Aviso: Spin Off del fic Life Unexpected. Todos los personajes y lo que reconozcan pertenece a JK Rowling.
1.
I'm giving my all and I know peace will come.
I never wanted to need someone.
Era todo culpa de Lily.
Marlene había sabido desde el mismísimo momento en el que todo había comenzado que lo que pasara a partir de entonces sería solamente culpa de Lily. Claro, una parte de ella estaba consciente de que sus hormonas adolescentes y el aburrimiento también tenían su porcentaje de culpa pero de no haber sido por su amiga y sus rondas de prefecta no habría estado aburrida, así que volvían a lo mismo: era culpa de Lily.
La chica bufó y puso los ojos en blanco ante sus propios pensamientos y siguió con su camino, había pasado el último mes y medio tratando de culpar a quien fuera y a lo que fuera por lo que estaba ocurriendo con su vida en ese momento pero sin importar cuanto quisiera negarlo, sabía que toda la culpa la tenía ella… Y él, por supuesto.
No tenía idea de cómo había pasado, de cómo había permitido que llegara tan lejos. Todo había empezado bien, de manera muy inocente… Bueno, tan inocente como se podía, definitivamente muchísimo más inocente a como habían terminado una semana atrás.
El recuerdo hizo que la sangre quisiera huir a sus mejillas pero con el autocontrol conseguido tras años de negarse a dejar su vergüenza en evidencia por culpa de su pálida piel, logró alejar el sonrojo.
Había sido un error, eso se había repetido la primera vez, uno divertido y satisfactorio pero un error al fin y al cabo, uno que no debía, bajo ninguna circunstancia, repetirse una segunda vez… Ni una tercera, ni una cuarta, ni una quinta. Al llegar a la sexta ya se había hecho a la idea de que sí se iba a seguir repitiendo y que definitivamente no sería ella quien lo impidiera. Luego, para tratar de mantener el control de la situación, se había asegurado que no lo dejaría pasar a mayores, debía mantener un límite a sus acciones porque si iba a hacer eso no iba a ser con él. Pero de nuevo, la semana anterior había demostrado justo lo contrario.
Y ahora… No tenía ni la menor idea de que iba a pasar ahora.
Se detuvo en seco y se escondió detrás de una columna para evitar ser vista y poder analizar en paz que demonios estaba haciendo. Sabía que tal vez ya era demasiado tarde para empezar a preguntárselo pero en serio quería saber, ¿Qué hacía allí? Qué fuerza superior la había impulsado a esperar a que todas sus amigas se durmieran para escabullirse de la torre de Gryffindor y vagar por el castillo con la finalidad de encontrarse con él para "hablar", pero ¿hablar de que? Esa era otra cosa que Mar quería saber.
Bueno, sabía que iban a hablar pero no sabía bajo que circunstancias lo harían, con que propósito. Tal vez debía haberle dedicado a la situación más de un pensamiento, pero la noche que había pasado en vela justo después de que ocurriera parecía más que suficiente, luego de eso había estado demasiado negada. No lo había vuelto a pensar y por eso en ese momento no sabía nada, no sabía si se arrepentía o si le había gustado o si quería repetirlo, lo único que sabía era que como una estúpida había aceptado verlo a esa hora en el árbol junto al lago y que ahí se dirigía en ese momento sin tener la más remota idea de lo que tenía que decir.
Se removió nerviosa y se mordió el labio, pensando en que era lo que debía hacer. Aun podía arrepentirse, podía volver a su dormitorio y así dejarle saber que no quería volver a saber de eso nunca más… Pero de nuevo, ¿era eso lo que quería?
Decidió, muy a su pesar, que solo había una forma de averiguarlo. Marlene suspiró con fuerza, se irguió con valentía y se echó los rizos de cabello rubio hacia atrás del hombro para empezar a caminar hacia el lago con una tranquilidad y un desinterés que definitivamente no estaba sintiendo.
Mientras ella pasaba por toda esa incertidumbre y cuestionamientos, Sirius estaba sentado en una de las ramas del árbol junto al lago fumándose un cigarrillo con toda la tranquilidad que siempre le otorgaba esa parte del colegio. Desde luego, su tren de pensamientos no variaba mucho del de la chica que en ese momento se encontraba en camino a verlo.
Todo había sido culpa de James, de eso no había duda, él sabía perfectamente que dejar a su mejor amigo solo durante un período mayor a quince minutos nunca podía terminar bien… Aunque esa vez había terminado bastante bien, ahora ya no estaba tan seguro. Gruñó y le dio otra calada a su cigarrillo, no sabía como todo había escalado hasta esas alturas, había pasado tan rápido y tan de la nada que no tenía muy claro como había podido empezar.
Lo que los había unido definitivamente había sido el aburrimiento, porque Lily se había marchado a hacer sus rondas de prefecta con Remus y la había dejado sola y James se había llevado a Peter a perseguir a la pelirroja en otro de sus infructuosos intentos por invitarla a salir, dejándolo solo a él.
Aburrido y enfadado con sus amigos, había terminado en el sofá frente a la chimenea de la sala común, convenientemente vacía, a donde ella había llegado unos minutos después, también quejándose de su fastidio.
Siempre se habían llevado bien, no eran los mejores amigos del mundo pero de todas las chicas de su año siempre era su carcajada sincera la que reconocía después de alguna broma bien gastada y eso hacía que le agradara. También podía ser igual de insufrible que Evans y definitivamente más terca y altanera pero no podía negar que le divertía discutir con ella así que no le daba mayor importancia. Y había sido justamente esa terquedad la que los había llevado a eso, no estaba seguro de cómo pero habían terminado hablando sobre que sabor de grajea era mejor lo que, de alguna manera que ya no recordaba, los había llevado a discutir quien era mejor besando y como obviamente no habían podido ponerse de acuerdo habían decidido averiguarlo.
Al principio había sido solo un beso, uno intenso y extraordinario pero un beso al fin y al cabo, nada más importante que eso. Y había estado casi seguro de que no se repetiría, no había razón en la tierra que pudiera conducirlos a una segunda vez… No había razón excepto que Lily y Remus tenían que hacer rondas todos los días, James era el ser más insistente de la tierra y Peter amaba acompañarlo a todas partes; así que la segunda vez había sido bastante parecida a la primera, igual la tercera y la cuarta.
