Highschool DxD - The Rise of the Cowardice Knight

DISCLAIMER: No soy dueño de Highschool DxD ni de cualquiera de los productos derivados de la magnánima obra del Maestro Ichiei Ishibumi-sama. Todos los derechos reservados a su autor.

DESCARGO DE RESPONSABILIDAD: Obra completamente mía hecha por diversión y sin fines de lucro. Categoría M por si las dudas, pero registrada como T porque… Fanfiction es así. Avisados están. Este fic puede contener groserías, escenas subidas de tono, temas sensibles y demás. Yo me lavo las manos.

ACLARACIÓN: La imagen portada de esta historia no es de mi propiedad.


Nueva simbología:

-En el nombre del Padre…- Conversación normal

-"Del Hijo…"- Pensamientos varios

-*Y del Espíritu Santo…*- Transmisiones holográficas, conversaciones telefónicas, etc

[Amén] – Seres superiores sellados

[¡Por Inglaterra!] – Espadas Sagradas

-¡Muerte a los Traidores!- Seres desconocidos y/o con tendencias malignas


-Highschool DxD Fanfiction-

[The Rise of the Cowardice Knight]


Capítulo 00: Prólogo


"Siempre me he preguntado qué es lo que aleja a todos de mí.

Durante todo este largo tiempo, nunca me había dado cuenta de algo.

Ese algo era un dragón.

No solo era una amenaza para los demás...

Sino era mi Guardián.

Siempre ha cuidado de mí.

Y me enseñó...

Que debemos mantener la guardia.

O caeremos al sentir la apuñalada en la espalda."

Kara no Kyoukai - El Jardín de los Pecadores


Los exorcistas de la Sacro Santísima Iglesia Católica Romana y Universal comenzaron a molestar a Issei.

Debería haberlos perdido hace tres días cuando les aventó un alud de proporciones bíblicas mientras escalaba uno de los escarpados picos de los Montes Apeninos. Debería haberlas perdido hace dos días cuando las atrapó con uno de sus genjutsus más potentes en Marsella haciéndoles creer que eran tenores ligeros de Ópera Verdiana. Deberían haber muerto esa misma mañana cuando los atropelló con una ambulancia en la ciudad alemana de Hansburgo.

No importaba cuántos intentos realizara Issei y las dejaba fuera de combate, ellas seguían persiguiéndolo con terca ineptitud. No podía ni siquiera huir de ellas, siempre encontraban la forma de encontrarlo. ¿La Gracia de Dios, quizás? Alcanzó la cima de la montaña y quedó sin aliento.

¿Cuánto tiempo hacía que las había despistado por última vez? Probablemente unas dos horas, definitivamente vender su reloj no había sido la mejor idea. No tardarían mucho en encontrarlo, de nuevo. En los últimos días apenas había dormido. Había comido todo lo que había podido conseguir (y mendigar); una bolsa de papas fritas sacada ilegalmente de una máquina expendedora, unos "Frankfurt" kilométricos rancios, incluso un café latte en un restaurante familiar, algo que era un gran éxito personal.

Su ropa estaba desgarrada, cortada y salpicada de fango. Hace unos días había tenido que deshacerse de su túnica blanca que lo identificaba como Exorcista, por lo que las noches no habían sido precisamente agradables. Hacía un frío increíble en las noches. Pero a pesar de todas las fatalidades que se cernían sobre él, seguía vivo.

Sólo había sobrevivido tanto tiempo porque las dos señoritas exorcistas que lo seguían, "las prodigios de su promoción" como se llamaban así mismas, no parecían poder matarle. Los colmillos de los mastines que habían traído consigo para rastrearlo no lograban perforar su piel, al igual que las espadas y pistolas de luz que traían consigo. Los dientes de los canes se habían roto en un intento de morderle.

Pero Issei no podría seguir así durante mucho tiempo. Era humano, después de todo. Pronto colapsaría de agotamiento y entonces, aunque fuera duro de matar, estaba completamente seguro que las "prodigios de su promoción" encontrarían una forma.

¿Dónde huir?

Revisó los alrededores. Bajo otras circunstancias, hubiera podido darse un momento para contemplar la vista. A su derecha, un mar verde de árboles hasta donde alcanzaba la vista, ganado sembrado cual tótems y un sol radiante que se despedía en la inmensidad del cielo. A su izquierda, un hermoso valle poblado por decenas de casas de ladrillos blancos y tejas rojas repleto de habitantes de facciones balcánicas, cerrando sus negocios y caminando tranquilamente a sus casas. Al frente, un mar de colinas verdes llenas de árboles de distintos tamaños adornados por las crepusculares luces, extendiendo sus sombras en los valles lejanos.

