Bueno, no me maten si no les gusta, pero es mi primer Universo Alterado, no se si les va a gustar, pero si les gusta no dejen de dejarme review ok? Es que sin ellos este fics no seguiría adelante T.T.

- Hablando

"pensando"

Sentimientos que nacen

En el pequeño templo Higuarashi una niña de cabellos azabaches y ojos chocolates miraba con curiosidad al árbol del patio de su casa. Su abuelo le había contado una increíble historia sobre ese mítico árbol milenario, sobre un hanyou y una sacerdotisa, la historia era muy bonita, pero el final era muy triste, aunque a ella le gustaban esas cosas. Siempre le gustaban las historias de su abuelo le hacían reír mucho, aunque su madre le decía que eran mentiras ella le gustaba escucharlas.

- ¿Kagome, que tanto miras? – se escucho la voz de un chico detrás suya.

La niña se giró para ver a un chico de ojos miel y pelo blanco vestido con un gracioso pantalón vaquero, una camiseta blanca sin mangas y una chaqueta amarrada a la cintura. Ese era su mejor amigo desde la guardería, Inuyasha, aunque su aspecto era un tanto raro y algunos de los de su clase se metieran con él, siempre estaban juntos, nunca se separaban, era rara la vez que no estaban juntos. Ellos iban a quinto, y aunque Inuyasha tenía un año más que ella sus padres lo matricularon en el mismo año que el de ella.

- Bueno ... es que mi abuelo me acaba contar una historia preciosa sobre este árbol, y tenía curiosidad por verlo de nuevo – sonriendo inocentemente.

- Las historias de tu abuelo casi siempre son mentira – dijo con desdén – aunque algunas me gusten, la mayoría son mentiras – pronunció en todo de burla.

- ¿Estas llamando a mi abuelo mentiroso? – enfadándose un poco.

- No le llamo mentiroso, solo que lo que dice siempre no es cierto – contesto con indiferencia.

- Es lo mismo que llamarlo mentiroso – acercándose al chico.

- Bueno, de todas formas un poco lo es – murmuro por lo bajo.

- ¡¡No llames mentiroso a mi abuelo!! – enfadándose cada vez más.

- Debes reconocer que un poco si lo es Kagome, yo no digo que sea siempre – asustándose un poco, el sabia mejor que nadie como era ella cuando se enfadaba.

- Bueno puede que mienta un poco – bajando la mirada – pero eso tampoco es malo, el abuelo dice que es fementar la imaginación – dijo riendo un poco.

- Es fomentar – corrigiéndole la palabra – y inventarse historias no esta mal, es bueno, recuerdas la de los demonios, la de que tanto te asustaste, ¿la recuerdas? – sonriendo pícaramente.

- No me asuste, solo que tenía frío – desviando su la mirada hacia otro lugar.

- Ya ... – dijo irónicamente – y por eso te agarraste tan fuerte a mi chaqueta, ¿verdad? – pronunció muy contento al parecer de avergonzar a la chica.

- Si, bueno ... – sonrojándose un poco – por cierto ... – mirándolo con curiosidad - ¿por qué has venido a casa hoy?, no me habías dicho que venías – viéndolo un tanto confundida.

- La verdad es que Sesshomaru esta estudiando en casa y no quiere que moleste – poniendo una cara de pocos amigos – me ha dicho esto "tengo mejores cosas que hacer que jugar contigo enano, mejor piérdete" así que me he venido a verte, estaba aburrido en casa sin nada que hacer – encogiéndose de hombros.

Sesshomaru era el hermano mayor de Inuyasha, era muy callado y siempre estaba estudiando, tenia el mismo color de ojos y de cabello que Inuyasha, pero al contrario que él, era más frío. Aunque las veces que había ido a la casa de su amigo lo había visto muy educado, su mirada le daba miedo. Sesshomaru tenía ocho años mas que Inuyasha y estaba intentado ir a la universidad de Tokio de derecho. Y según creía estarían en época de exámenes ya que Inuyasha le dicho que muy pocas veces salía de su cuarto.

- Ya ... ¿quieres jugar a algo? – dijo ella felizmente.

- No se ... según a que quieras jugar, nada de mamas y papas que eso es para críos, que te conozco demasiado para saber que es lo que se te esta pasando por la cabeza – mientras una sonrisa se formaba en su rostro.

- Eres malo conmigo – haciéndole un puchero – entonces no se a que jugar – susurro.

