Amanecía un duro día, sábado para ser exactos. El sol o hacia muestra de presencia en el cielo de las duras montañas de escocia. Un frío retador y gélido había dominado la noche de los cientos de estudiantes que integrada el exclusivo ambiente mágico del colegio llamado "Hogwarts"
Se sabía desde hace años que era un colegio sin prejuicios y que ante todo siempre ha estado la seguridad de los estudiantes. También era sabido que el mejor director en años, correspondía al mismo poseedor del título Mejor Mago de todos los tiempos, Albus Dumbledore.
Hace más de unos meses que el colegio se estaba recuperando de los estragos ocasionados por la guerra, en la que mundo mágico sucumbió. La batalla final se libró en el milenario colegio y eso era sabido por todos en el mundo. La valentía de los estudiantes fue puesta a prueba y salieron victoriosos de ella.
Varias torres, techos y algunas aulas habían sido atacados y reducidas a cenizas a causa de los ataques y respuestas entre ambos bandos.
Tras la muerte de Dumbledore el año anterior a la batalla, fue escogido Snape como nuevo director y tras su propia muerte, Mcgonagall, tomó posesión del cargo. Ella era un excelente ejemplo de cumplir reglas y someter a los estudiantes, al igual a Dumbledore, a la seguridad ante todo.
Fue una batalla dura, una guerra en la que se ponía en juego el futuro de todo un mundo más en el mundo de los muggles.
Finalmente la larga, dolorosa, trágica y horrible batalla dejó su recompensa, mundo mágico fue salvado, Lord Voldemort derrotado definitivamente por "el elegido" y poco a poco todas las familias marcadas por el dolor saldrían adelante.
Una de esas tantas familias que siguieron adelante a pesar la tragedia que sucumbió sus corazones fue Los Weasley. Perdieron un hijo, un hermano, un gemelo, un ser que era parte de ellos. Una tragedia.
Fueron días difíciles cuando su muerte acechó sus corazones; el funeral de los caídos en guerra o "Héroes caídos en Guerra", como los había llamado Charlie cuando dio en nombre de la familia el discurso durante el entierro.
La familia Weasley sufrió muchos; la señora Andrómeda con su nieto Teddy sufrían en silencio, el pequeño Lupin a pesar de ser demasiado pequeño sentía la ausencia de sus padres. Muchas familias habían sido golpeadas por la tragedia.
Durante el entierro se mantuvieron unidos; Andrómeda con su nieto y el resto de los Weasley, junto a Harry y Hermione, se ubicaron entre las primeras filas de la cantidad de sillas prestadas por el ministerio para realizar el debido entierro, muchas cosas fueron provistas por el nuevo ministro de magia para facilitar y mejorar las condiciones del entierro.
Había igual o mayor número de personas que en el entierro de Dumbledore; el sentimiento de pérdida se sentía en el aire y la tristeza los acogía a todas por igual. Muchos lloraban amargamente, gimoteos, sollozos y gritos descontrolados de dolor, todas esas vivencias que pueden llegar a nosotros cuando estamos en una ceremonia como esa, a la que ninguno desea ser participe.
Los señores Weasley se reconfortaban entre ellos en su dolor, Bill a su lado con su esposa Fleur, Charlie daba su discurso pero al lado de su asiento vacío se hallaba una pelirroja de Rumania, George estaba un poco aislado pero extrañamente cerca estaba Angelina Johnson, Harry intentaba consolar, solo con su presencia, a su ex-novia Ginny Weasley. Para él era difícil estar en ese situación pues él ni se podía consolar asi mismo, pero por su amada pelirroja era capaz de hacerlo. Por último, pero no menos importante, Ronald Weasley.
Los Granger ya habían sido buscados hace unos días, por orden directa del primer ministro, a donde Hermione los ubicó. No se tomaron represarías contra ella pues sus motivos son justificados, quería proteger a su familia. Entendía que los seguidores de Voldemort irían tras su familia y ella, decidió protegerlo. El primer ministro lo vio como una gran muestra de amor sacrificado.
Jean y Patrik Granger, estaban ubicados a dos filas de los Weasley, y estaban allí como muestra de respeto y cariño para con los Weasley. A pesar de ellos estar allí, Hermione no se encontraba con ellos, la castaña estaba lejos de estar sentada con su familia o el resto de los invitados de esa ceremonia.
