¡Hola!

Soy Maggie y les traigo la traducción de un fic que encontré hace poco. Me gustó tanto que decidí pedirle a la autora permiso para traducirlo y ¡aquí está! Espero que lo disfruten tanto como yo.

Este es el primer fic que traduzco así que si hay algún error, no duden en decirme.

El link al fic en inglés se encuentra en mi perfil por si gustan checarlo. Y bueno, ni la historia, el mundo o los personajes me pertenecen; yo sólo traduzco.

¡Disfruten!

Advertencia: Este es un Universo Alterno (AU) en el cual la línea del tiempo en que ocurrieron algunas cosas en el anime está cambiada. Aquí Luffy come la fruta del diablo después de cumplir seis años, conoce a Ace un mes más tarde y a Sabo, siete meses a partir de allí. El padre de Sabo se lo lleva un mes, sucede el incendio y Luffy tiene siete para cuando se desarrolla la historia.

Además de que ciertos hechos podrían ocurrir antes de lo que sucedieron en la serie. Habrá un poco de OOC ya que Ace y Sabo actuarán un poco más como niños que como lo hacen en One Piece, así que están advertidos.


Marco no podía creer su suerte al escudriñar a los tres mocosos que le miraban de igual forma. Su padre había hecho un trato con Garp, "El puño", y ahora él se encontraba, atrapado, haciendo de niñera de los tres chiquillos marines.

Por seis meses.

Cuando el acuerdo para ayudar a Garp había sido establecido, su viejo los había llamado a él y al resto de los comandantes a su habitación para informarles sobre sus invitados y que, estos, serían responsabilidad de Marco.

Como si no tuviera suficientes responsabilidades.

Sin mencionar que uno de los enanos acababa de comentar su parecido con una piña. Thatch iba a pasárselo bomba durante el día.

-Mi nombre es Marco.

-Tu nombre es Marco – interrumpió el rubio, demasiado feliz para el gusto del pirata.

-¿Cómo Marco Polo? – Se burló el moreno más grande.

-¿Marco? –preguntó el más pequeño.

-¡Polo! – Vitorearon los dos mayores y los tres soltaron ruidosas carcajadas.

Marco comenzaba a sentir las jaquecas que esos tres le iban a causar.

-Sí. Mi nombre es gracioso y tengo la cabeza en forma de piña. ¿Podemos avanzar de allí?

-¿Avanzar a dónde, Cabeza de Piña? – el pequeño mocoso preguntó.

Marco podía sentir su ojo palpitar. Respiró profundamente para calmarse y recordarse a sí mismo que "No puedes lastimar a los enanos".

-¿Cuáles son sus nombres? – inquirió tratando de ser educado.

-Sabo.

-Ace.

-Soy Luffy. - El último exclamó felizmente lanzando los brazos al aire.

Marco asintió con la cabeza.

-Como ya les dije, mi nombre es Marco. No Cabeza de Piña. – Hizo una pausa al ver al trío reír disimuladamente – Soy el Comandante de la Primera División de los piratas Barba Blanca y, recientemente, quien estará a cargo de ustedes.

-¿Por qué son los piratas Barba Blanca? – el que se había identificado como Ace, preguntó.

-Sí, tú no tienes una barba blanca – resolvió Luffy.

-Él no es el capitán, Lu – intervino el rubio. – Él es sólo el comandante de la Primera División, al menos eso fue lo que dijo el vejestorio.

-Oh, - respondió el pequeño como si todas las preguntas del mundo hubieran sido contestadas. – Entonces ¿quién es el capitán, Cabeza de Piña?

Marco, realmente, quería golpear su cabeza contra algo pero sabía que hacerlo sólo haría reír a los mocosos. De todos modos su frente impactó contra la orilla del pequeño bote y como lo esperaba, ellos rieron.

-Me gustas, Cabeza de Piña.

-Ya te lo dije. Mi nombre es Marco. . – se golpeó la cabeza de nuevo y ni siquiera se molestó en reaccionar ante las risas.

