―¿Recibiste mi mensaje?
―Sí, lo recibí― respondió Takeru con indiferencia
―¿Y por qué no contestaste?― exigió saber ella. Era una chica alta, guapa, de ojos claros y perteneciente al club de animadoras, sin duda una de las más impresionantes a las que el rubio había robado el corazón, que no eran pocas.
―No sé...― evadió él mirando de reojo a Hikari, que estaba a su lado, más ella permanecía con esa tranquila sonrisa, cómo si aquello no fuera con ella y es que, en realidad, no era algo que le afectase, pero Takeru quería que lo hiciese.
No tenía claro cuando había comenzado, cuál había sido el punto exacto en el que tuvo esa estúpida idea de intentar darle celos a la castaña, aunque en verdad no era solo eso, también deseaba dejarle claro que él no era alguien con quién pudiese jugar, que no iba a ser un perrito faldero más, al igual que los compañeros del equipo de fútbol de Taichi.
Takeru siempre había dejado claro sus sentimientos por ella, nunca se lo había dicho directamente, pero era algo conocido por todos, incluso por Hikari. Por eso, cuando la chica comenzó a aprovecharse de esa situación, Takeru decidió que debía demostrarle que no estaría para ella por siempre, siendo así que empezó a hacer guiños, adular y otras muestras de afecto, a cada chica guapa que veía en los pasillos, convirtiéndose inconscientemente en un ligón. Ese nunca había sido su plan, pero llegados a ese punto todo resultaba tan natural que no le desagradaba, más bien todo lo contrario, si Hikari no lo quería, él tenía cómo otras 100 chicas que lo aceptarían sin dudar medio segundo... pero aún siendo así, seguía esperando una respuesta de Hikari, aunque esta solo fuese un gesto de incomodidad en su rostro al verle tontear con otras, solo eso pedía, no era tanto, ¿no?
―¡Takeru, te estoy hablando!― gritó de repente la chica, obligando al rubio al volver a la realidad.
―Ah, perdón, Nozomi... hablamos luego, ¿vale?― respondió comenzando a caminar en dirección a su clase, Hikari arqueó la ceja y se quedó ahí tendida sin saber si debía seguirle o no, aunque tampoco es que pudiese quedarse, sería incómodo quedarse sola con la chica que segundos antes le tiraba los tejos a su mejor amigo sin percatarse siquiera de su presencia.
―¡Pero Takeru!
―Te llamaré luego... quizás― respondió el rubio sin siquiera detenerse o girarse para mirarla a la cara. Hikari resopló y, finalmente, lo alcanzó.
―No deberías hacer esas cosas― regañó.
―¿Te molesta?― cuestionó el muchacho con una sonrisa triunfal en la cara, más esta no tardó en desvanecerse.
―¿A mi? No, ¿debería?
―No que yo sepa... por eso preguntaba...― respondió desanimado.
―Pues no me importa, pero estás jugando con los sentimientos de esas chicas, ¿no tienes ni un poco de empatía? ¿de vergüenza?
―Solo las trato bien, no juego con nadie, a diferencia de otras...― dijo de forma tan directa que era imposible que Hikari no se diese cuenta de lo que insinuaba; más o bien la chica era más tonta de lo que parecía, o prefirió pasarlo por alto.
―Sí juegas, ligas con todas y después las ignoras, ¿alguna vez te vas a dignar a darle una respuesta a alguna o sólo las ves cómo una diversión?
―No tengo porque darles nada, no estoy ligando con ellas.― insistió el chico, ya algo molesto.
―¿Tratas de engañarme a mi o a ti mismo?
―No trato de engañar a nadie, pero si tanto te interesa quizás mañana le pida salir a Hana.
―Ya veo... "quizás".
―¿Insinúas algo?
―Sabes perfectamente lo que insinúo, no vas a hacerlo.
―¿Ah sí? Pues vas a tragarte tus palabras, Yagami― dijo acelerando su paso.
―¿A dónde vas?
―A demostrarte que estás equivocada, y en varias cosas.
