SYAORAN CARD CAPTOR

LA CARTA SELLADA


Capítulo 1

La pelea


Aquella enorme mansión, que hacía tantos años había sido símbolo de riqueza, prosperidad, y elegancia, se encontraba ahora en un estado deplorable. Hacía apenas unos cuantos años era una mansión olvidada que conservaba aquel encanto de las casas antiguas, con aquella preocupación por los detalles, el enorme jardín verde y fresco, y los inclinados techos, detalles típicos de una casa al estilo victoriano. Pero ahora, apenas cinco años desde que había sido habitada por última vez, tanto la casa, como los jardines, parecían haber sido abandonados desde siglos atrás.

Los jardines eran ahora una simple extensión de terreno irregular, donde los arbustos estaban destrozados y los árboles arrancados de raíz, dejando simples agujeros en el suelo, como recuerdo de su efímera existencia. En vez de aquella vegetación, ahora el lugar estaba lleno de vigas de metal, montones de sacos de cemento, pilas de arena y montañas de grava. Construcciones menores en lugares que parecían haber sido escogidos al azar. No parecía tratarse ya más de un jardín.

La mansión se encontraba en pleno proceso de demolición. El ala oeste había desaparecido por completo, mientras que el ala este tenía apenas un recuerdo de lo que hacía muchos ayeres, había sido un exquisito salón de baile. Un par de vigas colgaban del segundo piso, en lo que parecía haber sido un balcón, y el pequeño trozo de techo que aún se encontraba erguido, tenía todas las tejas caídas. El escombro se acumulaba alrededor de esta miserable estructura, la cual parecía batallar para tenerse en pie.

El lugar en general, ofrecía un aspecto tétrico durante la noche, cuando no había nadie trabajando, y el silencio que la rodeaba era casi total. La oscuridad parecía formar sombras entre el escombro y lo que quedaba de la estructura, dando la idea de que éstas se movían, como si algo maligno se ocultase allí.

Hasta parecía escucharse un sollozo, un detalle digno de alguna película de terror. Y aquel resplandor blanco que surgía de entre los cimientos… ¿Qué era aquella figura alargada con un extraño símbolo adornándolo por completo?

Aquel brillo que había durado apenas un par de segundos, y después, se había desvanecido en la nada… Aquello si era un misterio.


La luna llena brillaba en todo su esplendor, dándole a la resbaladilla del Rey Pingüino un brillo casi mágico. era una noche fresca, y la suavidad del viento hacía que las ramas de los árboles se agitasen armoniosamente, provocando que sus hojas susurrasen con paz.

Se escuchó un leve susurro, y al instante, un enorme par de alas plateadas se extendieron en el aire, en todo su esplendor; como si se tratase de algún águila real que llevaba tiempo con las alas encogidas, y finalmente pudiera estirarse. Se agitaron suavemente, haciéndose tan grandes como podían, y finalmente, en un movimiento elegante, se encogieron rodeando cálidamente a su dueña… Una hermosa muchacha de cabello plateado, tan largo que le llegaba hasta los pies. Lo llevaba suelto, por lo que la brisa nocturna lo agitaba lentamente, mientras la luna le arrancaba destellos plateados. Las pequeñas alas que se escondían en aquella cabellera plateada se agitaron del mismo modo. La mujer parpadeó un par de veces, con aquellos hermosos ojos gris pálido, que recordaban a los de un gato. Su aire inmaculado se acentuaba por aquellas ropas blancas que llevaba. Un pantalón ajustado, una camisa de cuello alto, y un saco que terminaba en picos, alrededor de su cintura. Llevaba también una perchera de plata, con una joya azul incrustada en el centro. En las manos llevaba anillos plateados, que combinaban con sus aretes adornados con perlas azules. No llevaba zapatos, pero no era como si los necesitara, puesto que gracias a sus enormes alas, podía mantenerse a flote, sin la necesidad de tocar el suelo. Alrededor de su brazo derecho, se enredaba un manto blanco, el cual bajaba y se abrazaba de su cintura, y finalmente, caía al suelo, apenas rozándolo. Aquel hermoso ángel se limitó a cruzarse de brazos, y mirar al frente, esperando.

