Hi!
Pues nuevamente aparezco con una traducción de un cuento que he encontrado en inglés, llamado "Spades"- o "Picas", como en los naipes de póker. Seguiré actualizando tan pronto como pueda, pero primero debo pasar los exámenes de la escuela...n_n
Ahora les dejo el capítulo~!
::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
Alfred observó el corredor a todo lo largo, pero éste se hallaba vacío, al igual que todos los anteriores. Creyó oír voces por un segundo y bajó corriendo por el frío pasillo de piedra, pero al final de éste sólo había otra tanda de escalones que le guiaban hacia arriba.
No era su culpa haberse perdido- el guía turístico había sido tan aburrido, y Alfred quería explorar un poco más el viejo castillo, así que había escapado por las escaleras mientras el guía seguía hablando. Después de todo, él tenía diez años, y definitivamente tenía la edad para vagar un poco alrededor por si mismo sin perderse. Ahora, sin embargo, no podía encontrar ni a su mamá, ni a su papá, ni siquiera a su hermano Mattie o cualquiera de las otras personas del grupo de la visita.
Afirmó su Nintendo y trepó el siguiente tramo de escaleras. También él se estaba cansando. Estos antiguos castillos ingleses eran construidos con cientos de escaleras! Alfred era quien había rogado para visitar ese castillo mientras estuvieran en Inglaterra. Eran el tipo de lugares donde los antiguos reyes y príncipes y gente como el Rey Arturo y Robin Hood solían vivir. ¿Acaso no era cool?
Pero ahora Alfred estaba perdido y estaba comenzando a oscurecer, y la verdad, él ya no quería estar en el castillo. Nunca había pensado acerca de eso antes, pero…en esa época cuando la gente vivía en los castillos, no tenían cosas geniales como luces y esas cosas. Probablemente era súper aterrador por la noche, y ya en ese momento, las sombras empezaban a agrandarse. Además comenzó a hacer frío y él estaba vestido con una remera y unos shorts. Aún había algo de luz, gracias a los débiles rayos de sol por la tarde que entraban por las estrechas ventanas de las que Alfred sabía que eran tan pequeñas que la gente podría arrojarles flechas y ninguna entraría- algo genial de día, pero no tanto ahora que estaba poniéndose oscuro. Alfred quería toda la luz que pudiera allí.
Además, si era de noche, los fantasmas podrían aparecer. Los lugares ingleses siempre estaban embrujados porque tenían como un millón de años. El niño no le había prestado realmente atención al guía, pero ahora se preguntaba si de verdad podría haber fantasmas viviendo en ese lugar.
Un escalofrío lo invadió, y él se apresuró en subir los últimos escalones.
-¿Mamá? ¿Papá?- llamó Alfred, algo bajito en caso de que algún fantasma lo escuchara- ¿Mattie?
Había entrado a una habitación pequeña esta vez, pero al final de ella había otra pesada puerta de madera. Necesitó las dos manos y todo el esfuerzo que pudiera poner para lograr empujar la gastada y oxidada puerta. Una brisa de viciado y apestoso viento le llegó, acompañado del polvo acumulado, como si la puerta no hubiera sido abierta en años. El guía había mencionado algo sobre que la mitad del castillo estaba cerrada a las visitas porque había peligro de que se derrumbara, eso era todo lo que Alfred recodaba. Además, lo más seguro era que debiera marcharse de ese cuarto, ya que claramente sus padres no se encontraban en él.
Pero Alfred se detuvo en cuanto observó realmente lo que había en el cuarto. Era una habitación rara, ya que incluso tenía de esas minúsculas ventanas, a pesar de que debía encontrarse cercana al centro de la construcción. En medio del dormitorio había lo que parecía ser una cama, excepto que estaba hecha de piedra. Lo que era más extraño, era que en medio de la gran cama de piedra yacía una persona, y a pesar de que no era el lugar más cómodo para dormir, esta persona tenía sus manos recogidas y los ojos cerrados como si de veras estuviera durmiendo profundamente.
-¿Hola? –preguntó el chico, soltando la puerta y entrando en el dormitorio.
A medida que se acercaba al hombre, Alfred se dio cuenta de que era viejo. El hombre durmiendo debía encontrarse alrededor de los veinte años o algo así, y llevaba ropas viejas que parecían sacadas del tipo de películas que a su madre le gustaban, esas de Jane Austen o como fuera, donde usaban esas corbatas de moño grandes y esponjosas, y chalecos, y todas esas cosas. También notó que tenía unas enormes cejas, y que su cabello estaba despeinado, incluso más que el de Alfred cuando se despertaba por las mañanas.
