Patrick POV

Este día sería el más importante en mi vida. Yo estaba en el castillo de Gryden. Gryden es un reino poco conocido en américa. Is muy pequeño y rico, y casi todas las ciudades eran al estilo de Montecarlo o inclusive más. Pero yo vivía en un suburbio pobre, lleno de tiendas cerradas en construcciones grises, un lugar donde la adicción, ruido y peleas son comunes día a día.

Yo vivo en un pequeño espacio donde supuestamente debería haber una tienda en el primer piso de un edificio de oficinas. El pequeño espacio estaba vacío, sólo tenía un simple techo, negras y tristes paredes y un piso de tierra. Ahí he vivido casi toda mi vida, con un pobre mendigo llamado Francisco. El apenas puede caminar para pedir caridad y compasión a los pocos andantes que se atreven a pasar por tan malos lugares. Yo soy el único que se preocupa de Francisco.

Soy capaz de decir que Francisco es como un padre para mí. É me educó, inclusive sin tener nada para él. Ahora, yo tengo la suficiente edad para mantenernos a ambos en el pequeño espacio para hacer de éste una especie de hogar. El lugar realmente apesta, pero no podemos obtener un trabajo. El gobierno de Gryden no se preocupa de los necesitados, y si yo no puedo encontrar un trabajo es porque tengo que cuidar de Francisco.

Aquí es importante saber algo para sobrevivir en este reino lleno de realezas y plasticidad si tú eres pobre; la única manera de sobrevivir es robando.

Y eso sería exactamente lo que haría esta noche.

Melissa POV

-Mel, ¿podrías prestarme tu pintalabios?

-Seguro –contesté. Pero yo odiaba ser llamada por un sobrenombre-. Aquí tienes.

Este sí que sería un largo día. Hoy día yo sería nombrada como la próxima reina de Gryden, obviamente, solamente cuando mi madre muriera. Pero era estrictamente necesaria esta ceremonia para oficializar quién sucedería a la reina. Porque yo soy la mayor de mis seis hermanas. Yo soy la séptima, y además era mi cumpleaños. Dieciocho años pueden pasar tan rápido… Pero a quién le interesa. También este día mi novio Carl, príncipe de Magnoland, me propondría matrimonio, en frente de todos los otros reinos y países en el mundo, invitados a Gryden para la ocasión. Realmente me contentaba pensar en mi futuro, junto a Carl para siempre…

-Hora de irse, chicas. Hagan una fila, desde la mayor a la menor.

-¡Sí, mami! –contestaron al unísono mis hermanas.

Mi tiempo llegó. Hora para prepararse y salir a presentarme… ¡Genial!

Patrick POV

-Damas y caballeros, las princesas de Gryden pronto vendrán a presentarse. Por mientras, por favor, descansen mientras pueden pasar a ver la exhibición de la historia de nuestro reino –dijo un hombre anunciando el retraso.

Esto era realmente incómodo. El castillo de Gryden era muy grande, dorado, ostentoso. El lugar de la ceremonia conformaba un círculo en un primer piso, dando hacia arriba cientos de balcones igualmente circulares para ver el evento. Yo estaba esperando al inicio de la fiesta. Francisco se quedó en un bar cerca del refugio; yo ahí tenía gente que podía cuidar de él por unas horas.

Empecé a caminar alrededor del primer piso. Ahí había una exhibición de la historia del reino. Pero realmente la novedad de la exhibición era un corredor con la historia de todas las siete princesas, por separado. Maldición, todas eran iguales, casi como gemelas. Bueno… siete gemelas… se entiende. La única forma para diferenciarlas una de la otra era la edad, el tamaño, etc.

Las trompetas reales sonaron y empecé a correr al segundo piso para obtener un lugar cercano y alto para ver el evento.

-Damas y caballeros, aquí están las princesas.

El sonido de los aplausos, felicitaciones y gritos de alegrías eran absolutamente incorrectos. ¿Qué habían hecho esas pequeñas por su reino? Nada. Probablemente ellas sólo se interesaban por vestidos, fiestas, y la buena vida. Con la nueva reina no sería diferente.