Otro par de alas, esta vez de un color dorado seco, se extendieron delante de ella. Eran apenas un poco más grandes, pero bastante agresivas. Se extendieron rápidamente, revolotearon con energía, y después de estirarse erizando todas sus plumas, como si se tratase de un gato estirándose al despertar de una larga siesta, finalmente se detuvieron detrás de aquella enorme bestia. Se trataba de un león de tamaño considerable, aunque no podía llamársele un león por completo, ya que no poseía melena. Quizá se trataba de algún tigre, pese a no poseer ni una sola raya. Todo su pelaje era de un color dorado oscuro, excepto en el pecho, el cual era de un blanco tan puro como la nieve, y tan esponjoso como el algodón, el cual corría por todo su estómago y la parte interior de sus patas. Bajo la luz de la luna, todo su cuerpo se iluminaba tenuemente, dándole un aire brillante. Aquel gato gigante, por llamarlo de alguna manera, tenía en su pecho la parte delantera de una armadura cobriza, la cual al igual que la perchera del ángel, tenía una joya incrustada justo en el centro, aunque esta era de un color rojo vino. Igualmente, en la cabeza llevaba una especie de casco metálico, el cual le cubría alrededor de los ojos, la parte posterior de la cabeza, y parte de la espalda, y que estaba adornado con aquella joya roja, en el centro de la frente. Llevaba las orejas adornadas por aretes plateados con perlas rojas, y en las patas llevaba unas muñequeras metálicas que le daban en general, un aire de un guerrero elegante, determinado y listo para entrar en acción.

Entre estos dos seres, una tercera figura se alzó. Se trataba de apenas un muchacho. Por su estatura y la complexión de su cuerpo y rostro, parecía rondar los quince años. Su cabello era castaño oscuro, al igual que sus ojos, los cuales se encontraban mirando un punto fijo, completamente concentrados en algo que parecía ser, solo él veía. Al igual que sus acompañantes, ofrecía un aire místico. Del mismo modo que el gato gigante, su expresión y lenguaje corporal lo mostraban impaciente, y del mismo modo que el ángel, sus ropas demostraban su elegancia.

El muchacho llevaba aquella noche, un pantalón de vestir color azul oscuro, una camisa de manga larga blanca, un chaleco negro, una corbata azul, y un saco negro, éste último contando con botones azules, los cuales estaban colocados en una gruesa línea de azul más oscuro, mientras que otra línea de azul más claro, lo acompañaba del lado derecho. Estas dos líneas hacían juego con los puños de las mangas.

En el cuello, llevaba un collar del cual prendía una pequeña llave dorada, con una estrella en su parte superior.

El muchacho frunció el entrecejo, y asintió rápidamente. Se sujetó la llave, y se la guardó dentro de la camisa.

No quería que se perdiese.

Entonces, alrededor de sus pies, una luz dorada brillante surgió de la nada, y creció de manera circular, revelando a su paso un símbolo de invocación. En el centro, justo debajo del muchacho, había surgido una estrella de cinco picos, la cual estaba sobrepuesta en otra, de modo que parecía tener diez puntas. A ambos lados de dicha estrella, se encontraban un sol, y una luna en cuarto creciente. Había más líneas y símbolos adornando aquella área delimitada por el círculo, que parecían representar la magia oriental y occidental.

Se metió la mano en uno de los bolsillos del pantalón, y sacó una alargada carta color verde seco, con las orillas y detalles adornados en un tono dorado oscuro. En la parte posterior se encontraba presente aquel símbolo de la estrella, mientras que en la parte delantera…

-¡Salto! –exclamó el muchacho, con lo que la carta se disolvió en humo grisáceo, el cual se apuró a envolver los pies del chico, y materializar un par de alas alrededor de sus tobillos.

Sin perder un segundo, se agachó para tomar impulso, y saltó al aire. Una distancia impresionante de poco más de diez metros.

