Disclaimer: Los personajes y la historia no me pertenecen, sino que es escrita por la genia de Shinobu Ohtaka.
Aladdin no comprendía del todo aún ese extraño mecanismo, el como lo habían hecho. Era singular y propio de las mentes brillantes que se habían expresado en sus ideas de traer frescor a aquellas llanuras faltas de vida.
Esa suavidad y dulzura que le hacían cosquillear los pies. Era tan frío que seguramente en el desierto se le hubiera derretido como crema entre las manos.
-Qué curioso invento, ¿no crees, Mor? –se le escapó un día mientras miraban el manso jugueteo de los cachorros fanalis, en la llanura silenciosa de aquél mundo olvidado, con dos conos enormes de cremosa frialdad.
-Hum –Morgiana estaba concentrada en lengüetear la crema del cono, con cara concentrada.
-Es curioso, y refrescante, como una brisa en verano.
-O una lluvia fría bajo el sol –la chica se volteó a verlo con una sonrisa, comprendía aquella extraña sensación.
-Exacto. –Aladdin dio una mordida y enseguida se arrepintió- ¡Frío, frío! Mis dientes… -se mandó la mano a la boca con gesto irritado.
-Sigues siendo bastante infantil, Aladdin… -Mor se acercó a sostener el helado antes de que cayera.
-Ahh… a pesar de todo, no me arrepiento de... ¡Ey! ¡No te comas mi helado!
Tarde, Mor ya lo engullía como una gaviota.
-Mi helado –lloriqueó él, mientras ella se relamía los labios.
-Lo siento –se arrepintió ella, mirando su cono propio, finalmente pasándoselo- Olvidé lo mucho que te gusta.
-Oh, gracias –Aladdin volvió a sonreír y lo tomó contento.
-Aunque… parece una tonta recompensación hacia todo…
El viento agitó sus cabelleras, silbante.
-No es así Mor, es fruto de sus esfuerzos por ser felices y crear cosas nuevas –repuso él, acercándose a pasarle un brazo por el hombro y darle un abrazo- Debemos serlo, Mor, debemos aguantar hasta tener la oportunidad de rebatir. Por eso adoro el helado, me recuerda que aún podemos disfrutar de cosas sencillas y tan pequeñas… Que aún nos da la cabeza para hacer cosas así.
Morgiana le devolvió una tenue sonrisa, aceptando el abrazo. Tal vez tenía razón. Solo era cuestión de tiempo, una fría pero dulce espera.
