Hola a todos soy Sakura Sayouri y he aquí mi primer fic.

Ni la historia ni los personajes son de mi invención.

Los personajes son de Naruto y la historia es una adaptación de Sakura y el pirata de Karen Hawkins.


Konoha, Massachusetts, 1777.

Sakura Haruno estrujó el tieso trozo de papel. -Lo sabía -murmuró, con dedos temblorosos - Naruto está vivo.

La felicidad la invadió. Se dejó caer al suelo junto al escritorio mientras una solitaria lágrima le bajaba por la mejilla. Desde que su tío Kakashi le comunicó unas semanas atrás que su hermano se había ahogado al naufragar su fragata, con toda su pesada carga, frente a la rocosa costa de Carolina tras un despiadado ataque de los británicos, la vida de Sakura se había convertido en una dolorosa pesadilla.

¿Por qué había tenido que emprender Naruto aquel maldito viaje?, se preguntó Sakura por enésima vez.

Normalmente se quedaba en casa, pero estaba ansioso por demostrar su apoyo al Ejército Continental en su lucha contra la opresión británica y había decidido supervisar el cargamento de cuero y hierro personalmente. El destino del cargamento era Nueva York, donde un convoy de carros lo llevaría hasta el ejército del general Washington.

Sakura suspiró. A Naruto siempre le había atraído el mar. Cuatro años atrás, había sido el capitán de uno de los mejores barcos de su padre Minato. Sakura, que entonces sólo contaba trece años, idolatraba a su hermano, doce años mayor que ella, y esperaba impaciente a que regresara de sus viajes. El siempre le traía algo: seda de la China, un colmillo de marfil grabado de la India, una cadena de plata de Inglaterra. Y ella, a cambio, le escribía largas cartas explicándole lo que iba pasando en Konoha.

Después de la muerte de los padres de Sakura en un accidente de carruaje, hacía cuatro años, Naruto había vuelto a casa, y los dos hermanos habían intentado sanar la herida ocasionada por su pérdida. Costó unos cuantos meses de amargura, pero finalmente la vida fue cayendo en una rutina confortable. Sakura había llegado a descubrir que, con todo, era un arreglo ideal. Naruto confiaba en el juicio de la joven y prestaba atención a sus ideas y sugerencias; a su vez, ella respetaba sus opiniones y seguía sus consejos. En cierto modo, no era únicamente su hermano sino también su mejor amigo.

Sakura había sido incapaz de creer que estuviera muerto.

Se secó las lágrimas y volvió a leer la nota. Estaba rasgada y sucia; la tinta se había corrido en algunas partes y abundaban las faltas de ortografía. Pero el mensaje era claro: el autor decía haber rescatado a Naruto del mar y tenerlo bajo su cuidado. Sin embargo, la última frase la hizo estremecerse: si los Haruno querían volver a ver a Naruto, tendrían que llevar cincuenta piezas de oro a la posada del Sonido, en Savannah, antes del primero de junio.

-El primero de junio- susurró Sakura- Faltan menos de dos semanas.

El corazón volvió a latirle con fuerza. Seguro que el tío Kakashi y a habría pagado el rescate. El tío de Sakura se había instalado en Konoha en cuanto hubo conocido la noticia del ataque contra el barco de Naruto. Sakura no le tenía excesivo cariño: le resultaba demasiado frío e indiferente.

Aun así, por mucho que le desagradase la autoritaria presencia del tío Kakashi, Sakura tenía que admitir que le había sido de gran ayuda desde la desaparición de Naruto, ya que había asumido las tareas diarias de dirigir los negocios navieros de los Haruno y recibir en su lugar a la mucha gente que acudía a ofrecerle el pésame.

Lo que más le dolía era lo rápido que todo el mundo había aceptado que Naruto nunca más regresaría. Todos los visitantes que acudieron a su casa durante los días siguientes al hundimiento del buque, parecían dar más crédito a lo único que Sakura era incapaz de creer: que su hermano estuviera muerto. Pero por fin... Se aferró a la nota con fuerza y una ligera sonrisa asomó a sus labios. Ella tenía razón: su hermano estaba vivo.

