Importante: La edad de consentimiento sexual en Francia son 15 años. En ninguna parte del texto a continuación se mencionan las edades de los protagonistas, sin embargo, espero que puedan situarlos desde ese punto en adelante.


Adrien se removía inquieto en su asiento mientras observaba las manillas del reloj avanzar a un ritmo agonizante.

Llevaba insoportables días juntando valor para la conversación que tendría con Marinette y estaba seguro que seguiría con su plan, a pesar de la negativa que percibió por parte de Nino.

¿Quién diría que para alguien como él sería tan difícil encontrar novia? O cualquier persona con la que pudiera tener sexo; porque incluso una modelo serviría para aliviar el martirio por el que estaba pasando.

Dado que los ronroneos no son lo único que el anillo del Gato Negro le otorga a su personalidad civil; Chat Noir podía entrar en celo.

Todo partió con un par de semanas en las que estuvo de pésimo humor e incluso la presencia de Plagg o Nino le molestaba; pero estalló con una inocente caricia que Ladybug deslizó por su pecho. En ese mismo instante sintió como todo su ser comenzaba a calentarse desde la médula de sus huesos, como la sangre prácticamente huía de los lugares en los que no era tan necesaria para poder concentrarse en su entrepierna y forzarlo a mantener una erección casi permanente.

Quería deshacerse de esa perturbadora sensación y Plagg no lo ayudaba; parecía que el pobre Kwami incluso pasaba por lo mismo. Así que comenzó a tratar de encontrar la forma para deshacerse de esa necesidad constante de follar sin la ayuda de la criatura; pero ni siquiera leyendo o preguntándole a Siri -quien sólo abría las búsquedas con sus dudas-, pudo encontrar una solución aceptable.

Finalmente lo decidió, tendría que tener relaciones sexuales con una chica real.

La primera que apareció en su mente fue Amelia*, una de sus primas más cercanas; alguien que podría ser una modelo por su estatura, bonitos ojos verde, cabello rubio hasta las caderas y unos labios de un color natural tan atractivo. Podía imaginarla de rodillas en el piso de habitación usando sólo una de sus camisetas luego de una larga noche de sexo duro y pasional. Claramente, ella sabía que estaba haciendo cuando sujetó la erección entre sus dedos, ayudándose para llevarla hasta su boca. Podía sentir como el calor aparecía en su miembro, envolviéndolo.

Sin embargo, se deshizo rápidamente de la idea cuando notó que posiblemente luciría igual a Emilie desde la posición en la que se la imaginaba.

Quizás podría preguntarle a Alya. Nino había mencionado en alguna oportunidad que ya lo habían hecho, aunque no quiso darle detalles por respeto a la privacidad de la chica. Adrien no podía negar que la morena tenía una figura impresionante, voluptuosa y exuberante sin llegar a verse extraña o exagerada, simplemente perfecta. Tomarla a escondidas, en una reunión social en la que Nino pudiera descubrirlos; besos intensos, mordidas en lugares poco visibles y gemidos ahogados; Alya significaba la clandestinidad para el rubio.

No obstante, su amistad con Nino era algo que nunca sería capaz de traicionar.

Chloe también era una opción pero si tenía sexo con ella no se la podría quitar nunca de encima.

Sólo quedaba Marinette, quién era su última esperanza. Ella siempre había actuado extraño a su alrededor, llegando al punto de suponer que no le agradaba luego del incidente del chicle; con el noviazgo de sus mejores amigos, descubrió que esa inusual forma se debía únicamente a el enamoramiento que la otra tenía. Y confiaba en que a pesar de los coqueteos que ella había tenido con otros chicos, ese amor aún se conservará, influyendo para que accediera a su extraña petición.

A diferencia de las otras mujeres con las que había fantaseado, era el dulce olor de Marinette lo que lo llamaba a marcarla como propia; a hacerle el amor toda la noche sin darse el tiempo de recobrar fuerzas, a llenarla hasta con la última gota de su semilla; dejándole su olor impregnado para que nadie más pudiera tratar de acercársele.

—A-adrien…— El recién mencionado movió su cabeza hasta la fuente del sonido. Esbozando una radiante sonrisa al notar que era Marinette quién le hablaba y que el resto de sus compañeros se disponían a abandonar la sala. — ¿Qué es lo que necesitabas hablar conmigo?

