Después de ti.

Capitulo I
En la estación de Boston

George observaba desde el andén a su jefe, William Albert Andric, estaba sentado dentro de la sala de espera de la estación de trenes en Boston, como siempre lo había acompañado en uno de sus tantos viajes de negocios. Esta vez fue para acabar con la sociedad que tenia con la familia Leagan y ahora regresaban a Chicago. Sin embargo y a pesar de que había vencido una vez mas en la estúpida venganza contra él de Neal Leagan no se le veía satisfecho, mucho menos alegre, hacia ya demasiado tiempo que no sonreía, su inquietud era evidente para la gente que lo conocía bien; inclusive la Srita. Candy se lo comentaba cada vez que lo veía, ella estaba muy preocupada por sabía que un día Albert no podría con la carga que tomo cuando se convirtió en la cabeza de la familia Andric, pensando en eso se dirigió a los andenes a revisar el equipaje y el carro privado de su jefe estuvieran listos.

Albert miraba a la distancia, perdido en el maravilloso espectáculo que veía a través de los ventanales de la sala de espera donde se encontraba sentado, pensaba en la libertad veía en las personas que estaban en el anden, todas tenían destinos a donde dirigirse, elegidos por ellos mismos, esa gente no sabía que afortunada era.

Levantándose para salir al anden y abordar el tren, iba regañándose a sí mismo por sentir autocompasión, pensó que de alguna manera su vida estaba llena de éxito, como el que consiguió esa mañana sobre Neal Leagan, era tan irónico que fuera la venganza el motivo de Neal para tomar las riendas de la compañía de su padre, con el único objetivo de destruirlo. ese hombre jamás le perdono que no le permitiera casarse con Candy, una y otra vez trataba de arruinarlo o desacreditarlo, pero era demasiado obvio en sus ataques y nunca pudo lograrlo, no era lo suficientemente inteligente, él no, pero Albert se pregunto que hubiera pasado si fuera Elisa su contrincante, tal vez no hubiera salido tan fácilmente de sus trampas, definitivamente tenía que agradecer que ella se dedicará a lo que las mujeres de la alta sociedad bostoniana hacían, fiestas, viajes y a buscar un buen partido entre los hombres más ricos del país, precisamente el prometido de Elisa, Samuel Holbein era el mejor ejemplo de lo infinitamente superior que era sobre su hermano. Elisa había logrado con este enlace matrimonial lo que Neal jamás lograría en los negocios. El magnate del dulce como lo llamaban, salvo a la Cia. Leagan y Leagan de la demanda de fraude y el escándalo, comprándole a él las acciones que de esa compañía, así Albert mato dos pájaros de un solo tiro, ya que Neal no podría hacer ningún trato comercial sin la aprobación de Holbein, y él jamás permitiría que su nombre y sus negocios se vieran envueltos en nada sucio, así que retiro la demanda a cambio de la disolución de la sociedad.

Todo esto pasaba por su mente cuando vio a George venir a su encuentro con los boletos en la mano, el siempre fiel y eficiente George se había encargado ya del equipaje y demás detalles del viaje.

Señor Andric, el carro privado que pidió esta listo, solicite que nos sirvieran temprano la cena, pensé que querría descansar el resto del viaje.
-Gracias George, me parece que será lo mejor, estoy cansado... sabes creo que debería tomar vacaciones, tal vez para la Navidad.
-Sería lo más conveniente, la Srita. Candy me comentó que si usted no descansaba en algún momento comenzaría a pensar en un secuestro.
-¡Secuestrarme! Y que más se le ha ocurrido a esa mujer? – dijo Albert sin poder reprimir la sonrisa de imaginar a Candy buscando la manera de hacerlo.
-Pues que con el rescate le pagaría el crucero a Sudamérica y. . . – titubeo George
-Y que?- pregunto curioso
-Que le encontraría una exótica mujer que lo acompañara.- dijo finalmente sin poder contener una sonrisa.
-¡Dios mío! Será mejor que adelante esas vacaciones antes de que Candy lleve a cabo ese plan- comento riendo.
-Será lo mejor- tercio George.

Habían llegado hasta su carro privado cuando una discusión que estaban teniendo cerca llamo la atención de Albert, la voz de la joven que reñía con un oficial de la estación le parecía familiar. . .