- ¿Y si vamos al parque? , seguro que nos encontramos con Sango o con Miroku – sonriéndole.

Sango era la mejor amiga de Kagome, y aunque estaba en su curso iban a distintas clases, pero no por eso dejaba de ser su amiga, siempre iba al parque a jugar con ella, pero no sabría si hoy habría ido también. Miroku, en cambio era el mejor amigo de Inuyasha desde tercero, iba a su misma clase, y según Inuyasha tenía algunos problemas sicológicos con las mujeres o algo parecido por que cada vez que pasaba una se le iba la mirada. Sango y Miroku no se llevaban ni bien ni mal, pero a veces a Miroku se le iba las manos, que el decía que tenía vida y se llevaba una que otra bofetada de parte de Sango.

- Si – iluminándose la mirada – pero le tengo que decir a mama que me voy contigo al parque, ahora vengo ¿de acuerdo? – alejándose de él.

- Vale, te espero – contestó mientras se sentaba en el banco al lado del Árbol Sagrado.

Kagome entró corriendo en casa buscando a su madre por cualquier sitio, hasta que al final la encontró en el salón con su hermano pequeño Sota, tenía cuatro años y se la pasaba siempre con el abuelo. Su madre estaba sentada al lado de su hermano que estaba dormido.

- Mamá ... ¿puedo ir con Inuyasha al parque, por favor? – poniéndole una cara de no haber roto un plato en la vida.

- Esta bien, pero no regreséis muy tarde – sonriéndole a su hija.

- Gracias – acercándose a su madre dándole un beso en la mejilla.

La chica salió feliz corriendo de su casa hacia donde estaba Inuyasha, ella llevaba una falda corta de color azul oscuro y un chaleco de tirantas color turquesa. Su amigo estaba sentado en el banco al lado del árbol mientras jugaba con Buyo, su gato, no sabía por que pero a Inuyasha le adorada hacer sufrir al pobre Buyo , era una manía suya desde pequeño.

- Bien, me han dado permiso, nos podemos ir – acercándole a él.

Inuyasha dejó al gato en el suelo y se acerco a Kagome, siempre le gustaba como reía desde niños, aunque no le gustaba verla llorar, la verdad no le gustaba ver llorar a ninguna mujer, pero menos a Kagome.

- Esta bien, vamos – mientras empezaban a bajar las escaleras del templo para dirigirse al parque.

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En el parque había muchos niños jugando, al fútbol, baloncesto, béisbol ... y niñas que estaban jugando al elástico y a la comba. Pero dos individuos miraban la escena desde los columpios, una niña de ojos cafés estaba columpiándose junto a un niño de ojos azules mientras este le contaba una historia y ella reía. Sango por lo general era una niña muy alegre y casi siempre sonreía, pero tenía un carácter muy duro, y no le gustaba nada que se metieran con ella. En cambio Miroku era un niño muy simpático y bromista, de los que siempre saben como acerté reír, pero también tenía sus mañas, casi siempre que una chica bonita pasaba a su lado se le iba la miraba y unas pocas veces también sus manos.

- ¿De verdad paso eso? – pregunto inocentemente la niña.

- Si – dijo orgulloso – y me creo que al final se quedo en su casa y todo – riéndose.

- Sabes eras muy divertido a veces – mirando como su hermano hacía castillos de arena.

- Siempre soy divertido – dijo mientras se columpiaba más de la cuenta cayendo de espaladas del columpio.

Sango miró preocupada a Miroku y se bajo de su columpio y se acerco a él, parecía que se había dado un bueno golpe, "eso le pasa por engreído" pensó ella calmadamente. Miroku se toco un poco la cabezo en el lugar donde se había golpeado, y Sango como una hermana mayor le ayudo a incorporarse un poco.

- ¿Estas bien Mi ...? – de repente Sango sintió algo que la estaba tocando y comprobó que era la mano del muchacho que sonreía pícaramente.

En ese momento Sango se sonrojó muchísimo y le pegó una bofetada que dejó al pobre Miroku con la marca de la mano de la chica en la cara.

- ¡¡¡Eso te pasa por pervertido!!! – grito ella enfadada.

- Jo Sango, tu me has preguntado si estaba bien y yo solo te he contestado con mis manos – dijo con un poco de dramatismo.

- Si, si, yo te creo – pronunció con sarcasmo.