-He aquí con nosotros las seis princesas más jóvenes, desde la menor a la mayor. Princesa Kate, princesa Nadia, princesa Omayra, princesa Carrieta, princesa Janice y princesa Gretel. ¡Un aplauso para las princesas!

Alegría. Aprobación por parte del público real. Un tonto saludo por parte de las princesas, y después todas ellas se sentaron en sus sillas de oro con esmeraldas. Pura rutina.

-¡Y aquí está la princesa que será reina un día! –Dijo el presentador tratando de ponerle alegría a su voz en un ambiente que se había tornado desde júbilo a un solemne silencio- ¡La princesa Melissa!

Fue en ese entonces cuando su majestad llegó. No pude ver su cara porque había mucha gente adelante mío en el público que me tapaban la vista, pero seguramente ella sería como sus hermanas. No le presté atención a la cara de las princesas. Lo único que ver de la famosa princesa fue un vestido amarillo andando hacia el centro del cilindro dorado. Entonces llegó la actual reina de Gryden. Ella era Jane, una bien conservada mujer a pesar de sus canas que tenía cáncer y era muy sabia, aunque no buena gobernante. Era obvio que ella tendría que formalizar su decisión de elegir a una de sus hijas para ser la próxima reina; para eso estaba ahí.

-Bienvenidos presidentes, reyes y reinas de todas las otras naciones –empezó la Reina Jane-. También me siento agradecida de que todos hayan podido venir aquí, mis súbditos. Como ustedes saben, no viviré mucho, y yo necesito declarar a mi sucesora, y ustedes saben quién es. Después de esto, ella se comprometerá con el Príncipe Carl Leblanc de Magnoland. Gryden y Magnoland necesitan estar unidos y fuertes, y terminar con la fricción que han tenido durante siglos. Bueno, en nuestro reino la realeza no se expresa con una corona. Esto se ve demostrado con un collar muy singular que desde siempre ha pertenecido a nuestro linaje. Y ahora es tiempo de simbolizar mi decisión entregándole el collar Ekran a mi hija, Melissa Drablow…

Menos mal que la televisión no podía entrar, porque ellos me hubieran atrapado inmediatamente. No estaba permitido grabar la ceremonia, y eso jugaba a mi favor. Empojé a las personas que estaban en frente de mí para que me dejaran avanzar y acercarme al balcón, y más de alguien me maldijo entre dientes. Pero ése no era momento para pelear. Yo estaba ahí por algo más importante.

La reina Jane se quitó el collar Ekran de su cuello y empezó a pasarlo por la cabeza de la princesa como una coronación… pero con otra joya. Y en el momento en el que el collar estaba en las manos de la reina, salté desde el segundo balcón hacia el primero y corrí huyendo. Nadie pudo detenerme, ni siquiera los inútiles guardias de seguridad. Un par de empujones a los espectadores hicieron que yo pudiera escapar por la salida de emergencia y esconderme en los arbustos del jardín del castillo por unos segundos.

Lo más probable era que al día siguiente toda la policía de Gryden estuviera buscándome, pero era importante robar ése collar. Tenía en él un anillo de puro platino, lleno de diamantes y la cadena que lo sujetaba estaba hecha de octatnio, un mineral desconocido, el más valioso conocido. De forma concreta ése collar era la cosa más valiosa en Gryden, aún más que una corona, etc. El collar Ekran costaba mucha plata para vivir sin otras preocupaciones en una casa de clase media. La economía de Gryden era realmente horrible.

Francisco estaría orgulloso de mi triunfo, pero no le conté el plan de mi aventura antes de efectuarla. Lo iría a buscar al bar y le contaría.

Melissa POV

-¡Ayuda! ¡Un ladrón! –Gritó mi pobre madre- mis nervios, mis nervios…

Todo el mundo estaba gritando y yo no podía entender. Todo estaba arruinado; obviamente la ceremonia se había cancelado, el cambio de mando no era oficial. Pero más que nada, no había un compromiso serio entre Carl y yo ahora.