No había llegado a reunirse con ellos; la ceremonia dio inicio y ella no llegó jamás. Hermione, no era persona que llegaba tarde a eventos menos cuando tienen demasiada importancia como esa, pero, no se preocuparon cuando notaron que Ron tampoco estaba. Algunos sonrieron, sonrieron amargamente, pero sonrieron.
Lejos de allí se hallaban dos adolescentes admirando el pequeño atardecer que ya se hacia presente tras las montañas. Un combinación de colores; azul y rojo con un toque naranja eran los pigmentos que dominaban en ese majestuoso espectáculo.
-¿Cómo te sientes?.-pregunto con voz seca Ron a su compañera de paisaje. No se miraban a los ojos pero se sentían asi.
-Eso debo preguntártelo yo a ti, Ron.-respondió la señorita con vestido azul noche entallado y con su cabello lacio.
-Pero tu acabas de reencontrarte con tus padres… deberías estar con ellos.-dijo agachando la mirada al acantilado que los separaba de valle de la montaña.
-Estoy donde debo estar.-dijo acercándose a él y colocando su pequeña mano sobre su hombro.
Ese contacto causo que ambos se estremecieran. Especialmente, él que estaba en un momento sensible.
-Gracias.-dijo él sin atreverse a mirarla pues creía que caería en la tristeza.-Gracias.-repitió
-Estoy para ti, Ron. Trataré de estar hasta donde tu me dejes.-ese último comentario retumbó con tristeza en los oídos de Ron.
-Hermione…
-Umm.-no apartó la vista del atardecer escondiéndose
-Nunca te alejaré de mi… siempre quiero que estés cerca.-confesó Ron alzando con su mano izquierda la cara de ella hacia él.
-Me alegro.-dijo sin abrir sus ojos.
-Pero tú, nunca me apartes de tu lado… por favor.-le pidió Ron logrando que una pequeña lagrima brotara de sus ojos azul cielo.
Algo alertó a joven y abrió los ojos para encontrarse con la triste mirada del chico, quien llevaba sus ojos rojos de tanto llorar amargamente esos últimos días.
A la distancia se escuchaban los aplausos ante el final, seguramente, de los discursos finales de algunas personas sobre los héroes. Ellos deberían estar allí pero no se les era posible. Ron no se sentía capaz y Hermione, no tenía corazón para dejarlo solo en esos momentos.
-Ron… promete algo.-pidió ella perdida ante la laguna azul de la mirada del pelirrojo
-Lo que sea.-dijo él, acariciando suavemente la mejilla de la chica.
-Estaremos juntos pase lo que pase.-
-Lo estaremos….-susurró acercándose a ella
-Sin importar las peleas.-logró articular ante la cercanía del pelirrojo
-Sin tomarlas en cuenta…
-Seremos…tú y yo…
-Tú y yo…-susurró a escasos milímetros de su boca
-Siempre
-Siempre.-y cuando iban a besarse unos cuantos cohetes empezaron a retumbar por encima de ellos dañando el momento. Resulta ser, que a una brillante persona se le ocurrió que los cohetes de conmemoración fueran lanzados desde allí.
Las primeras cenizas de esa pólvora cayeron sobre ellos y los colores alumbraban el lugar. Se separaron de inmediato cuando uno de los cohetes casi choca contra ellos.
-Bueno… deberíamos volver…-dijo Ron
-¿Te sientes listo?
-Ya no puedo alargar esto más…-dijo mirando hacia donde estaban los demás.
-Has madurado mucho, Ronald Weasley.-dijo Hermione
-Y todo gracias a ti.-dijo
Hermione se sonrojó ante sus comentarios y él lo notó. Ron se sentía orgulloso de ese pequeño movimiento de valentía. Estaba convencido que Hermione, sería su novia; tomaba eso como un juego de ajedrez, pero en vez de matar al rey haría algo más atrevido casaría a la reina. Sonrió.-
-¿Vamos?
-Si… vamos.-contestó Ron.
Se sentía mal querer disfrutar esos momentos a causa de la muerte de su hermano pero el destino al parecer quería logar precisamente eso, que en las peores circunstancias el reaccionara.
****************** Meses más tarde ****************
-Deja de fastidiar, Ronald.-decía una joven castaña entre dientes tratando de no alzar la voz pues estaban en la biblioteca.
-Lo hago por tu seguridad…-se dedicaba a repetir el pelirrojo mirando con odio a Brandon Green, un chico de Ravenclaw.
-Brandon es un buen chico, Ron.-
-Ese tal "Brandy"… no es ningún buen chico…-dijo Ron con seguridad.