-Hey, no deberías dormir en un lugar como este –dijo, y sacudió el brazo del mayor- No creo que esté permitido.
El joven no se movió, así que el menor sacudió su brazo más fuerte- Vas a atrapar un resfriado como duermas aquí- dijo. El hombre debía de estar muy cansado, porque se mantenía dormido incluso con las sacudidas que Alfred le daba- ¿Tú también perdiste a tu grupo?- le preguntó.
Suspiró cuando el otro no le respondió, y moró a la puerta nuevamente. Se había oscurecido incluso más, y si no se iba pronto, podría quedar atrapado en el castillo toda la noche, y eso sería muy aterrador. Pero Alfred no podía dejar a ese chico tan sólo durmiendo allí, sin importar que ya estuviera bastante crecido.
-¿Te has perdido?
Se asustó al oír la voz de repente, y automáticamente retrocedió unos cuantos pasos antes de darse cuenta de que el hombre se había sentado y le estaba hablando. Estaba muy oscuro como para notar claramente el color de sus ojos, pero él podía darse cuenta de que le estaba sonriendo.
-Uhm, si…-respondió- ¿Sabes como puedo salir? No deberías estar durmiendo aquí- añadió.
El mayor sólo sonrió.-Necesito estar aquí- dijo, y le extendió la mano- Ven, te llevaré con tus padres- dijo.
Alfred se animó y tomó la mano del joven- Soy Alfred. Alfred F. Jones- le dijo al otro- ¿Trabajas en este lugar? –le preguntó mientras pasaban por distintos corredores y escaleras- Usas ropa rara.
-En cierto modo –le respondió el más grande.
-Tienes acento, así que eres Inglés, ¿no es así? –continuó, mucho más calmado ahora que había encontrado a un adulto que sabía lo que hacía- Estoy de vacaciones con mis padres y mi hermano –dijo- Sabes mucho sobre los reyes que vivieron en este castillo?
-Si – respondió el hombre.
-¿No es genial? Yo también quiero pelear con espadas –dijo alegremente Alfred- Pero mamá y papá no me dejarán aprender. Ellos dicen que me lastimaría.
Siempre decían eso sobre Alfred, pero sólo porque se había roto una pierna saltando del techo para ver si podía volar; y porque había terminado con un brazo roto y un collarín después de un partido de fútbol, y porque casi había sufrido una concusión la vez que había ido a clases de karate, no significaba que Alfred fuera "propenso a los accidentes", como todo el mundo decía que lo era. ¡Sólo tenía sentido de la aventura!
-Probablemente no lo harán –dijo el mayor- Ahí está la puerta. Tu familia te espera fuera.
Alfred sonrió. – ¡Gracias, señor! –agradeció y salió corriendo, ansioso de ver a sus padres y hermano de nuevo.
Justo como el hombre le dijo, todo el tour estaba esperando fuera y sus padres parecían bastante aliviados de verlo.
-¿Dónde habías estado vagando, jovencito? –le preguntó su padre en cuanto lo vio.
-Nos tenías preocupados –secundó su madre, abrazándolo- ¡No te separes de nosotros así como así!
- Lo siento mamá y papá –dijo Alfred- Pero este hombre amable…-entonces se dio cuenta de que no sabía el nombre del hombre durmiendo- Él me encontró y me ayudó a buscarlos.
-Probablemente era uno de los guías –dijo su madre- Asegúrate de dejar una buena propina –le dijo a su esposo.
Alfred buscó a su alrededor al hombre que lo había ayudado, pero no podía verlo por ningún lado. Ni siquiera lo vio cuando apareció el guía para llevarlos a todos al autobús de regreso.
El castillo era de un gris pálido contra el cielo oscuro, y Alfred estaba siendo arrastrado de nuevo al autobús, pero ese hombre durmiente…
:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
Alfred despertó sobresaltado. Era el mismo sueño de nuevo…o tal vez un recuerdo. Buscó sus anteojos en la mesita de luz y se las ingenió para pasar sobre su reloj alarma, su lámpara y un montón de libros de la universidad antes de alcanzarlos.
