La lluvia arreciaba en mitad de Londres en aquella fría noche de invierno del 17 de octubre de 1979. La figura de una chica con una larga melena roja se distinguía entre la multitud. Corría como alma que llevase el diablo en busca de un sitio donde resguardarse. Esta chica era la joven Lily Evans, había acudido a Londres por asuntos de la Orden del Fénix y ahora tenía prisa para no resfriarse. No le gustaba usar magia para desplazamientos cortos, había crecido como muggle y como muggle quería vivir.
-Resguardese aquí-esa voz sacó a Lily de su carrera. Al alzar la vista vio a un hombre alto, moreno, ojos grises-azulados y con aspecto apuesto, nada en él podía hacerle sospechar quién era en realidad. Lily sonrió y entró en aquel lugar. Era un bloque de apartamentos y estaban en el bajo, el hombre abrió una puerta y entraron en un hogar normal, nada lujoso. Una televisión frente a un sofá en un lado que parecía hacer las veces de salón y al otro lado de la entrada estaba la cocina con su mesa de comedor, todo esto en una sola habitación, una tetera de metal parecía estar haciendo té, a juzgar por el olor y el ruido y humo que de ella salía. Un gesto educado del hombre le indicó a la chica que podía sentarse en el sofá si quería, ella se quitó el abrigo y lo dejó sobre una silla para después sentarse en el sofá.
-Muchas gracias, la lluvia de hoy está siendo insoportable.-comentó la muchacha mientras se ponía cómoda en el sofá. Miró alrededor con curiosidad, como cualquier persona que entra en casa de alguien por primera vez.-Menos mal que a ti no te ha importado darme esta salvaguarda durante un rato-añadió después con una sonrisa.
-¿Qué menos que ayudar a una chica que parecía huír? Como buen cristiano aprendí a ayudar al prójimo-comentó el hombre mientras dejaba una tacita frente a la chica, después puso otra en un lado de la mesa y sirvió el té de la tetera en ambas tazas sentándose después él en la butaca que había.-¿Eres de aquí de Londres?-preguntó entonces él.
-No, vivo en las afueras, un sitio tranquilo-comentó la chica con tono amable mientras tomaba un poco de ese té que le sentó tan bien, le relajó todo el cuerpo y el calor la invadió de pies a cabeza, cada vez estaba más relajada…
Despertó en una cama, la cama del piso en el que había entrado, ella estaba desnuda y frente a él estaba el hombre que parecía estar esperando a que ella despertase, puesto que cuando lo hizo puso una sonrisa divertida y maligna. Ella quería gritar, pero apenas le salían palabras, sólo pudo decir:
-Por favor, no lo hagas…
Continuará…
