Malaquite


Capítulo Uno

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Disclaimer: Dragon Ball no me pertenece, su propiedad es de Akira Toriyama

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Espero que les guste

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El mundo era suyo.

Destrucción, caos, muerte ¿Qué más podrían desear aquellos seres?

Aquellos que fueron corrompidos y torturados hasta crear a las máquinas perfectas, hasta crear a los monstruos capaces de acabar con todo… Incluso con su propio creador.

Aquellos que veían en los seres humanos tan sólo juguetes, divertidos muñequitos que gritaban y, que cuando trataban de ser valientes y enfrentarlos, se reían en su cara… y eso era lo último que veían antes de morir.

Unos fríos ojos azules carentes de humanidad.

Dos demonios sentados en tronos de cuerpos, siempre unidos por un lazo aún más fuerte que el de su hermandad.

El poder absoluto.

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Completamente harta de la absurda paz que comenzaba a realizarse debido a la destrucción de los androides hacía cinco años, salió del escondite y decidió causar el caos.

No tenía la misma fuerza que sus padres, pero estaba segura que podía causar terror en los ciudadanos nada más con su presencia, reconocerían sus ojos en cualquier lado.

No se habían dado más avistamientos del guerrero de cabello dorado desde que había matado a los androides, y ella se supo mantener oculta para no sufrir su mismo destino.

Sintió tanta felicidad al ver el edificio volar después de haber lanzado el rayo de energía, y los gritos de los humanos le cosquillearon los oídos.

—Aahhh ¡La dulce desesperación! —se pasó un mechón de cabello rubio por detrás de la oreja.

—¡Los androides han vuelto! —escuchó y eso logró hacerla soltar una risa, una risa tan parecida a la de su madre. Siguió lanzando rayos de energía destruyendo todo a su paso, volando y dando vueltas, riendo como loca.

¡Hacía tanto no se divertía de esa forma! Sus padres preferían mantener la diversión para ellos mismos y dejarle tan solo las cosas pequeñas por su corta edad.

¡Pero ya tenía diecisiete! Y se había hartado de esconderse por miedo del guerrero dorado que no aparecía.

¡Que todo se fuera a la mierda!

—¡Malaquite está aquí! —gritó.

Un impacto en su espalda la hizo caer de donde estaba, el suelo de agrietó cuando cayó con fuerza. Se giró con furia y a la vez miedo, si era el guerrero dorado, estaba muerta.

Pero no lo era.

El impacto había llegado del techo de una casa, una mujer de cabello negro y vestimenta militar la señalaba con un rifle.

—¿Crees que eso puede acabarme, humana? —le gritó señalando a donde estaba aquella humana con un rayo de energía.

—¡A sus ordenes, Mai! —escuchó. Y levantó la vista para ver a varios humanos señalándola con varias armas. Chasqueo los dientes.

—¡No destruirán nuevamente nuestra paz! —exclamó la mujer, que al parecer era la líder.

Malaquite gruñó y levantó el vuelo a alta velocidad en el mismo momento en que le empezaron a disparar. Esquivó los disparos mientras volaba, aumentó su velocidad y siguió subiendo hasta que las balas ya no podían alcanzarla.

—Maldición —se quejó entre dientes, estos humanos ya no se asustaban.

No quería volver a su escondite, pero se daba cuenta que ahora los humanos estaban más fuertes.

Decidió bajar y caminar, para perderse entre las personas y ver si encontraba alguna forma de divertirse sin llamar tanto la atención.

Aunque amaba llamar la atención.

—Tengo que buscar la forma de fortalecerme —gruñó para sí misma. La ciudad del Oeste estaba siendo reconstruida de una increíble forma, los grandes edificios se alzaban hasta el cielo y Malaquite, en verdad, extrañaba todo el caos y destrucción en el que creció. Extrañaba el olor a polvo y fuego, cosas y personas quemándose y los gritos de miedo y de dolor. Las balas de la pistola de su padre atravesando los cráneos de los débiles humanos. Las patadas de su madre torciendo los frágiles cuellos de las personas.

¡Como extrañaba eso!

Si no hubiera sido por el maldito guerrero… Ojalá hubiera una forma de volver en el tiempo y evitar que todo aquello hubiera pasado…

Tan solo retroceder cinco años…

—¡Maldición! —pateó una piedra tan fuerte que atravesó la ventana de una casa. Había estado caminando a la deriva que no había visto por donde iba.

Estaba a las afueras de la ciudad, frente a una casa en forma de domo con la ventana rota.

Por impulso, se escondió detrás de una pila de rocas cuando una mujer de cabello azul salió de la casa soltando maldiciones de los niños traviesos que lanzaban piedras.

Luego, al no encontrar nada, volvió a la casa.