En pleno salto, una figura rojiza se apuró a acercarse a él, rodeándolo lentamente. Se trataba de un dragón de fuego, cual después de una corta pausa, y sin perder un segundo más, se abalanzó sobre él.

-¡Agua! –el muchacho se había sacado otra carta del bolsillo, y tras pronunciar su nombre, esta se disolvió y creó al momento un dragón de agua, el cual interceptó a su contraparte, antes de que éste pudiera atacar a su amo.

Ambos dragones rugieron, y se abalanzaron sobre el otro, entrelazándose al tiempo que soltaban rasguños y mordiscos, hasta disolverse en simple vapor, mientras el muchacho del cabello castaño caía de nueva cuenta al piso, donde sus acompañantes simplemente miraban, sin inmutarse en lo más mínimo.

Sin embargo, el joven apenas y tuvo tiempo de mirar como los dragones se desvanecían, pues en ese momento, unos enormes proyectiles grises se abalanzaron sobre él.

-¡Escudo! –la carta que sujetaba en la mano, se volvió neblina grisácea, que se apuró a rodearlo y crear una cúpula transparente que lo protegió de todos aquellos proyectiles, disolviéndolos apenas entraban en contacto contra aquella barrera impenetrable, permitiendo que su dueño saliese de allí, sin recibir ni un solo rasguño.

Entonces, el causante del ataque apareció. Se trataba de un enorme rinoceronte de metal, el cual se detuvo frente al muchacho, y lanzó un rugido al aire. Sin esperar un segundo, volvió a atacar, lanzando aquellas rocas grises.

El chico castaño estaba por sacarse otra carta del bolsillo, cuando sus acompañantes se detuvieron frente a él. El enorme gato dorado rugió igual que su enemigo, y velozmente lanzó una llamarada de fuego de su boca, la cual derritió los proyectiles que amenazaban con golpear a trío. Con un movimiento refinado, el ángel trazó un arco y flecha en el aire, los cuales se materializaron al instante. El rinoceronte volvió a rugir, pero antes de que pudiera atacar de nueva cuenta, el arco tensando finalmente liberó la flecha, la cual se multiplicó infinidad de veces durante su vuelo, y todas ellas impactaron en su dura piel, con lo que el rinoceronte simplemente se volvió polvo, el cual se disipó por el aire, creando una nube gris. Y un silencio casi total se instaló en el ambiente. El trío se replegó, expectante.

En ese momento, el suelo comenzó a temblar. El ángel y el gato se apuraron a extender las alas y alejarse del suelo, volando en dirección vertical. El muchacho, por su parte, se había sacado ya una carta del bolsillo, y al igual que en las ocasiones anteriores, exclamó el nombre de su ayudante, fuerte y claro:

-¡Vuelo! –igual que sus acompañantes, de la espalda del muchacho surgieron un enorme par de alas, aunque las suyas eran de un tono naranja rojizo, parecidas al fuego. No perdió mucho tiempo y se apresuró a extenderlas, y alzarse en el aire.

Desde su nueva posición, los tres personajes pudieron apreciar como aquella enorme nube de polvo lentamente se disipaba, aunque podían escuchar como la tierra seguía retumbando. Y entonces, un nuevo enemigo apareció.

La cabeza de aquella enorme serpiente de piel verde oscuro, era poco más grande que un auto compacto. Su longitud permanecía desconocida, pues ocultaba su cuerpo por debajo del suelo. Siseó amenazante, y sin esperar, se abalanzó sobre su presa.

El joven realizó un veloz movimiento esquivando el ataque, y se apuró a posicionarse bajo la cabeza de aquel reptil.

-¡Espada! –exclamó el muchacho, con lo que la llave que hacía un momento se había guardado en el interior de la camisa, brilló intensamente y se materializó delante de él, alargándose hasta convertirse en una espada, la cual el joven se apuró a tomar de la plateada empuñadura, y blandirla contra la serpiente.