Se preguntaba por qué su tío no le había hablado de la nota. Sabía que no dejaría a Naruto indefenso en las garras de un grupo de locos. Quizá su tío ya había pagado el rescate y, en ese mismo instante, Naruto estaba ya de camino a casa, a punto de darle una enorme y maravillosa sorpresa cuando...

-¿Sakura? - El tío Kakashi estaba en la puerta. La luz del pasillo se recortaba en sus anchos hombros. Tenía la constitución de todos los hombres de la familia Haruno: alto, fuerte y musculoso -¿Qué haces aquí?-

Sakura se puso en pie. Aunque tenía todo el derecho de estar allí, en el escritorio de Naruto, se sentía algo culpable.

-He venido a buscar papel para escribir una nota de agradecimiento al gobernador por la amable carta que me envió. Y he encontrado esto en la mesa. -Le alargó la nota.

Tío Kakashi se acercó a grandes pasos y tomó la nota, frunciendo el ceño. La luz del atardecer le iluminó las facciones, y la joven notó que, con el paso del tiempo, cada vez se parecía más a su padre. La diferencia principal entre los dos era que, mientras que su padre siempre reía y tendía a ver siempre el lado positivo de las cosas, el tío

Kakashi era más sombrío, menos jovial. Rara vez sonreía, y cuando lo hacía, era más por educación que por otra cosa.

-Lo siento, Sakura- Kakashi se volvió para dejar la nota en el escritorio- Debería habértelo dicho, pero no quería preocuparte y...

-Has pagado el rescate- Sakura dio un paso hacia él, alisándose la falda con un gesto nervioso -Él volverá a casa pronto, ¿verdad? ¿Has enviado un barco a buscarlo? ¿O vendrá...?

-No- El tío la miró con una expresión preocupada.

-¿Qué quieres decir? -preguntó con el corazón latiéndole aún con más fuerza.

-La nota llegó dos días después del ataque. Obviamente se trata sólo de un desgraciado intento por parte de un grupo de desalmados de aprovecharse de nuestro dolor -Kakashi movió la cabeza con mucha seriedad - No lo puedo permitir-

-¿Crees... crees que esta nota es falsa?- Esa idea no se le había ocurrido; se había sentido demasiado aliviada al pensar que Naruto seguía vivo. Volvió a mirar la nota. ¿Y si no era falsa? ¿Y si su hermano seguía vivo en alguna parte, herido y esperando a que lo rescataran? Una sensación de urgencia la invadió -Tío, si existe la más mínima posibilidad de que esté con vida, debemos hacer todo lo que podamos para salvarlo.

-Sería una pérdida de tiempo. Hay testigos que vieron a tu hermano caer al agua. Varios afirmaron que no sólo lo vieron caer, sino que estaba inconsciente porque le había caído un mástil encima. No puede estar vivo.

Las imágenes que el tío describía le resultaban dolorosas y Sakura se obligó a apartarlas de su mente.

-No encontraron su cuerpo -insistió.

-Era de noche. No habrían podido verlo, sobre todo por la cantidad de escombros que quedaron después del ataque de los británicos- Dio un paso adelante y tomó las manos de Sakura entre las suyas; sus dedos estaban extrañamente fríos -Sakura, escúchame. Sé que estas últimas semanas han sido muy difíciles, pero debes aceptar que hemos perdido a Naruto. Tenemos que seguir adelante con nuestras vidas.

Sakura negó con la cabeza; sus ojos se empañaron y se le hizo un nudo en la garganta. Tenía que estar vivo, debía estarlo. Apartó las manos de las de su tío -Debemos pagar el rescate, tío. Quizá la nota no sea falsa. Quizá diga la verdad y...-

-Él se ha ido. No podemos hacer nada, y cuanto antes aceptes este hecho, más fácil te será seguir adelante.

-¿Cómo puedes decir algo así? Estamos hablando de Naruto, tu propio sobrino...-

-¡Ya sé quién es!- exclamó su tío con brusquedad, apretando los labios dibujando una fina línea- A mí también me importa. Pero debes atender a razones. Aunque Naruto hubiera conseguido sobrevivir al ataque, aunque lo hubieran raptado esos... Quienesquiera que sean, no son hombres de honor. Conozco a los de su clase, y mienten con la misma facilidad con la que respiran.

