplazado la comida últimamente. Se acostó sobre el edredón para escapar un rato.

Se despertó de un brinco luchando con los sueños y reconoció ruidos que podían venir de la puerta principal o de su propia puerta, cerrándose. Se levantó aún cansado y bajó las escaleras. Escuchó toda clase de sonidos que venían de la cocina. Entró y encontró a su tío preparándose un tazón de cereal. La miró pálido y con ojeras.

—Maldita sea, Neji, la puerta estaba abierta.

—Discúlpame, tío. Seguramente se me olvidó. No había nadie. Sólo encontré la nota— ¿Cómo se me pudo olvidar la puerta?

—No puedes simplemente dejar las puertas abiertas, Neji. Por Dios santo, lee los periódicos—. ¿Periódicos? Pensó. ¿Estaba hablando del artículo? ¿Por qué se molestaba? A él no le importaba.

—Yo estaba aquí.

—Lo sé. Vi tu maleta. Revisé tu cuarto —su voz se calmó— ¿Durmiendo otra vez? ¿Acaso no estás durmiendo de noche?— Neji se mantuvo en silencio.

Ver el cereal de él le hizo dar hambre finalmente. Buscó en el refrigerador y encontró una cacerola con atún que había traído Maito, el amigo de su papá, hacía tres días y que seguía intacta con los bordes empezando a dañarse. Maito era una persona querida y generosa, pero no sabía cocinar. Neji guardó la cacerola y se sentó junto a su tío a comerse un tazón de cereal. Pensó que podría resistir el cereal.

Lo estaba mirando. De repente se arrepintió por haberse molestado. Se veía triste y no era su culpa si tenía que pasar tanto tiempo en el hospital y en el trabajo para poder pagar un cuarto privado, se había distanciado incluso de su propia esposa por estar al lado de su hermano, eran demasiados los sacrificios que estaba haciendo y él no lo estaba considerando. Tal vez si toda su familia no estuviera distanciada sería más fácil para él. Me podría dejar ayudar más, pensó, pero sabía qué le iba a responder: puedes ayudar al no permitir que tu papá se preocupe.

—¿Cómo está?— Apenas si se atrevió a preguntar.

—No muy bien esta vez. Sigue tratando de mantener la fortaleza, pero se debilita cada vez más.

—¿Se va a quedar?— por favor dime que no, rogó mentalmente.

—Sí, algunas semanas. Tal vez más.

Neji vio la mirada de dolor en su rostro y las lágrimas que trataba de esconder. Tal vez por siempre. Alzó la vista sólo un poco más para luego volver a bajarla negando suavemente, mordiéndose la lengua con amargura. Sí, esta vez es para siempre pero no es capaz de decírmelo. Los dos comieron en silencio y mecánicamente. No disfrutaban el momento, sólo estaban cediendo ante la necesidad física. Su tío se había convertido de nuevo en Hiashi Hyūga el hombre cuyo hermano moría poco a poco y a quien se le había olvidado que tenía hijas y una esposa.

Varias veces trató de hablar, pero las palabras se atascaban en su garganta.

—¿Hiashi-sama? – logró decir con esfuerzo.

—¿Hmm?— su mirada era distante.

—Es... Sobre Maito-san y Lee.

—¿Qué pasó? ¿Tuvieron alguna pelea con Lee?— respondió vagamente. No estoy en primaria, quería gritarle, pero le dijo en tono suave y cuidadoso: —Se mudan. Creo que papá debería saberlo.

El brazo que había movido para llevar la cuchara que tenía en su mano a su boca, lentamente bajó. Se tomó un momento para meditar completamente lo que le estaba diciendo. Prefería mantener aquello en secreto a su hermano, en su condición no encontraba correcto informarle de algo así, menos cuando era su mejor amigo el que estaba marchando. —Oye, eso es una gran noticia ¿Es por trabajo?— dijo fingiendo interés y a su vez ignorando por completo lo que le había insinuado. Continuó sorbiendo su leche sin darse cuenta.

Un nudo le apretaba la garganta. No lo intentó de nuevo; su vida estaba ya destruida para añadirle más problemas.

Papá sí sabría qué decir, pensó; incluso ahora. Si solamente lo dejaran visitarlo por más tiempo. Parecía como si en el momento en que tenía claro lo que necesitaba decirle, lo estaban sacando de nuevo. Nadie escuchaba, por eso había dejado de hablar al respecto.