George también se detuvo y miro hacia donde lo hacia Albert, se sorprendió al darse cuenta que veía a una joven, muy hermosa si, pero el jamás se detenía a mirar a las mujeres alrededor, volvió de nuevo su atención a Albert y se sintió doblemente sorprendido cuando lo vio sonriendo y disfrutando del espectáculo que, sin lugar a dudas, ninguna dama daría, y por lo que podía escuchar de la discusión mucho menos por una perra.


Patricia sintió que la sangre le subía al rostro, pero no por vergüenza, realmente estaba furiosa con este cretino, no le había explicado ya que ella asumía cualquier responsabilidad por subir al carro de equipaje con Bunns, que estaba sordo o era estúpido, no claro que no, el hecho es que no podía o mas bien no quería entender, ella no iba a dejar a su perra sola, estaba a preñada y podía parir en cualquier momento.

Ya le dije que yo asumo toda la responsabilidad oficial, no molestaría a nadie, solo quiero viajar con Bunns en el carro de equipaje, no le estoy pidiendo nada imposible.
-Señorita, vuelvo a repetirle que no puedo dejarla subir, si algo le pasara a usted me despedirían, además que dirían sus padres, no puedo creer que no viaje acompañada. . .
-Vengo acompañada de Bunns, y es la última vez que se lo pido, debo llegar a Chicago lo antes posible, quizás si me permitiera recompensarlo por su gentileza- le dijo Patricia extendiéndole dinero que había sacado de su bolsa.
-Soborno, nada mas eso me faltaba que una mujer quisiera comprarme – comentó ofendido el oficial.
-Por Dios, si fuera yo un hombre usted tomaría el dinero como una gratificación y no haría tanto alboroto – decía Paty.

Paty no tenía idea que ya estaba gritando, ni tampoco de lo hermosa que se veía discutiendo, sus mejillas estaban arreboladas y sus ojos cafés centellaban tras los cristales de sus lentes, tenia el cabello muy largo y recogido por la nuca en un sencillo broche mientras caía por su espalda en una cascada de reflejos castaños, mientras discutía algunos mechones se habían zafado y se movían suavemente por sus mejillas y sus manos pequeñas se movían enérgicamente frente a la cara del conductor.

Fue su voz lo que hizo que Albert la reconociera, el timbre grave de la tímida Paty O´brian, pero esa pequeña chica que conoció no tenia nada que ver con la espléndida mujer que tenía delante, el choque entre la imagen de su recuerdo y el presente fue muy intenso, o si no¿Por qué se sentía tan extraño?…, pero no tenía tiempo de analizar sus pensamientos, ese hombre tomaba a Paty del codo intentando llevarla fuera del anden. Con paso seguro llego hasta donde estaban y sin pensarlo dos veces se planto delante de la inusual pareja.

Disculpe Señor, la dama le esta pidiendo que la suelte- le dijo al oficial mirándolo a los ojos
-Paty interrumpió su alegato para mirar hacia donde la voz y. . . se encontró con un par de ojos azules, maravillosa y profundamente azules que la miraban.
-Srita. O´brian- saludo Albert con un la cabeza
-Nos conocemos. . .- dijo y tras unos segundos- eres… ¡Albert! Perdón, Sr. Andric.

En cuanto el oficial escuchó el apellido del caballero soltó a la chica como si fuera a quemarla, y se dirijo al él.
-Perdón Sr. Andric, conoce a esta mujer.
-Ella es la Señorita O´brian para usted- los dijo bajo y en un tono que denotaba lo molesto que se encontraba - Y es una amiga personal, así que si me permite, ella y su perra viajaran conmigo.-
-Si por supuesto Sr. Andric, pero si me permite puedo llevar al animal al carro de equipaje.
-No escucho al Sr. Andric- intervino George- será mejor que yo me quede hablando con este hombre. Sr. Albert, por favor la Srita. O´brian y usted pueden dirigirse al carro.
-Bien George, lo dejo en tus manos- y mirando a Paty- me permite su equipaje, por aquí por favor.

Paty no podía decir palabra, estaba tan sorprendida y todo sucedía tan rápidamente que no tuvo tiempo de protestar, además cuando pensaba decir algo, Albert la había tomado del brazo y su contacto estaba poniéndola en exceso nerviosa.