Nino, quién estaba a punto de salir junto a Alya, le dio una mirada reprobatoria luego de escuchar a la chica, jalando a su novia hasta la salida sin explicarle por qué no se despedían.

—No es algo sencillo, Mari…

— ¿Tuviste un problema con tu padre?— La chica sonó sinceramente preocupada mientras sujetaba su bolso entre sus dedos. No sabía cómo ayudarlo si eso era lo que realmente pasaba. — Puedes ir a mi casa, mis padres se alegrarán de verte; Podemos jugar videojuegos o podría cocinar algo especial para ti.

—No, no es eso. — Adrien tomó una respiración profunda, levantándose del asiento torpemente, antes de sujetar el rostro de la chica con una de sus manos; sintiendo inmediatamente como un escalofrío lo recorría. — Marinette, verás…Esto es difícil de decir.

—Entonces confía en mí.

—Tengo algo parecido a una enfermedad, y aunque no sabría cómo describirla sin asustarte, no es algo muy grave.

— ¿Cómo no va a ser grave?— Marinette sonó exaltada, la angustia reflejada en sus lindos ojos le hicieron notar que debió haber usado palabras diferentes.

—Mari…—Adrien uso mano para acariciar el rostro de la chica, mientras que su entrepierna se ponía rígida rápidamente sólo con la suavidad de su piel y el olor a dulces que ella exudaba. Inmediatamente se la imaginó desnuda sobre él, con el rostro manchado por los restos de su último orgasmo, profanando su inocencia. — Y-yo me siento como si estuviera en celo. Es extraño, lo sé, pero tiene una explicación muy larga, que te daré algún día si aceptas la petición que tengo para ti.— Marinette lo miraba con la boca abierta, sin entender realmente qué es lo que estaba pasando, por lo que él prefirió seguir hablando; no podía seguir con rodeos.— Quiero tener sexo contigo.

— ¿¡Ah!?

—Eso...—Adrien no sabía si seguir tocándola o, realmente, qué hacer. Por lo que bajó su diestra hasta uno de los hombros ajenos. — Puedes pensarlo, y si decides aceptar, puedes poner todas las condiciones que quieras.

—Esto es una broma, ¿cierto?—Marinette dio un paso hacia atrás, deshaciéndose de todo contacto mientras colgaba la mochila sobre su hombro para poder abrazarse a sí misma. — Te enteraste que me gustabas y viste una oportunidad de tener sexo fácil.

— ¿Qué? Mari, no. — Adrien buscó una de las manos de la chica para guiarla a su cuello. — ¿Sientes? Es como si estuviera afiebrado todo el tiempo. —La menor mordió su labio, él no estaba mintiendo; realmente la temperatura de su piel era exageradamente alta. — Y tu olor, princesa…Me está volviendo loco, sólo quiero desgarrar tu ropa, abrir tus bonitas piernas para entrar en lo más profundo de tu interior. — El chico se aprovechó de su posición para disminuir la separación entre ambos, alejando su mano de la ajena para sujetar su cintura. Se sentía asqueroso por hacer eso, pero la cercanía de Marinette le estaba brindando un alivio que parecía irreal. — Hacer el amor lento, provocarte cientos de gemidos, disfrutar de la suavidad de tu piel y finalmente, derramarme en tu interior.

—Adrien…—Marinette gimió al sentir la erección del otro presionada en su cuerpo. Un escalofrío la recorrió desde el pelo hasta la punta de los pies, haciendo que sus piernas fallaran y debiera abrazarse a él para seguir parada. Él se aprovechó de eso, llevando sus manos hasta el trasero de la chica para acercarla aún más a su entrepierna, simulando una pequeña embestida.

—Quítate el bolso. — El rubio demandó, ella dudó durante breves instantes, pero lo hizo. Inmediatamente, Adrien la empujó hacia el escritorio de Chloe y Sabrina; dejándola totalmente recostada ahí. No estaba pensando claramente cuando se posicionó sobre ella, llevando su boca hasta el cuello ajeno e inmovilizando sus manos sobre su cabeza.

El chico pasó la lengua por sus labios antes de comenzar a repartir besos por toda la extensión del cuello contrario. Marinette olía a almíbar, a crema dulce, a frutas; podía sentir la sangre pulsando por las venas, por su yugular, expandiendo el calor por cada rincón de su piel.

Ella no sabía realmente cómo actuar. Había una parte de su persona que quería escapar, correr hasta su casa y deshacerse de todas las imágenes que tenía pegadas por su habitación porque ese no era el Adrien que tanto amaba.