-Tu que sabes…-se disponía a irse pero Ron la tomó de la cintura acorralándola con un estante de la biblioteca
-No te vas a ir para dejarme con las palabras en la boca, Hermione.-susurró agriamente. Estaba furioso por haberla visto hablar risueñamente con el rubio.
-Si me quiero ir… me voy.-replicó tratando de salir del agarre.
-No.-dijo en tono que no aceptaba replica
-¡Bien!.-gritó en voz baja. Se alejó de Ron y tomó distraídamente unos libros.
-¿Qué haces?
-Tomaré los libros… y me voy.-dijo furiosa tomando accidentalmente el libro incorrecto de donde se desprendió un pequeño trozo de pergamino viejo.-Adiós
Ron trató de ir tras ella pero se detuvo, vio el pergamino en el suelo y sintió curiosidad por eso lo tomó y decidió llevárselo. Detestaba al rubio de Ravenclaw pero no se quedaría en la biblioteca solo por él.
Se fue hecha una fiera. Estaba molesta… furiosa, enfadada con el tonto que tenía por mejor amigo, el mismo tonto que le había robado el corazón. ¡Merlín!. Desde el días del beso en la batalla o su "casi beso" durante el entierro, no habían hablado del tema "Amor". Ella estaba destrozada, quería hablarlo pero al parecer Ron no. Hermione, pensó en encararlo pero ella ya había dado el primer paso… estaba en Ron dar el siguiente.
-Hola Hermy.-saludó Ginny alegremente tomada de la mano con Harry, al parecer venían de los jardines.
Harry y Ginny eran novios desde hace unas cuantas semanas. Harry le pidió que regresaran dos semanas después de ingresar a su último año. La pelirroja, y la familia en general, se alegraba mucho por esa decisión pues reconocían perfectamente que Harry era la mejor opción para la chica. Claro está, Harry pasó por una dura conversación con todos los Weasley, y cada uno le advirtió de lo que eran capaces si veían llorar a su "pequeña".
-Hola.-dijo secamente sin mirarlos.
-Hermione, ¿estas bien?.-preguntó el azabache al ver que su amiga murmuraba maldiciones por lo bajo
-Es verdad… ¿Qué sucede? ¿Qué pasa?
-Ronald Weasley es lo que me pasa.-bramó furiosa dejando caer sus libros
-¿Qué hizo mi hermano ahora?.-pregunto la pelirroja mientras veía a su novio y mejor amiga recoger los libros.
-Es un tonto.-despotricó
-No deberías estar acostumbrada.-bromeó Ginny riendo y Harry soltó una risita pero ante la mirada de odio de la castaña ambos pararon de inmediato
-No estoy de bromas, Ginevra
-Vamos Hermione relájate.-se atrevió a decir Harry.
-¡No estoy alterada!.-le rapó el último libro de las manos de Harry y se fue a zancadas del lugar.
-No entiendo como es que con tanto estrés no….
-Ginny no sigas
-Pero es la verdad…
-Si, pero aun me cuesta imaginarme a mis mejores amigos en esas… condiciones
-Harry, aun no son novios
-Pero pasará, Ginny. Pasará.-pronosticó Harry.
El chico la tomó de la mano y comenzaron su recorrido por el colegio. Estaban enamorados y había ciertos pasillos para "conocer". Las maravillas de amor…
-El amor es una porquería… un mal innecesario.-murmuraba con furia cada tanto Ron.
Odiaba a "Brandy", odiaba a cualquier chico que estuviera cerca de la castaña y se odiaba a si mismo por no ser capaz de hablarle directamente de sus sentimientos. Reconocía que el siguiente paso debía darlo él pero el miedo aun lo retenía y estaba pagando un precio muy caro. Le estaba costando estar con la mujer amada.
-Hermione…-suspiró
-¿Por qué no es fácil decirte lo que siento?
Ron tenía la voluntad y la fuerza para decírselo pero cuando se refería a Hermione Granger su valentía se iba y se tomaba su tiempo para volver.
Se sentó en su cama aun no era muy tarde. Eran aproximadamente las cinco y treinta, el sol se estaba poniendo y la luz del sol se desvanecía. Cuando se iba acostar sintió el papel en su bolsillo y decidió ojearlo… solo por curiosidad.
-¿Qué será esto?