-¿Cómo sabes que esos hombres están mintiendo? ¿Y si realmente lo tienen en sus garras?-

-Si estaba vivo cuando sus captores escribieron o no la nota, entonces ¿por qué no la escribió él de su puño y letra? ¿Por qué no nos dieron una prueba de que estaba vivo?

Sakura tragó saliva.

-Quizás estuviera enfermo, o herido-

Kakashi se pasó la mano por el cabello; de repente aparentaba más de los cincuenta y seis años que en verdad tenía.

-Escucha lo que dices. No tiene ningún sentido. Esos rufianes no nos dieron ninguna prueba sencillamente porque no la había. Le he dado vueltas y vueltas a este asunto. Por muy doloroso que sea, debemos aceptar que hemos perdido a Naruto. Será lo mejor para ti.-

- ¡No puedo! -Las palabras le salieron del corazón y resonaron con fuerza en la habitación.

El tío Kakashi suspiró profundamente.

-Entonces cree lo que quieras; eso no cambiará la verdad. Mientras tanto tenemos otras cosas de las que hablar -Rodeó el escritorio y se sentó en el gran sillón de piel que Naruto había traído de uno de sus viajes a España- El notario vendrá mañana para leer el testamento de tu hermano. Tú y yo debemos estar presentes, ya que somos los únicos beneficiarios. Espero que no hagas...

-No voy a i a la lectura de ningún testamento -dijo Sakura dando un paso atrás - No hasta que sepamos seguro que Naruto está muerto.

-Debemos arreglar las cosas -replicó Kakashi apretando la mandíbula- Tu hermano no esperaría menos de t i. Si no actuamos deprisa, la naviera que tu padre y Naruto construyeron con tanto esfuerzo podría irse a pique -Vaciló un instante, y luego prosiguió en un tono más amable- Vivimos tiempos inciertos, Sakura. L a guerra con los británicos ha interferido en el funcionamiento de la compañía; nos han hundido tres barcos en sólo tres meses. La situación es precaria en el mejor de los casos, y debemos proteger los intereses de la familia a toda costa-

-¡Parece que te importa más la Compañía de Tés Haruno que mi hermano! -exclamó Sakura con los dientes apretados.

Las mejillas del tío se sonrojaron.

-Eso no es cierto. Admito que me sentí u n poco... desilusionado cuando descubrí que tu padre le había dejado toda la compañía a tu hermano. Pero me he dado cuenta que fue lo mejor. Tu hermano era un gran hombre de negocios. Logró doblar el valor de la compañía en poco tiempo, contrató a los mejores capitanes y consiguió nuevos contactos en países extranjeros. Tu padre hubiera estado orgulloso.-

-Siempre pensé... - Kakashi miró al ordenado montón de correspondencia que había sobre el escritorio –pensé que tu padre reconocería todo el trabajo que realicé en esta compañía. Pero no le pareció oportuno hacerlo, y eso es todo-

Sakura notó el dolor en la voz de su tío y se sorprendió.

-Tío Kakashi, Padre nunca hubiera herido tus sentimientos intencionadamente. Te apreciaba mucho.

- Claro - El tío consiguió esbozar una ligera sonrisa-. Estoy seguro de que tenía razones para hacer lo que hizo. Sin embargo, lo pasado, pasado está- Miró a Sakura con las espesas cejas fruncidas sobre el puente de la nariz. Después de un largo momento, sus rasgos se suavizaron ligeramente y, acercándose, le apretó la mano durante un instante-. Eres un encanto de muchacha. Y cuando heredes la compañía de Naruto, necesitarás toda la ayuda que yo pueda proporcionarte.

¿Heredar la compañía? Sakura negó con la cabeza.

-No la quiero. No sabría qué...

-No te preocupes. Yo estaré aquí para ayudarte en todo lo que pueda. Pero...

-No es apropiado discutir esto ahora -repuso Sakura con presteza.

Ni ahora, ni nunca-pensó.

Kakashi asintió con la cabeza, como si hubiese comprendido.

- Claro. Es demasiado pronto, ¿verdad? Nunca debería haberte mencionado este asunto. Ahora, si me excusas, querida, tengo cosas que hacer antes de la cena.

Mientras tanto, ¿por qué no te retiras a descansar un par de horas?

