EL COLEGIO PRIVADO DE CHICAS MONT LYONS.

Era una mañana nublada cuando viajaron hasta la isla de Kyûshu. Por primera vez en sus vidas, estaban viajando en un barco hasta Miyazaki, que era donde estaba aquel instituto a cual se dirigían. Habían escuchado que en ese centro solamente asistían chicas y que ellos serían los primeros chicos en entrar en aquel lugar. Estaban en la cubierta del barco. Algunos estaban tumbados en las tumbonas, otros estaban bañándose en la piscina en la proa y otros mirando el mar apoyados en la barandilla de hierro. Los chicos del Shohoku y algunos del Kainan, disfrutaban de un relajante baño sino fuera por los continuos gritos de Nobunaga y Sakuragi.

-¡Jajajajaja, pero qué dices! No conseguirás que ninguna chica se fije en ti con ese pelo jajaja – se burló el muchacho del cabello por los hombros y negro.

-Lo mismo te digo. Con esa cara de mono salvaje, no le gustarás a ninguna – le dijo el pelirrojo señalándolo.

-¡Yo tengo muchas más posibilidades que tú! – Gritó Nobunaga.

-¿Por qué serán tan ruidosos? – Comentó Maki a Jin. Los dos estaban apoyados en el filo de la piscina.

-Al menos el viaje no se hace tan pesado – opinó el tirador de triples con una sonrisa.

-En eso tienes razón – dijo el capitán del mejor equipo del Estado de Kanagawa con un dedo en el oído y con los ojos cerrados.

-Akagi ¿crees que nos irá bien? Ese instituto nunca ha sido mixto y allí habrá más chicas que chicos – le preguntó Kogure a su compañero de equipo.

-No te preocupes por eso Kogure. Estoy seguro de que nos llevaremos bien con ellas. Si no hubieran querido compartir su instituto con nosotros… - comenzó a decir el capitán del Shohoku.

-Además, he escuchado que seis de esas chicas son sumamente bellas, altas y delgadas pero que hay que tener cuidado con una de ellas – le interrumpió el tirador de triples uniéndose a la conversación. Los demás miraron hacia ellos.

-¿Qué quieres decir? ¿Qué esa chica nos hará la estancia imposible? – Preguntó Uozumi.

-No, no quiero decir eso. Por lo que he podido leer en Internet, hay una chica que le dicen "Smuk-sama" y las demás chicas la tienen mucho respecto – contestó el número catorce del Shohoku.

-¿Smuk-sama? – Repitieron todos.

-¿Qué significa eso? – Interrogó Koshino acercándose con Sendoh, Uekusa y Fukuda.

-No lo sé – Mitsui encogió los hombros cohibido.

-Hermosa – dijo una voz. Todos miraron hacia el chico de aspecto zorruno. – Significa hermosa en danés.

-¿Cómo sabes eso zorro apestoso? – Le preguntó Sakuragi señalándole.

-¿Desde cuándo sabes danés Rukawa? – Preguntó asombrado Miyagi.

-Yo no sé danés, es mi hermana quien sabe. Ella me lo dijo – se salió de la piscina y se tumbó bocarriba debajo de una sombrilla.

Antes de que pudieran seguir preguntándole, un hombre que trabaja en aquel barco se acercó al jugador de primero y le dio un teléfono haciendo que se levantase y se alejara. Ninguno se esperó que el chico frío e inexpresivo tuviera una hermana. Se pusieron a imaginársela y se reían al pensar que se parecía al chico de ojos zorrunos. Mitsui siguió contando cosas sobre aquel instituto tan respetado de chicas que había en la cuidad de Miyazaki. Los demás escuchaban atentos pero Mitsui, al igual que sus compañeros, no sabía muchas cosas. Se podía notar que estaban nerviosos y excitados por estar en aquel lugar. Desde que Rukawa recibió la llamada, lo notaron bastante extraño y pensativo. ¿Qué le estaba rondando por la cabeza al super Rookie?

Una vez que llegaron al puerto de Miyazaki y tras desembarcar, se encontraron con un hombre de unos treinta y cinco años con el cabello negro azabache, lacio y algo alborotado. Los ojos de aquel hombre eran medianos y de un hermoso color intenso, los rasgos faciales eran finos; además de que tenía la piel blanca. Era delgado y mediría alrededor del 1,95 m. El hombre moreno levantó una mano y dijo:

-Al fin habéis llegado.