Malaquite vio la oportunidad perfecta para hacer un desastre, una mujer solitaria no sería un problema para ella. Se acercó a la casa y miró por la ventana rota, buscando la forma de asustar a aquella mujer.

—Ya falta poco —escuchó que ella decía, y la vista de la adolescente se fijó en una máquina de color amarillo que la mujer de cabello azul reparaba—. Pronto tendré la máquina del tiempo nuevamente lista, Trunks… Y podré cambiar tu futuro, mi niño.

¿Máquina del tiempo?

¡Eso era lo que necesitaba!

Una sonrisa malévola apareció en su rostro ¡El mundo estaba a su favor y por fin podría recuperar a sus padres!

Se escondió cuando la mujer fijó su vista en la ventana.

—Debo ir a comprar otro vidrio —se quejó la mujer. Malaquite se encaramó en el techo a esperar la salida de la mujer, para que se le hiciera más fácil entrar y robar aquella máquina.

La vio salir, y al notar que se alejaba, entró al laboratorio.

—Tonta —dijo soltando una risa ¡Le había dejado la máquina ahí! ¡De regalo! Los humanos eran tan ingenuos.

Pero esta no.

Los disparos le cayeron encima antes de que lo previera, y alcanzó a esquivarlos por poco, sin embargo, dos alcanzaron a impactarla.

Corrió como nunca hasta llegar a la máquina y subirse en ella, le sorprendió que las balas no llegaran ahí, se imaginó que la humana pensaría que el intruso moriría enseguida.

¡Era una tonta!

Miró los botones, no sabía cómo carajos usar esa máquina, y ya sentía que perdería el conocimiento por el impacto de la bala en su cuello, si no fuera porque era más resistente que los humanos, estuviera muerta…

Sentía la sangre correr por su espalda.

—cinco años atrás —dijo, presionando los botones a la loca, buscando la forma de que eso funcionara.

Y funcionó.

La máquina se cerró y comenzó a rugir, dando a entender que atendería a la orden dada.

Ascendió rompiendo el techo de la casa y, no sabía si era que su vista se estaba nublando, pero comenzaba a ver borroso.

Sus ojos comenzaron a cerrarse y sintió que iba perdiendo el conocimiento.

Su cabeza golpeó los controles cuando cayó desmayada, completamente agotada por el dolor.

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Los seres que se creían perfectos, que eran las máquinas de matar ideales, tenían una falla: Tenían parte humana, y esa parte a veces salía a flote… Y deseaba… Y anhelaba… Y nadie era digno.

Los humanos no eran dignos de acercarse siquiera a ellos, eran simples ratas, pequeñas cucarachas que les proporcionaban diversión.

Solo ellos mismos eran dignos del otro: mismo poder, misma maldad, mismo pensamiento.

Solo ellos mismos podían satisfacer las necesidades humanas del otro, sin importar el parentesco que poseían.

¿A quién le importaba la línea de sangre cuando la lujuria gobernaba?

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Marron gruñó y se sumergió más en el libro mientras escuchaba los gritos de batalla de Goten y Trunks. Miró de reojo la comida del picnic, que ellos solamente se dignaron a tragar y luego fueron a entrenar ignorándola por completo.

—Son unos tontos —gruñó nuevamente.

Las montañas Paoz estaban completamente tranquilas ese día, y debido al calor que hacía en la tarde, Marron había propuesto aquella salida de campo con tal de hablar un poco y ponerse al día. Con ella en la preparatoria y ellos en la universidad, no tenían tiempo para estar juntos casi, como tantos años atrás.

Un rayo de energía fue a parar frente a ella haciéndola sobresaltar.

—¡Lo siento! —gritó Goten. Marron dejó el libro sobre la manta y se levantó furiosa del suelo, limpiando enseguida su vestido. Fue a levantar el vuelo para golpear a ambos chicos por ser unos idiotas, cuando lo escucharon.

El estruendo resonó en sus oídos y pronto, la máquina amarilla cayó frente a ella. Se le hacía extrañamente familiar y su curiosidad fue en aumento al ver la marca de la CC en ella.

Fue a acercarse, pero Trunks y Goten se le adelantaron.

—¿Qué hace la máquina del tiempo aquí? —preguntó Trunks. Goten miró a su amigo.

—¿Y si es el tú del futuro? De pronto otra vez en donde está hay peligro —Trunks negó con la cabeza ante lo dicho por Goten.

—Whiss los llevó a un futuro pacífico y… Ellos no tenían máquina del tiempo.

—¿Podrían explicarme qué está pasando aquí? —preguntó Marron llamando la atención, los dos chicos la miraron.

—Es un tema muy complicado… —aseguró Trunks. Marron negó con la cabeza.