Sakura cerró los puños. Después de haber visto la nota, descansar era la última cosa que quería hacer. Miró a su tío arrugando el ceño. ¿Cómo podía estar tan tranquilo cuando existía la posibilidad de que su sobrino estuviera vivo en alguna parte, tal vez herido, y quizá de muerte?

Iba a empezar a decirlo cuando su mirada se posó sobre la nota. En vez de iniciar una discusión, aclaró la voz.

- Creo que tienes razón, tío-dijo -. Tal vez será mejor que me retire a m i habitación a descansar.

- Muy bien, querida. Te veré en la cena.

Sakura salió de la habitación caminando lentamente, pero c o n la mente trabajando a toda velocidad. El tío Kakashi había tomado una decisión sobre la nota de rescate, pero ella no. Subió por la amplia escalinata y se dirigió a su alcoba. Una vez allí, se dejó caer sobre el asiento junto a la ventana.

Su alcoba estaba decorada con bellos muebles de caoba, e incluía una cama con dosel junto a una de las paredes, con colgaduras de terciopelo azul a juego con la valiosa alfombra Aubusson. Las cortinas azules que pendían ante las ventanas enmarcaban una impresionante vista del jardín y de los campos que se extendían más allá.

Sakura se enorgullecía de que el jardín estuviera muy hermoso todos los años, lleno de las flores favoritas de su madre. Casi todas las noches, abría las ventanas y dejaba que la fresca brisa de primavera inundara la habitación con el perfume de las flores, pero en aquel momento no se sentía con ánimos. En vez de abrir la ventana, se apoyó en ella y clavó los ojos en el jardín sin verlo.

Por mucho que le molestara admitirlo, el razonamiento del tío Kakashi parecía acertado. Era cierto que había gente que intentaba capturar barcos para apresar a los ricos viajeros y conseguir un rescate de sus ingenuas familias. Y también tenía razón al decir que, la mayoría de las veces, la persona raptada nunca era liberada, al menos no con vida.

Aun así, estaba segura de haber oído hablar de varios casos en que la persona raptada había sido liberada. Y era ese vago recuerdo, junto con la inexplicable sensación de que su hermano mayor estaba vivo y sano, lo que le hacía creer que el tío Kakashi estaba equivocado.

-Pero sólo tenemos dos semanas -murmuró, apoyando la frente contra el frío vidrio de la ventana. Haría falta al menos u n mes para hacer cambiar de opinión al tío Kakashi. Era tan obstinado como lo había sido Padre.

Suspiró y sopesó sus opciones en silencio. Si él no la ayudaba, tendría que arreglárselas ella sola. Tendría que conseguir el dinero y llevarlo a Savannah. Se irguió lentamente. Eso era exactamente lo que tenía que hacer: rescatar a Naruto por sí sola. El habría hecho lo mismo por ella. Estaba segura.

Se le encogió el corazón al pensar lo que tan osada empresa representaría. Primero tendría que conseguir llegar a Savannah. Mientras pensaba en las diferentes posibilidades para lograrlo, una puerta lateral del jardín se abrió y apareció su tío vestido con ropa de montar. Todas las tardes, exactamente a las dos, cabalgaba hasta los muelles para comprobar la última llegada de la Compañía de Tés Haruno.

Sakura se apresuró a cerrar las cortinas de su habitación. Era el momento. Pasarían horas antes de que su tío regresara y, como le había sugerido que descansara, no esperaría verla hasta la hora de la cena. Pero ¿a dónde podía ir? ¿C ó m o podría llegar a Savannah en tan p o c o tiempo?

Su mirada topó sobre la pequeña réplica de u n barco, que Naruto le había regalado hacía unos meses.

- Eso es -murmuró. Iría al puerto y buscaría un barco que la llevara a Savannah. Viajando a caballo tardaría semanas, pero por mar, se podía hacer todo el viaje en una semana.

Quizás el barco de Sasuke Uchiha estuviera en el puerto. Cuando la muerte de su padre había obligado a Naruto a asumir la responsabilidad de la compañía desde detrás de un escritorio en vez de surcando los mares que amaba, había contratado a su mejor amigo, Sasuke como capitán principal. Pasado un tiempo, Sasuke había conseguido comprarle el barco a Naruto y convertirse en el dueño del buque que capitaneaba, aunque aún llevaba cargamentos para su viejo amigo.