Realizó otro movimiento veloz, pues su enemigo se había percatado de sus planes, así que comandando a sus nuevas alas, esquivó la nueva ola de mordiscos que se abalanzaba sobre él, rodeando el cuerpo de su atacante, hasta colocarse sobre su cabeza, y sin perder ni un segundo, clavó el arma en ella.

La serpiente emitió un chillido estridente, y se disolvió en el aire, con lo que el joven agitó la espada en el aire, y esta volvió a recuperar su forma de inocente llave. El muchacho agitó sus alas, y bajó lentamente hasta posarse en el suelo, donde sus dos acompañantes se apuraron a rodearlo.

-¿Quieres practicar un poco más? –preguntó la ángel, mirando al muchacho, con aquella suave voz, pero fría voz. Sin embargo, el muchacho simplemente negó con la cabeza, y se alisó el saco del traje.

-Creo que ha sido suficiente por hoy. Esto de trabajar sin usar el báculo ya no se siente tan complicado, creo que le estoy tomando ya el hilo…

-¡Eso ha sido espectacular! –exclamó una voz chillona, debido a la emoción-. No puedo esperar a editarlo y mostrárselos. ¡Será una película increíble!

Una muchacha de largo cabello negro y ojos grisáceos bajó la cámara de video que llevaba en las manos, y miró a sus amigos, con una expresión de admiración, mientras se acercaba a ellos, con paso rápido.

-¿Has filmado unas buenas tomas, Tomoyo? –preguntó el gato gigante, a lo que la aludida asintió.

-Los tres se veían geniales. ¡El disparo de Kero! ¡La flecha de Yue! ¡Tus momentos de reacción, Syaoran! ¡Y las bestias!

-¿De dónde sacaste la inspiración para esas criaturas, mocoso? –preguntó la bestia Kero.

-Ah, pues Naoko me prestó unos cuantos libros de fantasía –respondió el muchacho de cabello castaño, Syaoran-. Aunque mi pregunta es la misma, Tomoyo. ¿De dónde sacaste este traje? No es para que te emociones, pero este realmente me gusta.

-Esta vez vienes de Rentaro Satomi, de Black Bullet. Pensé que sería buena idea que filmáramos la pelea principal en un traje elegante. Parece ser que he dado justo en el clavo. Pero bueno, creo que por hoy ha sido suficiente –sonrió Tomoyo, mientras se guardaba la cámara con mucho cuidado en el bolso que llevaba colgado al hombro-. Gracias a que practicas constantemente, puedes seguir utilizando más cosplays aparte de este, y yo tengo mucho material para crear una buena película.

-No solo eso –Yue, la ángel, volvió a hablar-. El estar utilizando su magia, y llevarla a su límite, hace que aumenten sus poderes y habilidades.

-Aunque eso no te quita lo perezoso. Mira que ya vas a terminar la secundaria y aún te quedas dormido en las mañanas…

-¡Cállate, bola de queso! –exclamó el muchacho, amenazando a la criatura, con un puño en el aire.

-Ya es muy noche, será mejor irnos ya –intervino una alegre Tomoyo, comprobando la hora en su reloj-. Después de todo, mañana comienzan los ensayos intensivos –los tres la miraron y asintieron.

Kero y Yue se elevaron en el aire, apenas un par de centímetros separados del suelo, y se envolvieron en sus enormes alas, formando un par de capullos, como los de las mariposas. Aquel símbolo de invocación de la estrella se dibujó debajo de cada uno de ellos, y tras un resplandor dorado para Kero, y plateado para Yue, los capullos se abrieron lentamente, revelando unos nuevos seres.

La ángel había desaparecido y mostraba ahora a una hermosa muchacha de cabello gris claro, el cual le llegaba a la cintura. Portaba ahora un sencillo vestido rosa el cual le llegaba poco arriba de las rodillas. El enorme gato se había transformado en un pequeño osito con alas diminutas y cola esponjosa, que ahora podría hacerse pasar por un simple peluche.

-Volvamos ya a casa, que quiero quitarme esto –dijo Syaoran, mientras se volvía a acomodar el saco, y con esto, los cuatro emprendieron la caminata fuera del parque donde se encontraban, para dirigirse a sus casas.