—Sea cual sea el tema. Alguien debe estar ahí dentro y no ha salido —voló hacia la máquina ignorando el llamado de sus amigos. Llegó hasta el vidrio y se dio cuenta que no había nadie en la silla—. Que extraño —dijo y miró bien dentro de aquella cabina, notó en el suelo un cuerpo—. ¡Hay alguien dentro que está herido! —exclamó, Goten y Trunks se acercaron volando y miraron, notando que enseguida el cuerpo. Trunks fue quien rompió el vidrio y, antes de que Goten tomara el cuerpo, Marron se adelantó y lo tomó. El peso de la chica, y que ella no tenía el suficiente entrenamiento, la hizo descender rápidamente. Marron se sentó en el suelo y apoyó la cabeza de la muchacha en su regazo.

—La verdad, no esperaba una chica ahí metida —confesó Goten. Marron notó que la muchacha respiraba con calma, y estaba sucia de mugre y sangre. Se sobresaltó cuando ella abrió los ojos, tan azules como los suyos, y los fijó en ella. La vio haciendo fuerzas para hablar.

—No te esfuerces tanto —le susurró Marron acariciando su mejilla—. Te llevaremos a donde estarás bien —una pequeña sonrisa y la chica cerró sus ojos volviendo a quedar inconsciente.

—Mi madre dice que la llevemos —dijo Trunks que acababa de colgar el teléfono, y convertía la máquina del tiempo en una cápsula. Goten tomó el cuerpo de la chica del regazo de Marron y no cargó en brazos. Los tres, olvidando el picnic e incluso el libro que Marron leía, se dirigieron a la Corporación Cápsula.

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Al ser más que todo máquinas, nunca se imaginaron que su enfermiza relación tendría consecuencias.

—Piensa en ella como una pequeña aliada —dijo Dieciocho mirando a la criatura en la cuna. A sus pies, yacían los antiguos dueños de aquel hogar, incluso, la antigua criatura que dormía en la cuna.

—Con que no nos cause problemas será suficiente —dijo Diecisiete mirando desde lejos a la bebé.

Dieciocho le sonrió a la criatura que la miraba con aquellos ojos azules, tan fríos como los de ellos.

Le sonrió.

—No lo hará.

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Estaba segura que había visto un ángel cuando abrió los ojos.

Había quedado prendada apenas sus ojos se habían conectado a aquellos ojos azules. Se le hacían tan familiares, pero eran tan hermosos que la habían sumergido.

Estaba segura que aquella chica era luz en su totalidad, y Malaquite era oscuridad pura.

¿Era normal que le atrajera aquel ser de luz?

¿Aquel ángel maravilloso que podía calmarla con tan solo una caricia?

—Es extraño, no puedo identificar de qué línea de tiempo vendría —la voz de esa mujer… ¿Era acaso la peliazul? ¿Acaso la absurda máquina esa no había funcionado?

—No puedo sentir ki emanando de ella —la voz esta vez era de un chico—. Si fuera humana igual tuviera, cualquier ser vivo tiene ki, y como podemos darnos cuenta… Ella no está muerta.

Y otra vez pudo sentir la caricia en su mejilla.

—Se me hace conocida —era la voz dulce de su ángel—. Como si la hubiera visto en otro lado…

—Se parece a tu madre —dijo otra voz.

—Marron, llama a tu madre. Tiene que ver esto —estaba completamente extrañada.

No sabía en donde se encontraba, y poco a poco comenzaba a recobrar la conciencia. Su vista comenzó a aclararse y comenzó a sentir la pesadez en el cuerpo. Lastimosamente no había heredado la célula de energía de sus padres.

Las imágenes comenzaron a formarse y lo primero que vio al abrir los ojos fue la intensa luz blanca sobre sus ojos. La luz del laboratorio.

—Oh, despertaste —la voz de la mujer provenía de la esquina. Se sentó en la camilla y se acarició el cuello—. Me impresiona que hayas sobrevivido con ese disparo en el cuello —buscó a la mujer y cuando la vio se puso en guardia. Definitivamente, se veía más joven de cómo la había visto hacía unas horas, y no parecía molesta.

—¿En dónde estoy? ¿La máquina funcionó? ¡Responde, insignificante humana! —la mujer enarcó una ceja y se levantó. Malaquite señaló a la mujer, mientras ésta sin miedo alguno se acercaba a la chica.

—Estás en mi laboratorio, y sí, la máquina funcionó. Estás en el 787. Ahora responde tú ¿De dónde vienes?

—No… No… —Malaquite no prestó atención a lo que la mujer le preguntaba—. No retrocedí lo suficiente, eran cinco años, no tres.

—¿De qué futuro vienes? —insistió la mujer. La furia inundó a Malaquite y lanzó una esfera de energía directo a la mujer que ésta logró esquivar. Antes de lanzar otro ataque de furia,Malaquite se vio en el suelo. Sobre ella evitando que se moviera, había un chico de cabello lila.