- Otra vez estáis igual – escucharon la voz de un chico que acababa de aparecer junto con una chica que intentaba aguantarse la risa.

Los chicos miraron hacia el joven que los estaba mirando con cara de burla y a la chica que había empezado a reír abiertamente . Inuyasha y Kagome acababan de llegar hacia escasos segundo y habían visto la bofetada que Sango le había dado a Miroku y lo de después.

- Eso parece Inuyasha – aún riéndose.

- Yo no le veo la gracia – dijo Sango con cara reprobatoria.

- Miroku – suspiró cansado - amigo, ¿tu nunca vas a cambiar? – pronunció Inuyasha mientras ayudaba a levantar a Miroku.

- No soy yo, son mis manos, tiene vida propia – contestó inocentemente.

Todos le miraron con cara de "eso es tan falso como que nacimos ayer". Este solo agacho un poco la cabeza y sonrió después. Kagome estaba mirándolos mientras intentaba parar la risa.

- Bueno ... ¿qué hacemos, estoy aburrida? – soltando una dulce risotada.

- No se ... ¿tu que dices Miroku? – dijo Inuyasha mientras lo miraba.

- A lo médicos – comentó muy contento.

Ante ese comentario recibió un golpe leve en la cabeza de parte de Sango.

- Deja de pensar en cosas extrañas – mirándole un poco indignada.

- Miroku un día de esto, el que menos te lo esperes te vamos a castrar – poniendo una cara de diablo.

- ¡Si! – salto Kagome a la par de Inuyasha – a ver si así dejas de ser tan pervertido – sonriendo.

- Pero que malos sois conmigo – poniendo pucheros – con lo bueno que soy yo con vosotros – haciéndose el herido – me habéis roto mi corazoncito – señalándose el pecho.

Inuyasha lo miró por encima del hombre y señalo detrás suya.

- Miroku, que chica más bonita hay detrás tuya – poniendo cara de sorprendido.

-¿Dónde? – dándose la vuelta y mirando hacia todos lados.

Todos empezaron a reír mientras miraban a Miroku a buscar a esa chica que le había dicho Inuyasha.

- ¡¡¡No tiene gracia!!! – contestó el niño indignado.

- Si que la tiene – dijo Sango en tono de burla.

- Bueno, dejando lo de Miroku aparte – sonrió - ¿qué tal si jugamos al coger?, somos dos niños y dos niñas, un turno los niños y el otro las niñas, ¿qué os parece? – pronunció orgullosa de su idea.

- A mi me parece bien, si estas dispuesta a perder – sonriendo maliciosamente.

- Yo con tal de que Miroku se comporte juego – sonriendo.

- Yo no prometo nada – mientras recibía miradas fulminantes de parte del grupo – vale, vale – dijo intimidado – intentaré controlarme – poniendo cara de niño chico.

- Nosotros también queremos jugar - se escucharon dos voces a los lejos.

Una niña pelirroja de ojos verdes estaba de pie junto a un chico de cabellos castaños y ojos azules. Ayame era una de las compañeras de clase de Sango, era muy simpática, aunque un poco posesiva. Kouga era un compañero de clase de Kagome, él y Inuyasha siempre estaban peleando, eran los grandes rivales de la clase.

- Tu Ayame si puedes pero ese que se vaya – dijo con desdén Inuyasha.

- No seas así Inuyasha – pronunció reprobatoria la chica – claro que Kouga puede jugar, cuantos más mejor – sonrió.

- Tan dulce como siempre – mientras Kouga se le acercaba y le cogía las manos – y tan hermosa – mientras le besaba las manos haciendo sonrojar a la niña.

En ese momento Inuyasha aparto a Kouga del lado de Kagome todo enfadado.

- Ni se te ocurra tocar a Kagome – mientras lo empujaba.

- ¿Quién eres tu para decirme eso? – dijo burlescamente.

- Soy su mejor amigo – contento enfadado.

- Ya chicos dejen de pelear – intento tranquilizarlos Kagome – mejor será que juguemos, ¿de acuerdo? – mirándolos a ambos.

- Kagome, ¿no seria mejor que jugáramos al escondite? – pronunció Sango – así será mejor.

- Bueno, creo que tienes razón, bien, echemos a suertes quien se la queda – sonrió Ayame mientras sacaba unos papeles de colores para saber quien se la quedaba.

