Introducción
A lo largo de su vida, no había existido un solo día en que dejará de pensar en cómo hubiese sido su existencia sin aquella dolorosa tragedia. Los años pasan y ésta seguía latente en su corazón, justo como si todo hubiese pasado ayer. Rememorar todo el dolor, todas las imágenes, todos los gritos; nunca la han dejado descansar. Siempre era la misma rutina, cuando por fin conseguía conciliar el sueño, las tormentosas pesadillas llegaban al por mayor, no dejándola dormir lo suficiente; ocasionándole un cansancio extremo. La situación era frustrante.
El recuerdo de la masacre del Clan Uchiha, el mayor exterminio del legendario clan, la dejó marcada de por vida. Nunca hubo un momento de paz. Cada vez que quería cerrar los ojos y olvidar todo el trauma, no le permitían darse el lujo de cerrar los ojos y decir 'es un sueño'. Estaba condenada a esas pesadillas que jamás la habían dejado.
Después de dos años sabía muy bien que el cambio de actitud tan drástico no era sano. Que a la edad de 10 años tuviera pensamientos suicidas, tampoco. Pero no lo podía evitar; se sentía tan sola como para poder sobrevivir por sí misma. Estaba segura que no había tomado una decisión después de la masacre del clan. Estaba en caer por sí misma, seguir sin motivos o dejarlo todo a manos del destino. Aun así, cualquier cosa que escogiera no había marcha atrás, y cada punto era tan negativo que la mejor opción era el suicidio.
Nunca hubo algo que la motivara a seguir viviendo. Después de la masacre de todo su clan, no se vio motivada por seguir adelante. Se sentía sola, traicionada, sin vida. Abandonada por los únicos que podían haberla salvado en ese entonces de su locura. Ya que pesar de la masacre había dos sobrevivientes, ella y su hermano, Uchiha Sasuke.
Sabía que no estaba sola, que estaba su hermano; no importando que su edad fuera la misma, sabía que no estaba sola en ese hoyo. Pero nunca imaginó que su hermano la ignorará por completo, que la dejara también. Por primera vez se sintió desprotegida al lado de su hermano, por primera vez en sus cortos 10 años prefirió haber sido asesinada por Itachi.
La desesperación llegaba, veía a su hermano, veía a las personas mirarlos con lastima, llegaba al lugar que no podía llamar hogar, se sentía vacía. No había nada, esos años en la academia podía ver en los ojos de su hermano el dolor que ella misma traía, pero en diferentes maneras. En los de Sasuke había dolor y venganza y en los suyos sabía que existía dolor, uno muy profundo, pero también había resignación.
Resignación, dejadez, falta de querer vivir.
En esos momentos llegó a pensar en desaparecer, en dejar que su vida fluyera, en abandonar el mundo. En pocas palabras pensó en el suicidio. A su corta edad, a sus 10 años ya tenía en claro que era eso. Sabía que no era normal, pero ya no podía resistir todo eso, seguir en la misma situación. No podía tener esos desniveles de actitud, esa dejadez en vivir. No quería sentir la lastima de las personas al saber su historia. Estaba harta del mundo, quería morir y poder descansar en paz; en poder reencontrarse con sus padres. En olvidar.
Pero él llegó a truncar sus planes. Aquella noche, en lo más alto del monumento Hokage, decidió despedirse de todo aquello. No se sorprendió al ver que su hermano ni se había preocupado. Y sin embargo ya no importaba, lo que quería era un momento de paz antes de cometer aquello, había robado del laboratorio de la escuela, uno de los venenos más potentes que usaban grados superiores para prácticas en animales. Sabía muy bien como funcionaba aquel veneno, no por nada a pesar de todo, seguía siendo una de las alumnas y ninjas más sobresalientes de la academia, junto con Sasuke.
Aquel veneno, con una sola cortada llegaba a su organismo nervioso en un santiamén. Las venas transportaban todo, y éste veneno actuaba tan rápido, dejando a la víctima en un estado de sopor para que dentro de unos pocos segundos el veneno al llegar a su corazón lo paralizaba completamente, para luego llegar a su sistema nervioso y destruir todo. Ahí dejaría de existir.
No quería sentir dolor, pero después de usar el veneno, todo el dolor tanto físico como emocional desaparecería para después ella seguir ese camino. Todo para ella, debía ser rápido y certero, pero nunca imaginó que las coincidencias de encontrarle le traerían muchas cosas.
Su corazón palpitaba con fuerza, alguien había caído encima de ella, había soltado la cuchilla y esta se había precipitado por la saliente del monumento. Por un momento se puso a pensar en lo que había sucedido, enojada por todo se levantó para encarar a quien había irrumpido todo aquello que la iba a sacar de su latente dolor. Lo único que pudo ver fueron aquellos ojos azules que la dejaron sorprendida.
Él había sido quien truncó sus planes. Su cara era de total molestia, bien podía recordar. Y por primera vez alguien la había mirado sin lastima. El travieso niño parecía estar extrañado de su presencia en el monumento, ella iba a preguntar lo mismo, pero decidió dejarlo pasar. Ahí ella se dio cuenta de lo parlanchín que era, y por primera vez sonrió.
Después de dos años sin sonreír, una ligera pero sincera risa salió de sus labios al escuchar atenta la anécdota del rubio.
Se quedaron horas. Él hablando, no importando que no conociera a la niña, el estaba ahí, ella solo sonreía cada vez más, sintió algo llenarse en su interior. Algo dentro de su corazón se había rearmado por la presencia y amabilidad del rubio.
—Uzumaki Naruto —recordó ver la mano del rubio frente a ella.
Recordó ver reacia al tomar su mano, pero al hacerlo, no se arrepintió, porque algo en su interior se volvió fuerte, algo volvió a palpitar. Se dio cuenta que ese algo había sido su corazón. Por primera vez no se sintió sola, no se sintió abandonada, se sintió con un amigo.
Por primera vez, se sintió viva.
—Uchiha Natsuko.
