Dio un suspiro de fastidio mientras hacía la cola para pagar, cuando tocaban ir de compras, cada quien se llevaba una golosina, como a Zack le gustaban las papas, simplemente escogía la marca de siempre (o una nueva para probarla en caso de que llegasen), el problema era que Rachel era mucho más indecisa: podía pasarse varios minutos solo observando los envoltorios brillantes, sin decidirse a cual llevar

—Su turno— colocó la cesta sobre la caja, estando a punto de gritarle que moviera el trasero cuando la joven que atendía le habló — ¿tu hermana menor? —

— ¿Eh? —

—Venían muy juntos cuando entraron. Te espera un arduo trabajo por delante, es una niña muy linda, de seguro será una mujer hermosa— Zack iba a contestarle que no tenía ninguna clase de parentesco con Rachel, para luego sugerirle que se comprase lentes o hiciera revisar los ojos si les notaba algún parecido

—Listo— al final, la rubia se llevó una bolsa de skittles.

La notó extrañamente callada en el camino, no era el silencio usual, normalmente Rachel iba callada porque no tenía demasiado que decir, ahora estaba pensativa, como si le diera vueltas a algo

—Oye, ¿pasa algo? — le preguntó directamente, ella negó con la cabeza. El mayor dio un suspiro de fastidio, lo mejor era no presionarla, sacarle información era una pérdida de tiempo, mejor esperar a que se lo contara por su cuenta.

Cuando llegaron, Zack estaba abriendo la reja, sintió como le tiraba la manga

—Si tienes algo que decir, solo dilo— le aclaró ante el silencio que siguió

—Me gustaría que lo pensaras— iba a preguntar qué significaban esas palabras cuando volvió a hablar —porque, si te soy honesta, yo no quiero ser tu hermanita—

—Espera, ¿qué mierda significa eso? — preguntó con algo de agresividad, sin responderle, la rubia solo entró

—No es necesario que te comas la cabeza ahora, solo tenlo en cuenta, ¿sí? — este parpadeó un par de veces antes de volver a dar un suspiro

—A veces realmente no la entiendo— se dijo el asesino cerrando la puerta.