La quinta, sin embargo, no se había dado por aburrimiento, se había dado porque Lily, harta de que James la siguiera a todas las rondas, le había encomendado a Remus que se quedara a impedir que la molestara, acabando así con el aburrimiento diario de Sirius, pero no con las ganas que había desarrollado de seguir besando a Marlene. Así que gracias al maravilloso descubrimiento que había hecho en tercer año de cómo atravesar la escalera al dormitorio de las chicas, se había colado en su cama y después de muchos insultos y golpes había logrado calmarla y había ocurrido la quinta vez, ahora con toques y roces más intensos que les exigía tener quince años y estar ahora acostados en una cama.
Las otras veces habían sido acordadas, quedaban en lugares y horas que a ambos les convenía, algún salón vacío durante el receso o en la sala común a la media noche. Al principio seguían siendo solo besos pero a medida que pasaban los días las cosas se habían ido intensificando y calentando, no mucho pero sí lo suficiente como para hacerlo querer más y más... Y ese más, había alcanzado su punto más alto la semana anterior.
Se terminó el cigarro y arrojó la colilla a la orilla del lago, se quedó mirando como se apagaba con el agua y luego se hundía y se dejaba llevar por la corriente. Suspiró y subió la mirada hacia la media luna que alumbraba la noche, él estaba bien con lo que había pasado, había sido divertido y le había gustado, no había que hacer un escándalo, Marlene era apenas la cuarta chica con la que había tenido relaciones y definitivamente no iba a ser la última… Sin embargo su cabeza no podía dejar de darle vueltas al asunto.
Se volvió a maldecir mientras intentaba entender el por que, cual era la diferencia entre esa y las otras tres veces, en ninguna de estas se había detenido tanto tiempo a analizar nada, solo lo hacía y ya, se olvidaba del asunto y de la chica. Hasta ahora tenía dos hipótesis, la primera era que como las otras tres habían sido de años o casas diferentes evitarlas había sido bastante fácil, Mar en cambio no solo estaba en su misma casa sino en su mismo año, tenían todas sus clase juntos, ¡incluso habían tomado las mismas electivas! No verse definitivamente no era una opción.
La otra hipótesis era la que menos le gustaba pero tenía que admitir que era la que más sentido tenía. Y esa era que, tal vez no había podido dejar de pensar en eso porque ella sí parecía haberlo hecho. A diferencia de las demás, Mar no lo había buscado ni le había pedido que se volvieran a ver, ni siquiera había recibido intensas miradas en el desayuno la mañana siguiente. Nada. Ella estaba actuando como si nada hubiera pasado y eso lo traía loco y confundido.
Era frustrante porque él en ningún momento había pretendido que ella fuera como las otras, no se le había ocurrido simplemente dejar de hablar con ella y olvidarse del asunto, había ideado un plan bastante conveniente para todos pero claro, no se lo había podido contar porque parecía decidida a ignorarlo y evitarlo.
Entonces el sonido de hojas secas siendo pisadas justo debajo de él lo sacó de sus pensamientos. Bajo la mirada y no le costó nada reconocer su cabello dorado alumbrado por la luz de su varita. Su primera idea fue llamarla pero cambió de parecer y esbozó una sonrisa malévola y divertida. Tenía una mejor idea.
Mar pegó un brinco y jadeó asustada cuando escuchó algo caer justo detrás de ella, por un estúpido segundo juró que el calamar gigante había saltado del lago pero entonces se dio la vuelta alarmada y con el corazón en la garganta para apuntar con su varita al causante de su susto y que ahora estaba reclinado sobre sus rodillas riéndose escandalosamente.
Se alejó la varita del rostro lo más que podía para que así no notara el sonrojo que esta vez no había podido evitar, ya que ahora no era solo debido a la vergüenza sino a la rabia de haberse dejado asustar. Al ver que él se seguía riendo de lo lindo le dedicó una mirada asesina y reprimió las ganas de echarle una maldición.
— ¿A ti te dejaron caer de pequeño, cierto? —Le preguntó entre dientes, antes de darse cuenta de lo que estaba diciendo— Es la única explicación que encuentro para tu estupidez crónica.
—Me arrojaron más que dejarme caer. —La corrigió él, dejando de reír pero aun sonriendo con todos los dientes— Pero no creo que desees los detalles.
Mar le puso los ojos en blanco con irritación y eso solo lo hizo sonreír incluso con más ganas. Otra cosa que le agradaba de ella era que mientras ese comentario habría puesto incómodo a cualquiera, ella simplemente lo ignoraba.
— ¿Quieres explicarme de una maldita vez por que querías verme aquí?
— ¿Y por que no aquí? —Preguntó él, encogiéndose de hombros con tranquilidad— Es una noche hermosa para pasarla con alguien hermoso… Quería que tuvieras el honor.
— ¿Y donde está ese alguien hermoso? —Marlene empezó a ver hacia los lados, haciéndose la confundida— Solo te veo a ti.
—Uh, que fría, McKinnon. —Fingió lamentarse Sirius, adoptando una mirada de dolor— Cualquiera que te escucha piensa que no te mueres por mí.
—Entonces tendría razón.
La sonrisa del chico se volvió más fastidiada y reprimió un gruñido, por más divertido que fuera discutir con ella, odiaba cuando insistía en tener la última palabra y cuando, peor aun, lo lograba.
Mar había empezado a encontrar increíblemente satisfactorio el molestar a su compañero llevándole la contraria o contestándole todo lo que dijera; sabía que lo irritaba terriblemente.
—Black, en serio, son casi las doce de la madrugada… —Suspiró la chica— ¿Qué quieres?
Sirius pensó en volver a picarla con algún comentario sarcástico pero sabía que con lo obstinada que era en cualquier momento podía mandarlo a la mierda y largarse, y aun tenían que hablar.
Tratando de ganar tiempo y de pensar en como sería la mejor manera de abordar el tema, volvió a sacar su caja de cigarrillos y rebuscó uno con calma, ganándose una torcida de ojos por parte de la rubia.
