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Disclaimer applied.

La historia es de mi autoría.

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No hay casualidades sino destinos. No se encuentra sino lo que se busca, y se busca lo que en cierto modo está escondido en lo más profundo y oscuro de nuestro corazón. Porque si no, ¿cómo el encuentro con una misma persona no produce en dos seres los mismos resultados?

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Su mirada no se apartaba del gran ventanal, aquel árbol de cerezos ahora estaba totalmente desnudo, sus pequeñas flores se perdían entre la fría brisa y caían en el césped, despojado de su manto rosado. Ella apretó con fuerza su mano sobre su pecho mientras la otra dejaba caricias ausentes sobre su levemente abultado vientre escondido bajo el vaporoso vestido blanco, éste, le ayudaba a disimular las ligeras curvas que la hacían ver una mujer en su totalidad. Hacía frío afuera pero el termostato ajustado a la temperatura ideal en toda la gran casa mantenía la calidez en cada rincón, sin embargo, sus manos estaban frías al igual que sus labios, igual que su corazón. Soltó un inaudible suspiro cuando sus ojos siguieron con lentitud otra flor que se reunía con las demás.

Un suspiro mucho más audible resonó por el lugar recordándole a Sakura que no se encontraba sola en aquel lugar, el despacho estaba iluminado ligeramente por las lámparas adjuntas en cada pared creando alguna ilusión óptica entre sombras, pero podía sentir la presencia del hombre sentado tras el escritorio que parecía dominar la estancia, incluso su respiración era escuchada.

—¿Estás segura de esto?—

La voz masculina resonó una vez más luego de un justo silencio impartido por ambos, Sakura se alejó de la ventana y se dirigió con cautela hasta sentarse en una de las sillas frente al escritorio, frente a él. Alzó su mirada hasta vislumbrar los oscuros ojos que parecían querer traspasar su delgada coraza, aquella que había alzado hace un tiempo atrás para evitar salir dañada aún más. Asintió a su pregunta mientras descansaba ambas manos sobre su regazo y pasaba algo de saliva por su garganta reseca.

—Lo estoy, Itachi.— Murmuró de manera ausente, estaba convencida en hacer eso, era la única manera de resolver todo el problema aunque sintiera que sus pensamientos se iban por el camino equivocado. Otro suspiro resignado se volvió a escuchar y bajó su cabeza enfocando ahora sus dedos que se retorcían con algo de nerviosismo en sus piernas, no era la única metida en aquel embrollo pero sí era la única que buscaba una solución para todo eso. No, no sólo ella, pensó.

Itachi asintió una vez antes de abrir uno de los cajones del escritorio y sacar una pequeña caja aterciopelada, la apretó con fuerza entre su puño dudando por un segundo, no obstante, el rostro pálido y lloroso de la pelirosa fue suficiente incentivo para que se levantara y caminara hasta ella, la comisura de sus finos labios bajó un poco mientras mantenía una expresión estoica en su rostro. Se apoyó sobre el borde del escritorio estirando sus largas piernas, las cuales, hicieron contacto con la piel desnuda de las piernas femeninas ocasionando que ella se estremeciera.

—Mírame.— Pidió con aquella voz ronca, cálida pero imponente que ella había aprendido a identificar con el pasar del tiempo.

Lentamente alzó su rostro y lo miró una vez más, lo conocía de memoria, los gestos y miradas, las sonrisas furtivas que alguna vez le había dedicado cuando él apoyaba su cabeza sobre las piernas de Sakura y ella pasaba sus delgados dedos por las suaves hebras de cabello negro quitando el lazo que las sujetaba juntas; le gustaba el cabello largo de Itachi, su aroma e incluso el tacto de los mechones al rodar por su piel.

El pelinegro se inclinó hacia adelante, tomó una de las manos de Sakura y abrió con su otra mano la pequeña caja sacando de esta un anillo de la más fina plata rodeado con pequeños y brillantes diamantes por toda la banda finalizando con un diamante rosa sobre estos. Ágilmente deslizó la joya en el dedo anular de pelirosa tras dejar un suave apretón en la mano, ella pudo sentir el frío de aquel metal en su dedo como un grillete ajustado en su tobillo, no había vuelta atrás.