------Al mismo tiempo en la habitación de las chicas
-Es detestable.-repetía Hermione.-Es horrible… es un pesado… lo detesto… es… es… es hermoso, se ve lindo cuando despotrica contra un chico, es tan tierno cuando se lo propone… es… ¡basta! ¡Basta Hermione! Se supone que estas furiosa.-se recriminó a ella misma.-Es imposible que lo vea hermoso cuando estoy furiosa con él
-El amor es asi, señorita.-dijo una voz algo chillona desde la ventana
-¡Lety!.-se asustó, se llevó una mano al pecho para comprobar si aun latía.- Me has dado un susto
-Disculpe, señorita. Pero la señorita me dijo que podía venir a visitarla cuando quisiera.
-Lo recuerdo.-dijo mientras se sentaba.
Lety era una elfina doméstica. Trabajaba en Hogwarts y era de los pocos elfos que apreciaban la libertad que un "amo" podías ofrecerles. Conoció a Hermione cuando ella fue a las cocinas a buscar provisiones los primeros días y se encontró con la elfina. La castaña como es prefecta y premio anual le pidió de favor que no dijera nada y Lety acepto; de ahí empezaron a hablar y ya hoy en día eran muy amigas.
-No debería despotricar contra el señor Weasley, señorita.-le aconsejo la elfina
-¿Tú cómo sabes que hablaba de él?.-acusó la castaña pero al ver la sonrisa de Lety, comentó.-No sabías ¿verdad?
-No sabía.-sonrió ampliamente
-Lo sabía.-dijo levantándose por su libros, el que sacó de la biblioteca.-Ron se pasó. Estaba acusando a Brandon de querer algo conmigo
-¿El joven Green?
-Si
-El joven no está tan lejos de la verdad, señorita.-dijo la elfina
-¿Qué quieres decir?
-El joven Green le decía aun compañero de su casa.-mirando a Hermione.-Que la consideraba hermosa e inteligente, que le encantaría salir con usted
-¿De verdad?.-se asombró Hermione.-No me lo hubiera creído
-¿Sabe a cual chico se lo dijo, Señorita?
-No, Lety cuéntame
-Al Señor Weasley, señorita
-¿Cómo?
-Si, y le pidió que le consiguiera una cita con usted
-¿¡¡Por qué no me diría nada!!?
-Uno no entrega lo que ama, señorita
-Es imposible que él me ame
-Señorita, yo jamás dije a quien me refería.-dijo alejándose
-Pero... yo…
-Buena noche, señorita
-Buena noche, Lety.-sonrió
-Tonto Ron.-volvió a murmurar camino a su cama, tomó el libro y se sentó en posición de indio sobre la misma; Abrió el libro… y notó que estaba en letra antigua, pero no eran ruinas. Se extrañó por eso pero se percató que precisamente no era el libro que buscaba.
-Por culpa de Ron tomé el libro incorrecto.-Se iba parar a llevar el libro antes que cerraran pero un trozo de pergamino cayó de él y tuvo la curiosidad de abrirlo.
--------*En el mismo instante, en diferentes habitaciones, en distintos puntos del colegio, ambos seres mágicos leerían un hechizo de magia antigua.*------------
-"Una fuerza poderosa del universo
transportará mi espíritu
hasta donde la magia pueda llevarme;
me llevará hasta el punto más alto
donde la luz es más fuerte y
el brillo es más armonioso;
la verdad será revelada.
Ese viaje me abrirá en cuerpo y alma,
dejando salir desde mi corazón
la entrega absoluta de amor.
Y solo esa entrega me traerá de vuelta"
-¿Qué es esto?.-se preguntaron ambos desde sus ubicaciones.
De inmediato una fuerza neblina azul noche apareció sobre ellos y los rodeo respectivamente. Entre ese extraño viento se veían pequeños brillos de colores como estrellas intermitentes que se movían rápidamente; sin darse cuenta el aire que respiraban estaba siendo dominado por un extraño humo grisáceo con olor a chocolate amargo y se fueron debilitando hasta quedar inconcientes.
-Señora…Señora despierte.-decía una voz chillona.-Señora despierte. El señor se quedo dormido en la biblioteca de la casa
-Umm.-Ella no quería despertarse. La castaña se removió
-Señora despierte es tarde
-Un poco más… por favor
-Señora usted me pidió que la despertara a esta hora.
-Lety yo… ¡Momento! ¡¡Lety!!.-se incorporó de golpe.-Lety
-Buen días, Señora.-saludó la elfina cortésmente.-Señora, es tarde
-¿Señora?.-Hermione decidió mirarse y notó que no era ella misma, al menos no la que recordaba. Un cuerpo mejor desarrollado, una pijama más seductora, junto a una cama matrimonial de una habitación amplia color blanco con cortinas beige que la rodeaban. Además que notó que Lety estaba un poco más vieja.