En cuanto hacia su espalda, un inmenso castillo medieval de la época del Medioevo amurallado con altos muros caídos en la ruina y protegido con una enorme capa de moho se alzaba imponente. Algo le decía que había estado antes en ese castillo. La enorme construcción tenía algo que ver con Griselda, la única persona que podía recordar de su pasado. Sus recuerdos eran frustrantemente difusos. No recordaba nada; lo único que sabía con certeza era que se llamaba Hyoudou Issei, tenía entrenamiento en combate y portaba la legendaria [Longinus] [Boosted Gear].

¿Qué era una [Longinus]? Ni la más remota idea.

El Dragón Galés le había asegurado que recuperaría su memoria y la vería de nuevo si tenía éxito en su viaje. ¿Debía arriesgarse a saltar hasta la otra colina? Era tentador. Aún recordaba la sensación del poder de la Energía Natural recorriendo su ser. Lo había descubierto hace dos días mientras cazaba a un demonio renegado en Berlín. Tal vez incluso podría lograr conseguir cientos de kilómetros de distancia de sus perseguidoras. Vaciló por otra razón.

El Dragón Galés le había enseñado a perfeccionar sus sentidos, a confiar en sus instintos que lo llevaban a ese pequeño pueblo perdido en las profundidades de las montañas. Su instinto le decía a gritos que se refugiara en ese pueblo. El final de su viaje estaba cerca… justo colina abajo. ¿Pero cómo era eso posible? No había nada que el pueblo le pudiera ofrecer además de un cómodo lugar para pasar la noche.

El viento cambió.

Issei logró capturar el indiscutible olor a mujer. A un centenar de metros debajo de él, unas pequeñas ramas puestas adrede crujieron: las botas de sus perseguidoras. Exorcistas, el brazo divino de Dios en la Tierra. Los Elegidos. Por enésima vez, Issei deseó que su sentido del olfato no fuera tan bueno. Ellas decían que siempre podrían olerle, porque era un Dragón, el portador del Antebrazo del Dragón Emperador Celestial Rojo.

Issei había intentado rodar por el barro, chapotear en arroyos de agua estancada, incluso lavarse el pelo con un frasco entero de oloroso perfume francés. Aparentemente, el olor a reptil era difícil de ocultar. Se puso al lado oeste de la cima. Una pendiente demasiado empinada para siquiera considerar bajarla descendía hasta un complejo de baños termales del año de la pera. Cincuenta metros más abajo, una manta de arbustos secos. Podía hacerlo, necesitaba bajar. ¡Deprisa!

Se quitó la mochila.

Había logrado acumular varios suministros de exorcismo y supervivencia básica: un GPS portátil, cinta adhesiva, un mechero, pegamento, una botella de agua a medio tomar, un saco de dormir, una almohada en forma de Pikachu (que le dio un severo dolor de cabeza, posiblemente la almohada le traía recuerdos de un pasado muy distante) y una navaja del ejército suizo. Todo lo que un fugitivo moderno desearía tener.

Por el lado de su equipamiento de exorcista: un crucifijo de madera, una botella de agua bendita, una biblia edición Reina Valera 1960, un rosario de perlas rojas (que le traía a la mente la imagen de Griselda), una medalla de San Benito, una máscara de la Peste Negra (por alguna bizarra razón), un pequeño libro de portada naranja con las fotos e identificaciones de los individuos que presentaban una amenaza para la Iglesia y una edición reglamentaria del "Ritual Romano".

A pesar de todo, no tenía nada que le sirviera como paracaídas o trineo. Lo que le dejaba dos opciones: saltar cuarenta metros a una muerte por demás segura o quedarse y luchar. Ninguna de las dos opciones le atraía; ya tenía suficientes muertes en la cabeza con todos los pelotones de búsqueda que había asesinado durante su escape en Italia. Mascullando un par de maldiciones en italiano, sacó un bastón retráctil de su manga.

El bastón no era nada del otro mundo, nada más un bastón retráctil común que usan los viajeros para apoyarse, pero cuando Issei extendió el brazo con fuerza hacia el suelo creció hasta convertirse en una espada de oro ceremonial. La hoja estaba perfectamente equilibrada. El mango de cuero de cabra se adecuaba a su mano como si hubiera estado diseñado para él.

Grabada en la hoja de oro había una inscripción inglesa que Issei entendía a la perfección: All Hail Britannia! "Toda la gloria a Inglaterra".

