Amor de… ¿tres?

Disclamer: Ni Hetalia ni Latín Hetalia me pertenecen. Lo único mío es Leo –México 2p!– y la idea de esta historia.

Aviso: BraArgMéx.


El aroma de fruta fresca recién cortada, café con canela y pan relleno con dulce de leche proveniente del desayuno frente a él le recordaba la fragancia innata de las dos últimas personas en las que quería pensar en aquel momento.

Luciano Da Silva y Martín Hernández.

Leo exhalo un gruñido y pincho un trozo de fruta con el tenedor, no solía desayunar antes de salir pero en esta ocasión era diferente. Le habría gustado comer otra cosa pero no se hallaba en sus tierras así que tendría que ingerir lo que pudiera encontrar.

A donde fueres haz lo que vieres dicen por ahí además era una muy mala costumbre desperdiciar la comida, por más que el aroma de los alimentos y su presencia en si le trajeran a la memoria momentos que desearía dejar enterrados.

Dejo ir otro quejido frustrado mientras cerraba los ojos. ¿Cómo había podido ser tan estúpido y dejar que las cosas llegaran tan lejos? ¿Cómo había permitido que eso sucediera? Bien, había perdido el control y metido la pata hasta el fondo, podía lidiar con ello; no era la primera ni la última vez que le ocurría algo parecido. El problema era que, en esta ocasión, las cosas no eran como siempre.

Había roto sin querer varios de los preceptos en los que creía y con los había crecido al dejarse llevar de aquella manera. Ahora sumada a la culpa y al arrepentimiento estaba la confusión y la necesidad de replantearse el significado de algunas palabras y los conceptos que habían regido su vida hasta entonces.

El mexicano abrió los ojos y tomo su celular del buro junto a la cama. Tenía el buzón lleno de mensajes. Intuyendo que alguno podría ser de Argentina o de Brasil, decidió hacer un esfuerzo para comer antes de revisarlos.

Tal como esperaba (y temía) tenía varios recados tanto del carioca como del rioplatense en el whatsapp, el buzón además de algunas llamadas perdidas, examino con cuidado cada uno, buscando indicios de engaño o alguna pista que señalara todo como una broma pesada.

No encontró nada.

Los recuerdos de aquella noche y las consecuencias que eso había tenido aún lo atormentaban además estaba esa propuesta, esa maldita proposición que desde hacía semanas le rondaba en la cabeza y a saber a quién de los dos se le había ocurrido.

No podían hablar en serio ¿o sí?

López tenía la cabeza hecha un caos mientras evaluaba los pros y los contras de la situación, como venía haciendo desde esos dos se presentaron delante suyo con ese ofrecimiento entre manos, una caja de pandora compuesta por una sola palabra, un concepto que apenas había oído que existía.

¿Qué hacer? No podía negar que la idea lo atraía pero, por otro lado, estaba reticente a experimentar. Si aceptaba tendría que reajustar ciertos detalles en su carácter además de lidiar con la sensación de traición a sus creencias. No obstante, si se negaba sabía que una parte de él se quedaría con la espinita de ¿qué hubiera pasado si...? y no sabía si sería capaz de soportar el peso de la duda en su conciencia.

Releyó los mensajes más recientes y suspiro. Tenía que tomar una decisión.

Solo esperaba no arrepentirse después de lo que su respuesta podría desencadenar.