-Ugh…-gimió al correr las cobijas y levantarse, rascándose la cabeza y bostezando mientras se encaminaba hacia el baño. Tuvo que pasar sobre una enorme pila de ropa para lavar, una pila algo más pequeña de videojuegos y varios papeles de investigación antes de llegar a la puerta.
Era el sueño recurrente de Alfred. Mientras que otras personas tenían sueños acerca de caerse o de aparecer desnudos en la escuela, él tenía sueños acerca de perderse en un enorme castillo en Inglaterra. Pensó que podría haber comenzado después de que él y su familia fueran de vacaciones por Europa cuando él tenía diez años, un poco antes de que sus padres se divorciaran. No podía recordar si realmente se había perdido en ese entonces o si se lo había imaginado, o si tan sólo era un sueño recurrente tan real que el creía que era un recuerdo, cuando en realidad no lo era. Sin embargo ese sueño no tenía sentido. Un hombre extraño vestido con unas extrañas ropas en un antiguo castillo – era algo demasiado bizarro para ser real.
En estos últimos días, el sueño había sido menos frecuente. Después de todo, ahora Alfred era un adulto. Estaba en la Universidad, estudiando en Inglaterra para su tesis de arqueología medieval. Una especialización que había elegido porque quería tener aventuras como las de Indiana Jones.
Alfred se cepilló los dientes y se metió en la ducha. No estaba completamente seguro de por qué había escogido venir a Inglaterra de entre todos los lugares. Ni siquiera le gustaba particularmente Inglaterra. Era muy sombrío, melancólico y triste, además de que tenía mala comida y todos hablaban con un acento extraño. Además, ni siquiera era el mejor lugar para estudiar arqueología – "Egipto, Turquía o Italia habrían sido lugares muchísimo más interesantes para ir", pensaba. Pero Inglaterra había sido su primera opción cuando se fijó en las maestrías, y cuando entró, ni lo dudó y aceptó el mudarse al Reino Unido.
Claro que cuando Alfred decidió su especialización, esperaba grandes aventuras, si bien sabía que la mayor parte del tiempo, la arqueología requería de un montón de estudio. Había logrado visitar varios lugares interesantes, pero el trabajo de cavar era bastante aburrido en su mayoría también. Encontrar trozos de vasijas y analizar sus años no eran exactamente la idea de Alfred sobre un trabajo genial.
Había despertado antes de lo usual debido al sueño, así que se tomó su tiempo para desayunar bien y luego reunir la información y las notas que se suponía debía llevar al colegio ese día. Hasta el momento había ido a varias excursiones. En una había viajado a Italia para explorar las catacumbas medievales, y en otra habían visitado los viejos museos rusos y algunas obras de arte y estatuas que habían descubierto allí. También había una ocasión en la que habían ido a Irlanda a ver las tumbas celtas, y otro momento en que habían ido a Turquía a examinar algunos objetos recuperados de la antigua Constantinopla. La mayor parte del tiempo, ya que estaban en Inglaterra, Alfred pasaba su tiempo yendo a los viejos castillos medievales de Inglaterra o los chateaux a través del túnel en Francia. Casi todos los castillo y ruinas eran iguales, y a pesar de que no era como si a Alfred no le gustara ir a esas construcciones y estudiarlas, comenzaba a hacérsele repetitivo.
El día de hoy estaba programada otra visita a un antiguo castillo del norte, cerca de Escocia. Cuando él llegó a la universidad, su profesor titular y casi todos sus compañeros ya estaban allí. La mayor parte de los estudiantes en el programa eran británicos, pero habían un par que eran transferidos, como Rebecca, quien también era de Estados Unidos, o Walter, que era alemán, o Iván, el nuevo transferido desde Rusia.
-No puedo esperar a ver este lugar –estaba diciendo Rebecca cuando Alfred llegó- Oh, hola Al –dijo.
Alfred sonrió y saludó con la mano.
-En fin, como les decía, saben que este castillo debe ser de aproximadamente el tiempo antes de Cristo- continuó ella- Es uno de los castillos más antiguos de Inglaterra.
-¿No es más antigua la Torre de Londres? –dijo Alfred.
-Rumores, amor –dijo Rebecca- Y de todas formas, este es uno de los que la gente dice que está embrujado.
-Los castillos antiguos están embrujados, da? –dijo Iván.