Forjada de un metal hallado en un meteorito caído en los Montes Grampianos por un maestro herrero que trabajó en ella durante tres días y tres noches sin beber, comer ni descansar hasta crear la espada definitiva que usó Uther Pendragon hasta el día de su muerte en que la clavó en una piedra proclamando que aquel que logre liberarla se convertiría en el legítimo Rey de Inglaterra.

Opacada por su hermana Excálibur, su labor fue meramente ceremonial hasta que el hijo ilegítimo de Arturo Pendragon, Mordred, la robó y con ella logró asesinar al Rey en la "Batalla de Camlann" mientras por un segundo superaba el poder de la Espada Sagrada definitiva forjada por el mismísimo Dios, destruyéndola.

Esta era [Clarent], "la Espada del Traidor". Fue lo único que tenía en su mano cuando despertó hace dos meses en un pueblo rural relativamente cercano a Ciudad del Vaticano, con sus ropas empapadas de sangre y sin ningún recuerdo de su vida hasta el momento. Entonces vinieron los exorcistas…

A su lado, una voz familiar le devolvió al presente.

-¡Aquí estás!-

Issei se apartó de la joven, casi cayendo por el borde del precipicio.

Era su autoproclamada "Fan N°1", Asuna. Era una joven en sus 15 años, con un largo cabello marrón-anaranjado y ojos de color avellana. Armada con una espada de luz común y vestida con la típica túnica blanca de los Exorcistas, desde el primer encuentro que habían tenido se le había declarado amorosamente delante de su compañera para la incredulidad de ella y por supuesto la suya propia.

Lo más perturbador de todo, era que seguía con una bandeja plateada con muestras gratis de cabanozzi que el mismo Issei le había lanzado para posteriormente usarla de impulso y escapar de una captura segura. Aquella bandeja parecía indestructible.

-¿Quieres probar uno, dar-ling?~ le ofreció Asuna.

-Muchas gracias, querida- cogiendo uno de los pequeños pedazos de cabanozzi, oliéndolos a conciencia antes de comérselo. -¡Está muy bueno!-

-¡Gracias!- exclamó contenta, con un pequeño rubor adornando sus mejillas. -¡No me hubiera gustado matarte con el estómago vacío!~

-¡ASUNA!- la compañera de la joven apareció a la derecha de Issei tan rápido que no le dio tiempo ni de reaccionar. Afortunadamente ella estaba demasiada ocupaba regañando a su compañera para prestarle atención. -¡Te dije que lo acorralaras y lo mataras!-

La sonrisa de Asuna desapareció.

-Pero Erza~ pronunció su nombre de manera musical. -¿No puede probar antes un poco?-

-¡No, estúpida!- Erza se giró hacia Issei y desenfundó su espada de luz.

(Esto debe ser una broma…)- pensó Issei viendo el increíble parecido entre los nombres de las chicas y sus apariencias. Eran como sus homónimas en el anime.

Erza era una mujer voluptuosa de largo pelo rojo y ojos marrones. De figura esbelta y vestida con la tradicional túnica blanca de Exorcista, a diferencia de su amiga se notaba que tomaba su trabajo con seriedad. Esto debía ser una broma… el parecido con sus homólogas en el anime debía ser la casualidad más irónica que Dios había creado adrede solo para joderle la existencia. Esto era tan irreal.

-Nos has hecho perseguirte durante mucho tiempo, Issei Hyoudou- dijo Erza. –Pero ahora estás atrapado, ¡y cobraremos venganza!-

-Pero si quieres puedes darnos un autógrafo gratis- añadió Asuna.

-¡Asuna! ¡No somos las prodigios de nuestra generación por nada!- exclamó Erza. –Ahora baja esa ridícula bandeja de muestras y ayúdame a matar a este renegado. ¿O es que ya has olvidado cómo eliminó a toda la Sección XXIII del Vaticano en una sola noche? ¡Ellos eran la élite de los exorcistas! ¡Y no sobrevivió nadie! ¡NI SIQUIERA LOS NIÑOS!-

Issei dio un paso hacia atrás. Tres pasos más y caería al vacío.

-Miren, señoritas, ya les he dicho varias veces. Ni siquiera recuerdo la existencia de una "Sección XXIII"- un recuerdo invadió su mente con fuerza, desequilibrándolo momentáneamente. –Hasta donde recuerdo, solo existen 12. ¡Después de eso, no recuerdo nada! ¿No podemos pactar una tregua y hablar sobre autógrafos gratis?-

Asuna le lanzó una adorable mirada de cordero degollado a su compañera, logrando que Issei se sonroje inconscientemente, la pobre estaba ilusionada.