Pensar en Sasuke hizo vacilar a Sakura. El alto y pálido capitán no era alguien a quien ella pediría ayuda normalmente. Aunque era amigo íntimo de Naruto, solía ser menos correcto con Sakura. La joven sospechaba que él la consideraba infantil y una molestia, algo que la irritaba sobremanera. Siempre que Sasuke estaba cerca, Sakura se cuidaba de no hablarle directamente, un triste esfuerzo por su parte para demostrarle al apuesto joven que no le importaba lo que opinase de ella. Aun así, no negaría a ayudarla; no si la vida de Naruto estaba en juego. Sakura sabía con absoluta certeza que Sasuke haría cualquier cosa para ayudar a su amigo.

Mucha gente cuestionaba la amistad de Naruto con Sasuke. El joven había sido un conocido calavera, que había desafiado a su familia hasta el punto de unirse a un grupo de rufianes que había cometido toda suerte de fechorías, desde pequeños robos hasta la más descarada piratería.

Sakura no conocía los detalles de las transgresiones del joven capitán, pero sabía que su hermano le confiaba los cargamentos más importantes. Y decidió que eso era todo lo que necesitaba saber. Naruto no depositaba su confianza en mucha gente.

Con los británicos merodeando, y amenazando con volar todos los barcos americanos que se les pusieran a tiro, Sakura sabía que necesitaba a alguien con un barco rápido y que conociera la ruta más segura hacia Savannah.

Y Sasuke Uchiha era esa persona. Una oleada de esperanza reavivó su corazón.

Se levantó de un salto, fue hasta el armario y empezó a revolver la ropa. Escondido en el último cajón encontró un blusón blanco, unos pantalones viejos de Naruto y unas gastadas botas de cuero. Solía vestirse con aquellas prendas cuando salía a cabalgar con él por los bosques que rodeaban Konoha. Sakura no había usado aquella ropa desde hacía un año, y la última vez que se la puso le iba tan grande que Naruto la había llamado «hombre del saco» durante semanas. Pero al ponérsela vio que le ajustaban incluso demasiado bien.

-Necesito un abrigo o algo para echarme por encima-murmuró Sakura, mirando hacia donde su pecho presionaba la suave tela hacia fuera. Quizá podría tomar prestado el informe abrigo marrón del mozo del establo.

Ahora sólo faltaba que Sasuke estuviera en el puerto pero no tenía manera de saberlo. Los británicos recorrían la costa de arriba abajo con sus buques, y atacaban cualquier barco que pudiera transportar mercancías o provisiones para los americanos, lo que significaba que no había un plan fijo de llegadas al puerto de Boston.

Tiró su sombrero sobre la cama y luego se ató su cabello pelirrosa, deseando tener algo mejor que una cinta azul con qué sujetarlo. Era demasiado largo para que aguantara con un moño. Abrió la puerta del armario y rebuscó entre las cajas que se apilaban en un rincón. Finalmente, encontró lo que buscaba: un gran sombrero marrón que usaba cuando salía a buscar frutos para hacer tartas.

Se metió la melena bajo el sombrero y se contempló en el espejo. Si tomaba prestado el abrigo marrón y se mantenía en la penumbra, podría hacerse pasar por un chico. Con un suspiro se alejó del espejo. Tenía que funcionar; recogió la funda de la almohada, abrió la puerta de su habitación y lanzó una mirada hacia el corredor. Si alguien la veía y avisaba al tío Kakashi, intentaría detenerla, alegando que era peligroso que viajara sola, sobre todo en medio de una guerra.

Pero a Sakura n o le importaba. Era una emergencia, y tenía que encontrar a Naruto lo antes posible.

Espero unos instantes hasta estar segura de que ninguno de los sirvientes andaba cerca. Entonces salió de su habitación y se apresuró hacia la biblioteca, intentando que los tacones de las botas que calzaba no hiciesen mucho ruido al pisar sobre el suelo de madera. Cuando llegó a la biblioteca, respiró hondo, luego miró a través del arco de la puerta. Suspiró aliviada al comprobar que la sala se hallaba vacía. Entró rápidamente, dejando la puerta como estaba, ligeramente entornada, de forma que podía ver el corredor. Llegó hasta el escritorio y abrió el último cajón. Lo vació formando una pila de libros y papeles a un lado. Luego sacó el cajón por completo con cuidado y le dio la vuelta.

