Un día, 24 horas, 1440 minutos, 86400 segundos…
Los personajes de CCS le pertenecen únicamente a las Diosas del Shôjo Manga: CLAMP.
¡No, eso no le podía
estar sucediendo a ella! Se negaba rotundamente a que esa imagen que
el espejo le devolvía fuera su cuerpo. No. No. Y no.
Bajó
la mirada y se encontró con que un mareo le llegó de
pronto.
¡Huy! eso de cambiar de vista rápido no debía hacerlo. Anotado.
Abrió los ojos lentamente, intentando retardar un poco su posible y traumatizante descubrimiento. Sus minúsculos ojitos enfocaron a un cuerpo en el suelo aún inconsciente. Dios no podía ser tan malo con ella como para matarla¿verdad...¡¿Verdad?!
Tomó
con cuidado la orilla de la madera intentando bajar. Ahora que lo
notaba, su escritorio era lo bastante alto y, a los pocos segundos,
cayó estrepitosamente contra el blandito cuerpo de la chica
semi-muerta, deseando saber cómo diablos usar esas cosas que
le estorbaban en la espalda.
Caminó por el vientre y el
pecho del cuerpo notando, con agradecimiento, que aún
respiraba. Tocó con su manita el rostro y fue cuando dos jades
se abrieron. Al poco tiempo cayó de espaldas cuando la chica
en cuestión se levantó asustada hasta llegar a
observarse al espejo encima del escritorio, donde todo había
comenzado.
—No, no, no.
Ajá, ahora el ataque de pánico no lo sufría ella.
—No puede ser, no, no.
La chica tocó su cintura, pasando las manos hacia arriba asegurándose que todo eso era parte de su cuerpo.
—¡Deja de manosearme!
Y entonces volteó a verla.
Ambas gritaron.
- - -
—¡Explícame que sucedió!
—Pero yo
no tengo idea de que pudo haber pasado Sakurita.
Sabía
que algo malo iba a pasar ese día¡lo sabía! El
que Touya le hubiera sonreído en la mañana sin ningún
comentario estúpido de su parte era una mala señal, muy
mala señal.
Golpeó su cabeza con su mano, pero no
sintió dolor.
Sonrío cínicamente. Había
pensando en cambiar un poco su look para Syaoran, su Syaoran, pero
sus ideas no eran para nada transformarse tanto. Un corte de cabello,
no dos orejas en la cabeza; asolearse un poco, no ser amarilla; usar
ropa más femenina¡no andar desnuda!
Era un peluche, era su guardián solar. ¡Era Kero!
—Calma, calma. —Respiró profundamente intentando organizar sus ideas.
Ella intentaba
hacer un hechizo para poder cambiar momentáneamente de figura.
Intentó con varias cartas y entonces se le prendió el
foco: la Carta Cambio.
¡Por supuesto! Si iba a cambiar de cuerpo esa era la mejor
opción.
Y entonces… entonces… Kero la había
hecho enojar, como siempre, y se concentró tanto en él
que… al parecer… oh Dios.
Ella era la culpable de ahora ser un
peluche.
—Kero… —susurró atormentada con la idea de ser siempre un ser tan pequeño—¿cómo vamos a volver a nuestro cuerpo original?
—Es lo que intento pensar, aún no sé cómo es que terminamos así.
Y no lo sabría, era mejor para su existencia.
—¿La magia tiene un fin? —preguntó
con la voz chillona que venía a juego con el cuerpo.
—Sí,
no… no sé. —Una gota bajo por la cabeza de ¿Sakura?—
Tendremos que preguntarle al mocoso.
Tardó diez segundos en reaccionar. Cinco dedicados a la idea de que su voz y su cuerpo, le había dicho mocoso a Syaoran, y los otros cinco a comprender la idea.
No, no, no. NO.
—No, eso es
imposible. Me niego. —Cruzó los brazos.
—Pero Sakurita,
es el único que podría decirnos.
—Investiga,
exprímete el cerebro si es necesario, pero busca la manera de
devolvernos a nuestro cuerpo.
—Necesitamos a Yue.
Claaaaro,
a Yue. Yukito estaba en la sala platicando con Touya. ¿Qué
tan difícil era?
Caminó a paso decido hacia la
puerta para salir por él, pero entonces la manija le quedó
muy por encima.
—Tendré que ir yo¿no? —La
sonrisa de la flor nunca se había visto tan malvada como en
ese momento.
