Sube y Baja.
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Me acosté con Kyle Broflovski.
Comprendía a la perfección la magnitud de aquel error. El peor que había cometido en lo largo de toda mi precaria vida. No lo exponía de esa manera hostil sólo porque Kyle era un hombre, pelirrojo y judío. Aquella terrible experiencia la etiquetaba como error por el simple hecho de que haya sido Kyle con quien la haya compartido.
No me molestaba en absoluto que hubiera sido un hombre. Inclusive en un pasado no muy lejano dio la casualidad de que Clyde y yo quedamos encerrados en el aula de química. Y se dio. Se dio y Clyde Donovan no opuso resistencia alguna.
Vaya marica.
Clyde no me fastidiaba, era un chico sumiso y complaciente. Además a mí me encantaba ser atacante, lo cual lo que lo volvería un inconveniente lo convirtió en una benéfica ventaja que no desaproveché.
Al suceder "aquello", había invocado a la junta de los "cuatro inseparables"- o "cuatro maricas" como emprendía en apodarnos el idiota de Craig Tucker- ¿La razón? La hastiosa razón era que la perra de literatura nos había dejado un proyecto en equipo sobre una exposición oral. Obviamente antes de que Testaburger le demandara su compañía al hippie de Stan, Kyle fue y le imputó su asistencia con el pretexto disipado de su súper mejor amistad.
Les faltaban dos integrantes, y lamentablemente Kenny me haló del brazo, arrastrándome hacia ellos dos. Si no fuera porque era exorbitantemente lógico que fuéramos a terminar los cuatro en equipo-y que la profesora no permitía dejar el trabajo en sólo un par de manos- me hubiera dejado guiar por mis ideales individualistas y lo hubiera hecho por mi mismo.
Me dispuse a tomar la decisión por los demás de donde deberíamos reunirnos para trabajar, forzándolos a ir a mi casa. No tenía muchas ganas de salir de mi recamara con aquel gélido frío que invadía el clima.
He de admitir que haber tenido en mi equipo a Kyle fue una enorme ventaja. Para mi sorpresa obligó a Kenny a trabajar y elaborar al menos un par de carteles, antes de que siquiera hubiera sacado la playboy mensual. Stan y Kyle se mostraron muy fastidiosos, intercambiando opiniones personales sobre el tema asignado.
A pesar de todo aquello, yo me comprometí a ser quien expusiera el tema más ampliamente durante la exhibición. Después de todo, sinceramente de entre los cuatro, yo era el que más desarrollado tenía el don de la palabra. Kyle era inteligente y sagaz, pero mi liderazgo nato me brindaba de un léxico más que convincente.
Kenny tenía que asistir a su trabajo esa tarde, y terminó por retirarse temprano, gracias a que mi madre al ir de salida se ofreció a llevarlo a su destino. Kenny no podía darse el lujo de cruzar medio pueblo bajo una creciente nevada y no tuvo otra opción más que aceptar.
A mi me agradaba el frío y aunque haya advertido como Kyle bajo su gruesa bufanda verde y su abrigadora chaqueta naranja temblaba violentamente, no prendí mi calefacción. Stan tomó ventaja de la situación, se acercó a Kyle y le abrazó cariñosamente entre sus dos fornidos brazos, obligándome a desviar la vista a mi libro. No comprendía como podía permitir que un gesto tan inofensivo como aquel afectara mi concentración.
"—Estás helado".
El decir aquello, fue la gota que colmó el vaso de mi paciencia. Alcé el rostro, y al encontrarlos con la vista, me topé a Stan y a Kyle en plena mariconería.
Stan le daba un beso en la mejilla, repentinamente sonrojada.
No sabía si interpretar aquel gesto como algo amistoso… o algo gay. Pero me molestó, me consumieron como el fuego a la pólvora unas tremendas ganas de mandarlo a la jodida y que se largara de mi casa en ese instante.
En algún lugar, alguien debió escuchar mi petición, pues justamente tras ceñir las manos en puños, su teléfono móvil comenzó a sonar. Se excusó con la razón de que Randy había llegado por él y se fue, no sin antes agitar la mano efusivamente en símbolo de despedida.
