Aaaargh, ¿pero cuándo me pondré a estudiar en vez de a escribir fan fictions? Vale, es todo culpa de Romeo x Juliet. Por su culpa he querido escribir algo de Roy y Riza. Que vale, no se parece en nada a RxJ pero el simple hecho de ser una historia de amor ya le da cierta semblanza, ¿no?...Vale, no.
Como esta vez no tengo ningún capítulo más escrito, la continuación dependerá de las ganas, el tiempo, los reviwes y el ordenador.
Espero que os guste, es un UA. No sé cuántos capítulos tendrá, supongo que pocos. 300 o 400 XD. No, no, 2 o 3 como mucho…
Título: Los ojos que me envuelven
Autora: Jeannelok
Estatus: Activo (¿es eso? XD)
Pareja principal: Roy Mustang X Riza Hawkeye
Trama: Universo Alterno. Roy Mustang es el Generalísimo, por eso hay muchas personas que atentan contra su vida. Una de ellas es una hermosa rubia que le robará el aliento, aunque su amor seguramente acabará en desgracia.
Separación de párrafos: ¡¡!!
Disclaimer: Por kami-sama…Que nooo, que FMA no me pertenece, porque entonces… ¡Oh, sé que podéis imaginar cómo continua la frase! Escribo fan fictions sin ánimo de lucro, sólo podría ganarme algún que otro review y tal…
P.D.: ¿Por qué una serie de acción está repleta de fanfics románticos? xD
Los ojos que me envuelven
Prólogo
Cuando se conocieron
Déjalo estar, decía una voz en su cabeza. Ojalá pudiese olvidarlo, todo estaría bien entonces. Pero no podía, le gustaban sus ojos, su cabello, sus labios. La deseaba más que a nada y que fuese un sentimiento prohibido no importaba.
El amor que no podía arrinconar y que sentían el uno por el otro iba a acabar convirtiéndose en su perdición.
¡¡!!
La conoció gracias al olor de las flores. Fue un simple movimiento que hizo que el cabello de ella fuese hasta su nariz, obligándole a aspirar, aunque no sin placer, aquel aroma tan deleitable. Quedó embobado, hasta que sintió los ojos de ella posados en sus hombros. Por primera vez en su vida, se sonrojó.
-¿Tú eres Roy Mustang?-inquirió ella. El chico asintió con la cabeza, demasiado sorprendido y absorto como para ser capaz de reaccionar con palabras.
-Bien-no sonrió, sus movimientos fueron rápidos y simples. Sacó el arma y con disimulo la apretó contra su cuerpo. Él se sorprendió pensando que le gustaba estar tan cerca de aquella rubia de ojos rojos que tan sólo segundos después de conocerla, le hacia perder el aliento-. No te muevas, voy a matarte pero no en un lugar repleto de gente.-como por arte de magia, el estridente ruido del mercado regresó a los oídos de Roy.
-Sí, claro que quiero que me enseñes esas telas-se vio forzado a actuar él. La siguió entre la multitud, sintiendo en el costado el arma apretando contra su costado. Llegaron a las afueras del pueblo, donde todavía se podía ver la alegría que siempre invadía sus días hasta la caída del velo nocturno. Haciendo ver que se despedía tristemente de aquella imagen antes de perecer, golpeó por detrás la rodilla de la mujer y le hizo perder el equilibrio. Después le golpeó en la mano con el pie, lanzando así el arma muy lejos. La agarró de las manos y la tumbó en el suelo. Notó que todo su ser temblaba y le gustaron sus mejillas sonrojadas al tenerle encima. El cabello negro le caía a ambos lados del rostro y sus ojos brillaban. Pronto el mercado cerraría y la luna aparecería-, ¿cuál de mis enemigos te ha mandado? ¿Y cómo sabías que estaría en el mercado?-inquirió. Nadie sabía de eso justamente por situaciones como aquella, en las que podía ser asesinado por alguno de sus múltiples asesinos. Al fin y al cabo, era el Generalísimo, aunque nunca mostraba el rostro en público para poder pasar inadvertido y así vigilar cómo iban las cosas durante su mandato.
-No voy a responder.-replicó ella. El rostro de Roy se acercó más al de ella, hasta juntar sus frentes.
-Lo harás.
-No, antes la muerte.-él se echó a reír, poniéndose en pie y liberándola a pesar de lo peligroso que podía resultar hacerlo. No obstante, aunque no sabía por qué, confiaba en que no atacaría de nuevo. Posiblemente fuese debido a que podía verla en la penumbra que en segundos los había invadido, observarlo atentamente como si fuese un espejismo. Roy sabía el embrujo que ejercía sobre las mujeres y para qué mentir, le gustaba.
-Eres una chica feroz y valiente. Me gustas. Sí, me gustas mucho-se puso de cuclillas delante de ella y le agarró la barbilla, obligándole a alzar la cara-. Voy a dejarte libre, puedes intentar matarme de nuevo pero no lo conseguirás-y la besó, creyó que ella iba a resistirse y sin embargo no puso ningún tipo de resistencia. Sus lenguas jugando, buscándose, enredándose. Cuando al fin reaccionó, la mujer rubia lo echó a un lado y se tapó los labios con la mano en una acción defensiva-. Acabarás confesando.
-Ja…jamás.-reaccionó al cabo de unos segundos, con la respiración entrecortada. La sonrisa complacida de él se ensanchó, mostrando unos dientes totalmente blancos y bien alineados.
- No dije qué ibas a confesar.
-Quién…me mandó matarte.
-Vale, ahora ya sé que no fue por iniciativa propia-le golpeó la nariz cariñosamente con la mano-. Que mona e inocente.- ella no se dignó a responder. Roy se puso en pie, le tendió una mano que ella rechazó y le dio la espalda.
-¿Sabes que podría aprovechar para matarte?-inquirió, preparando otra pistola que Roy ya le había notado oculta.
-¿Lo harás?
-…-no hubo respuesta, ni disparo. No se volvió para ver si la chica que a partir de entonces le robaría los sueños seguía ahí: había escuchado la hierba, el sonido del roce de la ropa.
-Nos volveremos a ver.-le dijo al viento.
Continuará… (o eso creo)
