Capítulo 1: Estancia en Privet Drive

Ha pasado una semana desde que Harry regresó a Privet Drive, una semana desde que acabó su quinto año en el colegio de magia y hechicería, su quinto año en Hogwarts. Y de todos los años, este ha sido el peor de todos. No por las notas, ya que aun no sabía nada de ellas; si no por toda la presión que sufrió: el rechazo del mundo mágico por afirmar que Voldemort había vuelto, toda esa gente en su contra, sobretodo su ex profesora de Defensa Contra las Artes Oscuras, que le complicó el día a día. Luego estaba los miembros de la Orden, ocultándole siempre las cosas aunque fuera el principal implicado (cosa que al final del curso le explicó Dumbledore, sobre la profecía)…

Y a pesar de todo eso, lo peor fue la muerte de Sirius, su padrino. Y todo por su culpa. Voldemort le tendió una trampa y Harry mordió el anzuelo; y al ir los miembros de la Orden, Sirius murió mientras luchaba con Bellatrix.

Pero ahora Harry se encontraba algo mejor. Al llegar a la casa de los Dursley encontró una carta que Sirius le había escrito poco antes de ir a rescatarlo. En la carta Sirius le decía:

Querido Harry,

cuando leas esta carta puede que yo esté muerto. Si estoy muerto no quiero que te eches la culpa ni estés triste por mí. En toda mi vida siempre he hecho lo que creí correcto y no me arrepentiré de los momentos que hemos pasado juntos, y tampoco nunca me arrepentiré de haber ido al ministerio a ayudarte.

Debes ser fuerte, fuerte para afrontar lo que ha de venir. Probablemente Dumbledore siga queriendo ocultarte ciertas cosas y apartarte de lo que está pasando, pero yo creo que no debes quedarte al margen.

Ahora mismo no tengo mucho tiempo para escribir estas palabras, pero lo mejor por ahora es que no intervengas.

Sé que no puedes estar ocioso, por eso te pido una cosa: vuelve a Grimmauld Place y vete a mi habitación. Debajo de la cama busca una tabla suelta, y coge todo lo que encuentres, allí habrá una nota que escribí hace un par de semanas que te explicarán cosas que necesitas saber.

Sé fuerte.

Te quiere…

Canuto.

P.S: Lo que hay allí es sólo para ti, no se lo digas a nadie por ahora.

Al principio Harry había llorado, pero después de un rato de haberse desahogado así, se encontró mejor. Decidió hacerle caso a Sirius y ser fuerte. No lloraría. Y llegado el momento, vengaría su muerte.

Su primera semana la pasó releyendo sus viejos libros de transformaciones, encantamientos y pociones. Se propuso mejorar todo lo posible en esas ramas, se haría más fuerte de manera que Sirius estuviera orgulloso de él. Intentó aprender todo lo posible de los libros, y apenas le llevó esa semana y parte de la siguiente porque ya se sabía la mayor parte por haberlo estudiado para los TIMO. Sobre todo le dedicó a pociones, pues quería mejorar su nivel; y como esa asignatura no requería el uso de magia, si encontraba un lugar donde los Dursley no le estropearan nada ni le molestaran, quizá podría practicar.

Hizo inventario de sus ingredientes de pociones, los cuales eran muy escasos; por lo que debía ir a comprar más lo antes posible. El problema era que no debía salir de la casa por una carta que había recibido hace poco de Dumbledore.

Harry;

Como comprenderás es peligroso que salgas de la casa de tus tíos. Sé que te resulta duro, pero ahora ya sabes la razón. Por lo tanto es mejor que te quedes todo el verano ahí. Más adelante veremos la mejor manera para que compres los libros y todo lo que te haga falta para el próximo curso escolar.