-Bueno, este tiene a un fantasma especial entonces –respondió la chica- Se dice que lo habitó una reina que enfermó de locura luego de que su esposo muriera. Su hermano debió mantenerla encerrada en la torre por años y años –dijo- Entonces, cuando su hermano finalmente murió, una doncella subió para llevarla al funeral, pero halló a la reina muerta en su cama. Resultaba ser que había muerto hacía años pero nadie se había dado cuenta –dijo, bajando la voz- Los rumores dicen que su fantasma secuestra a cualquier hombre joven que entre allí, pensando que es su esposo. Dicen que lo único que ella desea es un último beso de su verdadero amor. ¿No es romántico?
-Eso es lo que la mitad de los rumores dicen –dijo Alfred. Las historias de fantasmas aún lo asustaban, pero en la plena luz del día, con Rebecca contando la absurda historia que todos los antiguos castillos parecen tener, estaba difícilmente asustado. Había estado en los castillos suficientes como para saber que la mayor parte de las historias tenían sólo un fondo de verdad.
-Muy bien, todos, vayámonos- llamó el Profesor Germania. Él era el profesor supervisor, una especie de genio en lo referente a la historia antigua germánica e inglesa.
Alfred se encontró a sí mismo subiendo a la van mientras se dirigían al castillo.
Tal vez se intentara transferir a alguna otra parte pronto, a pesar de que su tesis estaba basada en la Inglaterra medieval. Tal vez intentara la arqueología acuática o ir a algún lugar más exótico, como Perú o Brasil, o quizá incluso algún lugar más cercano a su casa, como los estudios de los Nativos Americanos o algo así. O quizá cambiaría todas sus maestrías por algo más interesante, como convertirse en astronauta o algo realmente activo como un policía o detective. No era exactamente práctico, pero hey, no era como si sus padres estuvieran cerca para criticarlo acerca de sus elecciones ahora. Ambos se habían sumergido en sus propias vidas luego de divorciarse hacía años.
Era un viaje de dos horas para ir al castillo, y para cuando llegaron Alfred estaba feliz de poder estirar las piernas y salir de la van. Era mucho más alto de lo que solía ser, y estar sentado en una pequeña van por tanto tiempo era realmente incómodo. Al lado suyo, Iván, quien usualmente era callado pero amigable de manera escalofriante, también parecía más relajado al bajarse de la camioneta.
-No es muy cómodo, ¿no? –dijo Alfred sonriéndole, a lo que Iván asintió.
El profesor Germania estaba hablando con un hombre que había salido a recibirlos.
-Este es el señor Bellairs –los presentó el profesor- Él será nuestro experto el día de hoy. ¿Podría darnos una breve introducción?
-Claro –dijo el señor Bellairs- Este es uno de los castillos más antiguos aquí en el Reino Unido. Ha estado cerrado al público durante unos años para poder hacer un poco de mantenimiento…-
Alfred observó por primera vez el castillo y entonces todo lo demás se puso borroso. Él reconocía el lugar.
Era el castillo de su sueño. Las viejas ruinas de piedra tenían la misma forma, aunque eran algo más pequeñas de lo que él recordaba…probablemente porque era un niño cuando había visto el lugar por última vez. En la pálida luz de la mañana también parecía mucho más desgastado de lo que él creía. El sueño no era un sueño después de todo…tenía que ser un recuerdo. Ahora, cuánto del recuerdo era real, Alfred no lo sabía.
El señor Bellairs los guió dentro del castillo mientras les contaba la historia, la cual Alfred no escuchó en lo más mínimo ya que estaba muy ocupado tratando de recordar cómo era todo en su memoria. Si eso era real, se preguntaba si se había perdido en ese entonces. El guía turístico, su familia…ese hombre durmiendo.
Alfred observó los corredores, las ventanas, las habitaciones, los pisos, mientras seguía al señor Bellairs y el resto de su clase en el recorrido por el castillo, tratando de recordar dónde era que se había perdido exactamente en su sueño. ¿Había sido el dormitorio con el joven durmiendo real?
-Hay una leyenda relacionada con este castillo… ¿alguien la sabe? –preguntó el guía, a la vez que Alfred reconoció un juego de escaleras de su sueño. Eran escalones irregulares y en desnivel, en un corredor apenas lo suficientemente ancho como para permitir pasar a Alfred, y él estaba seguro de que una vez que pasara esa escalera, a lo largo de dos corredores y luego de eso otro juego más de escaleras, llegaría a la habitación con la puerta de madera. En su sueño, la escalinata de piedra estaba sin bloquear, pero ahora había una gran pieza de construcción amarilla bloqueando el paso.