-¿Podemos?-

-¡NO!- los ojos amenazadores de Erza fulminaron a Issei. –No me importa lo que recuerdes, [Sekiryuutei]. Puedo oler la sangre de los niños en ti. Está difusa, sí, nada que un par de baños no puedan arreglar, pero fuiste tú el que asesinó a toda la Sección XXIII. ¡Lo vimos en las cámaras de seguridad! ¡FUISTE TÚ, MALDITO ASESINO!-

Issei no recordaba nada. Toda esa palabrería de "tú asesinaste a toda la Sección XXIII del Vaticano" le daba dolores de cabeza. Por supuesto también lo hacía el hecho que bastones se convirtieran en espadas sacras de cientos de años de antigüedad, monstruos grotescos llamados demonios renegados, o que Issei fuera el portador actual de un Dragón lo suficientemente poderoso como para aniquilar a Dios y al Rey Demonio sin muchos problemas.

Pero lo creía. A pesar de tener la memoria borrada, sabía que era el actual [Sekiryuutei], se llamaba Issei Hyoudou, tenía habilidades en combate y era un ex-exorcista perteneciente a la secreta Sección XXIII del Vaticano… ok, eso era nuevo. Parece que sus recuerdos venían lentos pero seguros.

De su única conversación con el Dragón Galés hasta el momento había aceptado que ese extraño mundo de demonios, exorcistas y dragones parlanchines era real. Algo que realmente le fastidiaba.

-¿Y si declaramos empate?- dijo Issei. –No quiero matarlas. No pueden matarme. Apenas tienen… ¿15 años? Tienen un gran futuro por delante, son hermosas y si son las "prodigios" que predican ser tienen una gran carrera como exorcistas. ¡Vamos! ¡Pueden conseguirse novio en un dos por tres! ¡Si no tuviera novia hubiera caído hace mucho a sus pies!- un nuevo recuerdo azotó la mente del castaño de pronto, haciéndolo retroceder un paso más.

-¡Hombres!- exclamó Erza, disgustada. -¡Todos son iguales, siempre diciendo lo mismo! "¿Por qué no te consigues un novio? Son muy bellas para ser exorcistas. ¿Por qué no sales conmigo y te olvidas de Dios por un momento?" ¡Siento decepcionarte! ¡Además, soy muy joven para salir con un anciano… por más bueno que esté!-

-¿Anciano?- ese comentario fue un golpe bajo para Issei. –Ni que fuera tan viejo… ¿cuántos años tengo?-

-20 años y 21 dentro de poco- dijo Asuna. -¡Y no te sientas mal! ¡A pesar de llevarme 5 años de diferencia… eres de mi tipo!~

-¡ASUNA! ¡Silencio!- le espetó Erza. –Y en cuanto a ti, Hyoudou Issei, es cierto que tienes la piel de dragón. Eso te hace un poco más duro de matar. Pero no te preocupes, encontraremos la manera-

-¿Piel de qué?-

-De dragón- respondió Asuna, contenta. –Los portadores de [Sacred Gear] tipo "Dragón" adquieren características de reptil, como por ejemplo la dureza de la piel de Dragón. Será muy difícil atravesar tu piel, pero no te preocupes. Solo demorará más de lo esperado, pero lograremos cortarte en pedacitos~ ¿No es enternecedor? ¡Coge otra muestra!~

Issei intentó pensar. No recordaba nada sobre los [Sacred Gear]. Entonces recordó que no recordaba nada sobre él mismo. ¿Cómo quería recordar algo si ni siquiera sabía quién era? No sentía que su piel estuviera cubierta de escamas, pero eso explicaba por qué había sobrevivido a las mordidas de los perros.

¿Si se tiraba de la montaña… sobreviviría? No quiso arriesgarse, no sin nada que ralentizara su caída, un trineo o… Miró la gran bandeja de plata de Asuna con sus muestras gratuitas… mmmmm…

Issei alzó su espada. Tendría que cronometrar sus movimientos, unos pocos segundos de confusión, agarrar la bandeja con su mano izquierda y el resto sería historia.

Solo un segundo en que Asuna ladeó los ojos para ver a Erza fue suficiente. Golpeando con la empuñadura de su espada la bandeja, alzándola en el aire y con una patada empujando a Asuna en contra de Erza, empotrándolas contra el suelo.