-¡Se me hace tarde!

El grito del muchacho de quince años retumbó en las paredes de la casa amarilla, mientras sus pasos apurados hacían eco en el suelo de madera. Syaoran se había incorporado y desperezado, y tras ver la hora en su reloj despertador, salió disparado de la cama, mientras se apuraba a buscar su uniforme de la secundaria, y cambiarse el pijama, mientras el pobre peluche de Kero, surgía de su cajón-habitación, en el escritorio del muchacho. Se tallaba los ojos al tiempo que bostezaba, pues al parecer, el escándalo de Syaoran lo había despertado.

-El mismo cuento de siempre… -murmuró por lo bajo-. ¿Vas a la escuela? –preguntó cuándo finalmente vio al muchacho con el uniforme, un pantalón azul marino y camisa blanca.

-Se me quedó el mal hábito de levantarme tarde por las vacaciones –explicó el muchacho, mientras esculcaba debajo de su cama, buscando la mochila-. Pero hoy inician los preparativos para el festival de la ciudad.

-¿El festi… ya estamos en esas fechas? –preguntó Kero asombrado. Parecía que ya estaba completamente despierto-. ¿Qué preparará tu salón este año?

-Una obra de teatro. Naoko fue quien la escribió –finalmente había encontrado su mochila, y ahora se encontraba apoyado en su escritorio, junto al muñeco de felpa parlante.

-¿Y qué papel te tocó a ti?

-¿Yo? Pues soy el príncipe –abrió el cajón superior (cubriendo a Kero) y se apuró a sacar aquel llamativo libro color verde seco, con detalles en oro pálido, que llevaba grabado su nombre en la parte superior.

Lo colocó en el escritorio, cerrando el cajón, con lo que la cabeza de Kero volvió a surgir.

-¿Entonces te toca el protagónico?

El muchacho asintió distraídamente, mientras abría el libro y sacaba de su interior un mazo de cartas alargadas, en los mismos colores verde y dorado del libro.

-¿Han pasado buena noche? –saludó a las cartas con ánimo, y sin esperar una respuesta, se las guardó en la mochila-. Ah, casi olvido esto –de su escritorio tomó un sobre blanco que llevaba escrita una dirección de China, en su parte central. Una carta-. Deberé enviarla después por correo. Te veo al rato, Kero.

Y finalmente, el muchacho se colgó la mochila al hombro, y salió de su habitación. Bajó las escaleras a toda velocidad, y se dirigió al comedor, al cual entró anunciando su llegada con un:

-¡Buenos días!

-¡Buenos días! –respondió su padre, quien se encontraba en la cocina, terminando de servir los almuerzos.

-Vaya escándalo que haces –fue el comentario de su hermano mayor, mientras servía el desayuno en la mesa.

Syaoran lo ignoró y se limitó a sentarse a la mesa, mientras colgaba su mochila en el respaldo de su silla.

-Se ve delicioso –dijo mientras se relamía, sin embargo, espero a que su padre y su hermano se sentaran también, antes de comenzar a comer.

-Hoy te has despertado temprano, ¿han cambiado el horario de los ensayos? –preguntó su hermano mayor, un muchacho que parecía rondar ya los veintitantos, mientras comían.

-Es que como quedan apenas un par de semanas para el festival, estamos redoblando los tiempos de ensayos. Aún tenemos varios detalles que pulir, y necesitamos ponernos a ello.

-¿Qué es lo que tu facultad estará haciendo, Touya? –ahora fue el turno de su padre preguntar.

-Nosotros formamos parte de las facultades que estarán encargadas de los aperitivos. Nos ha tocado atender el puesto de takoyaki.

-¿Y a Yukito?

-Ella está en el de las bebidas, pero como los diferentes puestos están organizados en áreas, le ha tocado muy cerca de mí.

-Parece ser que el festival de este año será muy divertido –sonrió su padre.

