Disclaimer: Ninguno de los personajes de Gravitation me pertenecen, todos son de mi sensei Maki Murakino y yo solo los utilizo sin intención de lucro, sólo entretenimiento.
Warning: Este fic es de relación shonen ai y más adelante, algunas partes de shota kon, si no sabes qué es esto o eres homofóbico, será mejor que te abstengas de leerlo y te llevas desde ya mi pésame.
Mister Match
Chapter 1
A Charmed Hello
Una mañana fría envolvía las abarrotadas calles de Tokio, el cielo se encontraba en un tono grisáceo claro y el viento no corría, sin en cambio, la nieve sí lo hacía.
Para Shindou Shuichi, ese no era más que el día en el que le demostraría a su padre su enorme potencial en el campo del Derecho y sus buenos dotes para la argumentación y, en caso de que la cosa no fuera favorable, la persuasión que, en dado caso, también actuaría.
- Shinji, esto va muy lento, apenas darán las 8 de la mañana, es imposible que a esta hora el tráfico ya esté comenzando. –murmuró sacando su agenda electrónica para apuntar algunas cosas- ¿No hay nada que puedas hacer?
- Lo siento señor, pero estamos atorados justo a la mitad del camino, no puedo doblar para tomar un atajo. –Shuichi suspiró con pesar- Señor, perdonara mi atrevimiento, pero ¿por qué no sale y camina? Le aseguro que llegará más rápido que si espera aquí. El bufete no queda muy lejos y calculo que si sale ahora mismo, llegará exactamente en 10 minutos con sobra de 5 más.
- Tienes razón, además, hace tiempo que no caminaba –el anciano le dirigió una cálida sonrisa que correspondió con gusto- Bueno Shinji, si no llego a la empresa, infórmale a mi padre que me perdí.
- Con gusto señor, espero llegue a salvo. –
- Esperemos –abrió la puerta, saliendo de la limusina- Nos vemos.
En efecto, Shuichi era una persona relajada que tendía a disfrutar de la mínima cosa que le hiciera sentirse bien.
Poseía una exótica cabellera rosa y las facciones aniñadas con un par de ojos violáceos que parecían deslumbrar cuando su alegría era más que desbordante. Era de estatura media y de complexión delgada bastante estética. Su piel era de un tono blanco matizado debidamente con algunas cinceladas del color del piñón en sus mejillas, tenía la nariz pequeña y respingada que fruncía cuando algo le molestaba. Los labios finos y delgados sin dejar de poseer ese rosado tan efímero que toda su persona irradiaba.
Por donde quiera que lo vieras, Shuichi parecía ser un ángel caído del cielo.
Para su primer día de trabajo como abogado de la firma de su padre, había decidido ponerse un pantalón negro de vestir que se ceñía elegantemente a su figura, una camisa rosa pálido que contrastaba perfecto con sus ojos y una gabardina negra, al igual que unos zapatos negros de punta cuadrada.
Un portafolio plateado era lo que complementaba su aspecto de joven empresario, aunque mucha gente que se cruzó a su lado, se extrañó de que el lindo joven no usara gafas oscuras para proteger sus ojos del creciente ataque de rayos UV.
Pero para Shuichi, eso no representaba un gran problema además de que odiaba usar lentes de contacto o de cualquier otro tipo.
Se detuvo a esperar que el semáforo indicara que podía avanzar y en ese instante, su celular comenzó a sonar, lo tomó y vio que la llamada correspondía a su amigo Hiro.
Rápidamente se apresuró a contestar¿tan tarde se le había hecho que hasta Hiroshi se había preocupado?
- ¿Aló? –contestó- Sí Hiro, sigo en camino a la firma, había mucho tráfico y Shinji me aconsejó que era más rápido que fuera caminando… ¿De rodillas?... ¿Por qué tendría que ir de rodillas para llegar?... Ah, Hiro eres muy malo, no es eso, es que se suponía que tenía 10 minutos para llegar… ¿qué?... Pe-pero si él me dijo que tenía 10 minutos… -se quedó callado un momento- ¡PAPÁ ME VA A MATAR!
Tras esto, cerró su celular guardándolo en una bolsa de su gabardina y cuando el semáforo le indicó que podía pasar, salió corriendo lo más rápido que podía.