—Escúchame bien Kero. Ve y dile a Yukito que
venga, que lo necesitamos, pero si le dices a Touya lo que sucedió.
¡Te quedas sin cena por todo un año!
Kero, o Sakura, salió corriendo a buscar lo que le habían dicho con lagrimitas en los ojos. No podía imaginarse un futuro tan cruel.
- - -
No existe una mala suerte, sin una
segunda… y mucho menos una tercera.
Ya sabía cómo
iba a cambiar de cuerpos. Era simple. La magia del cuerpo de Sakura,
ahora Kero, tenía un límite, si no era su propio dueño
el que lo controlaba. Un límite de un día. Al paso de
ese tiempo cambiarían. Fácil y rápido. Ahora
sólo debía quedarse en casa durante las horas
restantes.
Pero no, la vida era cruel.
—Tomoyo,
no puedo ir a la escuela mañana —dijo la voz de Sakura por
teléfono.
—Sakura-chan, debes de ir. Mañana Li te
necesita para algo importante. ¿O lo olvidaste?
Diablos.
Su vida no podía
ser más miserable.
Sakura, el cuerpo, volteó a
ver a Kero¡el cuerpo!, para poder analizar la situación.
Quisiera o no tendría que ir, porque si Syaoran le había
pedido desde hacía una semana esa cita era por algo
importante. El problema no era mandar a su cuerpo a la escuela, el
problema era el hecho de que Kerberos lo manejaba.
—Ok Kero,
no tenemos opción. —Tomó aire— Tendrás que
ir mañana a la escuela.
—¿De nuevo? —Se cruzó
de brazos— Una vez lo hice¿recuerdas? Con el cuerpo de ese
mocoso, y no funcionó. Ambos lo sabemos.
—Por eso iré
contigo.
—Eso hicimos la última vez…
—Sí,
pero es menos extraño que yo cargue a mis peluches... o
guardián solar.
- - -
Uniforme, listo; mochila,
lista; desayuno, listo; tapabocas para espantar a la gente, listo;
Sakura cargando a Kero… err… Kero cargando a Sakura, listo.
Hora
de ir a clases.
El edificio de la Secundaria Tomoeda se alzaba frente a ellos. Sakura jamás había sentido tan grande la escuela. Tan largo el camino. Tan rápido el paso de las horas para estar frente a Syaoran.
—Bien Kero, saluda
inclinando la cabeza y si te preguntan algo señala tu boca.
Con eso será suficiente.
—¿Qué haremos con
Tomoyo y el mocoso?
—Lo que dijimos ayer, alejarnos lo más
posible para poder decirte qué hacer.
—¿El mocoso
te besa?
—¡¿Qué?! —Las mejillas amarillas
ahora eran rojas— Olvida eso, ya llegaste.
Abrió la
puerta esperanzada de ser la primera en llegar, pero no. Allí
cerca del escritorio se encontraba Syaoran acomodando los útiles
del profesor.
Al escuchar el ruido giró la cabeza y sonrió,
como sólo lo hacía para ella. De esa manera en que su
cerebro dejaba de funcionar y los pajaritos cantaban y… luego la
besaba.
Pero ahora su cuerpo se hacía para atrás en el momento menos indicado.
—¿Estás
bien, Sakura?
—Sí, sí —respondió la voz
de Sakura—. Enferma, nada importante.
—Pero traes…
—Es
como protección, mejor prevenir que lamentar.
Syaoran
volvió a sonreír y besó la frente de la
chica.
Kero puso cara de asco, Sakura de celos. Ése era su
cuerpo pero no ella, aunque no estaba segura si quería que
Syaoran la besara ahora.
—¿Sucede algo?
—No mo…
Syaoran, nada.
—Bueno, ya casi termino aquí. Hoy no
llegaste tan tarde.
Dio la media vuelta y salió con algo en las manos.
Justo a tiempo, tal como lo planeado. Ahora debía mantener calmado a Kero, que tras ese beso tenía un gran berrinche.
- - -
Mantener a su cuerpo alejado de Tomoyo
y Syaoran había sido más fácil de lo que
pensaba. En esos momentos amaba con todas sus fuerzas los exámenes
sorpresa… aunque sabía que con Kero presentándolos
por ella le iría aún peor que normalmente.
Suspiró.