-¿Quién es usted? – Preguntó cortésmente Akagi.

-Soy uno de los profesores de Mont Lyons. Mi nombre Akiyoshi Sendoh y os daré Física – se presentó el hombre.

-¿Ha dicho que se llama Sendoh? – Preguntó sorprendido Ikegami. Todos miraron al jugador del Ryonan.

-Jajaja sí, he dicho Sendoh – rió el profesor al ver las caras de los chicos.

-Es el hermano pequeño de mi padre – explicó Sendoh poniendo boca de pez.

-Debiste decirnos que tu tío trabajaba como profesor en este instituto – le dijo Uozumi.

-Es que no lo sabía. Yo me acabo de enterar también – Sendoh encogió los hombros.

-¿Por qué no seguimos hablando por el camino? Smuk-sama os está esperando desde esta mañana – intervino el hombre treintañero.

-Otra vez ese nombre… - murmuró Koshino.

-¿Desde esta mañana? – Preguntó Kogure sorprendido.

-Sí, se suponía que llegabais antes de la hora de comer – respondió el hombre mientras caminaba hacia un autobús que estaba aparcado no muy lejos del puerto. – Pero parece ser que habéis cogido el que salía más tarde.

-Ha habido algunos que se han dormido – comentó Akagi.

-No os preocupéis. Al final ha venido bien que lleguéis ahora. Tenían que terminar de preparar algunas cosas para vuestra estancia – habló con una sonrisa.

Se subieron en aquel autobús que los esperaban para llevarlos a aquel instituto femenino que quería convertirse en mixto. El tío de Sendoh les explicó algunas cosas básicas que debían saber antes de llegar. Tardaron en llegar media hora ya que había que dirigirse a la parte superior de una colina. Al bajarse, se quedaron impresionados al ver un enorme edificio rodeado por una verja negra. Ese edificio tenía estilo e influencia europea. Vieron a dos chicas sentadas correctamente en unos bancos que había a un lado del camino y que estaba debajo de un árbol. Ambas chicas estaban riéndose con una mano delante de la boca.

-¡Wow, son hermosas! – Comentó Mitsui mirándolas.

El profesor de Física sonrió ante el comentario del joven y abrió la puerta de la verja. Las dos chicas miraron sorprendidas hacia la verja y luego se quedaron mirando la fila de chicos que pasaban por delante de ellas. Una de ellas le comentó algo en el oído a la otra chica. Cuando Sendoh, Jin, Fujima y Rukawa pasaron por delante de ellas, sus mejillas se sonrojaron. Una vez que estuvieron enfrente de una grandísima puerta de madera con figuras talladas, el hombre dijo:

-Bueno, aquí os dejo. Cuando entréis, Smuk-sama se hará cargo de vosotros.

-¿Cómo sabremos quién es? – Preguntó Hanagata.

-Lo sabréis. De todas formas, Smuk-sama es quien está esperándoos detrás de esa puerta – respondió con una sonrisa el hombre.

-¡Al fin habéis llegado! – Se escuchó.

Todos los miraron hacia su derecha sorprendidos. Más de uno se sonrojaron al ver que se trataba de una chica delgada y alta, que mediría 1,87m. Tenía una larga y sedosa cabellera en forma ondulada de color castaño, también tenía un flequillo que le tapaba un poco los ojos. Su piel era suave y un poco bronceada, aunque se podía ver que sus mejillas tenían un leve sonrojo. Sus ojos eran medianos, alargados, de expresión pícara y eran de un negro profundo. Tenía unas largas, espesas y curvadas pestañas que hacen su mirada profunda. Los labios eran rosados y su nariz pequeña y respingada.

-Bueno chicos, os dejo con ella – se despidió el hombre y se marchó.

-¿Tú eres Smuk-sama? – Logró preguntar Mitsui tras unos minutos de embobamiento.

-No, no lo soy – respondió la chica castaña. – Mi nombre es Aya Mikage y soy una de las cinco chicas del Consejo Estudiantil y representante de las alumnas de Segundo de Preparatoria – se presentó con una sonrisa.

-Oh, ya están aquí – dijeron detrás de la chica que llamaba Aya.

