N/a: Agradecer en primer lugar a Lu Dewey por ser mi beta. Te adoro, cielo.

Advertir, así mismo, que este fic sí que será Yaoi (ya se puede adivinar en este capítulo. Obviamente será un ZoLu. Así que si no te gusta, simplemente vuelve atrás y busca otra historia que leer.

¡Gracias por leer!

Advertencia: Contiene Spoilers de Water 7. Si no has visto la serie después de la saga de Skypiea, probablemente no te gustará encontrarte con spoilers varios.

Seguramente habrá mención de algunas de las películas de One Piece. Así que sigue leyendo bajo tu propio criterio, no quiero que después os quejéis por haberos comido un montón de Spoilers.

Disclaimer: Los personajes no me pertenecen. Son propiedad de Eiichiro Oda.

Mystery

01 —

Si bien era cierto que Monkey D. Luffy podía ser un cabezota sin remedio, también lo era que su tripulación le quería tal y como era.

El chico de goma había demostrado muchas veces lo mucho que sus camaradas le importaban, al punto de llevar su cuerpo al límite para poder protegerles.

Quien más parecía conocerle era Roronoa Zoro, quien había pasado más tiempo con él que cualquier otro de los integrantes de los Piratas del Sombrero de Paja.

Lo más preocupante, sin embargo, era la actitud que estaba teniendo el Capitán desde que dejaron atrás Enies Lobby y Water 7. Había estado durmiendo la mayor parte del tiempo o bien sentado sobre el mascarón en forma de sol, su mirada perdida en el horizonte de forma pensativa.

Sí, habían recuperado a Robin y habían derrotado al CP9, incluso habían descubierto que el Almirante Garp era el abuelo de Luffy, pero algo estaba atormentando al hiperactivo chico y todos empezaban a estar preocupados. Chopper tenía que hacer grandes esfuerzos para no molestarle. Él era el médico de abordo y estaba empezando a desesperarse por la actitud del Sombrero de Paja.

Zoro no estaba para nada tranquilo tampoco. Jamás había visto al chico en semejante actitud y no entendía por qué ocurría eso de repente.

—Estoy realmente preocupada —susurró Nami mirando por la puerta abierta de la cocina. Robin posó su cabeza sobre una de sus manos—. No puede ser normal en él. Siempre es el primero en sonreír y en buscar aventuras. Es como si alguien le hubiera lavado el cerebro o algo así.

—¿Quizá le ha afectado la pelea contra Rob Lucci? —inquirió la pelinegra—. No vimos la pelea entera, quizá ocurrió algo de lo que no sabemos.

—¿Tú crees? Pero Luffy jamás se había mostrado tan afectado… Quiero decir, ha peleado contra mucha gente fuerte… Derrotó a Crocodile en Arabasta.

—No sé —intervino Usopp—. Quedó muy tocado después de esa pelea.

—Me preocupa su salud. Apenas ha comido estos días —dijo Chopper en un suspiro—. Quizá no sea nada, pero añoro la actividad del capitán.

—Se le pasará —intervino Zoro—. ¿No podéis confiar un poco más en él? Él lo hace con vosotros. Si algo le atormenta no tardará en decirlo.

Robin asintió.

—Estoy de acuerdo con Espadachín-san —concordó la usuaria de la fruta Hana-Hana no mi.

Los demás suspiraron, esperando que así fuera. Quizás Luffy sólo necesitaba algo de tiempo a solas. Después de todo, el chico de goma siempre volvía a la persona infantil e hiperactiva de siempre.

Luffy, sin embargo, seguía dándole vueltas a lo que Lucci le había dicho.

"El Nuevo Mundo es un infierno. No lograrás pasar más allá de la primera isla."

Aún se preguntaba si era tan horrible como la gente le había dicho. ¿Qué querían decir? ¿Por qué muchos de los Piratas que volvían del Grand Line decían que era una pesadilla?