Atrapó la bandeja, se la puso en el trasero, y rezándole en silencio al Dios misericordioso patrón de todas las locuras que vive en el Cielo, saltó al vacío.

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Highschool DxD – El Ascenso del Caballero de la Cobardía

Prologue: The Heroes, the Coward and the Holy Spear

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Parte I

Lo malo de caer colina abajo a más de 80 kilómetros por hora en una bandeja de aperitivos, es que si te das cuenta que era una malísima idea a mitad de camino, es demasiado tarde.

Issei esquivó a duras penas un árbol, rebotó contra una roca y dio vueltas mientras aterrizaba en los matorrales. La bandeja de aperitivos no tenía dirección asistida. Escuchó gritar a las chicas exorcistas y alcanzó a ver unos mechones de pelo marrón-anaranjado del cabello de Asuna por encima de la colina, pero no tuvo tiempo para preocuparse por ello. Las tejas rojas de las casas del pueblo se alzaban debajo de él como la proa de un barco de guerra.

Colisión frontal en diez, nueve, ocho…

Se las arregló para girar hacia los lados y hacia atrás con tal de evitar que se le rompieran las piernas con el impacto. La bandeja se deslizó por encima de la falda de la colina y salió volando por el aire. La bandeja se fue por un lado e Issei por el otro. Milagrosamente, una ráfaga de viento le llevó hacia un lado, lo suficiente para evitar un árbol y estrellarse contra un matorral. No era un aterrizaje suave, pero era mejor que la casa de alguna ardilla o el nido de un pájaro silvestre.

Issei gruñó. Quería tumbarse allí y dejar que pasara el tiempo, pero tenía que moverse. Se incorporó, sus manos estaban llenas de arañazos, pero no tenía ningún hueso roto. Seguía llevando su mochila. En algún lugar del descenso había perdido la espada, pero Issei sabía que aparecería tarde o temprano en su manga en forma de bastón retráctil. Era parte de su magia.

Un nuevo conocimiento invadió su mente. Miró hacia la colina. Era difícil no distinguir a las exorcistas, sobre todo a Erza y su inusual color de pelo. Estaban deslizándose por la colina, yendo poco a poco pero con más control que Issei. Aquellas pequeñas ráfagas de aire blanco debía ser magia de viento para controlar su caída.

Issei calculó que en cinco minutos le alcanzarían.

Miró hacia el este. Como supuso un centenar de colinas se extendían por el horizonte. Mirando hacia el frente, aproximadamente a doscientos metros antes de la entrada al pueblo, dos chicos franqueaban la entrada.

El guardia de la izquierda era un chico de aproximadamente 18 años, cabello negro y gafas de montura. Vestía una especie de uniforme de preparatoria japonés debajo de una especie de armadura. El de la derecha era un chico de la misma edad que él, cabello blanco y ojos azules que vestía una túnica blanca en conjunto con una armadura nórdica. En su cadera colgaban 4 espadas que emitían un aura... ¿demoníaca? No podía decirlo con certeza.

Su corazón latía a mil por hora. Después de tantos días horribles, había alcanzado su meta. Sus instintos le decían que si podía llegar al interior de la puerta, encontraría la seguridad por primera vez desde que había despertado cubierto de sangre en un pueblo abandonado por la mano de Dios.

Las exorcistas estaban cerca. A tres minutos de distancia, quizá menos. Las chicas escudriñaron el horizonte, entonces Asuna señaló con alegría hacia la dirección de Issei.

(Al diablo)- pensó y con todas sus fuerzas se echó a correr con dirección a los guardias. Corrió como un loco, estaba gastando las últimas energías que le quedaban en su malgastado cuerpo; si no lograba llegar, sería su fin. El corazón de Issei latía violentamente. Le dolían las costillas.

Uno de los guardias gritó, y el chico con lentes invocó en la palma de su mano un …. apuntando en su dirección. Círculo mágico. Varios conocimientos invadieron de golpe la mente del castaño, logrando que se desplomara en el suelo.

-¡Esperen!-

Pero el chico no estaba apuntándole a él. El hechizo voló por encima de la cabeza de Issei y una de las chicas gritó de dolor. El hechizo le había empujado violentamente unos 10 metros hasta impactar contra un árbol. Su compañera corrió inmediatamente a auxiliarla.

El guardia de pelo blanco meneó su mano frenéticamente incitando a Issei a darse prisa. Incorporándose con energías renovadas. Quince metros para alcanzarlos. Diez metros. Cinco metros. Llegó, y seguía vivo.

-¡Gracias!- les dijo a los guardias. –Buen tiro-

-¡Debería haberla matado!- protestó el chico de lentes.

