Siempre lo he admirado desde lejos, me ha parecido una persona…increíble, su cabello y ojos dorados como el sol que congeniaban perfectamente con aquella piel blanca que tenía, era increíblemente hermoso. Pero yo solo me dignaba a mirarlo desde lejos, en este caso detrás de mi casillero. El destino estaba de mi lado pues su casillero quedaba a unos pocos del mío y era lo más cerca que podía estar de él. Podía ver como guardaba su uniforme de voleibol que cabe destacar le quedaba muy bien a su figura alta (muy alta) y delgada, era un chico bastante atractivo, nunca podría fijarse en mí, un chico que no tenía confianza en sí mismo ni para comprar en la cafetería, además…de seguro era el tipo de chico que estaba rodeado de chicas hermosas.

Al parecer estuve mucho tiempo observándolo pues nuestras miradas se encontraron mientras él se cambiaba de gafas. Entré en pánico. Era la primera vez que me miraba, sentí mi cara arder por toda la sangre que se acumulaba en ella, rápidamente me escondí en mi casillero fingiendo arreglar mis cosas y que nunca lo había mirado. Los nervios me estaban consumiendo vivo.

"Oye…"

Fue lo que escuche por su parte, al escuchar aquella voz grave y sensual mi corazón se sobresaltó y mi respiración comenzaba a entrecortarse. Volteé hacia él, tragué saliva para conseguir un poco de agallas y así poder hablarle por primera vez en mi vida.

"¿S…si?".

Respondí como pude intentando no hacer algún tipo de contacto visual.

"¿Cómo te llamas?". Dijo.

La pregunta me tomó por sorpresa y noté como la impaciencia que tenía en su rostro por mi tardía respuesta.

"Yamaguchi Tadashi." Dije con timidez y él solo sonrió, creo que era la primera vez que lo veía hacerlo y mi cara se puso de otro tono de rojo aún más intenso con tan solo mirar aquella pequeña sonrisa dedicada a mí, no sabía que significaba, si o burla o felicidad, pero a mí no me importaba.

No me importaba al grado de que no me había fijado cuando ya se había ido y yo me había quedado con cara de bobo mirando al vacío.

Había pasado ya más de una semana cuando tuve mi primer encuentro con él, pero desde aquello todo había cambiado, no solo era yo quien lo miraba si no que él también lo hacía, lo encontraba varias veces observándome y nuestras miradas se cruzaban, instintivamente mi cara se ponía roja y él sonreía por lo bajo.

No me acostumbraba a ello y se podía notar ya que en clase me sentía más distraído de lo normal y aquel día no era la excepción.

Luego del receso debía ir a buscar mis cosas al casillero para tener la siguiente clase, debieron ver mi cara de sorpresa al abrir mi taquilla y encontrar no una, ni dos si no docenas de cartas que cedieron a la gravedad al instante que abrí a la puerta, creí que mi mandíbula había caído también al suelo por la sorpresa. Tomé una de las cartas, una con forma de corazón y la leí.

"Me gustas."

Simplemente eso y abajo con la misma letra una firma que decía "-T.K."

Mi cara se ruborizó de golpe, raro en mi ¿no?, pues sabía perfectamente quien había escrito todas aquellas cartas con mensajes de ese tipo, el chico que tenía mi mente ocupada todos los días.

Tsukishima Kei.