Para aumentar las medidas de seguridad hemos decidido que lo mejor es que limites el correo con tus amigos. A partir de ahora será un miembro de la Orden quien te dé sus cartas, y tú a él sus respuestas. Aún así esto será cada dos semanas, pues ahora que la verdad sobre Voldemort salió a la luz empiezan a haber más ataques y por lo tanto estamos mucho más ocupados.

No te metas en líos…

Dumbledore.

A Harry no le gustó eso de tener que limitar la correspondencia con sus amigos, pero al menos ahora vería a algún conocido más a menudo. Con algo de suerte podría ser Lupin el que fuera a visitarlo.

Intentó ir a ver a Arabella Figg, una vieja mujer que vivía cerca de ahí y que era una squib, según descubrió él el año pasado; pero al parecer ella no estaba, su casa parecía llevar un tiempo deshabitada.

Harry siguió leyendo el Profeta, que ahora se dedicaba a recomendar a la gente cuidado ante la vuelta del señor tenebroso. Aún así parecía que Voldemort aún no había decidido actuar, o por lo menos lo estaba haciendo con mucha sutileza, ya que casi nadie notaba nada raro, por ahora.

A las dos semanas de estar allí, justamente cuando Harry se empezaba a aburrir por haber acabado de estudiar los libros, llegó un miembro de la Orden, Peter, con las cartas de sus amigos. Vino disfrazado del jardinero de los vecinos de enfrente. Le dio las cartas de sus amigos y le dijo que volvería en un par de horas a recoger las cartas que quisiera enviar él. Fue a su habitación con las 3 cartas en la mano. Abrió la primera:

Querido Harry

Espero que estés bien y que tus tíos no te estén dando problemas. Me imagino que te estarás sintiendo solo y triste por lo ocurrido. No lo estés, no fue culpa tuya.

Dumbledore me ha dicho que este verano lo mejor es que te quedes ahí. He intentado convencerle para que nos permita a Ron y a mi verte en algún momento, pero ha dicho que es muy peligroso, por lo que es mejor así. Ante todo está tu seguridad.

Espero que me escribas pronto, te echo de menos.

Con cariño:

Hermione.

- Hermione… siempre preocupándose por mí.- decía Harry para sí mismo, aunque en voz baja- yo también la echo mucho de menos…

Abrió la siguiente carta, que era de Ron, que decía casi lo mismo que la de Hermione, aunque también le comentaba que sus hermanos Fred y George acababan de abrir la tienda en el callejón Diagon, y que por ahora estaban teniendo mucho éxito. La tercera carta era de Hagrid:

Querido Harry

¿Qué tal te va? Espero que te estén tratando adecuadamente esos muggles… bueno, a mí me está yendo bien. Ahora mismo estoy contento porque vuelvo a tener a Buckbeak aquí, aunque sólo es algo temporal, pues dentro de un mes o dos es hora de dejarlo en libertad.

Antes de que se me olvide, Dumbledore me ha pedido que te diga que el próximo miércoles alguien de la Orden irá a buscarte para que vayas a la lectura del testamento de Sirius. Te recogerán a las 11:00.

Te hice un bizcocho para que comieras, pero Dumbledore no me permitió enviártelo. Dijo algo relacionado con que sería muy cantoso que un jardinero fuera a trabajar con un bizcocho… ¿a que se referiría?

Y no te culpes por lo que pasó en el ministerio. No fue culpa tuya. Estoy seguro de que si Sirius estuviera ahora mismo vivo no se arrepentiría de lo que hizo y querría que tú fueras fuerte.

Bueno, espero tu respuesta. Cuídate.

Hagrid.

Harry no les escribió muchas palabras, pues aún no se sentía bien del todo para hablar, pero les dijo que estaba bien, y que intentaría ser fuerte, pues es lo que Sirius hubiera querido. También le preguntó a Hagrid si sabía dónde estaba la señora Figg. Cuando hubo acabado entregó al miembro de la Orden las cartas y se fue a su habitación.