Una esquina golpeó el suelo de madera con un fuerte ruido que resonó como un disparo. Sakura aguantó la respiración y esperó con los ojos clavados en la puerta, pero nadie apareció. Pasado un largo momento, respiró de nuevo y se cambió de lado para que el haz de luz que entraba por entre las cortinas corridas incidiera sobre el cajón.

Con dedos temblorosos, fue palpando el borde del cajón hasta que encontró lo que buscaba. La pequeña muesca parecía una imperfección de la madera, pero Sakura sabía que se trataba de otra cosa. Toqueteó la muesca y el fondo del cajón se abrió para revelar un compartimiento secreto.

- Gracias, Naruto-murmuró, soltando el aire. Su hermano le había enseñado el escondrijo hacía poco tiempo. Le había dicho que era dinero para una emergencia.

Sakura sabía que a Naruto le preocupaba que los ingleses invadieran Boston y que se vieran obligados a huir, dejando atrás todas sus pertenencias, pero aquélla era una emergencia igual de grave, si no más.

Sakura sacó la bolsa de monedas y se la metió en el bolsillo; luego volvió detrás del escritorio para poner el cajón en su sitio. Acababa de cerrarlo cuando oyó un ligero crujido. Se quedó inmóvil. Hacía años que la puerta del estudio necesitaba aceite. Naruto había dicho que se encargaría, pero nunca parecía encontrar el momento.

Con el corazón latiéndole en los oídos, Sakura cerró los ojos y rezó. Era todo lo que podía hacer. Si alguno de los criados la encontraba allí le haría preguntas.

No se oyó ningún otro ruido. Sakura esperó, con la espalda rígida y las rodillas doloridas por el frío y duro suelo. Pasados unos instantes, no lo puedo resistir más y se inclinó para echar una ojeada por un lado del escritorio. Un rostro peludo la miró.

-¡George!-murmuró Sakura, sonriendo de alivio. Agarró a su perro por la cabeza y lo estrechó con fuerza -¿Qué haces dentro de la casa?

Su padre le había regalado George hacía cuatro años, en su decimotercer cumpleaños, sólo dos semanas antes de que él y su madre murieran en el accidente con el carruaje. Eso hizo que Sakura aun quisiera más al canino a pesar de que enseguida se hizo evidente que a le faltaba mucho para estar tan bien educado como los perros de Naruto. Sus spaniels acudían cuando él los llamaba, se sentaban si se lo ordenaba y podían seguir toda una una serie de instrucciones con sólo una palabra; George, sin embargo, nunca parecía acatar una sola orden.

La verdad era que el perro de Sakura sabía mejor dejarse abrazar que seguir instrucciones, y a ella eso ya le parecía bien. Claro que Naruto nunca había valorado a George, y Sakura incluso había llegado una vez a pelearse con su hermano cuando éste se atrevió a reírse de George diciendo que era mitad problema y mitad caballo.

El recuerdo de esa pelea hizo sufrir el corazón de Sakura. Qué no daría por tener la oportunidad de discutir con Naruto en ese mismo instante, por ver su sonrisa perezosa y oírle llamarla «Gata». Sintió que se le hacía un nudo en la garganta y sus ojos se empañaron de lágrimas. Como si pudiera leerle el pensamiento, George le lamió el rostro con su húmeda lengua.

- ¡Ag!- No hace falta que hagas eso- exclamó Sakura, secándose la mejilla con el dorso de la mano. De repente, se le ocurrió una idea. Realmente era peligroso viajar sola, y si no podía encontrar a Sasuke en el puerto, posiblemente tendría que hallar otra manera de llegar a Savannah.

Miró a George. Si bien ella sabía que era tan peligroso como un saco de plumas mojadas, parecía el perro más grande y feroz que nunca hubiera pisado la tierra.

-¿Qué me dices, viejo amigo? ¿Quieres ir a Savannah? George sacudió la cola con tanta fuerza que todo su cuerpo se movió con ella.

Así fue como, escasos diez minutos después, Sakura y George estaban ya de camino hacia el puerto de Boston.


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