Le quedaban siete bellos y tortuosos minutos para que disfrutara de una linda muerte a manos de su padre, ya llevaba dos minutos de retraso y si sumaban el tiempo que le llevaría llegar a la empresa a paso normal, darían los 10 minutos que Shinji le había dado como límite para que su padre estallara en ira…
Había que agradecerle después al anciano el error en su reloj.
A su paso, arrollaba a la gente mientras de sus ojos salían algunas lagrimillas de lamentación por su futura muerte. Todavía le quedaban cinco cuadras para llegar y ya estaba más muerto que vivo.
- ¿Por qué a mí? Tan sólo pedí llegar a tiempo este día –sollozaba sin dejar de correr- Ya nada puede ser peor…
Sin embargo, el sonido de un claxon le hizo clavarse en el mismo sitio y girarse para ver lentamente como todo estaba a punto de acabarse con un horrible chirrido de llantas.
Y una vez más, el destino jugueteó terriblemente con su persona…
De tanto correr y las lágrimas que no le permitían ver por donde pasaba además de que no prestaba mucha atención, no se había dado cuenta de que tan cerca la muerte había pasado.
Cerró los ojos y se encogió un poco al pensar en su inminente fin, sin embargo, el hecho de que no sintiera ningún dolor y de que el murmullo de las personas comenzara a inundar el ambiente, le hizo abrir, temeroso, un ojo.
Se dio cuenta, totalmente horrorizado, de la peligrosa cercanía de aquel auto extranjero y su persona. Un centímetro más, y de verdad habría salido cuando menos, herido por el impacto viendo la velocidad que el conductor traía.
La puerta del conductor se abrió lentamente, saliendo de ella un hombre rubio con lentes de sol y un cigarrillo en la boca.
- Mocoso estúpido, deberías fijarte por donde pasas, por algo existe el dispositivo llamado semáforo. –dijo la voz de aquel sujeto, una mezcla de arrastre de palabras y la molestia en ellas- Además por tu culpa se ha rayado mi auto.
Shuichi iba a disculparse cuando notó la primera palabra¿acaso ese sujeto le había llamado mocoso? Y para colmo, ahora le veía como si fuera un fastidio existencial.
Le dieron muchas ganas de disculparse dándole un buen golpe.
- En primera, señor. –habló con el poco respeto que el hombre comenzaba a inspirarle- Usted estaba infringiendo la velocidad máxima, estamos en una calle no en una autopista. Segunda, tengo nombre y es Shuichi, no mocoso y tercera, -tragó duro cuando aquel sujeto se quitó las gafas de sol, revelando un par de penetrantes ojos dorados pero aún así, decidió continuar- No es mi culpa que su auto sea tan barato que se desgasta al primer daño. Por eso, si no tiene dinero para mantener sus cosas, cómprese lo que esté a su alcance.
El rubio le miró con frialdad, sin inmutarse de sus palabras hasta que una sonrisa irónica se formó en la comisura de sus labios: - Seguramente eres un novato egresado del departamento de derecho –Shuichi le miró desconcertado- Así que acerté ¿eh? Con tan solo reconocer tu soberbia ignorante y el respeto que tratas de inspirar con tu lastimera y pobre presencia, es suficiente para saberlo. Ni siquiera vale la pena que te dirija la palabra siendo que no eres nadie, no existes ante el mundo y es completamente imposible que llegues a tener la oportunidad siquiera de darte a conocer. Muévete y deja de obstruir el paso.
Shuichi, más por mecánica que nada, se hizo a un lado y aquel hombre de aparentes 21 años, se adentró en su auto y se alejó del lugar.
Siguió caminando dando el aspecto de autómata por su mirada perdida y su porte decaído, pero como si de un enorme letrero eléctrico en rojo se tratara, recordó la junta que tenía con su padre.
Consultó su reloj de Calvin Klein y, para su mayor horror, vio que le quedaban tan sólo 5 minutos para llegar al límite, y para colmo aún tenía 4 largas cuadras que le faltaban recorrer más el sonido de un claxon le hizo girarse y ver el rostro animado de su chofer: - Joven Shuichi, suba o se le hará más tarde –Shuichi asintió y se subió en la limusina, aún algo dubitativo por el encuentro con aquel extraño y amenazante personaje-
¿Pero quién se había creído ese sujeto que era para hablarle así?
Y más tonto él, por hacerle caso. Pero es que aquellas irises doradas de verdad lo habían prendado, y no en el sentido amoroso, más bien, había algo tras ellas que le hacía sentirse terriblemente temeroso.