—Oh, disculpa. —Le dijo él, fingiendo haber olvidado algo— ¿Quieres uno?
Mar ojeó la caja que Sirius le ofrecía y por un momento meditó su respuesta. Aun no había desarrollado el vicio que la acompañaría por años pero tampoco era que no lo había hecho nunca, Nick, su hermano mayor, se había encargado de enseñarla en el verano pasado, alegando que prefería que lo hiciera con él que con algún otro idiota… Que de hecho era justo lo que estaba pasando.
Reprimió la sonrisa divertida que le ocasionó el pensamiento y, no queriendo que Sirius la molestara ni la llamara bebé, tomó uno de los cigarrillos que le ofrecía y le permitió que se lo encendiera.
—No sabía que habías desarrollado hábitos tan desagradables, Marlene. —La picó, fingiendo sorpresa luego de darle la primera calada a su cigarro— ¿Qué diría mi querido amigo Eliot si se entera?
—Te patearía el trasero por alentarme.
—Por favor. —Soltó el chico con una carcajada escandalosa— Eliot me quiere más que a ti, Mar.
La chica bufó y puso los ojos en blanco, tanto a él como a su otro hermano que, no tenía idea de por que, era demasiado fan de los chicos y sus estupideces como para su propio bien.
—En serio, que sea el prefecto de Ravenclaw es lo mejor que me ha pasado, me he librado de muchas.
—Espera, estoy tratando de analizar cual de los dos es más idiota. —Respondió Mar, dejando salir humo de su boca— Y dime de una maldita vez que quieres.
— ¿Por qué me has estado ignorando?
Casi gruñó de frustración cuando vio como Marlene recibía la pregunta con toda la tranquilidad del mundo, solo respondiéndole subiendo una ceja de manera inquisitiva. La había lanzado tan de golpe esperando ponerla nerviosa o incomoda, al menos sorprenderla, y odiaba, y secretamente lo intrigaba, el que no fuera así.
Claro que él no podía saber que Mar había temblado internamente de pies a cabeza al escucharlo preguntar eso.
—No se de que estás hablando. —Respondió ella, dándole una calada a su cigarro y aparentando una calma que no sentía— Yo no te estoy ignorando.
—No, solo no me has dirigido la palabra en toda la semana. —Refutó él con sarcasmo— ¿Cómo pude haber pensado que eso se considera ignorar?
—Disculpa, no recordaba que teníamos ese tipo de relación donde las personas necesitan hablar todos los días.
—Pensé que al menos teníamos una donde las personas saludan o al menos se ven a la cara. —Bufó Sirius— No has hecho ninguna de las dos en siete días.
Marlene agradeció que él tuviera la mirada puesta en el lago y que ya hubiera apagado la luz de su varita para que no se diera cuenta de la mirada de sorpresa que no había podido disimular. Obviamente lo había ignorado, de manera totalmente deliberada… Solo que no se había imaginado que él se diera cuenta o que de hecho le diera importancia.
— ¿Es por lo que pasó el martes? —Le preguntó él de repente, clavando sus ojos en los de ella— ¿Por eso no quieres hablar conmigo?
Mar quiso mirar hacia otro lado pero al mismo tiempo no quería darle el gusto de verla nerviosa e incomoda aunque justamente eso era lo que le provocaba tener esos intensos ojos grises clavados en ella, escrutándola, como si pudiera ver incluso más allá de lo que ella permitía.
—Contéstame, ¿es por eso?
— ¿Si sabes la respuesta para que sigues preguntando? —Soltó ella de golpe, con un bufido de irritación, ya incapaz de seguir aguantándole la mirada— Sí, es por eso, ¿ya puedo irme?
— ¿Y quieres explicarme por que? —Continuó Sirius, ignorando por completo la última pregunta.
— Aja y según tú, ¿Qué se supone que debía hacer? —Sin que ella lo quisiera, más a causa de sus nervios, su voz se había vuelto más hostil— ¿Mendigarte una repetición?
—No actuar como si hubiéramos enterrado un cuerpo y tuvieras miedo de que si me ves lo descubrirán, eso sería genial. —Le espetó el chico, empezando a enfadarse por su actitud— Fue solo sexo, Marlene, no es necesario que hagas un escándalo.
— ¿Yo estoy haciendo un escándalo? —Preguntó Mar, dejando salir una risa amarga e irónica— El que me hizo venir a media noche aquí para preguntarme por que no aplaudo cada vez que lo veo eres tú. En serio, Black, ¿haces esto con todas las chicas con las que te acuestas?
Sirius le dedicó una mirada asesina que no la perturbó, haciéndolo sentir incluso más furioso. Sentía la sangre en las venas empezando a hervirle, no solo por su forma de hablarle sino porque se había dado cuenta de que él sí le estaba dando demasiadas vueltas al asunto.
Una parte de si le gritaba que se largara y lo olvidara todo, pero sus piernas no parecían estar dispuestas a obedecerlo.
—Solo con las amargadas que tengo que aguantar en mi sala común y en todas mis malditas clases por dos años más. —Le dijo de manera despectiva, esbozando una sonrisa rabiosa y cruel— Desafortunadamente, eres la única.
—Eres un imbécil. —Gruñó Mar, arrojando la mitad de su cigarro al piso solo para poder descargar su enfado pisándolo.
—Prefiero ser eso que una amargada. —Refutó el chico con rabia— En serio, McKinnon, ¿Cuál es tu maldito problema? ¿Estás arrepentida o algo?
Estaba casi seguro de la respuesta que seguía, una risa incrédula, un vete a la mierda o un yo no me arrepiento de nada, o algo en esa línea de ideas. Esperó que llegara, listo para responder a lo que fuera que dijera, esperó… Y esperó, pero ninguna de estas llegó.
Marlene trató de buscar una forma inteligente de decir eso, de desviar su atención a otra pregunta o de hacerlo enfadar tanto que decidiera marcharse y no seguir hablando de eso. Pero no encontró nada, no logró formular una respuesta que hiciera pudiera negar eso.