Cuando llegaron al carro privado, Bunns se lanzo directamente debajo del asiento, este contaba con 2 áreas, donde estaban los asientos y una pequeña mesa empotrada en la pared del vagón que tenía dispuesta una merienda y la otra donde se encontraban las literas para dormir en el largo viaje. Paty miro como Bunns se acomodaba sin ningún temor, y después sintió como el hombre que la traía del brazo se acercaba por su espalda y le preguntaba con voz suave y timbrada si quería quitarse el abrigo, al decirle que si Albert la ayudo mientras le pedía que se sentara.

¡Jazmines, huele a jazmines, todo su cabello, y sus hombros ¡que hermosos, la línea de su cuello es perfecta, su cintura es diminuta, ese vestido esta diseñado para ella, resalta el color de sus ojos¡¡Dios, nunca me había afectado tanto una mujer.

Gracias- dijo, y como si por fin hubiera encontrado su voz- es decir, gracias por todo Sr. Andric, no se como agradecerle todo, yo tenía que viajar hoy mismo a Chicago, pero Bunns, mi perra, esta preñada y su estado es muy avanzado para dejarla sola. . . de verdad no sabe como se lo agradezco.
-No tiene nada que agradecer, Srita. O´brian

Por un momento los dos se miraron, pensando al mismo tiempo "que era eso de Sr. Andric y Srita. O´brian" ellos tenían años de conocerse, y jamás se habían hablado de manera tan formal. Sin poder evitarlo los dos comenzaron a reírse, y cuando terminaron, fue Paty quien dejo atrás la formalidad.

Lo siento Albert, aun después de tanto tiempo no puedo verte como "el Señor William Albert Andric" – sentencio para después pedirle- por favor deja de llamarme Srita. O´brian, sabes que me llamo Patricia, Paty.

Albert volvió a preguntarse ¿dónde estaba la tímida adolescente, pero en realidad le gustaba la manera franca en que le pidió que la tuteara nuevamente, si lo pensaba bien, le estaba gustando todo de ella.

Supongo que debería decir lo mismo- dijo, y en un arranque de galantería- pero la verdad es que yo no puedo reconocerte Paty, te has convertido en una mujer muy bella.
-Gracias, eres muy amable- respondió mientras se ruborizaba
-No Paty, no es amabilidad, es únicamente la verdad, ahora déjame ser un buen anfitrión, quieres tomar un té o algo de comer.

Patricia sonrió y su cara se encendió, Albert la miraba sin poder creer lo radiante que se veía, la verdad es que su nueva actitud le recordaba a Candy, la influencia de su pequeña pecosa era evidente, y mientras le ofrecía la taza de café le pregunto si estaba en contacto con ella, mientras se preguntaba de que otros cambios a su alrededor pasaron desapercibidos para él, en todo ese tiempo¿Cuánto había pasado? Tan solo cuatro años desde que el dejará el departamento que compartía con Candy, ahí donde era tan feliz, cuando era libre…

Dime Paty ¿Cómo has estado, Candy sabe que vas a Chicago, escuche que era urgente que llegarás?
-Por supuesto, Candy y yo nos escribimos y no visitamos seguido, ella es la mejor amiga que he tenido, siempre estaba ahí para animarme después de lo de Stear. . ., siempre me apoyado.

Albert y ella se quedaron callados unos minutos recordando a la persona que les fue tan querida.

Supongo que tu pregunta se debe a la escena que hice en el andén- menciono Paty después de uno segundos.
-A decir verdad me sorprendió muchísimo que te encontraras en esa situación – dijo sonriendo igual con la boca que con los ojos.

Paty comenzó a reírse, llevándose los dedos hasta la boca en un intento de controlar una carcajada, el gesto divertido de Albert le recordó al chico que ella y Stear intentaban ayudar a recordar su pasado.

Bueno, allá va mi imagen de dama aristocrática- dijo en tono de burla mientras dejaba caer los lentes sobre su pecho, estos estaban enlazados a una hermosa cadena plateada.

Mientras disfrutaban de una taza de té caliente, y hablaban sobre aquella hermosa época de sus vidas, recordando a Stear y su maravillosa maquina que imitaba el humo y el ruido de una locomotora y como terminó la aventura, George regresó y aviso que no había problemas ya con el oficial, mientras explicaba como se había arreglado con él, el silbato del tren dejó escapar el ultimo anuncio de partida y comenzó a moverse.