Detrás de ella, apareció una chica alta de cabello castaño oscuro por la mitad de la espalda, liso y con flequillo recto que caía suavemente sobre la frente a la altura de la cejas. Poseía unos pequeños ojos verdes adornados por sus medianamente largas pestañas. Su nariz era chata y los labios gorditos. Tenía grandes pechos. Su cara era redondita y dulce haciéndole aún más atractiva. Esa chica mediría 1,80m.

-Bienvenidos – dijo la recién llegada. – Me llamo Marina Shimura. Es un placer.

-Ella también está en el Consejo Estudiantil y representa a las alumnas de Primero de Preparatoria – añadió Aya con una sonrisa.

-Chicas ¿habéis visto a Sel? La llevo buscando bastante tiempo – se escuchó. Las dos chicas se giraron.

-No Chie. Yo acabo de llegar del club Hípica y supongo que Marina de la biblioteca – respondió Aya.

Chie era una chica baste alta, medía aproximadamente 1,85 m. Su piel era muy blanquita. Su pelo era de un extraño tono entre castaño claro y rubio, ondulado y le caía hasta la altura de la mitad de la espalda. Poseía unos ojos grandes y expresivos, que mostraban un atisbo de curiosidad y eran de un bonito tono azulado. Su cuerpo era esbelto y muy estilizado, con largas piernas, caderas, cinturita y un busco ni muy excesivo ni demasiado escaso.

-Seguro que está ocupándose de la llegada de los chicos – le dijo Marina con una sonrisa.

-Sí… - susurró la chica recién llegada. - ¿Sumiko y Emi están con ella? – Preguntó.

-Sé que Sumiko sí está pero Emi no lo sé, no la he visto en todo el día – respondió la muchacha del cabello castaño oscuro.

-¿Cuánto mides? – Preguntó Aya a Uozumi con ojos de admiración.

-2,02m. ¿Por qué? – Respondió con un leve sonrojo ya que la chica estaba muy cerca de él.

-Me encanta que los chicos seas así de altos - contestó con una sonrisa. – Tú y yo nos llevaremos genial – aseguró la chica.

De pronto, la puerta se abrió dando paso a una chica que su estatura era de 1,87m aproximadamente, de piel clara con las mejillas rosadas, era delgada y poseía unos bonitos ojos miel que combinaban con su cabello castaño, el cual era sujetado por una coleta alta dejando caer algunos mechones dándole un toque informal a su peinado. Sus labios eran rosados, finos y delgados haciendo juego con su nariz delgada. Esa chica se puso sus manos en la cintura y miró a las demás con cara seria.

-¿Qué hacéis ahí? Os necesitamos para hacer la repartición de las habitaciones – le dijo aquella chica a las demás.

-No seas así Sumiko. Acabamos de terminar nuestras actividades y además, Sel sabía dónde estábamos – dijo Aya sin perder esa sonrisa.

-No deberías ser así, Sumiko – dijo una voz detrás de la muchacha de la coleta.

Apareció una chica de comprensión delgada, alta y de tez blanca. Poseía unos ojos inexpresivos que eran algo pequeños y de color marrón claro. Su pelo es voluminoso, rizado, por la mitad de la espalda y de color moreno. La nariz era chatada y tenía los labios gorditos.

-¡Pero Emi! Se han estado escabullendo todo el día – se quejó la tal Sumiko.

-Bienvenidos, os estábamos esperando – les dijo la chica morena con una sonrisa. – Yo soy Emi Yagami y ella es Sumiko Tachibana.

-Emi es la encargada de las chicas de Primero de Secundaria y Sumiko de Tercero de Secundaria – explicó Aya.

-¿Ellas también están en el Consejo Estudiantil? – Preguntó Uekusa a la chica del cabello castaño oscuro.

-Sí, todas estamos en el Consejo Estudiantil – respondió Marina con una sonrisa y acercándose a sus amigas. – Creo que es hora de entrar. Smuk-sama está esperándonos.