-Bienvenido a mi mundo…- suspiró Issei. –Si sobrevivieron a un impacto directo de una ambulancia a máxima velocidad, seguramente son inmortales…-

-¿Qué?- incrédulo.

-Eso no importa- contestó el guardia de cabello blanco, mirando analíticamente a las recuperadas exorcistas. –Georg, hazle entrar, ¡rápido! Son exorcistas de alto rango…- desenvainando una de sus espadas.

-Tyrfing…- murmuró Issei agarrándose la cabeza, su jaqueca empeoraba. –Eres Siegfried… el "Emperador Demoníaco"-

-Vaya, parece que me conoces- un ligero tono arrogante se dislumbró por un instante en la voz del ahora identificado como Siegfried. -¿Cuál es tu nombre, camarada?-

-Issei… Hyoudou Issei-

Siegfried y el chico de lentes se quedaron de piedra, como si hubieran visto al mismísimo Diablo.

-Demuéstralo- ordenó el chico de lentes, sacando de su bolsillo una semilla. –Come, camarada. Repondrá tus energías. Por cierto, mi nombre es Georg Faustus. Un gusto en conocerte-

Issei ingirió la semilla, y a los pocos segundos descubrió que era mágica. Todas sus heridas fueron sanadas milagrosamente, y el agotamiento que sentía hace unos segundos desapareció por completo.

-Muchas gracias, Georg-san-

-Es inquietante conocer a aquel que usurpó mi lugar como "Asesino N°1" de la Iglesia- comentó Siegfried, ayudando a Issei a incorporarse. –Pero todo aquel que se da cuenta que la Iglesia se ha convertido en una mierda es amigo mío. Mi nombre es Siegfried. Espero trabajar contigo, camarada- estrechando su mano.

-El gusto es mío, Siegfried-san- estirando su brazo de golpe, invocando a su fiel espada. –Supongo que debo hacerme cargo de estos incordios para demostrar mi valía, ¿verdad?-

Siegfried sonrió diabólicamente mientras le daba unas amistosas palmadas en la espalda.

-Tengo la impresión que vamos a llevarnos muy bien…- retrocediendo unos pasos al igual que Georg.


Parte II

Issei estiró sus brazos, mirando detenidamente a las dos exorcistas que le habían llegado al encuentro. Sus armas estaban desenfundadas. Era hora de lucirse ante sus dos nuevos "camaradas".

-Su guardia en alto, señoritas- el conocimiento de sus habilidades había sido asimilado con éxito, dándose cuenta que esas jovencitas no serían ningún problema. Es más, se avergonzó bastante al darse cuenta que había estado escapando por gusto, no le hubiera demorado más de cinco minutos asesinarlas. –Si van a matarme, lo harán peleando-

Issei llamó a la Energía de la Naturaleza, acumulándola en su interior y envolviéndose en ella. Respiró en ella y la mantuvo arremolinada en su corazón, aferrándose a ella hasta que pudo sentir al mundo girando a su alrededor hasta convertirse en el eje del universo.

Ése era el verdadero poder de Issei Hyoudou, el poder que había sospechado tener incluso cuando era un niño, el que había buscado durante toda su vida hasta que la Iglesia le mostró que siempre había sido suyo. Su habilidad no le conducía al centro del universo, le hacía serlo. Acumuló poder en su ser más interior hasta que la Naturaleza en sí misma sólo existió para servir a su voluntad.

Esto era la Energía de la Naturaleza, el [Senjutsu]. El Arte de los Sabios. Aquel poder que le había impulsado como el arma definitiva de la Iglesia. El poder que unía al mundo y mantenía el orden natural de las cosas. Un campo de energía creada por todas las cosas tanto vivientes como inanimadas. Una energía derivada del Génesis de la Tierra, nos rodea, nos da la vida y es capaz de hacer maravillas.

La Fuerza de la Vida.

Usualmente usaría la Energía Natural para unirse con el mundo y esquivar todos los movimientos de las exorcistas hasta dejarlas fuera de combate, pero ahora no le apetecía ser condescendiente. Lo habían tachado de asesino de niños desde el momento en que se encontraron; ahora iban a pagar el peso de sus calumnias. El precio por desafiar a un Dragón… ¡era la muerte!

Ahora con el poder del Arte de los Sabios a su lado, la escena que se desarrollaba ante él era completamente distinta, aunque no hubiera cambio alguno para los ojos físicos. Asuna era luminosa, un ser transparente, una ventana a un prado soleado que era la inocencia contaminada por férreos dogmas religiosos. No tenía salvación. Erza era una nube de tormenta iluminada con peligrosos rayos alimentados por la ira y un estricto sentido del deber. Tampoco había salvación para ella.