También he arreglado que nos den otro carro privado para la Srita. O´brian, en este mismo vagón, así ella podrá descansar debidamente esta noche.
-No se debieron molestarse, de hecho, yo tenía asientos en el carro de pasaje común.
-¿Por qué no pediste un carro privado?- pregunto Albert
-Pues porque hasta hace 3 horas no sabía que viajaría a Chicago, y cuando llegue a la estación me dijeron que ya estaban vendidos todos, y yo no podía esperar hasta mañana.
-Seguramente así fue, este carro me lo entregaron por que el hombre que lo pago no llego a tiempo a tomarlo.- tercio George
-¿Y Cuál es la urgencia de llegar a Chicago?- pregunto curioso Albert, mientras comenzaba a acariciar a Bunns tras las orejas
-De echo son dos motivos, uno es mi abuela Martha, Candy me telegrafió, parece que tendrán que ponerla en tratamiento, mientras estaba en Chicago sufrió un ataque a su corazón, aunque según Candy esta bien y controlada, yo no puedo dejar de preocuparme.
-Lo siento mucho, pero conozco a Martha, se repondrá enseguida.

A su mente volvió vívidamente el recuerdo de la mujer que conoció cuando no tenía memoria, era increíble que alguien con tanto dinero estuviese lavando trastes con él, pero al ver la preocupación que se instalo en el rostro de Paty, la nostalgia desapareció e inmediatamente quiso consolarla, abrazarla y protegerla y se asustó al darse cuenta que lo hubiera hecho, quedando en total ridículo, si ella no hubiera seguido hablando.

El otro motivo, de hecho, tiene que ver contigo.
-¿Conmigo, no entiendo?
-Pues es muy sencillo en realidad, Annie me aviso que se anunciará su compromiso al final de esta temporada social, Archie va a pedirte dentro de unos días lo acompañes a pedirla en matrimonio, yo pensaba viajar a Chicago a finales de semana, para estar presente.
-Pero aun sigo sin entender, a parte de representar al Padre de Archie, no veo en que mas me relaciono con esta boda.
-Pues en que Archie y Annie decidieron contratarme.
-¿Contratarte, para que?
-¿Qué Candy no te ha comentado nada sobre mí?
-Yo… - dijo tratando de recordar algun comentario de la rubia - la verdad no lo sé, últimamente lo único que escucho de ella es su preocupación porque trabajo mucho, pero no creo recordar nada sobre ti.
-Bueno, pues yo tengo un negocio en Boston, me dedico a organizar bodas.
-¿Cómo,
-Si, mi empresa se llama "Campanas de Boda", y es muy lucrativa, tanto que pensaba extenderme y tener una oficina en Chicago.
-Aun no veo en que se relaciona conmigo- dijo Albert en tono muy escéptico
-Pues que quiero comprar la casa que tienes en la avenida principal, en el centro de Chicago, voy a presentarme a la sociedad de Chicago con la boda de Annie, y si un hombre de tu importancia me apoya vendiéndome una propiedad, no tendré tantos problemas como en Boston cuando comencé con el negocio. Por supuesto pienso pagar un precio justo por la propiedad, no estoy pidiéndote que me la dejes en un precio menor, esperaba que pudiéramos llegar a un buen acuerdo, a menos que pienses que las mujeres no somos buenos empresarios.

Albert no podía creerlo, esta mujer iba a buscarlo por negocios, de todas las posibles excusas para seguirla viendo, ahora que la había vuelto a encontrar, jamás se le ocurrió esa, y ella se lo estaba poniendo en charola de plata, estaba totalmente fascinado con la mujer que tenía delante, definitivamente era increíble, tenía una empresa, era real, no tenía ninguna de las afectaciones de las mujeres que él conocía, a excepción de Candy¿Qué había pasado para que Patricia dejara de ser tímida y miedosa? Sería acaso la muerte de Stear, no, eso parece que fue solo el principio; en ese momento Albert se percato de que quería saber todo sobre ella, y esta idea lo dejo muy confuso, era la primera vez que se sentía a gusto con una mujer. Había tenido amigas y de hecho las mujeres lo perseguían, mas que a él, a su apellido y dinero por eso las hacia indiferentes ante sus ojos, pero la linda chica que estaba sentada delante de él, sabía quien era, Paty no veía a William A. Andric, ella estaba dirigiéndose a Albert y esa sensación le produjo un placer impresionante.