-Sabes, él va a seguir llamándote así. – declaró Ace con aire de suficiencia.

-A menos que sepas como hacerlo parar. – Aportó Sabo.

-¿A sí?

-Yup. Probablemente serás conocido, por el resto de tu vida, como Cabeza de Piña. – informó el moreno con seriedad.

-A menos…- el rubio habló de nuevo

-A menos…

-¡Piña, Piña, Piña! – Marco fulminó con la mirada al pequeño que cantaba mientras se mecía de atrás hacia delante, se picaba la nariz y, de repente, paró. –Tengo hambre, ¡DAME CARNE!

-Esta es tu oportunidad. – dijo Ace.

-Si tienes carne, dásela – le aconsejó Sabo.

Marco rodó los ojos decidiendo seguirles la corriente por el momento. No dañaría nadie. El pirata tomó su mochila, que estaba a su lado, y sacó tiras de carne seca para ofrecérselas al niño.

-¡Espera! – gritaron los mayores. Marco levantó una ceja.

-Tienes que decirle que deje de llamarte Cabeza de Piña – Sabo advirtió.

-Bien. Hey Luffy – el pequeño moreno lo miró con ojos grandes y brillantes. – Te daré esta carne si dejas de decirme Cabeza de Piña y me llamas Marco.

-¿Por qué debería llamarte Marco?

Algo estaba seriamente mal con ese chiquillo.

-Porque es mi nombre. – contesto lentamente.

-Oh, entonces ¿Me darás carne si te digo Marco?

-Sí.

-¡Está bien! – la carne seca fue arrebatada de sus manos.

-Gracias, Marco. – el niño dijo con una sonrisa más brillante que el sol.

-Si quieres que Luffy haga algo debes sobornarlo con comida. – informó Sabo mientras se acomodaba el sombrero alto sobre la cabeza.

-De preferencia carne, si tienes. – Agregó Ace ajustando su propio sombrero.

-Gracias por el consejo- respondió Marco, con cautela, observando detenidamente a esos dos.

Ya le había agarrado el modo al pequeño. Tonto y glotón. Justo lo que se podría esperar del nieto de Garp. Los otros dos parecían ser más duros pero, estando emparentados con Garp, no podía ser tan difícil tomarles la medida.


Thatch se apoyaba en la barandilla del Moby Dick observando al pequeño bote, que llevaba al Comandante de la Primera División y a los tres niños, llegar. Encontraba hilarante que uno de los piratas más fieros en Grand Line haya sido puesto como niñera de tres infantes y no iba a dejar pasar la oportunidad de burlarse de su amigo, agradecido de que haya sido él a quién su Padre eligió para vigilar a los mocosos.

-De acuerdo, suban - escuchó a Marcó ordenar.

Treinta segundos después, una cabeza cubierta por un sombrero de paja apareció por la orilla - ¡Wow! – exclamó el pequeño.

-¡Apresúrate, Luffy! – Una voz gritó desde abajo.

-Lo siento – dijo Luffy trepando sobre la borda y cayendo de cara en la cubierta. Thatch estaba a punto de preguntar al niño si se encontraba bien, pero éste sólo rebotó y se movió antes de que otro muchacho, con sombrero cowboy naranja, saltara sobre el lugar exacto en el que el otro había estado segundos antes. - ¡Ace, mira! – el pequeño llamó al mayor. - ¡Es muy grande!

El aludido miraba a su alrededor tan maravillado como el otro, con la boca abierta en asombro.

-¡Este es el barco más grande que he visto! – un tercer mocoso, éste con sombrero alto, dijo. Los otros dos asintieron en acuerdo.

-Dejen de perder el tiempo – y ahí estaba el primer comandante. Thatch sonrió a su amigo, quien ya parecía irritado con los niños.

-¡Oh vamos, Marco! ¡Acaban de llegar! Déjalos que miren.- dijo Thatch ignorando la mirada mortal que recibió a cambio.

-Tengo muchas cosas que hacer hoy. ¡No tengo tiempo para que ellos correteen por ahí!

