Esto es una serie de drabbles de cada uno de los caballeros dorados, incluyendo a Kanon y a Shion. Lo haré por orden de signos y el patriarca el último.

La mayoría, por no decir todos, trataran de su vida en el santuario; algún momento significativo. Quiero sacar el lado más humano de los caballeros dorados.

Disclaimer: Saint Seiya no me pertenece


Caballero: Mu de Aries

Título: Pérdida

Resumen: No sabías que hacer cuando te diste cuenta que aquel que se sentaba en el trono del patriarca no era tu maestro. No sabías como actuar, si debías fingir o escapar. Eras tan solo un niño pequeño que necesitaba de los brazos de su maestro. Perdiste lo que más querías con tan solo siete años y nadie lo supo hasta ahora.


Sentiste que algo estaba mal dentro del santuario, algo en tu pequeña mente de siete años no cuadraba desde que Aioros murió por traidor. Sentías que había algo muy extraño y decidiste hablar con tu maestro. Cual fue tu sorpresa cuando, al estar cara a cara con él, te diste cuenta que ni era Shion. Aquel ser con las túnicas de tu maestro no era él.

No sabías que hacer cuando te diste cuenta que aquel con las ropas de tu maestro y sentado en aquel trono no era otro que uno de los más fuertes entre los caballeros dorados. No sabías como actuar ahora que sabías la verdad. Podías fingir pues, él, no sabía que te habías dado cuenta de la verdad; también podrías escapar, la armadura ya era tuya después de todo. Debías encontrar una solución rápido, pero no podías elegir.

Saliste de allí sin decir lo que en verdad querías y poniendo una escusa y fuiste al templo de aries, donde reposaba la armadura. Lloraste durante toda la noche, eras tan solo un niño pequeño que necesitaba de los brazos de su querido, y ahora muerto, maestro. ¡Lo peor de todo es que nadie se daba cuenda del engaño!

Decidiste poner la escusa de reparar armaduras y, con la tuya, huiste del santuario. Escapaste de todos tus problemas con miedo. ¿Qué podía hacer un niño de tan solo siete años? ¡Nada!.

Cual solitario caballero, has permanecido hasta el día de hoy fuera del santuario, velando que alguien se de cuenta del engaño y acabe con la maldad dentro. Le das las gracias a aquellos caballeros de bronce que terminaron con el mal de raíz, pero el echo de vivir trece años en soledad con la compañía tardía de un niño al que adorabas y entrenabas, habían echo estragos en ti.

Solitario, callado, sabio. Te culpas por no haber echo nada cuando pudiste, cuando aun estabas a tiempo pero ¿Qué podías hacer? Solo eras un niño que perdió a su maestro con tan solo siete años de edad y que hasta ahora nadie lo supo.