Disclaimer: Final Fantasy VII y todos sus personajes y lugares pertenecen a Square Soft.

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Y ahí estaba yo, perdiendo el tiempo en un baile de graduación para los seeds, sola y con una copita de más, celebrando, aparte de lo obvio, mi último día como instructora.

Empecé con aquel cargo a los diecisiete años, después de llevar dos como seed. Mis compañeros me lo recomendaron para tener un buen trabajo fijo y no tener que irme del jardín. Para esculpir nuevos soldados de élite bajo mi mando y mi visión. Y acepté, y lo conseguí, pero jamás pensé que me sería tan difícil y tan gratificante a la vez.

El primer grupo de estudiantes (y único) que se me adjudicó constaba de veintitres alumnos; doce de ellos chicas, el resto chicos. A la mayoría les gusté desde el principio, más por mis atributos físicos y mi juventud (justo lo que no gustaba de mi entre mis compañeros profesores e instructores) que por mis dotes intelectuales para explicar el temario. Algunos, incluso, crearon un club de fans en mi honor.
Pero no todo era tan bonito. Entre los chicos de mi clase había dos ovejas negras, y una de ellas MUY negra. Uno era Seifer Almasy, jefe del comité disciplinario del centro. Un chulito que se las daba de listo y de fuerte y que iba atemorizando a los alumnos del jardín a sus anchas. El otro, Squall Leonhart, uno de los susodichos molestados y... fuente de todos y cada uno de mis suspiros. Un chico solitario, muy guapo, hábil en el manejo del sable-pistola, tranquilo... y antisocial. No quería saber nada de nadie.

Y precisamente hoy ese chico solitario se graduaba. Y mientras divagaba apareció él en la sala donde se celebraba el baile en su honor (y en el de otros nuevos seeds, claro). Llevaba el traje oficial que usan los Seed y estaba... dios, era el ser más bello de toda aquella sala.

Llegó acompañado de la nueva alumna llegada del jardín de Trabia, Selphie Tilmitt. Se fue hacía un lado para no estar entre la multitud, cogió una copa y siguió allí, ausente de todo, rechazando la compañía de Zell Dincht, otro nuevo seed.

Allí solo era la presa perfecta para cualquier depredador. ¿Debía acercarme?

Y mientras lo pensaba, se cumplió; otro depredador se acercó a él. Una chica enfundada en un mini vestido. "Maldita zorra, fue más rápida que yo!" pensé. Y mientras me pedía otra copa para controlar el cabreo... ¡SE LO LLEVA A BAILAR!

Y acabado el baile lo volvió a abandonar a su suerte. La carita que puso fue... fue un honor poder verla sin que él se diera cuenta, porque si no me hubiera odiado... más. Aquel momento... debía aprovecharlo para acercarme a él, ni que fuera un poco, porque no quería que nuestra relación acabase ahora que yo ya no era instructora ni él un alumno. No quiero que acabe así.

Notas finales: Skuld Fair me obligó!!! Fue ella!!! Las culpas, a su ser, gracias. Y se lo dedico a ella, por tener tanta paciencia conmigo y mis idas de olla xD