Terminaron de desayunar, y entre los tres se las arreglaron para dejar la cocina y el comedor limpios, en apenas un par de minutos. Entonces, cada quien tomó su almuerzo, y salieron de la casa, dirigiéndose en direcciones diferentes, pues cada uno tenía cosas que hacer. Fujitaka, el padre de ambos muchachos, conducía en su auto, rumbo a la universidad, donde tenía una junta con el profesorado de su facultad. Touya, el hermano mayor, iba en su bicicleta rumbo al centro de la ciudad, donde debía recoger un pedido de desechables, para el puesto de takoyaki. Syaoran, por su parte, iba en su patineta rumbo a la escuela secundaria, donde el resto de su clase se encontraba ya esperándolo, para comenzar con los ensayos programados para aquella mañana.

-¡Buenos días, Syaoran! –Tomoyo, su mejor amiga, fue la primera en saludarlo al verlo aparecer por la puerta del salón. El saludo fue coreado por las amigas de ella, Naoko, Chiharu y Rika, las cuales se encontraban en un círculo apretado, recitando sus líneas entre ellas.

-Buenos días a todos –saludó el muchacho de cabello castaño, al tiempo que se quitaba la mochila de la espalda, y la colocaba en un perchero, donde las de sus compañeros descansaban ya. Se apuró a sacar de la mochila el libreto de la obra que, pese a ya saberse todas sus líneas, le confería un poco de confianza el tenerlo a la mano, por si llegaba a olvidarse de algo.

Las bancas del salón se encontraban todas amontonadas contra la pared del fondo, por lo que el centro del salón se encontraba vacío, creando un perfecto espacio para practicar. Espacio que estaba siendo ocupado por varios compañeros, quienes al igual que Naoko, Rika y Chiharu, practicaban un poco sus líneas.

-Te estábamos esperando –le dijo Yamazaki, otro compañero de clase, mientras le indicaba con señas que se acercara al centro del salón. Syaoran así lo hizo-. Estábamos haciendo unos cambios en las líneas de la escena final. Prácticamente solo son cambios para ti y Rika…

-Ah, sí. Claro –respondió Syaoran, abriendo su libreto en las últimas páginas -¿qué es lo que ha cambiado?

-Aquí, mira… -Naoko se apuró a responderle, mientras sujetaba entre sus manos, otro libreto-. Esta frase la vamos a quitar y la vamos a sustituir por esta…


-Esta no es la primera vez que me toca el protagónico en una obra de la escuela, pero… Es la primera vez que hago un papel principal en una obra para toda la ciudad… Es un poco… abrumador…

Syaoran y Tomoyo habían terminado ya con sus ensayos de la obra, por aquella tarde. Ambos muchachos se encontraban ahora caminando por las calles de Tomoeda, mientras conversaban sobre cosas cotidianas.

-Por cierto, Tomoyo. Necesito ir a la oficina de correos, a enviar una carta. ¿Quieres venir?

-Seguro –respondió la muchacha, sonriente-. ¿Es para Sakura?

Syaoran no respondió, pero no necesitaba decir nada para que Tomoyo supiera lo que estaba pensando. Después de todo, aquel sonrojo en sus mejillas lo delataba por completo.

-¿Ya viste eso? –preguntó en ese momento la muchacha de largo cabello negro. Syaoran respingó y se apuró a mirar a lo que su amiga apuntaba. Un tablón de anuncios.

Había varios panfletos pegados en el tablón. Sobre cosas en venta, un perro perdido. Varios volantes de tiendas cercanas anunciando sus ofertas y restaurantes mostrando sus nuevos menús. Sin embargo, en medio de todos ellos, había un gran volante anunciando algo diferente.

-¿Un parque de diversiones? –leyó Syaoran, confundido-. ¿Y eso qué…?

-¿Ya viste la dirección? –le interrumpió Tomoyo, con lo que el muchacho se apuró a leer de nueva cuenta.

-¿Esa que no era la dirección de la casa de Eriol?

-Sí que tienes buena memoria –sonrió Tomoyo, y suspiró-. Espero que la esté pasando bien en Inglaterra.

-¿Qué no te carteabas con él?