Por la tarde, mientras daba un paseo e intentaba pensar en alguna manera para poder ir a Grimmauld Place, al pasar cerca de la casa de la señora Figg algo llamó su atención. Fue a la parte de atrás de la casa y encontró unos arbustos desde los cuales había algún objeto que brillaba. Cuando se agachó encontró el objeto: un sickle. Mientras lo cogía se fijó en que los arbustos parecían tapar la pared. Al apartarlos un poco descubrió un hueco, un pequeño agujero por el que se podía entrar reptando.

No se lo pensó dos veces. Miró para ambos lados para ver si había alguien por allí y como la calle estaba desierta entró por el agujero.

Llegó a un cuarto oscuro, seguramente el sótano, y buscó las escaleras. Las subió con cuidado, no llegara a ser que hubiera alguien en la casa. Sacó la varita por si acaso. Al llegar arriba abrió la puerta y comprobó como realmente la casa llevaba un tiempo deshabitada. Al ir al salón y pasar junto a la chimenea se le ocurrió una idea…

Puede que la señora Figg fuera una squib, pero… ¿tendría polvos Flu?

Se puso a buscar, y después de media hora encontró una cajita llena de un polvo que se parecía a los polvos Flu. La cajita estaba bastante bien escondida, justo encima de la chimenea pero muy bien camuflada.

Harry se puso a pensar: "Vale, he encontrado lo que podrían ser los polvos Flu. Ahora podría ir un momento a por las cosas que Sirius dijo que cogiera en su habitación. Pero ¿y si hay alguien? Tendré que arriesgarme… ¡claro! Llevaré puesta la capa, y creo que será mejor que lleve una mochila donde guardar las cosas. Tendré que volver a mi habitación a por la mochila ya que la capa la llevo siempre conmigo. ¿Y si me ven los de la Orden? Pues es muy probable que estén vigilándome… Pues saldré con la capa puesta desde mi habitación; así todo el mundo pensará que sigo allí…"

Dicho y hecho. Tan pronto acabó de pensar en todo se fue de allí y preparó las cosas. Se puso la mochila, la capa y volvió a la casa de la señora Figg. Cogió un puñado de polvos Flu y dijo en voz baja aunque clara:

- Número 12 de Grimmauld Place.

Aparecieron las llamas verdes rodeándolo y se vio arrastrado por los remolinos hasta que llegó a otra chimenea de una sala conocida para él. Había llegado a Grimmauld Place.

Justo al llegar escuchó pasos. Harry se acurrucó en una esquina y se aseguró de tener bien puesta la capa. Cuando estuvo seguro de que nadie había notado nada raro, se acercó a las escaleras. Pero estaban siendo muy utilizadas. Miembros de la Orden iban y venían de un lado a otro llevando cosas, como si estuvieran desalojando la casa. De entre los miembros reconoció las caras de Molly, Lupin y Tonks.

Nadie hablaba, el único ruido que se escuchaba era el de la gente ir y venir. Harry esperó pacientemente a que las escaleras estuvieran libres del tránsito y pudiera subir a la antigua habitación de Sirius.

Mientras esperaba, escuchó parte de una conversación:

- Oye, ¿por qué debemos desalojar la casa?

- No lo sé –respondió otro.

- ¿Tú lo sabes, Remus?

- Según me dijo Albus, al morir Sirius la casa perdió las protecciones existentes por parte de los Black. En el testamento de Sirius se nombrará a un nuevo Lord Black y las protecciones se reactivarán. El problema es que el título solo puede pasar a algún familiar consanguíneo, y las opciones son los Malfoy o los Lestrange. En cualquier caso…

En ese preciso instante, Harry vio que dejaron de usar las escaleras un momento. Algunos miembros se iban con algunas cosas para desaparecerse. Harry aprovechó para subir las escaleras antes de cabrearse aún más.