Maldito ladrón… ¿Por qué el reino tenía que tener ladrones? Nadie los quiere, y alguien debería exterminarlos… Eso. Ése sería el fin de la infelicidad en el mundo… al menos en el mío. ¿Cómo les íbamos a explicar esto a las otras naciones…?

-Cariño, tenemos que hablar –Carl dijo, acercándose a mí.

-Claro –contesté ahogando notoriamente una lágrima, falsa. Me demostraba más triste de lo que estaba. No estaba de más explotar un poco de la caballerosidad de Carl.

Él me dirigió en mi propio castillo como si yo no supiera dónde vivía. Era normal en Carl pensar que él era el líder en todos lados. A mí me educaron desde pequeña, que un rey debía ser autoritario, y su reina una persona hecha y derecha. En ese momento yo intentaba serlo, como una princesa. Finalmente él entró a mi habitación y yo lo seguí. Él cerró furiosamente la puerta y empezó a buscar algo en mi tocador. Algo malo sucedía, lo podía notar en sus movimientos nerviosos.

-Mi reino está tratando de matarte –dijo Carl-. Querían hacer un atentado contra ti esta noche, después la ceremonia, yo estaba planeando llevarte a un lugar seguro. Te mandaré ahora mismo; tu vida y la de tu madre y hermanas corren grave peligro.

-Uh… -Eso era lo único que mi boca era capaz de articular. En realidad no podía entender el siniestro plan, por algo yo iba a casarme con Carl de manera forzada; por la paz. Por suerte ambos nos queríamos, y queríamos estar juntos. Pero parece que en la política eso no importa. Carl siguió buscando algo en mi tocador hasta que encontró una pequeña bolsa. Mi cosmetiquero.

-Tienes que camuflarte; pinta tu cara, algo. También tendrás que quitarte ese vestido y vestirte como la gente normal. Perdón por no ayudarte más, todo el mundo debe pensar que no he ayudado en nada. Nadie de tu reino sabe del ataque frustrado, ellos no atacarán después de este escándalo, no esta noche. Es un milagro que ese tipo haya venido a causar ese alboroto de robarse el collar, eso te salvó, de forma indirecta. Rápido, cámbiate la ropa. Le contaré a todo el mundo en una hora que tú has sido secuestrada por alguien de tu reino para no provocar sospechas del ataque de Magnoland.

Esto no era un juego de espías. Esto era la realidad. Besé a Carl, él dejó la habitación y me cambié de ropa. Hace poco, yo era una princesa en un brillante vestido amarillo que llegaba hasta el piso con tacones negros y pelo suelto. Ahora parecía una chica normal vestida para ir al gimnasio, sin ninguna joya puesta, zapatos cómodos para correr y el cabello tomado. Y con la cara algo pintada, obviamente. El maquillaje era para evitar cualquier huella de quién era yo. La magia del maquillaje era realmente impresionante…

Francisco POV

-¡Que tú hiciste qué! –Grité. Patrick me contó que había robado el collar Ekran, la joya más valiosa en el reino entero, la más codiciada por los ladrones a nivel mundial- ¡La policía te arrestará! ¡A nosotros!

-No te preocupes, Francisco –me dijo Patrick-. Ahí no había cámaras y escapé como tú me enseñaste. Tú ya no puedes robar nunca más con tu edad, y también es muy peligroso para ti andar pidiendo caridad. ¡Con el collar Ekran no tendremos que vivir aquí nunca más!

-No lo sé… Yo creo que debemos esperar para vender el collar. La policía debe estar buscando a por esa cosa como locos. Cuando las cosas se apacigüen, venderemos el collar al primer inescrupuloso –repliqué-. Oh, algunas veces me avergüenzo de mí mismo. Sé que si yo no te hubiera recibido tú estarías muerto, pero tampoco la vida que te he dado merece ser llamada vida. Robar nunca fue mi intención… Y ahora me siento como un monstruo al ver que estás siguiendo mis pasos.