Una verdadera lástima.

-¿Piensan seguir?- preguntó Issei a modo de ultimátum.

En respuesta, las exorcistas se sacaron la túnica dejando ver un atrevido traje estilo bondage de color negro resaltando sus divinas figuras. Desenfundaron sus espadas de luz. Las hojas chisporrotearon al cobrar vida, y el aire se llenó de un olor eléctrico.

Asuna alzó su arma para asumir la defensa a dos manos de la Forma IV de "formas de combate exorcistas".

-Esta vez no escaparás, [Sekiryuutei]-

-No pienso escapar, ahora no- sonriendo malvadamente. –Es más, yo debería decirles lo mismo. No podrán escapar ahora-

Erza colocó su espada en posición de ataque de la Forma V, una mano inclinada a la altura del hombro y la hoja inclinada hacia arriba y hacia afuera.

-Ríndete- la voz de Asuna se endureció, borrando todo rastro de inocencia. –No te daremos otra oportunidad-

Issei alzó una ceja, divertido.

-No creo que llegue a necesitarla, a no ser que alguna de las dos lleve a Vasco Strada en un bolsillo-

Siegfried soltó una pequeña risa. Issei decidió que ya había llegado el momento. Lanzó una falsa mirada por encima del hombro, una insinuación de distracción para provocar el ataque. Los tres se movieron a la vez. Una rama crujió detrás de Issei, y cuando este mismo insinuó una mirada de preocupación por encima del hombro, distrayéndose un segundo, Erza no pudo seguir esperando.

Saltó en el aire, inclinando su espada de luz para matar. Asuna saltó desde el otro lado en perfecta coordinación… y ambas se encontraron en el aire, pues el [Sekiryuutei] ya no se encontraba entre ellas. Erza alzó la mirada justo a tiempo para contemplar la linda suela de la bota de cuero de Issei impactar contra su cara y arrojarla al suelo. Dando una mortal en el aire aterrizó sin problemas en el suelo, lanzándose a gran velocidad contra las chispas que brotaban del choque de espadas con el que Issei hacía retroceder a Asuna.

Erza se lanzó contra la espada de Issei, y el chico se medio volvió, haciendo un gesto casual mientras mantenía a raya a Asuna con una sola mano. Una fuerza sobrenatural la envió a volar contra un árbol sin que ella pudiera hacer algo para protegerse, chocando de lleno. La espada de luz escapó de sus dedos y rodó por el suelo hasta terminar a unos metros de su portadora.

-¡Erza!- gritó Asuna, mirando con ira a su oponente. -¡Se acabó! ¡Estás muerto!-

-Ok- Asuna saltaba, golpeaba, hacía fintas e incluso trataba de distraerlo moviendo su espada a grandes velocidades, pero cada movimiento de Issei era mucho más eficiente que los suyos.

Es más, apenas se estaba moviendo. Un paso hacia adelante y dos hacia atrás en perfecto equilibrio, esquivando los ataques de la exorcista como si supiera de antemano de dónde vendrían. No sería equivocado decir que estaba bailando con su oponente.

-¡No me subestimes!- la dulce jovencita había desaparecido cediendo el paso a una colérica mujer dispuesta a cumplir su trabajo y proteger a su compañera. -¡Nunca podrás vencer a un soldado bendecido por la Gracia de Dios!-

-Bien por ti- dijo Issei acumulando toda la energía natural que pudo reunir y soltándola en un brutal estallido de poder que empujó por los aires a la joven Asuna, quien imitando a su compañera dio media vuelta en el aire y aterrizó en equilibrio.

Asuna se lanzó a plena velocidad, espada al frente, intentando asestarle una estocada repentina y devastadora. Pero fue una estocada que nunca acertó a su blanco. Issei apartó la hoja con apenas esfuerzo. Asuna se lanzó entonces a un salvaje ataque lleno del ímpetu de un verdadero guerrero exorcista, derramando ataques en contra de Issei. Su cuerpo se había cubierto con una fina capa de aura sacra, invisible para los ojos físicos pero no para un usuario de Energía Natural.

Dios estaba con Asuna. Lo podía ver con claridad a través del [Senjutsu].