Ahora era cuando realmente se planteaba si había sido una buena idea empezar ese viaje. ¿Qué pasaba si no era capaz de proteger a su tripulación? Sí, sus compañeros eran fuertes y tenía a Nami, una gran Navegante, pero… ¿Y si ocurría algo que ni siquiera él era capaz de evitar? ¿Y si había un contrincante al que no podía vencer?

Después de Enies Lobby su cabeza había aumentado de precio. Trescientos millones de Beri. ¡Qué locura! Se había convertido en el blanco de mucha gente peligrosa, uno de ellos era el Almirante Aokiji.

Lo que le llevaba a preguntarse: ¿cuántos más como Aokiji había por el mundo? ¿Sería capaz de vencerles? El Almirante le había demostrado que estaba a un nivel superior al suyo propio, quizá con sus dos nuevas técnicas no sería siquiera capaz de ponerle una mano encima a ese tipo.

Con el Gobierno Mundial tras sus cabezas, también estaban los Shichibukai. Cierto que ya se había enfrentado a uno de ellos: Crocodile, pero no sabía qué poderes poseían los demás, además, había estado a punto de morir a manos de éste.

Sus ojos volaron al cielo. Algunas nubes pasaban sobre ellos. Si quería convertirse en el Rey de los Piratas debía hacerse más fuerte, tenía que enfrentarse a los problemas que pudieran interponerse en su camino fuera como fuera.

Aparte, también estaban los cazarrecompensas. Dudaba mucho que gente débil se atreviera a enfrentarse a alguien con una suma tan alta de beri, pero otros más fuertes irían a por él y su tripulación.

Algo en su interior le decía que todo iría bien, que la suerte estaba de su lado y en parte, sabía que era cierto.

Habían escapado de una base de la Marina, habían salido victoriosos de Enies Lobby y Water 7, incluso de Arabasta, pero no sabían qué más les deparaba aquel viaje. ¿Qué otros peligros les acechaban? ¿Cuántas aventuras les esperaban por delante?

Decir que quería seguir con aquella vida se quedaba corto, pero también debía pensar en el bienestar de sus amigos. Ellos eran su principal preocupación. Después de todo, él era el Capitán de ese barco y aunque ellos insistían en que estarían bien.

Sin duda, podía considerarse afortunado de tener a esas personas como sus compañeros de viaje. Ellos le habían enseñado el significado de la palabra "camaradas" y siempre les estaría agradecido por todos aquellos buenos momentos. Pero, a quien estaba más agradecido era a Zoro, con quien había empezado –por decirlo de algún modo- el largo viaje hacia el Grand Line.

Quizá era absurdo, pero realmente se sentía bien tener al espadachín en el barco. Posiblemente, éste era el que más le comprendía y quien mejor conocía su forma de ser. Podía confiar que pasara lo que pasara, Roronoa Zoro estaría ahí.

Sintió la presencia de alguien a su espalda y se giró levemente para encontrarse a la persona que había ocupado los últimos cinco minutos de sus pensamientos y no pudo menos que sonreír.

—Zoro —pronunció con alivio.

—¿Qué ocurre, Luffy? —preguntó el de pelo verde mientras apoyaba la espalda en una de las barandillas.

—Sólo estaba pensando —murmuró el chico de goma—. A partir de ahora las cosas serán mucho más complicadas y peligrosas. Sólo estaba preguntándome qué tan lejos podremos llegar. No es que me arrepienta de lo que he hecho o provocado, le prometí a Ace que viviría una vida de pirata plena, sin arrepentimientos, pero me preocupa lo que os pueda pasar a vosotros.

—Sabes que aunque muchos se quejen, te apoyarán hasta el final. Es la vida que hemos elegido —replicó el espadachín—. Todos perseguimos un sueño y todos compartimos el tuyo.

Luffy se quedó callado unos instantes. Las palabras de su segundo al mando tomando sentido en su mente.

—Lo sé, pero eso no evita que me preocupe. No quiero que salgáis lastimados de forma innecesaria.