-Alguien se levantó del lado equivocado de la cama.

-Cállate.- Thatch levantó las manos en muestra de rendición. – Y ya que estás aquí me ayudarás a que se acomoden.

Huh.

Debió haberlo visto venir.

-De hecho, tengo muchas cosas que hacer. Tengo que…

-Ni siquiera comiences.

Thatch dejó caer los hombros con resignación. Él de verdad no quería tener que pasar tiempo con los tres mocosos marines que, por alguna razón, estaban recibiendo tratamiento especial. Y definitivamente no estaba ansioso por las quejas que seguramente habría. Un barco pirata era muy diferente a uno de la Marina. Los mocosos no iban a conseguir todo lo que estaban acostumbrados y realmente no quería lidiar con lamentaciones.

-Bien.

-Tú eres realmente alto. – el Comandante de la Cuarta División miró hacia abajo, al chico con el sombrero de paja.

-Y tú realmente pequeño. – le respondió arrancándole una carcajada al niño.

-Soy Luffy. ¿Tú quién eres? – Luffy inclinó su cabeza adorablemente hacia un lado.

-Luffy, no lo molestes – el de el sombrero de copa intervino tomando al pequeño por el cuello de la camisa y jalándolo lejos de él. Hacia donde Marco se dirigía.

-Está bien. – declaró Thatch. En realidad no le importaba tanto hablar con el niño. No todavía, al menos.

Aún no se quejaba.

Thatch siguió al grupo escuchando a Marco mientras decía: - Bienvenidos al Moby Dick. Están aquí porque nuestro padre, por alguna razón que está más allá de mi comprensión, decidió hacerle un favor a su abuelo. Mientras permanezcan aquí no esperen ningún trato especial. Todo el mundo está ocupado y ninguno tiene tiempo para entretenerlos. Se les dará una lista de tareas que tendrán que hacer todos los días y cualquier cosa extra que necesiten, la conseguirán por ustedes mismos.

Los miembros de la tripulación se detenían para observarlos pasar conforme avanzaban. El pirata no podía culparlos; no todos los días se veían tres niños a bordo del Moby Dick, aún más, acompañados por dos Comandantes. Thatch sonreía y saludaba al pasar. Cruzaron la cubierta hacia los camarotes. Se había decidido que sería lo mejor dar a los tres su propio cuarto dado que eran mucho más jóvenes que el resto de la tripulación.

Los tres mocosos corrían alrededor mirándolo todo, hablando animadamente entre ellos e ignorando, por completo, a los Comandantes hasta que Marco se detuvo y abrió una puerta revelando un pequeño cuarto con un diminuto y desvencijado escritorio, silla, armario y cama. Thatch hizo una mueca de dolor ante el escaso mobiliario. Habían intentado encontrar dos camas más pero esa era la única y nadie iba a tomarse la molestia de conseguir nuevos muebles para ellos considerando que sólo se quedarían seis meses, aún así, las frazadas y almohadas que hallaron deberían ser suficientes. Sin embargo, teniendo en cuenta que habían crecido con un famoso marino como guardián -consintiéndolos hasta la muerte- los mocosos no iban a estar felices con lo que les estaban dando.

-Este es su cuarto – dijo Marco luciendo aburrido. – Y es todo lo que obtendrán así que no se molesten en quejarse. Compartirán todo lo que está aquí así que acostúmbrense.

El más pequeño no perdió tiempo y entró corriendo al camarote, tiró su bolsa en el camino y brincó en la cama seguido de cerca por el del sombrero naranja, quién lo derribó en el colchón.

-Está bien. – El último chico respondió – Estamos acostumbrados a compartir.

-¡Wow! ¡Mira Sabo, tenemos una cama! – el pequeño chilló felizmente brincando de nuevo. – No he dormido en una cama desde que viví en Fuchsia.

-No vamos a tener una por mucho tiempo si continúas brincando en ella. – Lo reprendió el del sombrero alto.