Había logrado que escaparan de ellos hacia el techo de la
escuela. Sabía que sospechaban algo pero ya encontraría
una excusa. Si Tomoyo los veía por sólo cinco minutos
adivinaría lo que pasaba... ¡Y no era una buena
idea!
—¡Sakurita! —escuchó la melodiosa voz de su amiga.
¡Diablos!
Tenía que huir, tenía que salir de ahí, tenía que… despertar a su cuerpo.
—¡Despierta Kero!
Pero él ni muestra de escucharla dio.
—¡Despierta! —Jaló su cabello con fuerza, asustándole y provocando una caída desde sus hombros hasta el suelo, de cabeza. En esos momentos agradecía ser prácticamente de peluche.
—Sakura¿por qué huyes de nosotros? —Escuchó decir a
Syaoran.
—Pues… yo… no es que quiera huir de ustedes.
—Comenzó Kero, en su cuerpo, hablar.
—¿Entonces?
Prácticamente huiste.
—Es que…
—¿Es
qué…?
—Estoy enferma... Sí¡eso!
Syaoran frunció el ceño en clara muestra de no creerle ni un poquito.
—Es que ella ha estado practicando mucho y por esa
razón sus defensas están bajas y...—Tartamudeaba
Sakura en el cuerpo de Kero.
—¿Qué haces aquí,
peluche?
—¿Qué…?
Entonces se dio cuenta que era aplastada entre las manos de su amado Syaoran. Diablos, eso sí dolía. ¿Cómo podía aguantarlo Kero cada vez que se encontraban?
—Te dije que estabas siendo muy duro con su entrenamiento, peluche estúpido.
Y pensar que ella defendía el punto de vista de Syaoran y terminaba castigando a Kero. Ahora le comprendía perfectamente.
—¡Déjalo! —dijo su cuerpo.
Syaoran le soltó lentamente pero podía sentir su mirada queriendo matarle. Un escalofrío le recorrió su no-medula espinal.
—Te veo en la salida Sakura, y no podrás huir de mí. Recuerda que quedamos de vernos en mi casa —Dirigió una mirada de asco hacia el peluche—. Y no lo traigas contigo.
Oh sí, ahora todo se había ido al caño.
- - -
La tarde había llegado más rápido de lo esperado. Le tranquilizaba el hecho de que en cualquier momento iban a cambiar de cuerpos, pero no sabía para qué le quería Syaoran en casa, muchísimo menos si estaba en el cuerpo de su novia.
—¿Estás
bien? —Le escuchó decir.
—Sí —dijo lo más
normal posible. Sakura le hizo jurar que le trataría bien si
no… sin postre… ¡Para siempre!
—Algo te pasa Sakura,
dime qué es.
Sintió como él se acercaba lentamente y su cuerpo entraba aprisionado entre sus brazos. Tragó saliva. No iba a hacer lo que pensaba que iba a hacer… ¿verdad?
—Puedes confiar en mí¿recuerdas?
Bien, que siga con su plática todo lo que quiera, pero si se acerca más…
Kero estaba pensando qué tan
malo sería vivir toda su vida sin comer por asesinar al novio
mágico de su dueña.
Syaoran le vio a los ojos y le
besó la mejilla, ahora el guardián podía
entender que ese mocoso si quería a su Sakurita pero… Pero…
¿Por qué se juntaba tanto?
El reloj dio las seis
de la tarde y se sintió la magia de la estrella en el
ambiente, provocando que todo fuera más lento.
Los labios
de Syaoran tocaron los suyos con toda la ternura impregnada en ellos.
Su cuerpo se había quedado estático y completamente
inmóvil.
—¿Sakura?
—¿Sí…?
—susurró ella.
—¿Sucede algo?
Se perdió
en el chocolate de su mirada. Eso era lo que quería. Por fin
quería besarla.
Dirigió su mirada hacia su mochila,
donde hacía unos instantes estaba escondida y notó como
se cerraba para darles privacidad.
—¿Podrías darme otro, Syaoran?
¿Qué pasaría si estuvieras en el cuerpo de otra persona durante tanto tiempo?
Un día, 24 horas, 1440 minutos, 86400 segundos…
¡Hola!
Un nuevo Fic, hace mucho no escribía de CCS y vaya, ya lo extrañaba.
Este fic fue creado para un concurso de FanFics dentro del foro de CemZoo . com, me tocó hacer algo de comedia y la idea apareció de pronto.
Es un one-shot y es el más largo que he creado.
Gracias a Fann por betearlo.