-¿Alguna vez te he dicho que eres un hombre sabio? –Preguntó mi hijo sonriendo. Él estaba tratando de animarme pero era imposible. Patrick nunca fue a la escuela ni estudió una carrera, aun así teniendo veintiún años es muy sabio e inteligente, porque por suerte yo tengo buena memoria de lo que aprendí en mi juventud. También era común encontrar libros en los basureros, libros muy interesantes para pasar un buen rato. De todas maneras, aún me siento mal por no poderle dar a mi pequeño lo que merece, educación. Ahora tengo sesenta años… me siento miserable e inútil y ya es tarde de hacer algo mejor.

-Y tú dices que el collar Ekran valdrá lo suficiente para no tener que robar nunc más… ¿eso es verdad? –pregunté.

-Claro –respondió Patrick–. Y sí, sé lo que estás pensando, cuando tengamos el dinero que vale el collar no tendré que robar nunca más. Lo prometo.

-Yo estuve presente cuando dijiste eso…

Patrick POV

Pensé que Francisco se alegraría sabiendo as noticias, pero él se estaba concentrando en buscar el lado negativo. Probablemente él tenía la razón, como siempre. Aunque ahora es muy tarde para arrepentirse. ¡No puedo regresar al castillo y regresar un collar robado como si nada! Aunque, Francisco no terminó enojado conmigo. Decidí salir a caminar un rato mientras que él se quedó en el refugio. Lo sé, es tonto andar caminando en la calle para parecer sospechoso cuando se acaba de hacer el crimen perfecto, pero necesitaba el aire fresco y sacarme la tensión.

A horas tan altas de la noche por esos lugares no anda gente; todos están en los bares a esta hora, intentando borrar su mala vida, olvidándose de todo. Por lo que me sorprendió ver a alguien detenido en la esquina de adelante. Sólo podía ver la silueta porque había oscuridad, y a juzgar por los movimientos indecisos, esa persona parecía perdida.

Me acerqué a la silueta sin cambiar la velocidad a la que iba antes. No quería alarmar a la pobre persona asustada. Y cuando ya me faltaban unos pocos metros de distancia, dispuesto a preguntar si podía ayudar, vi un borracho saliendo lentamente de un bar, con cuchillo en mano, listo para acuchillar a la persona perdida.

Corrí como nunca lo había hecho en mi vida. Muchas veces yo había visto esta misma escena con un desenlace trágico, siendo un simple testigo. Pero yo no sería pasivo otra vez y tomaría parte de la acción.

Me las arreglé para golpear al borracho rápidamente, pero aunque él no tuviera buenos reflejos por su estado, era increíblemente fuerte. Y perseverante. Escuché un chillido detrás de mí pero no tuve tiempo para prestarle tención. Ahora sólo me preocupaba del asesino frustrado.

-Uh! –Dijo el borracho. No pude medir bien su velocidad y recibí una serie de puños en la cara, pero logré escapar de éstos, y con un último golpe lo noqueé definitivamente. Sin matarlo, claro.

-¡Mataste a ese hombre! –gritó una voz detrás de mí. Me di a vuelta para ver quién era la persona que había salvado. Aparentemente, una chica con un traje de gimnasia, una chica, muy, muy, muy chillona. Cuando ella se dio cuenta de que yo la estaba mirando, rápidamente reaccionó- ¡Por favor, no me mate! No tengo nada que darle… ¡y matarme será una pérdida de tiempo! –gritó ella de nuevo mientras se levantaba y caminada de espaldas, hasta que tropezó y cayó sentada.

Caminé suavemente hacia ella y extendí mis manos. –No voy a matarte, ¡te salvé! Además, ese hombre no está muerto, sólo inconsciente. Puede despertar en cualquier momento. Ahora ven, levántate.

Ella levantó su brazo y tomó mi mano, nerviosa.