Sirius, al darse cuenta de que no respondía y al entender por que, abrió tanto la boca que casi dejó caer el cigarro antes de lograr recomponerse. La miró sorprendido y escéptico, no queriendo creerlo, tratando de convencerse de lo que dolía dentro de él era su orgullo y no otra cosa.
— ¿Lo estás? —Le preguntó con un tono de voz demandante.
—No por ti, imbécil. —Respondió Mar de manera cortante, sin atreverse a encontrar su mirada. Sirius se maldijo al darse cuenta de que había adivinado sus pensamientos— Y no me arrepiento. No es eso, es que…
Pero simplemente resopló, sacudió la cabeza y guardó silencio, haciendo que Sirius se sintiera increíblemente frustrado y empezar a comerse la cabeza pensando en una respuesta.
De verdad no podía encontrar una razón para que se estuviera arrepintiendo o lo que fuera que le pasara. Pensó que después de todo, si podía tener que ver con él, tal vez no directamente, pero Sirius había notado que ella no había hecho eso antes, no había sido muy difícil, y capaz hubiera preferido…
Pero entonces detuvo sus pensamientos cuando la respuesta lo golpeó de repente, tan evidente y ridícula que no pudo evitar gruñir y poner los ojos en blanco.
—Por favor, Marlene. —Le dijo con un bufido incrédulo— No me vengas con…
—Cállate la boca. —Le ordenó ella de inmediato— Querías una respuesta, ahí la tienes, ¿puedo irme?
—No. —Le cortó él, sin más— Porque eres más idiota de lo que pensaba. No te arrepientes de nada, pero quieres hacerlo, piensas que deberías estar arrepentida y te sientes mal por no estarlo.
Por fortuna Mar logró su sonrojo pero no el montón de sentimientos que la invadieron al darse cuenta de que la había descubierto. No sabía como tomarse que Sirius hubiera sido capaz de darse cuenta de lo que le pasaba con tanta facilidad, la impresionaba y la asustaba a partes iguales.
Él por su parte empezaba a sentirse incomodo, confundido y enfadado. No tenía idea de cómo tratar con algo así, entendía por que sentía lo que sentía pero le parecía una ridiculez, más aun viniendo de ella.
—Solo piensa que si fueras un hombre no te estarías sintiendo así. —Fue lo único que se le ocurrió decir para aliviar la situación.
Ella lo sabía y eso era lo que más rabia le daba. Que sabía que no tenía por que arrepentirse y no lo hacía, pero por eso se estaba sintiendo culpable, como si hubiera hecho algo malo o indebido, sabía que no era así pero era como si no pudiera creérselo, lo odiaba. Y odiaba que Sirius tuviera razón.
—De nuevo: es solo sexo, no asesinaste a alguien. —Continuó diciendo el chico al ver que no le respondía— La gente actúa como si fuera lo mismo pero en verdad…
—Ya se, ya se. —Le cortó ella, incapaz de creer que estuviera hablando de eso con él pero sin poder detenerse— Pero es que es una mierda. Se que no debería sentirme así pero es como si tuviera grabada otra cosa en el cerebro que simplemente no puedo borrar, ¿entiendes eso?
—Sip, se llaman conceptos sociales y afectan a la mayoría de las personas. Yo, en cambio, puedo decirte exactamente por donde me los pasó…
—Lo dices como si fuera muy fácil para los demás hacer lo mismo. —Dijo Marlene con el ceño fruncido.
—Lo es. —Respondió el chico, resuelto, encogiéndose de hombros y arrojando al lago otra colilla de cigarro— Solo tienes que ignorar la opinión de los demás y hacer lo que te provoque sin sentirte culpable por no cumplir sus expectativas de mierda.
Marlene no le respondió, no sabía que decir y el idiota se dio cuenta y sonrió con satisfacción.
La chica estaba tratando de meterse eso en la cabeza, de entender y creerse lo que ella misma predicaba.
—Y no deberías. Sentirte culpable me refiero, no lo hagas, no has hecho nada malo.
—Lo se. —Suspiró Mar, con una mueca de fastidio— Lo se, mi mamá me dijo lo mismo pero…
— ¿Ah? —Le preguntó Sirius, viéndola totalmente perplejo— ¿Le contaste a tu mamá lo que pasó?
—Eh… Sí, ¿Qué tiene?
— ¿Por qué hiciste eso?
—Porque es mi mamá. —Respondió la chica, como si fuera la cosa más obvia del mundo— Le cuento todo.
La mirada de confusión de Sirius le recordó mucho a la que Lily le ponía cada vez que tenían alguna conversación parecida, era como si la idea de contarles cosas a sus madres fuera completamente ajena para ellos. Mar no cuestionaba que así fuera pero no entendía como lo lograban, ella no se imaginaba su vida sin poder hablar con su madre las cosas que le ocurrían.
— ¿Y que te dijo?
—Eso, que no tenía porque sentirme mal, que no había hecho nada malo… Y que fuera cuidadosa.
—Oh… Pues ahí lo tienes. Hazle caso a tu madre y hazme caso a mí, todo está bien.
—De acuerdo. —Suspiró Mar, en serio tratando de creérselo.
—Bien, ¿entonces dejarás de ignorarme?
—Me temo que si no lo hago no podrás terminar el año con tranquilidad. —Se burló ella, sonriendo.
— ¿Disculpa? Yo estoy totalmente tranquilo. —Le respondió Sirius con un encogimiento de hombros— Pero si seguías ignorándome te habrías perdido de mi idea magistral, hice esto por ti en verdad.
— ¿Te importaría compartir esa magistral idea conmigo, gran genio?
—Bueno, estuve pensando y la verdad es que hasta la semana pasada, tú y yo nos habíamos estado divirtiendo mucho. —Empezó a caminar hacia ella con una sonrisa pícara— ¿No te parece?
—Sí, supongo… —Respondió la chica, tratando de no ponerse nerviosa por su repentina cercanía— ¿Y eso que?
—Solo me pareció que sería una pena que toda la diversión terminara. —Se detuvo cuando estuvo lo suficientemente cerca y le dedicó una de esas sonrisas que no auguraban nada bueno— No hay necesidad de cortarlo todo y…
— ¿Estás invitándome a salir? —Preguntó Marlene, abriendo mucho los ojos.
