Tú me tendras que perdonar, pero esto tenía que pasar.

Tu presencia estaba escrita en mi camino.

No me conoces, ya lo se.

Pero fue un impulso de la piel,

que brotó sin esperar cuando te vi.

Pero es que así soy yo... si me sorprende alguien como tú.

Y es tan grande este deseo de quererte...

De tenerte aquí a mi lado.

Para siempre.

Fragmentos de "Te conozco desde siempre" - Malu


— Pero... tú ... no puedes. —Hiccup estaba asustado, se notaba a leguas pero, en el fondo, ya lo esperaba— ¡Me has pedido disculpas! —se enfureció— ¿Cómo es posible que quieras lo mismo, si lamentas haberlo hecho la primera vez?

No se contentaba con secuestrarlo, no se contentaba con dañar a los otros vikingos de Berk, no se contentaba con haberlo violado habiendole quitado la inocencia y abierto los ojos de golpe y haciendole tremendo daño... ¿Si no que ahora quería repetir?

— No me has entendido, hermoso. —estaba claro que las voces frías y las voces provocativas no se debían juntar. Pero en Dagur tenía un efecto diferente, uno que hacía que las tripas de Hiccup se revolvieran con asco— Me disculpé por darte una paliza, aunque bien la merecias. Jamás dijé que lamentara el darte lo que tú tanto me pedias.

— Yo no te he pedido nada, mucho menos esto —insistió— ¡Déjame en paz de una vez, mentiroso! —vocifero— ¿Acaso eres tan engreído que no te entra en la cabeza que te detesto? ¡He dicho que me sueltes!

La voz de Hiccup se hizo más aguda cuando Dagur lo arrastró hacía él.

— No te asustes encanto. Te prometí que la próxima vez sería mejor. Si te relajas y me dejas a mi te aseguró que disfrutaras como nunca...

La voz de Dagur se perdió mientras hundía la boca en el cuello del más joven, con aroma a cerezas.*

— ¡Jamás te dejaré hacer nada! —declaró Hiccup en un susurro estrangulado, tirandole con fuerza de la trenza castaña— ¡Lo que quieras de mi tendrás que tomarlo a la fuerza! ¡Me violaras una y otra vez y aún así no cederé! ¡Te repito que te odió y que prefiero morir antes que someterme a ti!

— No lo creo, muchacho. A menos que pienses en morir pronto.

Lo murmuró contra la curva de su clavícula, mientras estiraba los brazos para sujetarle las manos. Hiccup se retorció y se debatió, mientras Dagur succionaba primero uno de los pezones erguidos, luego el otro. El menor sentía que recorrían su cuerpo extraños temblores al contacto de esa boca dura tan diferente a la suya, pero luchó con todas sus fuerzas a la tentación de someterse. Por desgracia, su miembro no estaba por seguirle la corriente. En esta ocasión, sabía cuáles eran las intenciones del mayor. Había sufrido la cuchillada de dolor que fue como si lo partiesen en dos.

"¡Oh, Dioses, no puedo soportar eso otra vez, no puedo...!"

Dagur estaba tendido de costado, cara a cara con Hiccup, cuidando de que no se acostase en la zona lastimada, y lo tenía apretado contra su propio cuerpo musculoso. Con la otra mano le quitó la bata y, cuando quedó desnudo como él, le atrapó la pierna y la levantó hasta ponerla en torno a su cintura. Hiccup se debatió, frenético, horrorizado por esa nueva indignación, pero fue inútil. Quería gritar a todo pulmón, rogar que le evitase esa tortura, pero la boca de Dagur ahogó sus gritos y sus súplicas. Sintió la dureza del mayor entre los glúteos y se pusó tenso, esperando el inminente dolor. Para su gran sorpresa, sólo sintió una dulce y muy caliente plenitud cuando Dagur lo penetró. La extrema sensación le hizo jadear, pero no de dolor: era genial...

— Te prometí que sería mejor está vez —murmuró con picardía en el oído de Hiccup.

Él anheló que la familiar oleada de asco y rabia lo consumiese; lo que sintió fue flojedad, como si se fundiera mientras el mayor se movía con delicadeza en su interior. Lo estaba disfrutando, maldita sea. Y por más que intentó esconder ese detalle Dagur noto la caliente prueba de ello contra su vientre. Los brazos de Hiccup, por propia voluntad, rodearón el cuello del mayor.

— ¡Ahhh, Hiccup! —oyó que gemia Dagur a través de la niebla en que flotaba, aunque estaba demasiado atrapado en su propia reacción como para pensar en ello.

Los embates del jefe vikingo lo transportaban a un remolino de vértigo y estaba demasiado débil para luchar contra ellos. Lo único que quería era estar más cerca de ese cuerpo tan duro y varonil. Comenzó a moverse contra él, retorciendose con cierta torpeza y, a la vez, con la esperanza de seducirle. Entre gemidos, Dagur embistió con más fuerza y rapidez e Hiccup se aferró a él como si no quisiera soltarlo nunca. Luego, contra su deseo, todo término. Hiccup volvió repentinamente a la realidad, sintiendose asqueroso al darse cuenta de que había caído facil.

A su lado, Dagur dormía a pierna suelta tan campante después de haber logrado lo que quería de nuevo. Otra vez había logrado avergonzarle.

"Espera —pensó Hiccup furioso— Espera mi fiero jefe vikingo. No pasará mucho tiempo antes de que tengas tu merecido."

Y después de hacer ese juramento, no pudó dormir, porque los recientes recuerdos de porque estaba en esa situación lo asaltaron por enésima vez...