—Salgo un rato a caminar—. Soltó abruptamente. Si no salía iba a gritar. Tomó su chaqueta del armario.

—No te demores—. Hiashi le había hablado a la puerta, porque el joven había salido sin siquiera anunciarse con un "Adiós". ¿Acaso no se da cuenta de la hora que es?, se preguntó a sí mismo mientras alzaba su muñeca derecha y observaba detenidamente el reloj. Casi las diez.

La noche estaba limpia y dulce como las manzanas. Una luna gibosa colgaba gorda y brillante. Se dirigió hacia el parque más cercano. Era un terreno en la esquina de la calle con algunos árboles y una gruesa masa de arbustos cerca al centro. Había unos columpios, un rodadero, un balancín y tres muy maltratados animales sobre resortes, que te sacudían hacia adelante y hacia atrás como si estuvieras borracho hasta que tu trasero estaba demasiado adolorido para sentarte en ellos.

A Neji le encantaba venir tarde y recorrerlo aún después de que los muchachos se habían ido a casa. No quería que llegara el momento en que la comunidad, buscando la seguridad, colocara luces para alumbrar mejor el parque. Le gustaba como estaba ahora, con las pocas luces haciendo piscinas de oro en las sombras misteriosas.

Tenía tres bancas pesadas para escoger y se acomodó en su favorita. Miraba hacia la estructura ubicada justo en el centro del parque. El pequeño cenador siempre le había fascinado. Estaba rodeado por escaleras como un carrusel y sus lados siempre abiertos apenas parecían paredes. Siempre estaba pintado de blanco y le recordaba un diminuto palacio de una historia de la India. Había escuchado que anteriormente una banda tocaba aquí en las tardes de domingo; ahora los niños lo usaban como refugio cuando llovía. Cuéntame tu historia, pensó con una sonrisa amarga.

La luz de la luna alumbró el quiosco delineándolo con un color plateado, pero una sombra que no hacía parte de las sombras naturales se escondió adentro. Tragó saliva, agarró el borde de la banca y se inclinó hacia adelante para entender lo que veía, acercándose a la oscuridad. Había alguien adentro.

Una figura desprendida de las sombras. La boca se le secó. Madre de dos encontrada muerta, pensó. Caminó hacia la figura y se colocó bajo la luz de la luna en el lado más cercano; por un momento pensó en correr. Después le vio la cara.

Era joven, más niña que mujer, flaca, sin embargo su piel seguía viéndose dorada a la luz de la luna. Lo observó y se congeló como un venado ante un rifle. Quedaron atrapados en sus miradas. Sus ojos eran cafés, pero desde la perspectiva que tenía en ese momento parecían negros profundos y letales, llenos del campo y las estrellas, pero su cara estaba pálida y tenía las mejillas sucias. Su cabello estaba tomado en dos chonguitos, que estaban bastante desarmados, mechones vagaban sueltos por su rostro, aquello en vez de desagradable le gustó. Se dio cuenta, casi con desesperación, de que era hermosa.

Las lágrimas que aparecieron en sus ojos rompieron el hechizo y ella se fue corriendo, mientras él se sentaba a intentar meditar todas las cosas perdidas.


Continuará...


La hora de la verdad, ciertamente lo que me encuentro haciendo es una ADAPTACIÓN de un libro antiguo por no decir viejo. Y según mi percepción de la definición de la palabra "Adaptación", no es un copy&paste masivo. Razón por la cual no recomiendo leer el libro original, se darán de bruces con que el personaje que aquí puse como Neji es en realidad una mujer y que es la madre de la protagonista la que está en el hospital. En realidad es una recomendación general que hice anteriormente en la otra adaptación de un libro que tengo por ahí.

Con relación al título: *Battle Born: No se traduce del literal, porque sería algo como "Batalla de nacido", se interpreta del inglés urbano o coloquial y quiere decir que una persona o cosa es de la manera que es en la actualidad debido a las dificultades o problemas que ha tenido que enfrentar. En éste caso Neji es un Battle Born, porque las circunstancias que está afrontando en éste momento lo están moldeando para ser de una manera diferente.

Está inspirado en la canción con el mismo nombre de "Five Finger Death Punch"

Espero que haya gustado medianamente lo que he hecho.

Scarfake.