— ¿Qué? ¡Merlín, no! —Exclamó Sirius de inmediato, borrando su sonrisa y mirándola asustada, a la vez que daba un paso hacia atrás— ¡Por supuesto que no!
—Ah, que alivio. —Dejó salir ella con un suspiro— Creí que…
—No, no, claro que no.
Se miraron a los ojos y no pudieron evitar reír al darse cuenta de que habían pasado por el mismo momento de pánico.
—Pero es bueno saber que estamos en la misma página. —Le dijo el chico, sonriendo divertido.
—Lo mismo digo. —Asintió Mar devolviéndole la sonrisa— ¿Entonces a donde querías llegar?
—Solo intentaba decir que si nos llevamos bien, somos amigos y la pasamos bien juntos, ¿Por qué detenernos en una sola vez? Sería un gran desperdicio, si me permites que lo diga.
— ¿Y como funcionaría eso? —Preguntó Mar subiendo una ceja— Si no vamos a salir juntos.
—Oh, Marly, dulce e inocente, Marly… —Le dijo de manera condescendiente, colocando una mano sobre su hombro— Te estoy hablando de sexo, para eso no necesitamos citas ni esas mierdas cursis, sería solo sexo.
—Solo sexo… —Repitió la chica, tratando de entender a la perfección lo que quería— ¿Sin compromisos?
—Sin compromisos de ningún tipo. —Le aseguró Sirius— Cuando quieras me buscas, cuando yo quiera te busco y así vamos. Igual puedes acostarte con quien quieras, me da igual, yo haré lo mismo. Al final cuando alguno de los dos se aburra pues lo dejamos y ya.
Marlene se tomó un segundo para pensarlo, en ese momento no tenía planeado acostarse con otra persona, aun estaba digiriendo que había pasado con él, pero no podía negar que su oferta sonaba tentadora.
Sirius, por su parte, la observaba pensar aparentando serenidad y desinterés mientras por dentro empezaba a sentirse ansioso, no quería admitirlo pero la verdad era que en serio quería que aceptara su propuesta, lo podía nervioso pensar que podía no ser así.
—No lo se, Sirius…
—Vamos, ¿Te gustó o no?
— ¿Qué?
—Lo que hicimos, ¿te gustó?
La chica calló de nuevo, imágenes y sensaciones de ese momento, demasiado lleno de hormonas y de pensamientos irracionales, que había tenido lugar hacía solo una semana en un salón desocupado del cuarto piso volviendo hacia ella. Por primera vez desde que ocurrió, Marlene se permitió recordar todo y analizarlo para poder responder esa pregunta.
No había sido como se lo había esperado, eso era seguro, había dolido y no había durado mucho, tampoco había llegado al orgasmo, ni cerca… Pero de todas maneras, recordarlo la hacía sentir acalorada y le provocaba una sensación pulsante entre las piernas. Tragó saliva disimuladamente y suspiró con fuerza a la vez que se pasaba una mano por el cabello, tratando de no dejar ver como la afectaba el recuerdo.
—Sí. —Por suerte, la voz no le salió como el hilito inestable que había esperado.
Sirius le sonrió con arrogancia y satisfacción, su cuerpo ya reaccionando ante el mismo recuerdo, calentándose solo de pensar en la posibilidad de repetirlo. Siguiendo sus impulsos, se inclinó hacia ella para poder colocar su rostro a centímetros del suyo.
—A mí igual. —Le susurró, llenándola con el olor de su aliento a tabaco y menta.
—Lo noté. —Le respondió ella, imitando su sonrisa y bañándolo a él con su propio aliento.
—Entonces… ¿Tenemos un trato?
Por toda respuesta, Marlene se impulsó hacia arriba con la punta de los pies y pegó sus labios a los del chico, sintiéndose satisfecha cuando se dio cuenta de que lo había agarrado por sorpresa. Aunque eso no duró mucho, antes de que se diera cuenta ya Sirius la había tomado por la cintura para pegarla más a él y empezar a devolverle el beso.
Mar suspiró y agradeció que la estuviera tomando con tanta fuerza porque de no haber sido así juraba que sus piernas no le habrían respondido. Desde el primer día sus besos le habían convertido las rodillas en gelatina, le transmitían una intensidad y un deseo que le ponía la piel de gallina y la desorientaban. Odiaba tener que admitir que los rumores que habían recorrido el colegio desde hacía ya un año eran ciertos. Sirius Black era tan bueno besando como lo era en… Prácticamente todo lo que hacía. Te besaba con una pasión y una habilidad que te hacía olvidar quien eras y en donde estabas, parecía un don, como si hubiera nacido para eso. Y lo peor era que el muy imbécil estaba plenamente consciente de lo bueno que era.
Pero no pensaba ser ella la que hiciera crecer esos rumores, mucho menos su ego, de su boca jamás saldría ninguno de los halagos y suspiros que les arrancaba a sus compañeras. Iba a ceder a su idea, sí, pero lo haría con el orgullo y la dignidad íntegros, sin dejarle saber que sus habilidades eran capaces de afectarla de esa manera. En todo caso, haciéndolo sentir a de la misma manera.
Sirius gruñó cuando ella le mordió el labio interior, haciéndolo afianzar más su agarre en su cintura a la vez que abría la boca para que sus lenguas empezaran esa sensual batalla que nunca terminaba. Se había acostumbrado a las chicas que cedían con facilidad a todas sus demandas pero con Marlene era todo lo contrario, la chica no daba tregua, no importaba cuanto lo estuviera disfrutando, porque él sabía que lo hacía, nunca lo dejaba ganar, peleaba hasta lo último, igual que él. Sabía que eso era lo que marcaba la diferencia con ella, esa terquedad y esa fuerza de voluntad que tanto deseaba quebrar, sin éxito. Eran dos cosas que, aun no sabía, le darían infinitos dolores de cabeza en el futuro pero que nunca dejarían de gustarle.
De repente la sintió girar su lengua alrededor de la suya en un movimiento inesperado y rápido pero placentero. Jamás iba a decírselo en la cara, le había tomado casi diez encuentros admitírselo a él mismo, pero a veces pensaba que ya tenía una respuesta a esa primera discusión sobre quien era el mejor besando.