O tal vez el problema era que lo había idolatrado al punto de deshacerse de cada parte de humanidad que él poseía.

Un gemido se escapó de sus labios cuando una de las manos suaves pero torpes del rubio se coló al interior de su vestido, llegando hasta sus pechos; acariciando uno, en el cual trató de limitarse a hacerlo por sobre la tela del sujetador, renunciando rápidamente a esa idea para poder acariciar la tersa piel.

—Desearía estar en un lugar privado en el que no pudieran interrumpirnos.— Adrien la miró directamente a los ojos mientras hablaba, arrebatándole cada resto de su aliento.— No me conformaría únicamente con tocar tus pechos...— Dejó libres las manos que tenía inmovilizadas y la chica inmediatamente las llevo hasta el cabello de él, enredando sus dedos en la melena rubia.— Muero por poder admirarlos, contar cada manchita que tu piel tiene, rodear tus pezones con mi lengua y besarlos con adoración.

—Adrien, detente...— El recién mencionado sonrió sobre sus labios, llevando ambas manos hasta el borde de los pantalones ajenos.

— ¿Estás realmente segura que quieres que me detenga?— Marinette no fue capaz de responder porque él metió su mano dentro de su ropa interior, deslizando sus dedos con facilidad por la intimidad de ella. — Porque tu cuerpo no.

La chica tomó una respiración profunda, llevando una de sus manos hasta el rostro ajeno para mantener sus miradas conectadas. Quiso empujarlo y decirle que necesitaba pensarlo pero le resultó especialmente difícil cuando él hizo un pequeño círculo sobre su clítoris mientras volvía a dejar pequeñas succiones en la extensión de su cuello.

No estaba actuando como una persona cuerda.

Lentamente movió sus caderas, buscando sentir nuevamente la intimidad del rubio. Adrien pareció entender lo que hacía, llevando su mano libre hasta el trasero de la chica; presionando sus entrepiernas juntas, tratando de conseguir la mayor cantidad de contacto a pesar de todas las prendas que traían.

Toscamente, ella quitó la camiseta de Adrien, agradeciéndole a todos los dioses del universo por llevar vestido ese día. El chico cambió sus posiciones con habilidad, sentándose sobre el escritorio y dejándola sobre sus caderas para no interrumpir el movimiento.

—Adrien…— El recién mencionado tardó unos segundos en notar que no estaba gimiendo su nombre, sino que deseaba ayuda para terminar de desvestirlo. Retomando su torpeza, a la azabache le temblaban las manos mientras bajaba el cierre del pantalón ajeno; buscando liberar la erección del rubio de la cárcel que parecía ser su ropa interior.

—Marinette…—Ahora el contacto era prácticamente directo, podía sentir la humedad de la chica a través de su ropa interior. — Déjame sentirte sin esta estúpida tela entre ambos. —Susurró sobre su oído, antes de acercarse a la boca de la chica; buscando esos labios que nunca había probado, pero ella se alejó con una media sonrisa, moviendo sus caderas con aún más ímpetu.

De improviso, sus extremidades comenzaron a sentirse rígidas y un extraño calor reunirse en su abdomen bajo. Ya no era ni siquiera capaz de seguir moviendo sus caderas; tarea que continuo el chico con insistencia, presionando sus entrepiernas aún más cerca mientras alcanzaba el alivio. Un ligero temblor recorrió el cuerpo de Marinette antes de sentir como su entrada comenzaba a contraerse rítmicamente. Nunca había llegado tan fácilmente a un orgasmo, o sentido uno tan intenso a pesar de que todo lo que habían hecho parecía un juego infantil de adolescentes.

Cuando finalmente fue capaz de sostenerse por sí sola; se levantó, evitando la mirada de Adrien. Sin decir una palabra se quitó su ropa interior manchada, usando la parte seca para limpiar su intimidad de los restos de su propio orgasmo. De la nada, él comenzó a reír; ¿Tan patética había sido?, ¿Tan fácil? — ¿Ya estás feliz? Conseguiste lo que querías, no es necesario burlarte de mí en mi cara.