"¡¿Bellatrix puede quedarse con la casa?!" Pensó Harry furioso ante la idea de que el asesino de su padrino se quedara con las pertenencias de éste. "… Cálmate Harry, no deben descubrirte aquí y si lo hacen no podrás hacer lo que Sirius te pidió que hicieras…"

Con ese pensamiento fue lo más silenciosamente que pudo hasta la parte de las habitaciones. Después de comprobar varias (y darse un par de sustos de muerte, pues casi le pillan un par de veces) entró en otra en la que vio en una pared un viejo retrato colocado mágicamente de Sirius, Remus, Peter y su padre, James.

Harry se quedó un rato viendo la foto, pero un ruido le hizo volver a la realidad. Tonks acababa de entrar a esa habitación, y con lo torpe que era ya había tropezado con el armario que estaba junto a la puerta.

- ¡Ouch! ¡Maldita sea! –exclamó Tonks.

Se arregló las ropas y se puso a revisar la habitación en busca de algo relacionado con la Orden, o al menos eso supuso Harry. Cogió un par de papeles que había en un cajón y algunos objetos del armario.

"Para coger lo que sea que Sirius haya puesto ahí necesito privacidad, no vaya a ser que me descubran. ¿Pero cómo hago para cerrar la puerta y que no puedan entrar durante un rato sin usar la magia? Ojalá Hermione estuviera…

En ese momento Tonks volvió a tropezar y esta vez cayó al suelo. Harry sintió el impulso de ir a ayudarla, pero se contuvo; y aprovechando que ella estaba dándole la espalda y recogiendo lo que se le había caído, buscó algo que le pudiera servir en su propósito… BINGO: Esa vieja chaqueta que sobresalía de las puertas del armario podría servir. Se aproximó al armario, lo abrió despacio y cogió la percha con la chaqueta. Colgó la percha en el pomo de la puerta de la habitación, puso una de las mangas dentro del armario, lo cerró con llave y se puso a esperar a que Tonks saliera de la habitación.

Diez minutos más tarde Tonks salió cargada de cosas al pasillo, e intentó cerrar la puerta. Como no fue capaz pidió ayuda a Remus, que pasaba por allí; quien de un tirón consiguió cerrar la puerta. Pero justo a continuación, para satisfacción de Harry y espanto de Remus y Tonks, se oyó un BOOM. Remus intentó abrir la puerta para ver que había pasado, pero fue incapaz. Tal como había previsto Harry al cerrar la puerta, la chaqueta atrapada en el armario hizo que éste se cayera, impidiendo abrir la puerta. Harry sonrió antes los vanos intentos de los del otro lado en intentar abrir la puerta.

Harry escuchó como al otro lado de la puerta se acercaban personas y preguntaban qué había pasado. Él, sabiendo que no tenía mucho tiempo antes de que pudieran desbloquear la puerta, se quitó la capa y fue debajo de la cama. Buscó y buscó hasta que encontró una tabla suelta. La levantó y encontró 3 cosas: una vieja y deshilachada mochila de color negro que parecía guardar algo en su interior, un sobre y… ¿un ladrillo?

Salió de debajo de la cama, se sentó en ella y abrió el sobre: era otra carta de Sirius, aunque no había escrito muchas palabras:

Querido Harry,

Si estás leyendo esto es que has sido capaz de llegar inadvertido hasta aquí. ¡Enhorabuena!

Ahora bien, espero que aún no hayas abierto la mochila, porque si no lo vas a tener complicado para volver a salir de ahí inadvertido…

El cómo has llegado hasta aquí, no lo sé, aunque sabiendo que no puedes aparecerte, ni utilizar un traslador solo te queda por polvos Flu o con el autobús noctámbulo. Espero que no te hayas arriesgado a ir en este último, pues es demasiado peligroso que te descubran. Así que puedo deducir que has utilizado polvos Flu. Ahora bien, ¿tienes algunos polvos Flu contigo?...