Por supuesto, sería un placer poder ayudarte – y dirigiéndose a George- Por favor en cuanto lleguemos y Paty haya visto a su abuela, organicemos una cita para hablar al respecto.
-¡De verdad! Entonces, de nuevo, gracias.- dijo muy emocionada.
-Me imagino que tus padres estarán en desacuerdo de que trabajes, nuestra sociedad tiene reglas muy estrictas sobre las mujeres en edad casadera.
-No sabes la verdad que has dicho, de hecho mis padres y yo no nos hablamos- comentó con tristeza.
-¿Se molestaron cuando comenzaste a trabajar?- preguntó Albert
-No lo sé, en realidad nuestra separación no se debió a mi negocio.- dijo sin dar mas explicación
-Entiendo, no tienes que contarme si no quieres, porque no mejor me dices como comenzó tu empresa, me interesa saber como hiciste para que la gente tomara en serio a una mujer, me imagino que no tuviste mucho apoyo al principio.

Paty sonrió agradecida, era realmente relajante poder hablar con alguien sin estar preocupada todo el tiempo de sus comentarios, además de la discreción, Paty observo que Albert era en realidad todo un caballero, pero su porte no lo hacia verse como un aristócrata pagado de sí mismo, aun conservaba ese carisma de sencillez, se reflejaba en sus maneras firmes, en la austeridad para vestir y su rebeldía podía adivinarse en el cabello rubio y ligeramente mas largo de lo establecido para la moda y la época, en realidad era un hombre muy apuesto, y esos ojos azules, la hacían saltar en su asiento cada vez que la veían directamente.

En realidad quieres saberlo. . . no antes de que digas nada te advierto, cuando hablo de mi negocio nadie me para, la abuela Martha dice que si pusiera tanto empeño en encontrar un hombre decente para casarme como en "Campanas de Boda" ella iría en su cuarto bisnieto¡ja, ja, ja! Como si yo quisiera hacerlo.
-¿Hacer qué?
-Casarme, por su puesto.
-¿No tienes compromiso, no sales con nadie. . .? Perdón he sido indiscreto nuevamente.
-No te disculpes, y en cuanto a tu pregunta, no salgo con nadie- le dijo algo ruborizada e inmediatamente después se lanzó a contarle sobre su negocio.

George notó que Albert pareció mas que contento cuando ella dejó claro que no tenía ningún compromiso¿Hace cuánto que no veía a su jefe completamente ajeno a su alrededor? Tan relajado y contento, en realidad estaba disfrutando con la constante cháchara de la Srita. O´brian¿Sería ella la solución a la angustia y desasosiego que sufría? Sí la Srita. Candy pudiera verlos, estaría ideando la manera de que sucediera. . . tal vez debería saberlo. . .

Paty se lanzó en un agradable relato de cómo ella y su abuela viajaron a Boston desde Florida, en un intento de que ella se olvidará de la muerte de Stear, y como llegaron a vivir con una amiga de Martha, Luisa Stevenson, de Aceros Stevenson, esta mujer tenía 3 nietas que anunciarían sus compromisos al terminar la temporada social de ese año y se quejaba de que no podría sola con la organización de 3 bodas, tan cercanas una de las otras dos, entonces Martha y Paty se ofrecieron a ayudarla, y las chicas encontraron en Paty la persona ideal para organizar sus eventos haciéndolos únicos, sin que ninguno hiciera deslucir al otro, la extraordinaria capacidad de Paty para organizar y el hecho de que fuera tan encantadora y amable con la gente que proveería todo lo necesario para cada evento la ayudaron a llevar con total éxito los tres eventos. A partir de ahí, las madres de las ricas jóvenes de Boston querían que Paty dirigiera la organización de las bodas de la siguiente temporada, así nació "Campanas de Boda", inmediatamente la abuela Martha entró en acción ayudando a su nieta, montaron una oficina en pleno centro de Boston, acondicionaron una hermosa pero muy vieja casa, decorándola con todo detalle nupcial. Patricia se percató de que no podría hacerlo solo con el apoyo de Martha aunque su dinero fue una muy buena base ya que ningún banco le otorgaría un préstamo a una mujer, mucho menos para montar una empresa, comenzó a tratar de contratar personas para que la ayudarán, pero ningún hombre quería verse mezclado en algo que según ellos no era realmente un negocio, "pero no me desanime" dijo, "por el contrario pensé que si los hombres no lo tomaban en serio, seria aun mejor", así no le pondrían trabas para establecerse, y comenzó a contratar mujeres, de hecho su contable era mujer y su chofer también lo era, y a pesar de que al principio no contaba con la ayuda necesaria, su empresa salió a flote, trabajando para las únicas personas a las que los importantes hombres de negocio de Boston no podían oponerse, sus esposas.