Lo imaginó con el cabello rubio y levantado, reconocería aquellos ojos en donde fuera.

—¡Tú los mataste! —le gritó, luchando para quitárselo de encima. Necesitaba pelear, no iba a morir así como así.

—¡Oye, calmate! No sé de qué hablas —dijo el chico levantándose y tomándola por los brazos.

—Yo sí sé de qué habla. Por eso la mandé a llamar —dijo la peliazul revisando unos papeles en sus manos.

—Mi madre ya viene, Bulma —aquella voz la hizo calmarse. Malaquite miró hacia la puerta para ver claramente a su ángel. Marron, como había escuchado que habían llamado, la miró y le sonrió. Luego, le lanzó una mirada asesina al chico que la sostenía.

—Suéltala, Trunks.

—Ella trató de matar a mi madre —respondió el muchacho.

—Tan solo está asustada… —se acercó brindándole la más bella de las sonrisas, dejando a Malaquite más hipnotizada de lo que ya estaba. Marron estiró su mano—. Soy Marron ¿Cual es tu nombre? —Malaquite sintió su mano libre y trató de tomar la de Marron.

—Soy Malaquite —murmuró. Marron la tomó de la mano y le sonrió.

—Mucho gusto —Malaquite se sintió flotar al sentir el calor humano que emanaba la mano de Marron.

Necesitaba estar con ella.

Ella tenía que ser suya.

Aprovechó la distracción del chico tras ella para poder golpearlo en la entrepierna, provocando que se retorciera del dolor y tomó a Marron en brazos.

Fue tan rápido que no le dio a nadie tiempo de responder, ni siquiera a la misma Marron.

El vidrio se rompió y Malaquite salió volando, llevándola en brazos, agarrándola tan fuerte para que ni ella misma pudiera liberarse, pero a la vez tan suave como si ella fuera una muñeca de porcelana.

Era definitivo, la luz de ella la había atraído como una polilla.

Malaquite quiso mancharla y sumergirla en la oscuridad como fuera posible.

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—¡¿Y DICES QUE LA DEJASTE ESCAPAR ASÍ COMO ASÍ?! —Dieciocho estaba que mataba y comía del muerto. Andaba de un lado a otro como un animal enjaulado.

—Trunks, Goten y Vegeta la están buscando —respondió Bulma con tranquilidad—. Y no podía lanzar disparos porque podía herir a Marron. Nos tomó a todos por sorpresa. La chica fue tan rápida que nos tomó desprevenidos.

—No me sentiré tranquila, la buscaré yo.

—Dieciocho, hay una razón por la que te llamé —la rubia mayor se cruzó de brazos, mirando con molestia a la científica.

Bulma entendía cómo debía sentirse la androide, pero no podía hacer nada desesperándose. Había a beca que mantener la mente fría.

—¿Para qué me llamaste?

—Esa niña es un androide, y viene del futuro, en donde tú y tu hermano eran…

—Sí, unos despiadados asesinos, ¿ella también fue creada? Tu hijo del futuro nunca la mencionó.

—Por lo que dijo, podemos asumir que viene del 790. Y pretendía viajar al 785 a salvarlos a ustedes, pues reconoció a Trunks de inmediato como su asesino.

—¿Por qué la chiquilla esa querría salvarnos?

—Dieciocho… Con respecto a su ADN encontré algo peculiar —la científica se mordió el labio mientras la androide esperaba que le dijera lo que tenía que decirle. Bulma dudó en comentarle aquello, no sabía cómo reaccionaría… Ella misma había quedado completamente impresionada ante lo descubierto—. La niña tiene un parentesco contigo y con tu hermano.

—¿Mi hermano y yo tenemos otra hermana? —asumió la androide soltando una risita—. Más bien los del futuro tienen una.

Bulma soltó una risa nerviosa y le extendió los resultados a la androide.

—No una hermana… Más bien, una hija.


Nota: Oh bueno... Quiero decir que ni yo sé de donde salió esta fumada XD

Simplemente una conversación loca, asumimos que los Mirai podían haber sido muy locos XD y que una cría de ellos podría ser el demonio... Y walá! Surgió esta criatura del infierno XD

Xreanme, el incesto es algo nuevo para mí, pero debo admitir que idear este fic me ha encantado... Iba a ser solo un OS, pero creería que seria demasiado información que procesar en tan solo un capítulo, así que esto tendrá dos o tres.

Con respecto a que ella esté enamorada de Marron ¿No es irónico que esta hija del incesto sea bien incestuosa? Marron vendría siendo su hermana en esta línea XD

Ya, me calmo.

Espero que esta locura les haya gustado XD

Besos y gracias por leer!