Los chicos tragaron saliva. No podían evitar estar nerviosos. El interior de aquel edificio era mucho más grande y elegante de lo que habían imaginado. Las chicas llevaban un uniforme escolar blanco y azul de marinero a rayas. Se trataba de una mini falda azul con volados en la parte inferior, un top blanco y azul y una chaqueta con una especie de pequeña ligadura para rematar pero de diferentes colores. Llevaban calcetines azules oscuros y unos zapatos marrones. Giraron a la izquierda para entrar en un gran salón donde había muchas chicas sentadas hablando animadamente que, al verlos, se callaron. La chica llamada Sumiko le hizo una señal para que se parasen y se acercó a dos chicas que estaban de pie al lado del sofá.

-¿Dónde está Smuk-sama? – Preguntó Sumiko.

-No lo sabemos. Ha desaparecido – respondió una de las dos chicas.

Sin que nadie se diese cuenta, una chica se acercaba a los chicos por detrás. Tenía las manos en la espalda. Cuando estuvo detrás del jugador once del Shohoku, le dijo en el oído:

-Bienvenido.

El chico, sobresaltado por notar aquel aliento en su oído, dio un respingo y cuando se fue apartar, se chocó con sus compañeros. Eso provoco que la chica se riera con los ojos y la boca cerrados. Rukawa le miró mal. Esa chica era dueña de una larga y sedosa cabellera en forma ondulada y de color platino dorado, poseía una piel suave y blanca como la nieve, aunque sus mejillas están ligeramente sonrosadas. Sus labios eran carnosos y pequeños en un tono rosado y la nariz también era pequeña. El flequillo le caía suavemente tapándole un poco los ojos, que eran pequeños, un poco alargados, de expresión dulce e inocente; tenían un extraño pero bonito color gris intenso. Poseía unas largas, espesas y curvadas pestañas que hacen su mirada profunda. Las mejillas estaban un poco tiznadas de un ligero tono rosada. También era una chica delgada y esbelta con una buena figura con unas curvas muy definidas.

-No hagas eso – le dijo Rukawa con el semblante serio.

-Lo siento Kaede pero no he podido evitarlo – se excusó la chica rubia. – Por una vez que nos vemos después de cinco años, es normal que te haga eso ¿no crees?

-¿Vosotros dos os conocéis de antes? – Preguntó sorprendido Hikoichi y sin poder apartar la vista de la muchacha.

-Así es – respondió ella sin perder la sonrisa.

-¿Y tú quién eres Barbie? – Dijo Sakuragi poniéndose enfrente de la recién llegada.

Un pequeño bullicio comenzó a escucharse alrededor de los chicos. La chica de ojos grises miraba al pelirrojo sin perder la sonrisa mientras que los chicos esperaban la contestación de aquella hermosa joven. Vieron como la muchacha se cogía las manos por la parte de delante del cuerpo y luego hacía una excelente reverencia. Al incorporarse, dijo:

-Siento haber sido tan descortés. Mi nombre es Selenia Rukawa y soy parte del Consejo Estudiantil del Colegio de chicas Mont Lyons. Mucho gusto en conoceros.

-¿Has dicho Rukawa? ¿Entonces tú eres…? – Comenzó a decir Yasuda y Kakuta a la vez.

-Sí, soy la hermana melliza de Kaede – les cortó.

-Y también es Smuk-sama – dijo Aya mientras que las cinco chicas se ponían detrás de Selenia.

-¿Qué? ¿Esta Barbie es esa tal Smuk-sama de la que nos ha hablado? Tampoco es para tanto – Comentó Sakuragi señalándola.

-¡Ten más respeto! – Espetó Sumiko molesta. Selenia giró la cabeza hacia su amiga y luego miró al pelirrojo.

-Al fin nos conocemos Sakuragi. Espero que nos podamos llevar bien – le dijo la hermana de Rukawa sin perder aquella sonrisa. – Si me acompañáis, os diré en qué habitación estáis. Así podréis descansar hasta la hora de la cena – les dijo a todos.

-Queríamos pedir perdón por retrasarnos y por lo que ha dicho este idiota – se disculpó Akagi haciendo una reverencia con ambas manos pegadas al cuerpo.

-No te preocupes Akagi – le dijo ella.

La chica llamada Selenia pasó entre ellos y se dirigió hacia el sofá donde se sentó con la espalda recta y las piernas juntas. Ellos se sentaron en el sillón de enfrente pero, al ser muchos, se fueron poniendo detrás. Vieron que cogía una libreta roja y tras abrirla, la ponía en sus piernas. Entonces Emi comentó:

-Ahora, os dividiremos en cuatro grupos de ocho chicos y luego, las jefas de habitación os llevará al cuarto que os corresponda.