El niño cruzó las piernas en medio salto y aterrizó sentado a un lado del otro quien paseaba su mano por la colcha con una pizca de asombro. – Vaya, una cama. Nunca antes había dormido en una cama de verdad.

Thatch estaba perplejo.

Esa no era, definitivamente, la reacción que estaba esperando.

¿Qué significaba eso de que nunca había dormido en una cama?

-¡Entonces Ace tendrá la cama primero! – el más pequeño decidió.

-¡Buena idea, Luffy! – estuvo de acuerdo el rubio.

-No sean ridículos. Hay espacio suficiente para los tres.

Thatch miró a su amigo para descubrir que este estaba tan desconcertado como él. ¿No eran ellos los nietos de Garp "El puño"? ¿No deberían haber sido dotados con todo lo que alguna vez pudieron querer?

-¡Hey, mira Sabo! ¡Tienen un escritorio en el que puedes escribir! – exclamó Luffy.

El rubio sonrió y corrió para examinar la desvencijada mesa.

-Entonces- Thatch se aclaró la garganta - ¿Les gusta?

-Es increíble. – Dijo Luffy desde donde estaba, dentro del armario- ¡Es un millón de veces mejor que el país Dadan.

¿En dónde estaba el país Dadan?

Ace, sentado en la cama, lucía ,de alguna manera, sin sonreír como si fuera Navidad y su cumpleaños hubieran llegado el mismo día.

Thatch no pudo evitar la pequeña sonrisa que se abrió pasó en su cara. Los mocosos no eran lo que esperaba. La dicha que mostraban sólo por un simple cuarto, que estaba lleno con algunos de los peores muebles en el barco, los tenía brincando felices de un lado a otro. - ¿Qué, tu abuelo jamás les dio una cama?

-El abuelo nunca estaba en casa. – Luffy contestó un tanto triste.

-Yo no vivía con el viejo- Ace dijo claramente.

-El vejete loco no es mi abuelo. – Sabo informó luciendo un tanto asustado.

-¿No son hermanos?- cuestionó Marco.

-Yup- Los tres respondieron al unísono.

-Entonces, ¿cómo es que él no…

-Eso no es de tu incumbencia. – Ace espetó. Thatch tuvo que detenerse a sí mismo de tener escalofríos. Jamás había visto una mirada tan oscura provenir de un niño tan pequeño. – Somos hermanos y es todo lo que necesitas saber acerca de nosotros.

-Ace – el rubio reprendió delicadamente.

-Está bien. Son hermanos. Nadie estaba diciendo que no lo fueran. – Thatch aclaró con cautela.

-Por más interesante que esto sea – Marco interrumpió.- Tengo trabajo que hacer, los dejo para desempacar y acomodarse. Vendré a verlos más tarde. – y con eso, el rubio dejó la habitación.

-¡Hasta luego, Cabeza de Piña! – Luffy dijo moviendo la mano alegremente.

-Bwa ha ha ha ha- Thatch no pudo evitar la carcajada que soltó.

-¡MI NOMBRE ES MARCO!

-¡Oh, sí! Lo siento, lo olvidé. – el niño gritó.

Para ese punto Thatch se doblaba sobre su estomago sin ni siquiera tratar y parar de reír. El niño había pasado menos de un día con el Comandante de la Primera División y ya lo tenía con los nervios de punta. Tenía la sospecha de que se iba a llevar muy bien con esos tres. No eran los mocosos malcriados que todo el mundo esperaba y podía decir que el pequeño iba a ser divertido.

-Hey señor alto.

Thatch, finalmente, fue capaz de tener control sobre su respiración y miró hacia abajo, al niño más joven, quién lo observo con curiosidad mientras inclinaba la cabeza a un lado.

-¿Sí?

-¿Cómo te llamas?

-Thatch.

-¡Oh! ¡Gusto en conocerte! – El niño cerró los ojos y sonrió, una sonrisa demasiado grande para su cara, - Yo soy Luffy.

-Gusto en conocerte, Luffy – el pequeño soltó una risita, orgulloso de sí mismo.