No estuvo seguro de cuanto tiempo había pasado cuando comenzó a sentir que el aire le faltaba. Maldijo internamente a sus pulmones y se separó a regañadientes pero negado a dejar sus labios sin nada que hacer los bajó a la garganta de la chica donde dejó regado un camino de húmedos e insistentes besos que la hicieron respirar más densamente y pasarle una mano por el cabello, a lo cual no supo si moverse para que la apartara o para que continuara.
—Creo que… —Empezó a decir ella con la voz ronca, tragó saliva— Deberíamos irnos.
Sirius rió por lo bajo, aun con los labios en su garganta.
—Naa, no lo creo. —Murmuró, volviendo a empezar con sus besos— Hagamos algo divertido.
— ¿Cómo que?
Estaba a punto de responder un ¿Tú que crees? Cuando una idea totalmente diferente le llegó a la mente. Se alejó de ella de manera algo brusca, haciéndola soltar un pequeño lamento que lo hizo sentir complacido.
Mar sentía cosquillas en las partes del cuello que habían sido tocadas por sus labios y aunque lo que más quería era volver a sentirlos, quería escuchar su otra idea. Subió una ceja de manera inquisitiva al verlo esbozar esa sonrisa traviesa que lo hacía parecerse tanto a un niño errante.
—Vamos a nadar. —Soltó sin más.
—Sí, aja. —Bufó ella.
— ¿Qué? ¿Crees que estoy bromeando?
—Es medianoche y está helando, sí, definitivamente creo que estás bromeando.
—McKinnon, un consejo para el futuro… —Le dijo Sirius con una enorme sonrisa a la vez que empezaba a desabotonarse la camisa— Nunca subestimes a un merodeador.
La chica puso los ojos en blanco y por un momento de hecho esperó que él admitiera que solo estaba jugando pero antes de que se diera cuenta ya se había quedado en ropa interior y empezaba a caminar hacia el lago. No logró disimular su mirada de incredulidad y sorpresa, a pesar que después de cinco años aquello era algo que no debía sorprenderla viniendo de él.
— ¿Vas a venir o que? —Le preguntó él adentrándose en el lago, el agua casi cubriendo sus rodillas.
—El último tornillo que le quedaba a tu cerebro acaba de zafarse, ¿no es así?
Sirius soltó una carcajada y se zambulló por completo en el agua, sintiendo de inmediato puñaladas frías clavándose por todo su cuerpo, ya sabiendo que iba a resfriarse pero con la satisfacción de encontrarse la mirada sorprendida de la chica cuando emergió a la superficie y el conocimiento de que sus amigos tendrían que cuidarlo porque no podría ir a la enfermería.
— ¡Vamos, Marly, el agua está deliciosa! —La llamó, sacudiendo la cabeza para quitarse el cabello mojado de la cara y tratando de controlar el temblor que quería recorrerle el cuerpo— ¿Estás asustada?
Marlene ignoró la voz en su cerebro que susurraba algo sobre que lucía como un cachorro moviendo el cabello de esa forma, y subió una ceja de manera retadora. Esa noche Sirius aprendería que a ella tampoco debía subestimarla.
Sabía que cogería una gripe y que Lily la reñiría durante un mes por haber sido tan irresponsable pero el orgullo y la sangre Gryffindor eran más fuerte que ella, así que no, queriendo como una cobarde, empezó a quitarse la ropa ante mirada atenta del chico. Una vez estuvo en ropa interior el frío de la noche la envolvió provocándole un escalofrío, estaba a punto de dar un paso en dirección del lago cuando reparó en la expresión de Sirius, que sonreía demasiado pagado de si mismo, confiado, como si aquello fuera una victoria personal.
Decidida a borrarle esa presumida e irritante expresión del rostro, Marlene recurrió al elemento sorpresa que tenía en su poder. Esbozó una sonrisa divertida y maliciosa y se llevó las manos hacia atrás de la espalda.
La sonrisa de Sirius cayó cuando se dio cuenta de lo que la chica estaba haciendo. La observó desabrocharse el sujetador y deslizar las tiras por sus brazos con una lentitud torturosa. Tragó saliva cuando por fin se deshizo de la pieza y sintió, siendo aun un adolescente que se calentaba por todo, como su miembro reaccionaba de inmediato ante la visión de los senos más maravillosos que había visto. Pasarían muchos años antes de que se rindiera y terminara admitiendo que nunca encontraría un par que le gustara tanto como ese.
—Está helando aquí. —Se quejó cuando llegó a su lado, el agua le cubría hasta la cintura pero ella se agachó para que le llegara a la barbilla— Si el calamar gigante me come tendrás toda la culpa.
— ¿Por qué el novio de Lily te haría algo así? —Le preguntó Sirius, fingiendo confusión.
El comentario le ganó una carcajada por parte de la chica que fue interrumpido por el castañeo de sus dientes, haciéndolo reír a él.
—Me alegra que mi hipotermia te divierta.
—Bastante. —Rió él a la vez que empezaba a nadar— Muévete, así se te pasa el frío.
Ella le hizo caso pero apenas y había dado unos pocos pasos cuando el frío volvió a paralizarla.
—Aquí estoy bien, gracias.
—Miedica. —Se carcajeó el chico, fijándose en la piel de gallina de sus hombros y tratando de no pensar en como debían lucir sus pezones— Necesitas vivir más, Mar.
—No viviré mucho si muero aquí congelada. —Respondió ella, mirándolo dar brazadas a su alrededor— ¿Has hecho esto seguido?
— ¿Cómo crees que James y yo nos ganamos nuestra primera detención en segundo año? —Le preguntó con una sonrisa divertida— ¿Tú jamás habías nadado aquí?
—Desnuda no. —Señaló la chica, moviéndose para quedar más cerca de él que ahora flotaba sobre su espalda, viendo al cielo— Bueno, vestida tampoco. Lily, Mary y yo solemos remojar los pies cuando hace calor.
—Aburrido. —Canturreó el chico.
—Idiota. —Dijo ella imitando su voz.