-¿Las jefas de habitación? – Preguntó sin entender Fujima.

-Sí. Como no hay habitaciones libres donde podéis dormir, dormiréis en las cuatro habitaciones más grandes que hay en la Residencia –contó Marina.

-Ellas son Erika Minari, jefa de la habitación Rojo; Kotoko Ashiya, se encarga de la habitación Verde y Yuki Erizawa, de la habitación Blanca – explicó Aya. – Yo soy la encargada de la habitación Azul.

-Empecemos por la habitación Rojo – dijo Selenia. – Los chicos que irán a ese cuarto son: Hikoichi Aida, Kicchou Fukuda, Toki Kuwata, Ryota Miyagi, Tadashi Muto, Satoru Shiozaki, Shoichi Takano y Yasuharu Yasuda – hizo una pausa mientras que veía que los chicos se acercaban a la chica llamada Erika Minari.

-Venga vamos – dijo la jefa de habitación Rojo secamente.

-Ahora los que irán al cuarto Verde, que son: Kenji Fujima, Ryoiji Ikegami, Nobunaga Kiyota, Kiminobu Kogure, Hiroaki Koshino, Kazuma Takasago, Tomoyuki Uekusa y Junichi Yiudaira – la chica que les tenía que mostrar la habitación no parecía contenta al principio pero, al ver a Fujima, su rostro cambió.

-¿Ahora cual toca? – Preguntó curiosa Aya.

-La Azul – respondió mirándole de reojo.

-¿Lo puedo decir yo? – Dijo la muchacha de los ojos negros.

-Sabes que no puedes. Lo tiene que decir Selenia – le regañó Sumiko.

-Son: Toru Hanagata, Taku Ito, Soichiro Jin, Shinichi Maki, Hisashi Mitsui, Kaede Rukawa, Akira Sendoh y Jun Uozumi – los nombró.

-¡Qué bien! – Gritó Aya.

-¿Qué bien? – Repitieron Emi y Chie sin entender.

-Sí, yo quería que nos tocara el chico alto – respondió feliz. – Venga vamos – les dijo a ellos.

Los ocho chicos se miraron sin entender pero acompañaron a la chica castaña hasta la tercera planta. Mientras tanto, las demás chicas seguían sentadas y calladas esperando a que Sakuragi se callara. La chica llamada Selenia sonría, se levantó haciendo que las cuatro chicas que había con ella también lo hicieran y se acercó al número diez del Shohoku.

-Venga Sakuragi, cálmate – le dijo ella con voz suave.

-¿Por qué debería de hacerlo Barbie? – Preguntó él con una mirada dura.

-Porque si no lo haces, asustarás a las chicas – respondió Smuk-sama.

-Ella tiene razón Sakuragi. Controla esa rabia – le aconsejó Kakuta.

-¿Estáis aquí…Takenori Akagi, Kazuki Hasegawa, Kentaro Ishii, Yoshinori Miyamasu, Hanamichi Sakuragi y Satoru Sasaoka? – Dijo ella sin una pequeña sonrisa. – Id a descansar. Habéis estado mucho tiempo viajando y debéis estar cansados.

-Como usted diga Smuk-sama – dijeron los chicos con una pequeña reverencia menos Sakuragi.

-Me podéis llamar Selenia – habló la chica rubia. – No hace falta que hagáis ese tipo de cosas. Debéis ser como soy siempre - se marchó del salón hacia las escaleras.

Sendoh huía de un grupo de chicas gritonas que lo estaban siguiendo desde que había salido de clases. Había pasado una semana desde que llegaron pero todavía no podían entrenar ya que estaban terminando de construir un gimnasio para los chicos. Llegó a la zona del enorme gimnasio pensando en que se podía esconder pero no vio ningún lugar donde hacerlo y aquel lugar estaba cerrado, por lo que no podía entrar. No muy lejos de donde él estaba, vio que una chica con el cabello rubio platino se acercaba arrastrando algo. Se quedó observándola hasta que vio que ella se caía hacia atrás y se quedaba sentada en al suelo, mirando aquel canasto de pelotas enorme. Sonrió y se acercó para ayudarla.