-¿Qué hay por allí arriba? –interrumpió Alfred.
El señor Bellairs se detuvo- ¿Disculpa? –preguntó.
-Pasando esas escaleras –señaló Alfred.
-No mucho. Solían haber dos torres allí arriba, pero una de ellas se ha perdido hace ya mucho tiempo y la otra debe ser reparada –dijo el guía- La hemos tenido bloqueada por décadas –dijo- Ahora, continuando con el recorrido, verán lo que solía ser un dormitorio a la derecha, probablemente perteneciente a los hijos de la familia real…-dijo a medida que el grupo avanzaba otra vez.
Alfred frunció el ceño al volver a ver la escalera. No podía ser correcto. Si él había estado allí cuando tenía diez años, hacía apenas una década, y no había estado bloqueada en ese entonces…por lo menos en su sueño. A no ser que después de todo hubiera sido un sueño. ¿Pero por qué entonces recordaría Alfred con tanto detalle un lugar en el que ni siquiera había estado?
Vigiló a su clase perderse al dar la vuelta a una esquina para luego tomar aire y saltar sobre la cinta de construcción. Tenía que asegurarse. Al final de los desnivelados escalones de piedra, reconoció el pasillo, más sucio de lo que recordaba en su sueño, con una espesa capa de suciedad y hojas viejas de los árboles acumuladas en los rincones. Debían de haber pasado años desde la última vez que alguien había subido allí. Las ventanas eran casi iguales a las de su recuerdo, a pesar de todo, y cuando Alfred llegó al final del primer pasillo, encontró el segundo. Caminó a lo largo de ese también, aunque este se encontraba en peor estado que el primero. En algunos lugares, la pared se había roto completamente y él podía llegar a ver el exterior y los jardines del castillo. Podía oír a sus compañeros hablando en alguna parte de alguna historia o desde el piso de abajo, aún si no podía verlos.
Entonces, al fondo del corredor, encontró la borrosa escalinata de su sueño. Subió por ella con mucho más cuidado que en las anteriores, porque varios trozos grandes de la pared habían desaparecido también, y un paso en falso podría hacerle caer varios pisos hasta el jardín. Alfred pensó que el señor Bellairs no había bromeado acerca del mantenimiento del castillo.
Al fin de la escalera finalmente encontró la pequeña habitación vacía que él recordaba. Era la antesala de la habitación de la torre, de eso se daba cuenta ahora, y enfrente de ella se hallaba la pesada puerta de madera.
Alfred podía sentir su corazón latir con fuerza a medida que se acercaba a la puerta. Tomó la anilla de metal y tiró de ella, un poco demasiado fuerte, al parecer, ya que ésta dio un fuerte chirrido de protesta y una de las cerraduras se rompió. Alfred pestañeó. Era mucho más fuerte ahora de lo que era a los diez años, y la puerta no era ni de lejos tan grande o pesada de lo que él lo recordaba.
Tuvo que agachar su cabeza al entrar al dormitorio. Era más brillante que en su recuerdo, pero una vez pensándolo, era de noche cuando él lo había visto la última vez, y no había tantas telarañas, trocitos de hojas viejas o plumas en el lugar.
Pero todo eso significó nada, porque Alfred se había detenido en cuanto vio el gran lecho de piedra en medio de la habitación, justo como él lo recordaba. Y al igual que en su sueño, allí estaba el hombre, durmiendo sobre el pedestal de roca, exactamente igual a lo que él había visto.
::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
Alfred sólo lo observó durante unos momentos. Era imposible. Su sueño…no, era un recuerdo, estaba seguro ahora…era real.
El joven durmiente estaba vestido en las mismas ropas, y aunque ahora Alfred sabía bastante más de arqueología e historia, no pudo reconocer la vestimenta de ningún período que le fuera familiar. El joven durmiendo llevaba puestos un cravat*, un chaleco azul y un saco púrpura, cuando ninguna de esas prendas coincidía con el período de tiempo cuando el castillo debía de estar habitado. Alfred pensó que tal vez ese hombre sería parte de alguna elaborada broma. Un muñeco, quizá, que alguno habría dejado allí por décadas y Alfred lo habría visto y creado el resto de la fantasía en su mente. El muchacho se veía muy quieto, e idéntico a como él lo recordaba, a excepción de que ahora él lo veía más pequeño y más joven. Una vez más, él tenía tan sólo diez años cuando lo vio. El joven no podía ser más que unos años mayor que Alfred, y tenía una figura más delgada en comparación con el fuerte adulto que él había visto en su sueño.
