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Era el comienzo de clases en la universidad, yo me encontraba en mi primer año de Arquitectura. Mis nervios estaban de punta, no sabía que ropa usar, como iban a ser mis compañeros, si realmente la carrera que había elegido era la que me gustaba y la cual quería ejercer despues de esos cinco años de estudios, bueno en fin mil y un preguntas me atormentaban en un lapso de 15 minutos en los que esperaba para que el colectivo llegue a destino y poder al fin enfrentar todos aquellos interrogantes que me habian quitado el sueño varias noches.
Al ver la gran fachada de vidrio la piel de pollo se apoderó totalmente de mí, rapidamente saque el papel con mis horarios y ahí claramente figuraba aula 3.25 'Introducción a la arquitectura', bastante desorientada llamé al asensor y lo abordé cual nave espacial, aquel prisma de metal frenó bruscamente en el tercer piso y continué mi camino hacia tan anhelada aula. Cuando por fin pude encontrarla ví varias personas merodeando aquella puerta, con sus manos cargadas de cuadernos y sus caras transformadas en un gran signo de pregunta. Me senté en el piso, puse mis auriculares a bajo volumen y cerré los ojos, a unos pocos minutos de haberlo hecho, siento que me tocan el brazo, me saco el auricular izquierdo y una chica me dice con exprecion de preocupacion -¡Ey tenemos que entrar! Así que me levante, y nuevamente atravesé una gran puerta, salvo que esta vez era de madera. Me senté junto aquella chica que tan amablemente me había avisado de que la clase estaba apunto de comenzar y sin titubear empezamos a hablar acerca de nuestras vidas, y salió a relucir de su boca la típica pregunta, ¿De donde sos? Así que simplemente dije, ''-Mirá la historia es un poco larga, así que digamos que soy de Villa Constitución, una pequeña ciudad al sur de Santa Fe pero sin poder llegar a más explicaciones de mis aparentes raíces una voz bastante grave interrumpió diciendo -Buenos días mi nombre es Álvaro Del Prado Rojo y voy a ser su profesor en esta asignatura durante todo el año y hasta el final de la carrera, enseguida dirigí mi vista hacia el surgimiento de la voz y me quedé perpleja, se trataba de un hombre de aproximadamente unos 40 años de piel trigueña y ojos grises, el cabello entrecanas con un mechon mas blanco al mejor estilo Pablo Echarri, nariz perfecta, quijada un tanto cuadrada, pantalones color caqui levi's y camisa cuadriculada lacoste. Un codaso de mi nueva amiga Martina me trajo a la realidad nuevamente, pero en cuanto Álvaro le ordenó a uno de mis compañeros que prenda el cañon proyector y la luz de èste fue directamente hacia los ojos grises del profesor, volví a caer en una nube de fantasías perdida en el brillo que estos emanaban.
Las 3 horas de clase se me pasaron mucho más rapido de lo habitual, cada vez que el me miraba cuando hablaba me sentía única en el gran salón, me sentía querida por aquel hombre que ni siquiera sabía como me llamaba.
La hora de tomar asistencia llegó, mi apellido era uno de los últimos y estaba ansiosa para escucharlo decir de sus labios y de repente lo oì Rafaela San Martín, obvio que yo estaba más que atenta pero quise hacerme la desinteresada un momento y luego de su repetición a mi nombre contesté con la frase mas trillada del mundo: -Presente!
Él siguió con la lista como si nada importante hubiese pasado, pero para mí fue algo memorable, aquel cuarenton lindo sabía como me llamaba.

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Prometo que si les gusta/interesa la historia subo el próximo capitulo enseguida, solamente háganmelo saber.
Muchas gracias por leer!