La luz del Sol entraba con timidez entre las cortinas que oscilaban con suavidad a causa de la brisa que entraba por la ventana. Abrió los ojos con pesadez y mostró una mueca de fastidio en su rostro.

Era de nuevo lunes.

Apartó las sabanas que le cubrían el cuerpo, liberándose de su crisálida y se estiró como un gato. Miró el reloj cuando sus ojos se abrieron de par en par. Llegaba tarde, llegaba muy tarde.

-¡Mierda!- Soltó un gruñido antes de vestirse a toda prisa y dirigirse a la cocina donde su madre se encontraba mordisqueando una tostada tranquilamente. No debería haberse quedado hasta tarde probando el juego de Undertale, si no lo hubiese hecho ahora no se encontraría en aquel problema.

-Boomer, llegas tarde- Dijo lo obvio, impacientando al chico de cabello negro que la miraba molesto. Intentaba culparla con su mirada azulada, pero en respuesta su madre sonrió.

Agarró unas magdalenas que se encontraban sobre la mesa y se despidió de su madre con un pequeño beso en la mejilla antes de colgar su mochila a la espalda y de salir corriendo en dirección al instituto.

El día estaba nublado, pero aun se podía ver un tenue azul grisáceo en algunas partes donde las nubes eran menos densas. El viento se sentía como apenas un leve roce en la piel.

Pero Boomer no se paró en mirar el cielo o sentir el viento. El corría esquivando a los peatones que andaban apresurados al trabajo. Susurró varias disculpas a algunos con lo que había chocado, pero no se paró hasta poner un pie dentro del recinto.

El instituto era un edificio grande y viejo, que, a pesar de los años se mostraba imponente. Su altura era de tres pisos más la azotea. Estaba pintado de blanco, pero tenía marcas de algún graffiti anterior que habían intentado borrar sin mucho existo.

El director, como todos los días, se encontraba en la puerta principal esperando a los tardones para echarles una reprimenda. Boomer no fue la excepción.

-¿Otra vez tarde? ¡A ver si vamos arreglando el despertador!- Comentó el director, un hombre de unos cincuenta con gafas y aspecto robusto. Le dio una palmada en la espalda al rubio y le dejó pasar. Él ya estaba acostumbrado a aquello, además de que el "dire" le caía bastante bien, pero a primera hora le tocaba ingles y con la profesora que tenía no podía permitirse llegar tarde. No es que odiara exactamente el ingles, pero es que la clase le hastiaba demasiado, además los idiomas se le daban mal y los profesores que le enseñaban aquella asignatura le tenían manía…

Llegó unos segundos después de que la campana dejara de tocar, la profesora le miró por encima de las gafas pero no le llamó la atención.

Con un suspiro se dejó caer en su asiento, justo al lado de la chica rubia que lo miraba con una sonrisa divertida.

-Poco más y no lo cuentas- Le golpeó con suavidad el brazo, Boomer la miró a los ojos y notó algo extraño en ellos. Miyako era su mejor amiga desde hace… ¿Cuánto? ¿10 años? ¿Quizás más? Sabía cuando le ocurría algo a esa chica, pero por más que lo intentase no conseguía descifrar lo que le escondían aquellos orbes azulados y eso le estaba molestando un poco.

Las horas de clase pasaron con normalidad, entre bromas sobre la calva del profesor de mates y el nuevo tinte de pelo de la de historia. Lo típico, todo era como siempre.

Sin embargo, Boomer se estaba poniendo más y más nervioso según pasaban las horas, no podía explicarlo pero era como la sensación de que algo que no le iba a gustar se avecinase.

-Miyako, debes de probar Undertale, en serio. ¿Quedamos esta tarde y lo juegas?- Le dijo recogiendo sus cosas y metiéndolas en su mochila.

El timbre del final de las clases sonó, aunque parecía más bien un coro de ángeles a los oídos de Boomer. Todas las personas dentro de su clase comenzaron a correr, como si intentaran estar menos del tiempo necesario en el aula. En menos de un minuto apenas quedaba gente, el profesor soltó un suspiro.

-Eh… Quizás otro día, hoy estoy ocupada- Miyakole guiñó un ojo con su habitual sonrisa en la boca, esa sonrisa que secretamente Boomer atesoraba. Porque así era, Boomer estaba perdidamente enamorado de su mejor amiga pero nunca había podido confesarle sus sentimientos por miedo a perder su amistad, aquello sonaba como un cliché muy usado ¿cierto?

-Como tú quieras- Se encogió de hombros y caminó todo el recorrido hasta su casa, con la misma sensación de nerviosismo que antes. "A lo mejor son gases" se dijo a si mismo, intentando tranquilizarse, rascándose la nuca.