Alfred se acercó. El joven se veía demasiado real para ser una muñeca. Estaba cubierto por una capa de polvo, y no había forma en la que la persona que Alfred recordaba de hacía más de diez años permaneciera de la misma manera y siguiera vivo.
Limpió algo del polvo de la cara del hombre para verlo mejor y casi saltó de la sorpresa, ya que su piel estaba cálida.
Tragó fuertemente y se acercó un poco más. Tocó nuevamente su rostro, y sintió un piel, cálida, suave, real. Y si esas gruesas cejas y el cabello eran falsos, eran entonces los más realistas que jamás hubiera visto. Limpió un poco más de la suciedad, y esta vez, cuando su pulgar rozó suavemente los labios del joven, éstos se abrieron dejando escapar un suave suspiro.
Alfred negó con la cabeza. Era imposible que el mismo hombre de hacía diez años se encontrara allí, con la misma edad y pareciendo estar vivo. Pero así parecía ser.
-Hey –dijo finalmente Alfred, agitando el hombro del chico al igual que lo había hecho cuando eran un niño- Hey, despierta.
Creyó haber visto una nube de polvo esparcirse en el aire desde la boca del joven cuando respiró y Alfred lo agitó un poco más.
-Si eres real, ¡entonces despierta! –dijo más alto.
El hombre seguía sin responder incluso cuando Alfred trató de ponerlo en una posición sentada. Sin embargo, para ese entonces Alfred estaba seguro de que se trataba de una persona real por la forma en que su cuerpo se doblaba. Además, debía de estar vivo ya que su cuerpo era flexible y relajado…no había ni rigor mortis inmediatamente luego de la muerte o signos de descomposición o decoloración que estarían presentes en un cadáver. Él era real, y estaba inconsciente.
Alfred observó más de cerca la cara del hombre, deseando haber prestado más atención a la historia sobre la que tanto habían hablado el Profesor Germania y el señor Bellairs, pero todo lo que podía recordar era la pequeña historia de fantasmas sobre la reina que había contado Rebecca…que obviamente no era la que él buscaba. También era imposible que el hombre fuera parte de la historia del castillo. Todo sobre él era imposible. Era como algo salido de una leyenda o de un cuento de hadas…
Volvió a mirar con atención la cara del joven mientras trataba de limpiar el resto del polvo mientras lo recostaba en el pedestal de piedra. No podía ser. Los cuentos de hadas no eran reales, eso era lo que pensaba Alfred. Las historias de fantasmas y las leyendas no eran más que historias, cuentos, pero esta persona tampoco podía estar allí…
En todo caso, no lastimaría, ¿no era así?
Alfred miró al joven y a sus labios entreabiertos, rosados y suaves, sin signos de haber sido ajados o rasgados por el paso del tiempo. Tragó nuevamente, y entonces se inclinó y rozó suavemente sus labios con los del hombre antes de retroceder.
Estudió al dormido, buscando señales de algún cambio, aún si creía que serían imposibles. Despertar a alguien con un beso sólo ocurría en los cuentos…
Excepto que en ese momento una pequeña nube de polvo salió de su nariz y Alfred sólo fue testigo de cómo la cara del hombre comenzaba a moverse. Lentamente, sus gruesas y empolvadas pestañas empezaron a moverse, pestañeando, y entonces Alfred se encontró observando sin darse cuenta a los ojos más verdes que hubiera visto en su vida. El joven lo quedó mirando en lo que parecía ser un mix de confusión y sorpresa. Abrió su boca unas cuantas veces, como pensando en qué decir.
Alfred sólo se le quedó mirando, muy shockeado como para decir algo.
Entonces el hombre frunció el ceño.
-Oh, bollocks* –dijo.
::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
*Cravat: Es como se llama a la pañoleta que lleva Arthur en el Artestella, la que es un gran pañuelo con un moño. Como una antigua corbata. ^ ^
*Bollocks: Viene a ser algo así como "cojones" para los españoles, no tiene una traducción muy exacta…para Latinoamérica sería como un "mierda" pero no hay algo que se le asemeje, así que lo dejé en inglés.
Pues espero que les haya gustado ^^ Bye~!
Review?