Cómo te imaginarás, aunque intentaron hacer que cerrara mi negocio, cada hombre importante en Boston tenía una hija, hermana o sobrina casadera¡imagínate a un séquito de esposas e hijas haciendo sus vidas miserables! y finalmente tuvieron que ceder. Pero ya basta de hablar de mi, mejor dime¿Cómo has estado? que se siente ser cabeza de una familia con tanto abolengo, a decir verdad, cuando supe que tu eras su "Tío abuelo" no podía creerlo.
-Estoy seguro que así fue, es increíble que teniendo a Candy en común no nos hayamos cruzado en todos estos años¿Cuántos fueron? 3 o 4 no?

A Paty no le paso desapercibido el cambio de tema, pero imitando la discreción que Albert tubo con ella siguió la conversación sobre Candy y los recuerdos en común.

Finalmente Albert llevó a Paty y a Bunns al carro privado que había conseguido George para ella y después de decirle buenas noches, regreso al suyo, ahí lo estaba esperando una taza de té recién servida

¿Y bien, no vas a comentar nada?- pregunto Albert sentado y con una taza humeante en la mano
-¿Sobre que Señor? - contesto George, igualmente sentado y tomando café
-¡Vamos! Se muy bien que estas ansioso por decirme lo diferente que me he comportado desde que me encontré con Paty, es decir la Srita. O´brian- comentó con una sonrisa en los labios.
-De hecho, no es lo diferente que usted se comportó, si no por el contrario, me da gusto que vuelva a ser usted mismo, eso es lo increíble
Ante la observación de George, no pudo menos que admirar la sagacidad de pensamiento de este hombre
-Supongo que tienes razón, hace tiempo que no era yo.
-Por otro lado el cambio en la Srita. O´brian, es evidentemente muy favorable- dijo en un tono que decía mas que las palabras.
-Vaya forma discreta de decir que se ha puesto muy hermosa- río Albert
-Y también muy inteligente- completo George
-Si, ya lo creo, me hubiera encantado ver a todos esos hombres tratando de cerrar su negocio, enfrentándose a esposas e hijas furiosas, no tenían ninguna posibilidad de victoria.
-Una joven bella, emprendedora y honesta, eso es único en esta época, realmente el hombre que conquiste a esa mujer debe saber bien que es lo que quiere, si me entiende lo que pretendo decir. . .
-Si George, el hombre que la pretenda debe comprender que con ella no valen ni títulos, tampoco riqueza, debe saber que conquistar su corazón es un reto mayor.
-Pero la recompensa es suficiente motivo para lanzarse a la lucha o ¿Usted no lo cree así Señor Andric?
-Definitivamente si, George.

Tras una breve pausa, ambos hombres dejaron sus tazas en la mesa y se levantaron.

Será mejor que descanse Señor, fue una semana agotadora, y me parece que mañana acompañaremos a la Srita. O´brian al hospital, o ¿me equivoco?
-No George, no te equivocas, pretendo ayudar a la Srita. O´brian en lo que me sea posible.
-La Srita. Candy se lo agradecerá mucho.
-Lo sé, pero esta vez no lo voy a hacer por Candy.
-Eso quiere decir que tratara de vencer este gran reto.
-Si, George, esta vez la lucha es totalmente personal.


Este es mi segundo fic en esta página, pero no por eso menos querido. He tratado de encontrar historias de amor entre los personajes de las autoras originales, aunque mas adelante encontraran nuevos galanes para suspirar.

Espero la opinión al respecto y no dejen de leerme

Besos

Alisa