-No tan seguido como tú con Sakura –la muchacha rio por lo bajo, provocando que Syaoran volviera a sonrojarse.

-Vamos, que tengo que enviar esa carta… -murmuró mientras emprendía de nueva cuenta la caminata, con una alegre Tomoyo caminando detrás de él.


La mansión había finalmente desaparecido por completo. El escombro había sido limpiado totalmente, y los árboles, arbustos y flores habían sido en su mayoría retirados, mientras unos pocos habían sido replantados en sitios estratégicos. Ahora que el parque de diversiones tenía una apertura muy próxima, los trabajadores se habían estado apurando a construir todo de manera casi maratónica, por lo que había ya un adelanto considerable. La taquilla estaba ya casi terminada, mientras que la montaña rusa se encontraba a la mitad, al igual que la tienda de regalos, varios puestos de comida, y otras atracciones.

Sin embargo, la noche había caído ya, y al irse los trabajadores a casa a descansar, el lugar ahora solo, se veía envuelto de nueva cuenta en aquel silencio sepulcral. En el centro del enorme terreno, ahora se alzaba lo que parecía ser una torre. Construida apenas a la mitad, llevaba ya una altura de por lo menos diez pisos, y al igual que el resto del parque, se encontraba completamente a oscuras. Debido a esto, nadie hubiera podido notar aquella ráfaga de humo negro, que había ascendido en espiral, y que se detuvo en lo alto de la incompleta torre, formándose ahora una esfera de humo negro, de tamaño considerable, la cual se quedó allí, estática.

Entonces, en el interior de la esfera, una sombra oscura se dibujó, aclarándose poco a poco. Parecía ser una persona, vestida con un largo manto. Tenía el cabello grisáceo lo bastante largo como para tocar el piso, y ojos del mismo color, aunque su mirada se notaba perdida. Su piel era tan pálida y le confeccionaba un aire de no-vivo… ¿Era una niña, o se trataba de algo más?


¡Hola a todos de nueva cuenta!

Yo sé que estamos a ya casi de cumplir cinco años desde que terminé de publicar Syaoran Card Captor, y muchos querían que continuaran de un modo u otro... Sé que tanto el manga y anime de Clear Card Hen están en proceso, y a lo mejor varios de ustedes esperaban que continuara el fic con este nuevo arco... Pero honestamente, le tiré más al recuerdo y a la infancia, y preferí dedicarme a adaptar la peli de la Carta Sellada.

¡Hubo quienes lo pidieron en ese entonces! Y después de años de trabajar en otros fics (e inclusive otros fandoms), al final me dije, ¿por qué no? ¡Y aquí está!

Hubo detalles en el fic original que no podían ser tan dramáticos ni románticos debido a la edad de Sakura y Syaoran (seguian en primaria después de todo), por lo que decidí que para efectos del fic, el tiempo que nuestra parejita pasan separados (ella en China, el en Japón) fuese un poco más largo, para permitirles el madurar... No son tan maduros estando en el último año de secundaria, pero algo es algo (?)

En fin. ¡Espero que estén tan emocionados como yo! Llevaba bastante tiempo escribiendo, borrando, corrigiendo, puliendo... ¡De verdad espero que les guste el fic! Yo sé que a como quedaron las peleas finales del fic original, esperan algo que los haga hacer WOW, pero considerando que en la peli apenas y se usan las cartas (debido a que se las roban todas), pues creo que más que emocionarnos por la pelea, el factor wow será el ver a nuestra parejita finalmente junta...

¡Total! Que el comentario ya quedó kilométrico (como suelo hacer), por lo que le paro aquí, no sin antes agradecerles por leerme, y por dejar review, follow y favorite (?). La típica cantaleta: se los agradeceré de todo corazón; sus reviews son la única manera que tengo para mejorar.

¡El fic será muy corto! (5 capis si mucho), y como ando ocupada haciendo la traducción de otro fic, pues les tocará la lenta espera de ver up cada 2 semanas.

Así que, tengan bonito fin de semana, y nos vemos en febrero. ¡Sigan bellos!

-Ribonette-