Como si sus ojos le dijeran a todo aquel que los viera, que estaba dispuesto a todo.
Una mirada poseedora de ese tipo de arrebato que deja sin aliento por la sorpresa y el ahínco de buscar qué más hay tras ellas.
Claro que ya se estaba yendo a los extremos y ahora pensaba que, número uno, no debió hablarle de esa forma pero no podía evitar exaltarse cuando le nombraban con un apelativo referente a niño y en ocasiones muy incómodas, con una niña.
De todas formas, hasta su merecido se había llevado con aquel arrogante rubio y ya que hablaba en sus adentros, se sentía muy mal al tener que darle la razón al rubio.
- Joven Shuichi, ya llegamos –dijo el chofer viendo por el espejo retrovisor como el "señorito" lucía tan apagado y sumido en sus cavilaciones- ¿Joven Shuichi, se encuentra bien?
- ¿Eh? Ah si, Shinji, gracias por traerme… creo que de todas formas, papá estará muy enojado –murmuró quedamente mientras el chofer fruncía el ceño-
- ¿Por qué habría de estarlo? –preguntó el chofer recibiendo una mirada de extrañeza de Shuichi- Llegó a la hora justa, son las 8 de la mañana en punto
- Pe-pero Hiro habló y me dijo que… -antes de decir cualquier cosa, se fijó en su reloj, éste, señalaba cinco minutos antes de las 8, pero algo extraño pasaba…- No se mueve…
- Al parecer el joven Hiro decidió darle una bromita de sorpresa –añadió el chofer con agrado, notando como el ánimo de su joven amo se elevaba-
- ¡AH HIRO! LO VOY A MATAR –exclamó hecho una furia, saliendo del auto con el portafolios en la mano.
Maldecía a ese tonto pelirrojo, por su culpa, había tenido ese encuentro tan desagradable por no decir, catastrófico. Y encima, había estado a punto de morir.
Ahora si se las pagaría.
Shinji mientras tanto, vio tranquilo como Shuichi entraba al edificio donde se encontraba la firma de su padre.
Adoraba a ese muchachito como si fuera su propio hijo, de hecho, debido a los tantos negocios del padre de éste, le había cuidado luego de que su madre falleciera a sus escasos 4 años de vida. Desde entonces, había estado a su lado y era imposible no querer a ese pequeño joven de cabellos rosáceos, había sido la luz que continuaba prendida a pesar de toda la oscuridad.
De pronto, su atención se desvió hacia un carro de origen extranjero y de él, salió un joven de cabellera rubia vestido con un pantalón de vestir negro, una camisa azul celeste y un saco negro a juego con el pantalón. Un cigarrillo consumiéndose en la mano izquierda y su mano derecha dirigiéndose a su rostro, quitándose en un gesto elegante las gafas de sol.
- Éstos europeos, tratan de llamar la atención con su arrogancia siempre –murmuró moviendo la cabeza de un lado a otro alegrándose de que su joven amo jamás sería así y mucho menos se fijaría en alguien como ese rubio-
Giró hacia la izquierda para dirigirse por el encargo del padre de Shuichi…
Unos ojos del ámbar más frío, observaron detalladamente la estructura del edificio ante sus ojos.
Tenía que admitir que Japón, además de ser una potencia tecnológica, sin duda también era una potencia de la construcción.
Colocó sus lentes sobre su cabello, acomodándolos de tal manera que la pequeña argolla que llevaba en su oreja izquierda, se notara a la perfección, así como algunos mechones rubios caían sobre su rostro, acentuando sus finas y varoniles facciones.
No que fuera un narcisista, pero el trabajo requería de su buena presentación.
Se adentró en el edificio, cuya cabecera y futuro jefe, era el mejor abogado de Japón.
- Shindou-san… ¿para qué me habrá mandado a llamar desde Londres? –se preguntaba con más curiosidad de la que admitiría-
Ese era Eiri Yuki y su relación con la cabecera de la firma, estaría a punto de ser descubierta…
CONTINUARÁ…
N/A: Qué dicen? Cero talento o le sigo, esperaré gustosa sus comentarios; mientras, que pasen un feliz Año Nuevo, si me mandan muchos reviews en esta semana, tendrán su actualización el primero de enero, así que, de ustedes depende.
Besos.
Naomi Eiri.