"¿Para qué diablos voy a tener más polvos Flu conmigo?"- pensó Harry- "a no ser… oh, oh…"

En estos momentos te estarás preguntando que para qué necesitas tener más, ¿me equivoco? Pues si aún no lo dedujiste explícame una cosita sin importancia… ¿Cómo piensas volver?

Bueno, no te preocupes, aquí estoy yo para ayudarte. ¿Ves el ladrillo que estaba encima del sobre? Pues lo que tienes que hacer es ponértelo encima de la cabeza. Sí, has oído bien, y no, no me estoy burlando de ti. Póntelo en la cabeza, le lancé un hechizo al ladrillo para que al ponerlo en la cabeza de alguien se pudiera abrir a la mitad. Coge la bolsa que hay dentro y haz con el ladrillo lo que quieras.

Dentro de la bolsa hay polvos Flu. Coge unos pocos para poder volver al lugar desde el cual viniste. Y guarda la bolsa, es para ti.

Cuando estés en tu casa abre la mochila, en ella encontrarás otra carta en la que te explicaré las cosas, y el porqué no podías abrir la mochila aquí. (Bueno, me da que cuando la abras no necesitarás de muchas explicaciones) Solamente procura que nadie te vea abrir la mochila.

Ahora lárgate cachorro.

Te quiere…

Canuto.

Harry se asombró al leer toda la carta. ¡Parecía que estaba hablando con Sirius y todo! Y qué bien le conocía, que hasta se imaginó el cómo llegaría y que se olvidaría de traer Polvos Flu. Hizo lo que ponía en la carta: Se puso el ladrillo en la cabeza, sintiéndose completamente ridículo y estúpido, y cogió una pequeña bolsita hecha de tela y atada con un cordel. Su interior parecía lleno de un polvo, aunque no era exactamente igual a los polvos Flu, el color era distinto…

De repente se escuchó al otro lado de la puerta los gritos de la señora Weasley:

- ¡¡¿Qué diablos ha pasado?!!

- No lo sabemos, cerramos la puerta y se produjo un gran estruendo. Desde entonces la hemos intentado abrir pero está atascada- respondió Remus intentando calmarla.

- ¿Intentasteis con el alohomora?

- Ehhh… Nos olvidamos de intentarlo con magia…

- ¡¡¿¿Qué??!! ¿Qué clase de magos sois…? ¡Patanes! ¡Ineptos…!

Harry decidió que era un buen momento para borrar las pruebas de su paso por esa habitación. Colocó el ladrillo y la tabla en su sitio, desbloqueó la puerta del armario ya que Tonks en ningún momento la había cerrado con llave, aunque dejó la chaqueta y la percha tal como estaba. Se colgó la otra mochila a la espalda junto con la que había traído, se volvió a cubrir con la capa y se puso a esperar a que abrieran la puerta.

No tuvo que esperar mucho. Después de algunos hechizos que no resultaron los del otro lado de la puerta lo intentaron con un depulso, que consiguió empujar el armario lo necesario para abrir un poco la puerta. Tonks asomó la cabeza y vio que la razón del escándalo era la caída del armario. Con otro depulso (esta vez dirigido al armario) logro sacarlo de detrás de la puerta. Entraron a la habitación Tonks y Remus, ya que al parecer el resto se había ido a seguir desalojando la casa. Mientras ellos observaban el armario e intentaban deducir que había pasado, Harry se fue de la habitación. Bajó las escaleras y fue hacia el salón, esquivando por el camino a todos los que se le cruzaban. Finalmente llegó a la chimenea, y como en ese momento no había nadie allí cogió unos pocos polvos y volvió a la casa de la señora Figg.

Una vez hubo llegado, se marchó lo más deprisa posible a su habitación. Allí dejó las cosas y aunque estaba deseando ver que le había dado Sirius, pero sobre todo leer otra carta suya, decidió esperar a que todos durmieran. Entre otras cosas porque justo en aquel momento oyó el grito de su tía sobre que la cena estaba lista.