Al final le toco quedársela a Miroku, que por más que buscaba siempre se le iba la mirada sobre alguna chica y conseguían safarsela todos. Miroku estuvo de buscador ocho veces hasta que encontró a Ayame entre los arbustos. Ayame era rápida y no duro ni tres turnos antes de que atrapara a Kagome.

- Bueno, empiezo a contar – apoyándose en el árbol.

Kagome tardó en encontrar a alguien, hasta que vio un destello plateado cerca de un matorral y enseguida supo quien era. Inuyasha en el primer turno encontró a Miroku que volvió a quedársela muchas veces más, y Sango y Kouga parecían que eran fantasmas, nadie veía sus escondites.

- Vale, me rindo, salid todos estoy cansado - mientras empezaba a bosteza.

- Pero que vago eres Miroku – contestó Inuyasha saliendo.

- Si – pronunció Kagome desde detrás de un árbol.

- Eres muy torpe – mientras Sango bajaba de un árbol.

- Eso parece – dijo Kouga apareciendo detrás de él.

- Hasta yo soy mejor que tú – comento Ayame negando con la cabeza.

- Ya basta, dejad de meteros conmigo – contestó enfadado – si soy torpe lo soy, además ya esta anocheciendo, deberíamos volver a casa, empieza a refrescar – mientras intentaba calentarse los brazos.

- Si es verdad – respondió Inuyasha – te acompaño a tu casa Kagome – mientras miraba.

- Yo y Ayame nos iremos a casa también, suerte que casi todos vivimos cercas – sonrió Sango.

- Y yo me iré a la urbanización con Kouga – dijo Miroku mientras se empezaba a alejar.

Todos se dirigieron a sus respectivas casas. Ayame y Sango eran vecinas y siempre iba juntas a clase, Kouga y Miroku vivían en la misma urbanización, pero el que siempre tardaba en llegar a clase era Miroku, y Inuyasha y Kagome vivían cerca, el un poco más lejos que ella, y siempre la tenía que venir a recoger para que no se quedará dormida.

- Hace frío – comento Kagome mientras se intentaba calentar los brazos que tenía al aire.

De pronto sintió algo sobre los hombros, Inuyasha le había puesto su chaqueta sobre ellos quedando el en manga corta. La verdad es que hacía frío, pero prefería que Kagome no se resfriara, el tenía mucha fortaleza, aguantaría bien el frío.

- No quiero que te resfríes – sonriéndole – ya faltas mucho a clase por quedarte dormida, me sabría mal que ahora te resfriaras por no ser como dice mi padre "todo un caballero" – sonriendo burlescamente imitando la voz de su padre.

- Gracias – sonrojándose un poco, era muy común que Inuyasha actuara como un caballero, pero había veces que parecía tan lindo cuando lo hacía – espero que el que no se resfrié seas tu, sino no me lo perdonaría – mientras empezaban a subir las escaleras del templo.

- No te preocupes, sabes que soy muy fuerte, y aguanto lo que sea – dijo orgullosamente.

- Eso lo veremos mañana – mientras lo miraba – espero que te encuentras bien – despidiéndose de el – nos veremos mañana.

- Si, recuerda no quedarte dormida, que yo no pienso esperarte siempre – burlándose un poco de ella.

- Si , si lo que tu digas – entrando en casa – nos vemos – dijo finalmente.

Inuyasha se quedó mirando momentáneamente la casa de Kagome, y luego se dirigió a las escaleras, entonces se dio cuenta de que no tenía su chaqueta. Bueno ... ya se la pediría mañana. Y así regresó a casa mientras sonreía recordando el día de hoy. En cambio Kagome al llegar a su habitación se dio cuenta de que aun tenía puesta la chaqueta de Inuyasha, miró por la ventana para ver si estaba por el patio, pero no lo vio, ya se la devolvería mañana, "espero que no se enfade conmigo por no habérsela devuelto" pensó. Cenó se puso el pijama u se fue a su cuarto, ese día había sido muy divertido, sobre todo al jugar con sus amigos.

- Mañana intentaré devolverle la chaqueta a Inuyasha – sonrió mientras se acostaba – seguro que me la pedirá – mientras se arropaba – siempre es así de terco – cerrando los ojos – nunca cambies, Inuyasha – mientras caía en un profundo sueño.

Continuara ...

Lo termine, espero que les haya gustado, y aunque no se como me ha quedado, por primera vez creo que me quedó bastante bien no?. Espero vuestras opiniones ansiosamente n.n.

Se despide ASUMI - CHAN