-Creo que necesitas ayuda – le dijo amablemente Sendoh extendiéndole una mano con una sonrisa.

Aya caminaba por el pasillo de tercero en busca de aquel chico que medía dos metros. Necesitaba que la ayudara a colgar algunas cosas en el marco de la puerta de una de las aulas. Lo encontró hablando con sus compañeros de su antiguo instituto. Nunca pensó que encontraría a alguien tan alto de él. Estaba segura de que habría alguien más alto pero le encantaba ese chico. Aya, como el resto de sus amigas, llevaban en Mont Lyons desde que iba Párvulos y se marcharía cuando acabase la Universidad. Se acercó a él dando pequeños saltitos y una que estuvo al lado de Uozumi, le cogió del brazo.

-Necesito que me ayudes – le dijo la chica castaña.

-¿A qué? – Preguntó un poco nervioso.

-¿Entonces en tu instituto eras el tirador de tiples del equipo de baloncesto? – Dijo Chie mientras caminaba al lado de Jin.

-Sí – respondió el chico que tenía cara de niño con una sonrisa.

-¡Es fantástico! – Exclamó feliz ella. – Nosotras jugamos también al baloncesto pero tenemos que tener cuidado de que no nos pille el director. Los días que no hay toque queda, nos vamos de la Residencia y jugamos al baloncesto callejero.

-¿Por qué tenéis que tener cuidado? – Preguntó sorprendido.

-Porque el director dice que "señoritas como nosotras no debemos jugar a ese tipo de deporte." Aun así jugamos y el profesor de Física nos cubre cuando se entera – respondió ella moviendo un poco los hombros.

-Pero tenéis derecho a jugar a los que os guste. No tenéis que hacer lo que no os guste – opinó Jin.

-Lo sabemos pero estamos acostumbradas. Cuando entras en este colegio, sabes lo que te espera desde un principio – agachó la mirada.

Al levantar de nuevo la vista, Chie vio a su amiga tirando de ese chico que dormía en la misma habitación que ellas. Se acercaron sin prisa a ellos y entre las dos consiguieron que Uozumi les ayudara. Mientras que aquellas dos chicas seguían hablando con el grupo de chicos con los que estaban, se acercó un hombre de unos treinta y cinco años con el cabello negro azabache, lacio y algo alborotado. Los ojos de aquel hombre eran medianos y de un hermoso color intenso, los rasgos faciales eran finos; además de que tenía la piel blanca. Era delgado y mediría alrededor del 1,95 m.

-Hola chicas – saludó el hombre con una sonrisa. – Hola chicos.

-¡Hola profesor! – Respondieron a coro.

-¿Habéis visto a Smuk-sama por algún lado? – Preguntó el hombre.

-Creo que ha dicho que iba al gimnasio a llevar algunas cosas que habían llegado – contestó Chie.

-¿Ha ido sola? – El tío de Sendoh parecía algo nervioso.

Todos se giraron al escuchar unas risas acercándose a ellos. Vieron que se trataba de Sendoh y de la chica que todas llamaban Smuk-sama. Ambos se estaban riendo. Se fijaron que ella tenía la muñeca hinchada y la mano por debajo del pecho. Escucharon como el profesor respiraba hondo y con alivio. Los dos chicos se sorprendieron por la forma en que los estaban mirando.

-¿Qué es lo que pasa? – Preguntó Selenia sin entender las miradas que le estaban lanzando.

-¿Qué es lo que te ha pasado en la mano? – Preguntó Chie.

-Estaba tirando del canasto de los balones medicinales pero como pesaba mucho, me he caído tratando de arrastrarlos – respondió la muchacha del cabello platino.

-Akira ¿puedo hablar contigo un momento? – Le preguntó su tío.

-Claro – dijo el ex número siete del Ryonan.

-Vamos a la enfermería. Se te está hinchando por momentos – comentó Chie. – Luego seguiremos hablando Jin – le dijo al tirador de triples del Kainan.

-Por supuesto – sonrió el joven de ojos marrones.

-Nosotros vamos a colgar cosas – le dijo Aya tirando del brazo de Uozumi y llevándoselo de ahí.

-¿Qué ocurre tío? – Le preguntó Sendoh cuando el hombre se paró lejos del grupo.

-Debes hacerme un favor – le respondió seriamente.