-¡Oh sí! ¡Qué grosero de nuestra parte! No nos hemos presentado – el rubio, dijo – Yo soy Sabo. Es un placer conocerte.

-Soy Ace. – el último chico dijo, todavía, un poco molesto.

-Es un placer conocerlos a todos ustedes. – Él dijo con una sonrisa – Escuché que van a estar con nosotros por una temporada.

-No tienes que ser amable con nosotros. – El hombre dirigió su atención a Ace – Sabemos que nadie nos quiere aquí. Diablos, nosotros no queremos estar aquí pero el vejete nos hizo venir.

-Ace- el rubio llamó su atención y canturreó:- Recuerda tus clases.

El chico le frunció el seño al otro.

-Lo que quiero decir es: gracias. Es agradable estar aquí. – el muchacho sonaba de todo menos feliz lo que causó que uno de ellos negara con la cabeza mientras el menor reía.

Pasaron unos minutos parpadeando entre sí sin saber muy bien qué decir. –Bueno, parece que tienen todo bajo control. Los veo por ahí. – Thatch dijo incómodo antes de caminar a la puerta, dejando a los tres mocosos solos.


-No veo cuál es el problema – Ace gruñó mientras seguían a un muy molesto Marco. Habían sido dejados solos por horas para desempacar sus pocas pertenencias y, tras una hora y treinta minutos, Luffy había exclamado que estaba hambriento. Ace y Sabo concordaron con él al instante e hicieron cañas de pescar improvisadas de sus tuberías de plomo y cuerda para atrapar un almuerzo tardío.

Habían encendido un fuego y el pescado había comenzado a cocinarse cuando Marco había irrumpido demandado saber en qué estaban pensando. No le había gustado la simple explicación de Luffy de: - haciendo de comer.

No era como si no hubiesen tomado precauciones. Se habían asegurado de que el fuego no se esparciera al revisar que la cubierta estuviera húmeda e incapaz para incendiarse.

-Él dijo que debíamos ver por nosotros mismos. – Sabo masculló.

-Tengo hambre. – se quejó Luffy.

Marco no les había dejado terminar cocinar el pescado y ordenado que lo siguieran diciendo que el capitán quería verlos. Mientras cruzaban la cubierta se mantuvo murmurando acerca de estúpidos mocosos iniciando fuego en el barco.

Cuando llegaron al frente del barco vieron un gran hombre sentado en una silla y bebiendo algo.

-¡Wow! ¡Él es enorme!- Luffy exclamó con los ojos tan grandes como platos.

-¡No me digas! – exclamó Sabo con la misma expresión.

Y todo lo que Ace podía hacer era asentir con la cabeza.

-Ese sería nuestro capitán.- les dijo Marco sonriendo. Era la primera vez que Ace veía otra emoción, que no fuera frustración o aburrimiento, en su rostro. – Él es el pirata más poderoso que ha cruzado el Grand Line.

-Pensé que ese había sido Gold Roger. – Luffy comentó. Ace rechinó los dientes y golpeo a Luffy en la cabeza. - ¡Ouch!

-¡Cállate! – ordenó el mayor. Él, realmente, no quería oír hablar de ese hombre, nunca.

-¡Eso me dolió, Ace!

-¡No, no te dolió! Deja de ser un bebé llorón

-¡No soy un bebé llorón! ¡Eso dolió!

-¿Cómo?

-Cállense los dos. – Sabo masculló dirigiendo una mirada de advertencia a Ace para que mantuviera la boca cerrada. – ¡Estamos a punto de conocer a un capitán pirata y ustedes no pueden guardar silencio!

Ambos voltearon hacia su hermano y asintieron en acuerdo guardando silencio inmediatamente. Ace estaba un poco preocupado. Después de todo lo que había sucedido con Bluejam, ¿podrían confiar en Barba Blanca?