Recuerdo a la perfección haberle llamado: "Judío marica" y Kyle no pudo evitar lanzarme recriminaciones envenenadas. Me insultó sueltamente, como si se desahogara conmigo. En algún punto de aquella discusión, involuntariamente admití estar celoso.
Mierda.
Kyle me contempló con sus ojos verdes muy abiertos. Con las pupilas contraídas en diminutos círculos surcados por la franja verduzca de sus irises. Y me besó.
Recuerdo la forma lastimera en que sus dedos se aferraron a mi cabellera, jalándome los cabellos castaños como si intentara lastimarme.
No había un daño tan grande como las marcas que iban a dejar en mí el sentir sus labios contra los míos. O el inolvidable contacto áspero de su lengua enredándose contra la mía, de una forma que me hacía imposible notar los malos detalles. Pero por el contrario de lo concebido, los "malos detalles" lo convirtieron en algo especial.
El contacto de sus manos en mi piel era abrasador, y al recostarme sobre él, se sentía tan acertado que yo tomé la iniciativa… no hubo vuelta atrás y Kyle no pareció muy predispuesto a contener aquello que le empujaba a continuar.
Y caímos. Ambos caímos. Juntos.
Su cuerpo me proporcionó de un calor que ningún otro me había regalado con anterioridad. Los jadeos que se nos escaparon llenaron los espacios vacíos que innecesarias palabras de amor debían satisfacer.
Aun me arrepiento de aquello. Aun me arrepiento de haberme permitido escuchar aquel susurro perturbador que me arrebató el sueño aquella noche de invierno.
"—Te amo".
Nuevamente Kyle volvió a mi casa, junto con Stan y Kenny para terminar los detalles finales de aquella exposición que yo quería impecable. Pulimos datos, verificamos la verosimilitud de la información y ensayamos nuestros argumentos, antes de que Stan y Kenny se largaran juntos. Como si ellos se hubieran puesto de acuerdo para dejarnos a Kyle y a mí a solas.
El ambiente se encontraba tenso e incómodo por lo sucedido con anterioridad. Kyle mantenía la cabeza agachada, con el rostro ocultado entre sus rizos rojizos que caían rebeldemente en diversas direcciones indefinidas.
—Cartman—me llamó en un murmullo, captando mi atención de súbito y por educación posicioné mi mirada hostil por completo en él. —Yo…
No.
— ¿Sobre lo de ayer? —le inquirí a mi vez con un toque de malicia en la voz que no decaía en lo insultante—… Limítate a olvidarlo. No ha sucedido nada trascendental entre tú y yo Kahl. No sucede, ni sucederá.
—Tsk. Eres un imbécil, culón—masculló con un odio que casi resultaba palpable.
Me mantuve en silencio, impasible e inmóvil desde mi lugar, con los ojos distantes clavados en él, más como si viera a través y no a Kyle.
Lo contemplé levantarse enfurecido, y lo observé dirigirse con paso cansino hasta la puerta que conduciría a la intemperie.
—Vas a morir de hipotermia ahí afuera—le advertí con frialdad, fingiendo que no le tomaba importancia. Porque en realidad no me importaba.
Pero entonces, ¿qué era esa sensación de estrechez en mi pecho?
—Te odio.
Fue todo lo que llegó hasta mis oídos, antes de que Kyle azotara la puerta principal con violencia, provocando un estruendo que me hizo apretar los dientes.
Una suave brisa helada me golpeteó el sorprendido rostro ante aquel brusco movimiento y entendí entonces que Kyle estaba en peligro. Y no solamente un peligro físico.
Yo lo ponía en peligro.
La forma enferma y egoísta en que le forzaba a amarme le ponía en peligro y no sabía, no tenía ni idea de cómo salvarlo de mí mismo.
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Hacía mucho que no escribía nada en primera persona. En fin, esto nació porque es mi pareja preferida del momento. Sólo quería aportar algo al kyman, no es un fic largo apenas será un two-shot, y el próximo capítulo va desde la perspectiva de Kyle. Admitiré que escribir desde el punto de vista de Cartman es jodidamente divertido… así que tenía que hacerlo. SP no me pertenece, por supuesto!