—Por eso tú, como capitán de este barco, sabes a quién enfrentarte para evitar eso —respondió Zoro—. Desde un principio, de alguna forma, has conseguido evitarnos males innecesarios. Tú fuiste el que se enfrentó a Arlong. Ya sabías que Nami sería incapaz de enfrentarlo. Al mismo tiempo, fuiste tú quien se enfrentó al que amenazaba la aldea de Usopp. Inconscientemente sabes quién es el rival en potencia, a quien tú debes enfrentar.

—¿Qué pasará el día en que no pueda vencer a alguien? ¿Qué pasará si por mi culpa resultáis heridos? —dijo Luffy seriamente—. Quizá ese sea el día en que debamos abandonar.

—Llegado ese día, ya veremos qué hacemos y definitivamente no vamos a abandonar por el hecho de que no podamos derrotar a alguien. Capitán, no sólo estamos nosotros, a lo largo de todo este viaje, hemos hecho muchos aliados. Llegados a ese punto, estoy seguro que habrá aliados de nuestra parte que nos ayudarán.

—Siempre sabes cómo darme ánimos —comentó Luffy—. Gracias.

El espadachín asintió, aceptando las palabras de agradecimiento. Seguramente había mucho más rondando por la cabeza del chico, pero prefería no presionarle demasiado.

El capitán tenía muchas cosas en las que pensar. A lo largo de esos meses habían pasado muchas cosas y el de pelo verde sabía que Luffy era quien más carga llevaba sobre su conciencia.

Ése era uno de los motivos por los cuales Zoro le admiraba tanto. El Sombrero de Paja era una persona que a simple vista podía ser sorprendido con facilidad, pero su lealtad hacia sus amigos era infinita.

No importaba lo difíciles que fueran los tiempos, las adversidades que pudieran encontrarse, siempre mantenía su positividad contagiosa, ese aura de tranquilidad que provocaba que quien estuviera a su alrededor fuera capaz de enfrentarse a cualquier cosa, por pequeña que ésta fuera.

Ése era el Luffy que había conocido tiempo atrás y ése era el hombre que prefería ver y a quien quería por encima de cualquier sueño.

Zoro se preguntaba si algún día sería capaz de olvidar su propio sueño con tal de que ese vivaz muchacho consiguiera cumplir el sueño que se había propuesto. Y en su interior sabía cuál era la respuesta a esa pregunta.

No sabía, con exactitud, cuándo habían cambiado sus pensamientos y sentimientos hacia el capitán, pero tenía claro que a esas alturas, no le importaba lo más mínimo, siempre y cuando Monkey D. Luffy fuera feliz y viviera su propia aventura.

Quizás ahora entendía las palabras de Kuina: "Tu sueño es mi sueño". Y era cierto. El sueño de aquel muchacho era ahora parte del sueño del espadachín. Quería ver el triunfo del Sombrero de Paja, quería verlo como el Rey de los Piratas. Ahora más que nunca.

¿Quién podía saber cuánto tiempo pasaría o qué peligros se encontrarían en el camino? No lo sabía, tampoco le preocupaba especialmente. Sólo quería vivir el momento junto a él, junto a todos y los demás también querían.

—¡Sanji, comida! —gritó de repente Luffy, sobresaltando a Zoro quien no pudo evitar sonreír de medio lado.

De lejos pudieron escuchar las risotadas de los demás integrantes de la tripulación y las maldiciones del cocinero.

—¡Aún se está haciendo la comida, espera! —se oyó desde la cocina.

Continuará…


Bueno... Hasta aquí el primer capítulo. Tengo dos más, pero estaba publicando en otra parte y me he decidido —por fin— a publicar aquí también, ya que muy poca gente publica sobre OP en y hay poquísimos ZoLu por los alrededores y realmente pocos (poquísimos) valen la pena.

En fin... acepto cualquier tipo de opinión (¿Críticas? Constructivas, por favor).