Este año, por lo menos en las 2 semanas de vacaciones que llevaba, el trato de sus tíos había mejorado un poco. Ahora se dedicaban a ignorarle, pensando que esto le molestaría; aunque para Harry esta nueva situación le era casi agradable. En vez de los habituales tratos e insultos, esto le hacía estar algo más relajado. A Vernon no le gustaba que Harry disfrutara de la situación, pero se había prometido que lo ignoraría y lo pensaba cumplir.

Harry esperó a que todos se fueran a dormir, cerró bien la puerta de su habitación y las ventanas. Hedwig se había ido la noche anterior a cazar, y no era probable que volviera en un par de días.

Se sentó encima de la cama, cogió la mochila, y la observó: No parecía otra cosa que una vieja mochila negra aunque algo descolorida. Parecía estar muy gastada y algo deshilachada. A ambos lados de ella tenía un par de bolsillos exteriores, ambos con algún agujero que hacían imposible poner algo en ellos excepto que quisieras que se te cayera. Pero lo que más extrañó a Harry era la cremallera que cerraba la mochila, ya que la mayoría de las mochilas de los magos no usaban cremalleras. Recordó entonces la conversación que había tenido en tercero con Hermione sobre esto…

Flash Back

Era jueves y Harry y Hermione iban de camino al Gran Comedor. Ese día Ron no les había esperado porque la clase había durado un poco más, y se había estado quejando y diciendo que se moría de hambre. Tan pronto el profesor Binns les dejó salir él se fue lo más rápido posible al Gran Comedor. Justo en ese momento a Harry se le cayó el botón de la mochila, y parándose fue a buscarlo.

- Mierda, ¿por qué en el callejón Diagon no hacen mochilas con cierre de cremallera en vez de con botones?- se quejó Harry, hablando para sí.

- Porque las cremalleras son un invento muggle- le explicó Hermione, que también se había parado y le estaba esperando- y cuando se inventaron, los "sangre limpia" –diciendo el sangre limpia con un tono especial- no querían nada de los muggles. Pero ahora eso no importa, pero no las hacen con cremallera por tradición.

- Gracias Hermione por la explicación- le agradeció Harry- aunque no hacía falta que me esperaras. Seguro que tienes hambre.

- No seas tonto, no pasa nada por esperarte- Hermione le sonrió a Harry y se acercó a él. Una vez cerca sacó su varita arregló la mochila con un reparo y agregó en un tono gracioso- Además, ¿quién te iba a arreglar entonces la mochila?

- Aunque no lo parezca, soy capaz de decir "Reparo" y arreglar mi propia mochila.

- Ya lo sé, pero me gusta ayudarte… -dicho esto Hermione se sonrojó un poco, aunque Harry apenas se dio cuenta, y pensó que sería por el calor.

Fin del Flash Back

Harry sonrió al recordar la sonrisa que le había dedicado Hermione aquel día, como muchas otras que le había dedicado. Todas esas sonrisas le hacían sentir especial. Echaba mucho de menos a su amiga, aunque no entendía la razón por la que cada vez que pensaba en ella (muy a menudo últimamente) sentía una especie de calor y cosquilleo en el estómago…

Decidió volver a ponerse con la mochila. Después de observar más detenidamente encontró un dibujo en una de las asas, pero no se veía bien porque estaba ya algo borrado; pero parecía ser un dibujo de un hipogrifo. Debajo del dibujo había un par de letras doradas casi borradas, pero aún eran legibles. Las letras eran una S y una B: SB.

- Sirius Black- murmuró Harry.

Decidió que era el momento de abrir de una vez la mochila y ver que había dentro. Y en cuanto la abrió…


Este es el primer capítulo de una historia sobre la que he estado pensando ultimamente.

No es la primera historia que escribo, pero si la primera que publico, por lo que espero comentarios.

Espero que os haya gustado el capítulo, y si es así, me alegro. En caso contrario estais invitados a dejar de leer.