-Mi señora, su esposo se quedó dormido en la biblioteca.-informó
-En la biblioteca…-murmuró.-Ya va…dijiste ¿¡Esposo!?.-se alarmó.
-Su esposo, señora.-
Hermione con cierto miedo alzó su mano izquierda y notó al abrir sus ojos que un bello anillo de oro blanco con una gema brillante, estaba encajado en su dedo anular. Ese anillo brilló ante la llegada de luz, pues la elfina alzó la cortina del balcón.
La castaña, al parecer casada sin saber con quien, se levantó lentamente y se asomó por el balcón. Un hermoso paisaje natural se pudo deslumbrar, se le hacia familiar de hecho es el lugar donde añoraba ir con Ginny cuando tenía catorce años; estaba más allá del lago bastante lejos de la madriguera pero era casi mágico, la brisa era fresca y al encontrarse sobre una colina poseía un paisaje maravilloso.
Recordaba que una vez le comentó a su pelirroja mejor amiga que cuando se casara construiría una casa en ese lugar, pero jamás pensó que se cumpliría. Se acordó… su pelirroja mejor amiga, ¿donde estaba Ginny?
-Lety
-Dígame Señora
-¿Dónde esta Ginny?
-La señora Potter esta en su casa
-¿Señora Potter?.-se asombró
-Asi es. Señora debería despertar al señor. Yo ya lo intenté pero se volvió a quedar dormido.
-Ahora iré.
La elfina se retiró y la castaña se quedó. Se sentía extraña, no recordaba gran cosa. Se acordaba de Lety pero cuando la vio, pero del resto… nada. Su mente y recuerdos parecían llegar de apoco.
Lo que le preocupaba era el hecho de estar casada y no recordar con quien, era frustrante. Observó la habitación por si había alguna foto pero nada y al observar un armario y querer ir hacia él, la puerta se abrió y Lety entró.
-Señora, escuche al señor murmurar creo que puede ir a despertarlo
-Enseguida voy.-
Tan asustada iba que ni tomó su bata. Salió de la habitación y extrañamente la elfina le indicó que puerta era como si algo le dijera que Hermione estaba más que desorientada esa mañana. Lety sonrió y desapareció en el pasillo.
La castaña con su fino y delicado pijama extremadamente sexy que dejaba ver sus esbeltas y delicadas piernas a la perfección. El pijama era de tiras y color azul cielo. No hacia frío por lo que no se percató de cómo iba vestida a "conocer" a su "esposo".
Abrió la puerta con cuidado y de inmediato quedó perdida ante la majestuosidad de esa biblioteca, cientos y cientos de libros adornaban las altas y anchas paredes de esa habitación. Había dos escritorios, uno ordenado y el otro desordenado, donde había una silueta acostada. Ella se acercó sigilosamente, él estaba cubierto por una manta oscura hasta la cabeza; Hermione iba a correr dicho sabana cuando el despertador sonó y el hombre se incorporó rápidamente.
El hombre murmuró maldiciones como "entupido aparato muggle"… "inoportuno despertador" y cosas como esa. Se quitó la sabana y volteó a ver a la sombra que creyó ver por escasos minutos al despertarse.
Ambos quedaron estupefactos, sus ojos se abrieron como platos y la admiración con el asombro los invadió. Sus mentes se bloquearon y no eran capaces de articular palabra. Ron dejó de pensar en cuanto la vio y Hermione no cabía en su asombro. Inconcientemente ambos miraron a un pequeña foto en un portarretrato junto al reloj despertador, y comprobaron lo evidente.
Se veían a ellos mismos abrazados y felices sonriendo y dándose un corto beso. Ella vestía de color blanco y un bello velo adornaba su rostro, por su parte el chico, vestía un traje negro de gala. Ambos se veían hermosos, muy alegres.
Hermione regresaron la mirada al otro y la mirada azul de él se encontró con el color café de los de ella. Varios recuerdos invadieron sus mentes…
-Disculpe, pero acaba de llegar un mensaje que dice que si los señores Weasley asistirán a la fiesta del ministerio.
-¿Señores Weasley?.-dijeron al mismo tiempo… tras esa pequeña parte de la oración expresada por la elfina, ambas mentes terminaron por colapsar.
Algo había pasado y ellos… ellos estaban casados.