Cuando llegó a su casa se percató de un camión al final de la calle, ladeó la cabeza, un poco confuso. Tampoco le dio mayor importancia y entró en su casa, dando un portazo sin querer. Tras una pequeña reprimenda por parte de su madre y comer un par te filetes de pollo se dispuso a irse a su habitación, pero una carta lo paró en seco, en ella estaba escrito su nombre.

-¿Mamá, y esta carta?- Se acercó a su madre con el sobre en las manos.

-Bueno, es para ti así que no la he abierto- Le dio un sorbo a la infusión que se estaba preparando, tras meditarlo un poco le hecho un par de cucharaditas de azúcar.

Boomer se llevó la carta a su habitación y la dejó sobre su cama, la leería más tarde. De todas formas debía hacer los condenados deberes de inglés o la profesora volvería a llamar a sus padres, y cualquier cosa era mejor que estar sentado en el sofá durante horas escuchando una charla sobre el futuro y los estudios.

Cuando se quiso dar cuenta, su habitación estaba pintada del color anaranjado del atardecer. El camión de horas antes estaba puesto en marcha.

Miró la carta y la decidió abrir, lo que leyó le dejó la mente totalmente en blanco.

Salió corriendo fuera de su casa, en dirección a la calle, con la carta arrugada de mala forma en su mano, el cual se había convertido en un puño. "Que no sea tarde" "Que no sea tarde" "Que no sea tarde"

Una vez fuera pudo percibir la figura esbelta de una chica frente a él, el rubios de su pelo era inigualable. La chica se dio la vuelta y ambos se miraron a los ojos, enfrentándose el azul y el azul, el cielo y el mar. -¿Cuándo pensabas decírmelo?- Le interrogó Boomer a Miyako, acortando los metros que había entre ambos.

Miyako vaciló, incomoda-Esperaba no tener que haberlo hecho nunca- Dijo en un susurró que apenas llegó a escuchar Boomer. De pronto la chica le pareció terriblemente frágil, como si lo más mínimo la fuese a romper en pedazos.

-Pero por una carta, Miyako, ¿en serio? Llevamos estando juntos toda la vida, ¿y me dices que te mudas de pronto en una mísera carta? –Boomer estaba subiendo el tono de voz por cada palabra que pronunciaba.

Miyako fue bajando la cabeza, asintiendo a todo.

Boomer no podía pensar en ninguna otra cosa, la chica que le gustaba se iba, Miyako se iba. Si hubiese sido a otra ciudad podría haberlo superado, pero se iba a otro país, a miles de kilómetros de él.

-Yo…lo siento… No quería que me vieras así, quería que me vieras sonriendo por ultima vez- Se pasó el dorso de la mano por la mejillas, en un intento fallido de secar las lagrimas. ¿Cuándo había empezado a llorar? –Quería… Quería… hacerme la fuerte…quería que mi partida no te doliese.

Boomer no pudo más, acortó el poco espacio que quedaba entre ambos y la abrazó con fuerza, le acarició el pelo con cariño. Fue en ese momento cuando se dio cuenta de lo pequeña que era ella a su lado "Tan frágil…" Se dijo. ¿Cómo se había roto todo en apenas un momento? –Tú siempre serás mi chica favorita, sea a centímetros o sea a kilómetros-

El Sol poco a poco iba escondiéndose en la línea del horizonte, como si fuese un reloj que les decía el poco tiempo que les quedaba.

Alargó el abrazo lo máximo que pudo, porque sabía perfectamente que una vez que se separase de ella, nunca más podría poder volver a sentir su esencia ni su agradable calidez. Sabía perfectamente que una vez que se separase de ella, un trocito de su corazón se escaparía de su cuerpo, para no volver nunca.

No hicieron falta las palabras, todo había sido dicho ya. Boomer le acarició la mejilla con el pulgar por última vez, ambos se sonrieron entre las lágrimas y se juraron no olvidarse nunca.

La ausencia de la luz del Sol les avisó de que la arena de su reloj se había agotado, se separaron a duras penas, sin apartar la mirada. Un pitido de coche les sobresaltó de pronto. Los padres de la chica esperaban que ella entrase en el coche.

-Hasta la vista- Le dijo él, con los ojos hinchados y una leve sonrisa.

-Hasta la vista- Le susurró ella imitando la mueca de Boomer.

Era curioso el como alguien que pensabas que estaría contigo para siempre se podía marchar en cualquier momento.

Boomer se quedó mirando el coche mientras este se alejaba, seguido del camión de mudanzas. Se quedó parado durante horas, llorando como nunca había llorado en su vida.

En ese coche se marchaba el amor que nunca logró llegar a confesar.

Fin

Yey yey yey, ¿Yo? ¿Con un one-shot? CORRED INSENSATOS, ES EL FIN DEL MUNDO

Cofcof, bueno este es un trabajo que hice para clase de literatura y bueno, quise compartirlo con todos vosotros.

¿Reviews? :3