Sirius rió por lo bajo pero no dijo más nada, se quedó en silencio mirando el cielo lleno de estrellas, la delgada luna le recordó que aun faltaban varias semanas antes de que llegara el que, durante ese último año, se había convertido en su momento favorito del mes. Sonrió emocionado al saber que a partir de esa noche tendría otra actividad divertida con la cual distraerse.
La sintió moverse a su lado y vio de reojo como salía del agua para imitar su posición flotante, dejando sus pechos a la vista nuevamente, los pezones lucían justo como se los había estado imaginando, arrugados y erguidos debido al frío y a la humedad. Se le hizo agua a la boca y sintió como su erección empezaba a dolerle dentro de la ropa interior, no sabía si lo estaba haciendo intencionalmente, pero si era así no pensaba darle la satisfacción… Tan rápido. Así que suspiró con fuerza y apartó la mirada, tratando de controlar sus impulsos.
—Tenías razón. —La escuchó decir de repente— Es una noche hermosa.
—Para pasarla con alguien hermoso. —Le recordó él con una sonrisa arrogante.
—Sí… Que suerte la tuya.
Él se volvió a reír y ella no pudo evitar sonreír. Durante esos últimos meses había descubierto lo satisfactorio que era hacer reír a una persona que normalmente hacía reír a todo el mundo, secretamente le gustaba pensar que las risas que sacaba del chico eran sinceras.
—Esto es divertido. —Admitió en un susurro.
— ¿Te gusta nadar? —Le preguntó él.
—Bastante. —Respondió ella de inmediato— He vivido a cien metros de la playa toda mi vida, siempre voy.
—Increíble, vine a terminar con una sirena. —Bromeó Sirius, con una sonrisa burlona.
—Cursi. —Rió ella.
—Jamesy diría que soy romántico… Lo que significa que sí fue cursi. —Ambos rieron un poco ante eso— No te ofendas, pero eres demasiado pálida para vivir cerca de la playa.
—Me estás diciendo fantasma, ¿Cómo podría ofenderme eso?
Sirius volvió la cara hacia ella y subió una ceja.
— ¿Es un pasa tiempo tuyo malinterpretar todo lo que digo?
—Cualquier cosa que te ponga de mal humor puede ser un pasa tiempo mío. —Respondió ella con una sonrisa inocente.
—Imbécil. —Dijo él con una sonrisa fastidiada, volviendo a mirar el cielo.
El silencio cayó nuevamente entre ellos y Sirius sabía que era cuestión de tiempo para que se aburriera, la quietud nunca había sido algo que le fascinara, necesitaba estar diciendo algo, así fuera una estupidez, o se sentía inútil.
Por eso se extrañó tanto cuando el tiempo siguió pasando y él seguía sintiéndose cómodo, empezó a pensar que tal vez quedarse en silencio con ella no podía ser tan malo. Y ese último pensamiento lo perturbó un poco, era ridículo, pero lo incomodaba no estar incómodo, era inquietante no sentir esa necesidad de hablar de cualquier cosa.
— ¿Y siempre vas sola? —Preguntó de repente, tratando de volver a la normalidad— A la playa.
—A veces, cuando quiero pensar. —Respondió Marlene, totalmente relajada— Antes iba con los chicos, pero Nick trabaja y Eliot es un idiota que se consiguió novia y se cree la gran cosa; ahora solo somos Alex y yo.
— ¿Alex es…?
—Mi hermanito, tiene siete, él es mi favorito, es divertidísimo. —Sonrió con cariño— En vacaciones solemos ir los seis.
—Suena como una bonita familia feliz, McKinnon, felicidades.
Ella frunció el ceño ante la amargura de su voz. Se volvió a verlo para decirle algo pero las palabras se le atoraron en la garganta al notar la expresión de Sirius, que seguía mirando al cielo pero ahora sin ninguna pizca de diversión, estaba muy serio, pensativo y… Confundido.
De repente Marlene sintió como si le arrojaran un peso muerto sobre el pecho. Para nadie en ese colegio era un secreto el tipo de relación que tenía Sirius con el resto de los Black, tal vez por eso lo extrañaba tanto escucharla hablar sobre sus vacaciones familiares. No podía imaginar lo horrible que debía ser pasar el verano o las navidades rodeado de gente tan desagradable.
—Puedes venir un día si quieres. —Se encontró soltando, arrepintiéndose de inmediato pero negada a dejárselo saber— A la playa, sería divertido.
—Eso depende, ¿puedo llevar a mi novio?
— ¿A cual de los tres? —Preguntó ella, siguiéndole el juego.
—Pues a los tres, Mar, no puedes hacerme escoger, venimos en un paquete completo.
—Entiendo… —Dijo la chica, fingiendo pensarlo— Puedes llevar a Remus, solo en él confío para controlarte.
—No hay trato, lo siento.
—Oh no, ¿y ahora como sobreviviré?
—Eso mismo me pregunto yo, te ofrecí una experiencia merodeadora completa y la rechazaste, ¿tienes idea de cuanta diversión te perderás?
—No lo se, ¿Cuánta?
—Mucha. —Una idea le llegó rápidamente a la mente y esbozó una sonrisa socarrona— ¿Te enseñó?
— ¿Qué cosa?
En lugar de responderle, Sirius se enderezó antes de tomar aire y sumergirse por completo en el agua.
— ¿Sirius? —Lo llamó Mar, también volviendo a meter el cuerpo dentro del agua— ¿Qué estás haciendo?
Trató de buscarlo con la mirada pero estaba demasiado oscuro y era imposible visualizarlo.
Entonces, sintió dos manos abriéndole las piernas y algo que posicionándose entre sus muslos. Antes de que pudiera reaccionar a lo que estaba pasando, el chico la colocó sobre sus hombros y la sacó del agua haciéndola soltar un grito mezcla del susto y del repentino frío que la golpeó.
— ¡Eres una bestia! —Le gritó furiosa y aun algo asustada, cubriéndose los pechos con un brazo— ¡Bájame de inmediato!
— ¿Qué fue eso? —Preguntó él entre sonoras carcajadas— ¡No puedo escucharte!