Bien. La respuesta a esa pregunta era no. Las únicas personas en las que Ace sabía, sin duda alguna, podía confiar estaban paradas junto a él. El moreno dio un, no tan sutil, paso junto a Luffy y miró significativamente a Sabo mientras este se aseguraba de estar parado al otro lado del niño del sombrero de paja.

Marco los guió frente al hombre gigante que estaba bebiendo de una botella de sake. Barba Blanca ni siquiera se detuvo cuando Marco habló: -¡Hey, padre! Aquí están los mocosos que querías ver. Estos son Ace, Luffy y Sabo. Mocosos, este es el capitán Barba Blanca.

Luffy dio un paso e inspeccionó al gran hombre. – Me gusta tu bigote. – dijo antes de preguntar: - pero ¿Por qué te llaman Barba Blanca si no tienes barba?

El hombre gigante bajo su botella lentamente y fijo su mirada en el más pequeño de los niños.

Ace entró en pánico. Realmente, ellos deberían haber estado esperando algo como eso. Era Luffy después de todo pero, ¿de verdad tenía que atraer la atención del hombre más fuerte del mundo? Dos manos salieron disparadas y jalaron a Luffy para colocarlo detrás de sus dos hermanos. La atención del hombre cayó sobre ellos.

-¡Guara ra ra ra ra! – Ace y Sabo intercambiaron miradas. ¿Se estaba riendo? Los muchachos se relajaron un poco al ver que el hombre seguía riendo- ¡Vaya mocoso insolente! Entonces, ustedes son los nietos de Garp. Bienvenidos a mi barco.

Sabo dio un paso delante y se inclinó respetuosamente. Ace, recordando sus lecciones con Makino, también se inclinó y, al unísono, hablaron: - Gracias por tenernos aquí.

Ace no estaba sorprendido de ver a Luffy imitarles e inclinarse también. Él siempre estaba copiándolos y, por una vez, Ace no tenía problema alguno con Luffy haciendo exactamente lo que él.

-Ustedes estarán aquí por los próximos seis meses. Durante ese tiempo deben escuchar a Marco.

-Eso significa no prender fuego en la cubierta. – el otro hombre informó.

-Tú nos dijiste que debíamos hacernos cargo de nosotros mismos. Sólo estábamos preparando el almuerzo. – Discutió Ace.

El viejo parecía encontrar aquello divertido y rió profundamente.

-Bueno, podrían comer en el comedor como la gente civilizada. – Marco replicó.

Ace estaba confundido. Ellos tenían que hacerse cargo de sí mismos pero ¿podían comer en el comedor? ¿Cómo funcionaba eso?

-¿Por qué esas miradas? Si ustedes quieren algo tendrán que conseguirlo pero no vamos a darles de comer en la boca. – el hombre rubio parecía frustrado mientras el viejo capitán seguía riendo.

Ace miró a Sabo quien sólo sonrió. Se volvió a Luffy quién parecía tan confundido como él.

-Tendrán que disculpar a mis hermanos. Ellos han conseguido su comida por un buen tiempo y no saben que en algunas situaciones es costumbre que los adultos ayuden a comer a los niños a su cuidado.- Sabo puntualizó.

-No soy un niño, puedo comer solo. – Dijo Ace cruzando los brazos sobre su pecho molesto de que alguien hubiera dicho lo contrario.

-Entonces háganlo. – el hombre gigantesco, dijo. Marco estaba punto de protestar pero fue interrumpido. – Un pequeño fuego no va a herir a nadie y parece que son capaces de manejarlo. Sólo recuerden que la galera está abierta para ustedes si lo necesitan.

-Muchas gracias. –Dijo Sabo con una sonrisa – Apreciamos su hospitalidad.

Barba Blanca sólo sonrió y continuó bebiendo.


¿Qué les pareció el primer capítulo?

¡Espero que les haya gustado! Estaré actualizando cada domingo así que si fue de su agrado aquí estaré la siguiente semana. Recuerden que si hay algún error en la traducción, sus comentarios son bienvenidos; me ayudaría mucho a mejorar.

El link de la historia en inglés estará en mi perfil.

¡Hasta luego y gracias por leer!