Saint Seiya no pertenece. Sólo algunos pocos personajes de esta historia, que espero les guste.


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Prólogo

De pie a la orilla de un río turbio, la oscuridad del lugar le daba entender que estaba dentro de una cueva, a cientos de metros bajo tierra, pero con un extraño techo en el que brillaban diminutas luces como si se tratara de un cielo de media noche. El lugar le parecía algo familiar, pero no recordaba nada de haber estado ahí antes. Estaba relajado y tranquilo, meditaba pero no recordaba sobre que exactamente. Tras de sí se escuchaba voces y rizas alegres, pero al voltearse para ver quienes estaban con él, solo podía distinguir muchas sombras que brincaban, charlaban y bailaban. ¿Dónde estaba? Ni él mismo lo sabía.

Mira sus manos, las nota más jóvenes que antes. Busca su reflejo en el agua, hincándose para verse mejor, y para darse cuenta que había vuelto ser un adolescente con paso a la madurez. No entendía nada, esa no era su forma actualmente, desde hace mucho había dejado de ser un niño. "Tal vez este soñando" se decía a sí mismo, ya que era la única explicación que lograba encontrar. Pero todo parecía tan real, podía sentir el piso bajo sus pies, el olor de tierra húmeda que estaba a su alrededor, hasta podía sentir en su piel el frío del lugar. Esto en verdad no parecía un sueño.

De repente, sin darse cuenta debido a la distracción y la confusión que tenía, algo lo golpea fuertemente por atrás lanzándolo así al río. En ese momento se dio cuenta de que ese no era un río normal, ya que dentro de él, figuras humanas con miradas de temor y miedo yacían ahí y lo jalaban hasta el fondo sujetado fuertemente de sus piernas y caderas.

Trataba de gritar para pedir ayuda, pero el agua entraba por su boca y no lo dejaba hablar. "Esto es un sueño… esto es un sueño…", se repetía una y otra vez mientras cerraba sus ojos con fuerza para no tener que ver a esas criaturas que lo aprisionaban y se lo llevaban cada vez más al fondo del río. Pero si era un sueño, ¿por qué podía sentir que le faltaba el aire?, ¿cómo podía sentir el agua dentro y fuera de él? Entonces, no estaba soñando, en verdad estaba en ese lugar tan sombrío muriendo de una manera que podría ser llamada estupida e inaceptable para un Santo como lo era él. ¿Por qué no usaba su fuerza para librarse del agarre de aquellas criaturas y nadar hacia la superficie para poder llenar nuevamente sus pulmones de aquel preciado oxigeno? Si tan solo pudiera moverse, pero no podía, lo único que hacia era rogar porque alguien lo ayudara, pero sabía que era imposible, las criaturas también lo jalarían con él. No le quedaba más esperanza, tenía que aceptar su muerte en aquel lugar.

Pero algo sorprendente sucedió, a pesar de haber pedido toda esperanza, alguien venía en su ayuda. Pudo ver como el brazo de alguien se adentraba en aquellas aguas en busca de tratar de agarrar su mano. Si tan solo en ese momento no se hubiera sentido tan débil, casi hasta el punto de desfallecer, también hubiera hecho todo lo posible por sujetar aquella mano que le brindaba una lejana salvación para él. Pero aquella mano logro sujetarlo firme por su muñeca, jalándolo con fuerza hacia la superficie. Noto como todas las criaturas se alejaban y lo soltaban lentamente, era como si el miedo y el temor que pintaba sus rostros fueran reflejados en aquel brazo que se había adentrado sin previo aviso a aquel espantoso río; no obstante, un grito ahogado y desgarrador emitió una de aquellas criaturas que aún lo sujetaba con fuerza por los tobillos impidiendo su huida. Al voltear, más por instinto que por curiosidad, pudo notar que ese ser que lo sujetaba como si de eso dependiera su vida, se evaporaba en una sombra negra que lo comenzaba a cubrir hasta desaparecerlo por completo.

Cuando por fin aquel ser soltó su agarre, la mano que lo sujetaba por la muñeca por fin podía sacarlo de una sola vez de aquel lugar. Podía sentir por fin el oxigeno que comenzó amar tanto, su vista estaba borrosa, no podía ver nada, por lo cual prefirió cerrar los ojos mientras se acostumbraba a la claridad que le brindaba la tenue luz de miles de antorchas que lo rodeaban. Aun así, podía sentir como lo sacaba del agua y lo recostaban en el suelo mientras que su cabeza era apoyada sobre algo suave y calido. No sabía que era en realidad, pero sentía una tranquilidad y una calidez que le embriagaba el alma. Esa mano que lo había salvado había soltado el agarre de su muñeca, dejando aquel lugar para pasar a su rostro. Tiernas caricias era lo que le empezaba a dar, quitando dulcemente algunos flequillos de sus cabellos mojados que se habían pegado a su rostro. Por un momento creyó haber muerto al escuchar aquella voz tan angelical que lo llamaba por su nombre y le daba tranquilidad a todo su ser. Trato de abrir los ojos para ver a la dueña de aquella voz que lo había salvado de una muerte segura, pero al hacerlo solo pudo ver un rostro borroso que no podía distinguir, a pesar de todo el esfuerzo que hacia para poderlo ver, no lo podía lograr, solo podía oír esa hermosa voz que lo llenaba por dentro de tranquilidad y calidez indescriptible.

Como si un rayo hubiera caído sobre él, se levanta de un golpe de su extraño sueño. Su cuerpo estaba completamente empañado de sudor, su largo cabello lila estaba suelto y caían a los lados de su cabeza como una cortina. Temblaba como nunca antes lo había hecho, llevo sus manos a su rostro con frustración tratando de asimilar lo que le acaba de suceder. Levanta su mirada para ubicarse en el lugar en que se encontraba ahora y darse cuenta que estaba en su habitación, estaba nuevamente en el Santuario y que volvía a tener su cuerpo bien desarrollado de un hombre y ya no la de un chico.

Suelta un hondo suspiro para relajar su cuerpo que se había tensado en gran manera. No haya una explicación creíble a lo que le acaba de suceder, ese sueño lo había perturbado lo suficiente como para tener claro que no iba a conciliar el sueño por toda esa noche. Miro su muñeca derecha, la que había sujetado aquella mano al salvarlo en sus sueños, aún podía sentir la calidez y la suavidad que está tenía. La voz de aquel ángel, que podía jurar, que por la suavidad y la dulzura que estaba exclamaba, se trataba de una joven mujer; esa voz que lo llamaba por su nombre y le daba tranquilidad resonaba aún en su cabeza: "Despierta… por favor despierta… gracias a los dioses que estas vivo… Todo estará bien… Mu…"

- Esa voz… ¿qué clase de sueño era esté? – se decía el Caballero de Aries – tal vez sea solo eso… un mal sueño… pero, esa voz, me era tan familiar… debe ser mi imaginación, lo mejor sería darme un baño con agua helada para olvidar todo esto y tratar de recuperar el sueño – diciendo esto se levanta de su cama y se dirige al baño

- …Todo estará bien… Mu…