— ¿Qué? — Adrien terminó de arreglar su ropa, acercándose hasta donde la chica estaba, acorralándola entre sus brazos contra la mesa del profesor. — Princesa…—Mientras susurraba, él le quito las pantaletas de la mano, guardándolas en un bolsillo de su pantalón como recuerdo, ante la anonadada mirada de la mujer. — Estoy riéndome porque acabamos de compartir un orgasmo sobre la mesa de Chloe y ella no lo va a saber.

— ¡Oh por Dios! No puedo creer que te rías de eso, ¿Cómo voy a estar en clases mañana, pensando que estuvimos a punto de tener sexo sobre la mesa de junto?

—Fácil…—Adrien llevó una de sus manos hasta el rostro de la Marinette, sostiéndola para que no fuera capaz de alejar sus miradas. — Di que sí y déjame hacerte el amor todo lo que resta de semana.


—Tikki, no sé qué hacer…— Marinette enterró su rostro en las almohadas de su cama, una vez que estuvo encerrada en su habitación a pesar de que sus padres no se encontraban.

Aún sentía la humedad entre sus piernas, las manos de Adrien recorriendo su piel, lo bien que se sentían sus entrepiernas rozando con insistencia y ese orgasmo que nadie sería capaz de replicar con tanta facilidad. A pesar de que no dio su consentimiento expreso, todo lo que habían hecho se había sentido mejor que cualquier otra experiencia previa. No obstante, todavía no era capaz de definir si aceptaría su oferta.

No era tan sínica como para negar sus sentimientos por el rubio, pero así no era la forma en la que quería tener relaciones con él por primera vez, incluso le dolía ese momento que habían compartido más de lo que lo había disfrutado.

—Hay algo que debo decirte. — La chica dirigió su mirada a su kwami, quién tenía una expresión culposa en su pequeña carita. — Aunque no justifica lo que pasó, Adrien realmente está pasando por un celo.

— ¿Reconocer un exceso de hormonas por la pubertad es parte de tus poderes? — La azabache debatió molesta, para ella era la única opción posible. Los humanos no pasaban por épocas en las que necesitaban reproducirse con desespero.

—No, Mari. — La chica levantó su rostro para observarla, Tikki se alzó hasta quedar justo frente a ella. — Recuerdas que yo pude ver la identidad civil de Chat Noir, ¿Cierto?

—No me gusta hacia dónde va esto.

—Marinette, Adrien es…

— ¡No lo digas!— Ella interrumpió a la pequeña diosa, mientras buscaba a ciegas su teléfono. — ¡Ayúdame a encontrar mi celular!

Si lo que la otra insinuaba realmente era cierto, Marinette necesitaba escuchar de la boca del rubio las razones de su comportamiento. Bajó de su cama, tratando de tranquilizar el fuerte golpeteo en su corazón a la vez que avanzaba por la escalera e intentaba controlar la sensación de irrealidad que había a su alrededor.

El teléfono estaba sobre el teclado de su computador, ajeno a todo lo que pasaba. Tomo una respiración profunda mientras dibujaba el patrón de bloqueo de su teléfono, siendo interrumpida por Tikki.

— ¿Estás segura? — La voz chillona le irrito como antes no hacía, estaba molesta por todo el tiempo en la que le había dejado hacer el ridículo frente al rubio. — Deberías pensar más una decisión así de importante.

— ¿Podrías bajar a la Panadería? — Marinette detuvo a la criatura, sin siquiera mirarla, mientras marcaba de memoria el número de Adrien. — Quiero estar en privado mientras hablo con él.

El tono de llamada no alcanzó a sonar dos veces antes de que el rubio contestara, lo que Tikki tomo como señal para desaparecer.

— ¿Princesa? No esperaba que llamaras tan rápido.

—Y-yo…—La chica llevo su mano libre hasta su boca, mordisqueando la punta de sus dedos en busca de inspiración divina para poder responderle.

— ¿Estás segura que no necesitas más tiempo? —Adrien sonaba arrepentido; ella deseaba con todas sus fuerzas que no fuera por lo que había pasado en el aula de clases. — Puedo llamar cuando tú me digas.

—Ya tengo las condiciones para aceptar.


N/A: Amelia es un personaje que creé hace mucho tiempo para una historia que nunca publiqué por eso nunca han oido de ella.

Originalmente, esto era un Oneshot pero resultó demasiado largo y no se justifica tanto sexo junto. No es que ahora lo haga, pero bueno.

Muchas gracias por todos los comentarios bonitos que han dejado en las historias Rated M que he publicado, esto es en parte agradecimiento por tanto amor.