El nudo pesado en su garganta parecía querer apretar con más fuerza y sus ojos jades se cristalizaron a lo que ella tuvo que parpadear varias veces tratado de alejar las lágrimas que amenazaban con salir, estaba cansada de llorar.

—Es... Es hermoso, Itachi.— Pudo articular con voz algo afectada por el momento tras observar la elegante pieza de joyería que ahora su dedo portaba haciendo resaltar la palidez de su piel.

El Uchiha mayor se apartó por un momento sosteniendo ambas manos tras su espalda, metódico, caminó hasta plantarse en el mismo sitio donde la pelirosa había estado parada momentos antes, su mirada vagó de igual manera en el árbol que se levantaba en el patio trasero después de tantos años, lo había visto perder sus flores y recuperarlas tiempo después, incluso, le parecía una ironía que estuviese sin un pétalo dada la situación que acontecía en esos momentos.

—Nos casaremos cuando nazca tu hijo, nadie tiene que saber la verdad. —La miró de frente mientras apretaba sus dedos con algo de fuerza. —A los ojos de todos los Uchihas ése pequeño será mi hijo, lucharemos contra lo que venga y trataremos de ser felices.— La última palabra fue dicha con algo de amargura disfrazada de resignación, ahora que todo estaba hecho y dicho, no había manera de retractarse de sus palabras.

Sakura limpió con rapidez su mejilla eliminando una lágrima que había logrado escapar de sus ojos, no tenía mucho que opinar más que darle la razón a él, por más que intentó disuadirlo para que buscara otra solución, Itachi no aceptó otra idea diferente, debía admitirlo, era la única salida en una familia con fundamentos arraigados desde hace mucho tiempo.

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"Ningún miembro Uchiha nacerá fuera del matrimonio."

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Las palabras escritas en el antiguo templo perteneciente a esa familia se repetían en su memoria una y otra vez. Rozó con su pulgar aquel anillo en su dedo y se levantó de la silla dispuesta a irse, sin embargo, Itachi la sujetó por el antebrazo haciendo que se detuviese.

—Tú no tienes la culpa de nada, sólo hay un culpable de que las cosas sucedan de esta manera, pero tú no lo eres.—

—No es así, tanto él como yo tenemos la misma culpa, pero él tomó el camino fácil...—

Su temblorosa voz sonó un poco más audible tras levantar su barbilla tratando de rescatar el orgullo y dignidad que le quedaba, estaba a nada de soltarse de aquel agarre cuando las puertas de madera fueron abiertas con algo de fuerza.

Itachi frunció el ceño mirando al nuevo visitante, soltando el brazo de la ojijade con delicadeza y dejando un suave roce con sus dedos, por su parte, Sakura estaba estática en el lugar mientras observaba otro par de ojos negros aunque mucho más afilados y rasgados.

No estaba segura de lo que sucedería en ese momento, pero de algo sí estaba segura, el desprecio que destilaba aquella dura mirada hacia ella la hirió un poco más, cuando pensó que nada más podía alcanzarla descubrió el poder de esos ojos tan oscuros como el alma de su portador.

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Continuará...


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No acostumbro a hacer notas de autor, pero, como la ocasión lo amerita, lo haré esta vez. Debo admitir que me ha costado recrear en palabras todo esto, estoy más allá de oxidado y eso me apena bastante. Después de tantos años (10) de no estar por acá siento que he perdido el toque, en fin, ahora con una perspectiva mucho más madura y una mejor ortografía, espero poder colocarme en un buen nivel y traer historias que sean del agrado colectivo.

Esto ha sido una pequeña prueba, quiero decir de antemano que esta historia está llena de momentos oscuros y dramáticos, así como encuentros sexuales, aún así, contará con una que otra dosis de dulzura para balancear. Es una pequeña advertencia para evitar luego reclamos si es que alguien se llega a interesar en leerla. Sólo es un pequeño abreboca a lo que luego serán capítulos algo más extensos.

Sin más que decir, así marco mi regreso a este mundo.

Saludos.