— ¡Que me bajes, maldito subnormal! —Siguió gritándole, removiéndose para que la entendiera, quiso golpearlo en la cabeza pero la mano que tenía posicionada ahí la estaba ayudando a sostenerse para no caer— ¡Bá-ja-me! ¡Bájame! ¡No te lo volveré a repetir!
— ¿Qué dices? ¿Qué te baje?
— ¡Sí, imbécil eso digo, que me…!
—De acuerdo, Marly. —Accedió, encogiéndose de hombros— Como quieras.
Y antes de que pudiera darse cuenta, él la había vuelto a tomar por las piernas pero esta vez para impulsarla hacia atrás, haciéndola caer al agua nuevamente.
Sirius se volteó para verla salir a la superficie, completamente roja y furiosa, tosiendo y tratando de recuperar el aire. Él por su parte no podía dejar de reírse, ya no estaba seguro si lo que le corría por las mejillas eran lágrimas de risa o agua del lago, la estaba pasando en grande.
— ¡Eres…! ¡Eres un…! —Intentaba decir Mar, entre tosidos y respiraciones entre cortadas— ¡Te odio!
—Mar, las palabras duelen. —Quiso sonar herido pero sus risas lo delataban— Contrólate.
— ¡Me controlaré cuando…! ¡Cuando…! ¡Cuando te mate! ¡Te voy a matar!
—Baja la voz, McKinnon. —Le sugirió demasiado divertido como para que le importara— Te van a escuchar.
— ¡No me importa que me escuchen! ¡Grandísimo imbécil, te voy a…!
— ¡¿Quién anda ahí?! ¡Escucho a alguien!
Pero la voz de Filch hizo que su amenaza se quedara por la mitad. Todos los músculos del cuerpo se le agarrotaron y ahora no por el frío, sino por el pánico de pensar que la iban a encontrar a media noche… En el lago… Prácticamente desnuda… Con Sirius.
—Que… —Tartamudeó, asustada— Que… Que vamos a…
—Shh… Cálmate. —Le ordenó Sirius, poniéndose detrás de ella y tapándole la boca con una mano— No llegará hasta aquí y está oscuro, si te callas no vendrá.
Ella asintió y tragó saliva, de manera instintiva se pegó más a él, demasiado nerviosa como para importarle.
Agudizó el oído para poder escuchar los pasos de Filch por encima de los latidos erráticos de su corazón pero se le hizo imposible, la oscuridad tampoco le permitía divisar nada y eso solo la estaba haciendo sentir más nerviosa.
—Listo, ya se fue. —Dijo él, después de unos minutos que a ella le parecieron horas, quitándole la mano de la boca.
— ¿Cómo sabes que se fue? —La voz le salió como en un hilo— Si no se ve ni se escucha nada.
—Tengo sentidos agudos, algunos dirían que de perro. —Aquella parecía ser una broma interna que no ella no entendería hasta dentro de unos años— Además, años ocultándote de Filch te dan experiencia.
Mar quiso ponerle los ojos en blanco pero se sentía repentinamente tan aliviada de estar a salvo que dejó salir una risita, que luego se le atoró en la garganta cuando sintió la mano de Sirius posarse sobre su pecho, a la altura de su corazón aun acelerado.
—Shh, está bien, Mar, ya pasó el peligro. —Le susurró, quitando el cabello de su camino para enterrar el rostro en su cuello— Fuiste una niña muy valiente.
Sus palabras y la sensación de sus labios fríos recorriéndole el cuello y el hombro la hicieron estremecer y soltar un jadeo pesado, de repente fue consciente de que tenía la espalda pegada al pecho del chico y que la otra mano de él empezaba a hacer figuras en su estómago. El frío del agua y de la noche empezaba a ser opacados por el calor que irradiaban sus cuerpos.
Entonces él se pegó más contra ella y fue cuando sintió su erección, de manera casi instintiva la chica movió el trasero para rozarlo, haciéndolo gruñir de satisfacción a la vez que deslizaba su mano hacia abajo para ahuecarle el seno. Mar se mordió el labio inferior.
—Maldita sea, McKinnon… —Volvió a gruñir el chico, subiendo la otra mano para poder tomarle ambos pechos— Nos vamos a divertir muchísimo.
Marlene suspiró con fuerza antes de separarse de él pero solo para darse la vuelta y envolver sus brazos alrededor de su cuello, pegando sus pechos desnudos y haciéndolos jadear a unísono.
—Puedes apostarlo, Black. —Susurró ella, sobre sus labios, con una sonrisa maliciosa.
Sirius acortó la distancia y unió sus labios en un nuevo beso apasionado e intenso. Luego colocó sus manos en los muslos de la chica para elevarla y que colocara sus piernas alrededor de su cintura.
Ante la nueva posición ambos sonrieron entre besos, conscientes de que, durara lo que durara, ese acuerdo iba a valer muchísimo la pena.
¡Holaa, mis amores!
He aquí la primera parte de mi regalo para ustedes por los 400 reviews de Life Unexpected, se que llega un poco (muy) tarde, porque ya hemos alcanzado los 500 pero precisamente por esa y otras razones he decidido que lo que al principio sería un OS, ahora pasará a ser un mini fic.
Lo que quería con esta historia era darles más información sobre Blackinnon, así como la obsesión de Bellatrix por Mar que vimos en LU y todo el asunto de su familia, mientras escribía esto me pareció que todo este tema y ellos dos merecían más que un OS para explicar como empezaron y como llegaron a lo que vemos en nuestra historia principal. Tampoco será muy largo, solo unos cinco capítulos que eran el número de escenas que tenía pensado para el OS pero en las que podré extenderme más y explicar todo mucho mejor. Además que de esta forma les voy entregando su regalito sin atrasarme más de la cuenta con el próximo capítulo de Life Unexpected.
Trataré de traer la segunda parte en unos días, tampoco tengo pensado que esto se alargue demasiado.
Espero que les haya gustado este primer capítulo. Como ya les había dicho, mil gracias por todos sus reviews, por todo su cariño y el apoyo que le han dado a LU y a esta pareja que empezó como secundaria pero poco a poco ha ganado bastante interés lo cual me llena de orgullo y de emoción.
¡LOS AMO MUCHÍSIMO! Les mandó millones de besos, nos leemos pronto, cuídense mucho(L)