Pero con Dios o sin él, Issei era claramente superior. Una mera herramienta nunca podría vencer a un Dragón. A pesar de la lluvia de ataques que le caían, Issei parecía moverse apenas. Ni siquiera para dar un paso atrás o a un lado, pero sus sutiles esquives y sus precisos bloqueos volvían inofensivas las cuchilladas y las estocadas que iban en su dirección.

Esto continuó durante unos momentos, pero la andanada de golpes acabó sin resultados esperados, y la joven exorcista dio un rápido paso atrás, reconociendo que su intento fue totalmente inútil. Pero no lo bastante rápido. Con un repentino estallido de Energía Natural en su estado más puro, Issei prácticamente voló hacia adelante.

Movió su espada con tanta velocidad que el rastro que dejaba su brillo ensombrecía al mismísimo relámpago. Asuna no cedió terreno, y su filo luminoso bloqueó con brillantez cada golpe, apoyándose en el omnipotente poder de Dios, pues de no ser así, los golpes de Issei habrían atravesado sin problemas sus defensas.

Cuando se disponía a iniciar el contraataque, Issei desapareció de su vista. Con un gran salto, y dando una voltereta, aterrizó en perfecto equilibrio detrás de su adversaria, dispuesto a atacarla con fuerza. Asuna invirtió su espada y dio una estocada hacia atrás, interceptando el golpe.

Después de eso, soltó el arma hacia arriba y giró sobre sí misma, recogiéndola antes de que hubiera podido separarse de la hoja de Issei. Rugiendo de rabia, Asuna recorrió a la ayuda de Dios, dejando que Su omnipotente poder divino fluyera a través de ella como si su forma física fuera sólo un mero conducto para Su poder.

Sus reflejos aumentaron repentina y drásticamente. Atacó a Issei con una serie de hábiles movimientos, de izquierda y derecha. Pero nunca pudo conectar un golpe, pues Issei no parecía estar nunca en el mismo sitio. Él saltaba y giraba, volando alrededor, bloqueando cada golpe y respondiendo con hábiles ataques que hacían retroceder desesperadamente a la joven exorcista.

Ésta atacó hacia arriba, cambiando el ángulo de su espada y esperando que Issei lo esquivara a la izquierda. Pero Issei, anticipándose a ese movimiento no fue ni a la izquierda ni a la derecha, sino que se dejó caer al suelo. Asuna se había retirado de la estocada fallida, e inició una segunda, pero su enemigo también se había anticipado, echándose hacia atrás al más puro estilo Matrix, lejos del alcance de la hoja.

Aprovechando la posición, barrió las piernas de la chica y con un firme movimiento de su brazo cercenó el brazo izquierdo de Asuna a la par que se incorporaba. Asuna gritó de dolor, dolor que aumentó varios niveles cuando Issei se dio media vuelta y le cercenaba la pierna derecha a la par que se arrodillaba. Y entonces, compadeciéndose de la pobre exorcista, se paró de un salto y le cortó la cabeza de un tajo poniéndole fin a su sufrimiento.

Ríos de sangre salieron de los cercenados miembros faltantes de la antes bella joven, empapando en una mórbidamente bella lluvia de sangre al portador del Dragón Galés, tiñendo sus blancas ropas de color carmesí. El polo antes blanco se convirtió en rojo de tal manera que jamás se sospecharía que ese polo era antes de otro color. Los pantalones negros que llevaba fueron ligeramente manchados, pero no era nada importante al igual que sus botas de cuero negras.

Issei Hyoudou no era lo que una mujer consideraría un "bombón", pero había que admitir que se defendía muy bien.

Medía aproximadamente 1.70, cabello castaño lo suficientemente largo como para que un par de flequillos enmarcaran su rostro. De facciones europeas, las casi imperceptibles arrugas en su rostro en conjunto con unos penetrantes ojos marrones llenos de astucia daban fe de su madurez interna. Su cuerpo era claramente tonificado, sus abdominales bien marcados y sus musculosos brazos eran visibles a través de la ropa.

Para fortuna de varias chicas, el polo ahora rojo de Issei era de manga corta dando una buena vista de sus grandes pero estéticos músculos. Unos guantes de cuero sin dedos con unos pequeños detalles de metal en los nudillos daban la impresión de que Issei tenía algún conocimiento en el campo del combate cuerpo a cuerpo. Y tenían razón; la Sección XIII solo aceptaba lo mejor de lo mejor en todos los campos de la guerra, no por nada eran los asesinos de élite de la Iglesia…

Pero no había tiempo para contemplaciones.

-¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!- una enfurecida Erza buscó la cabeza de Issei con su espada, dispuesto a partirlo de un certero mandoble. Rabiosa al fallar el golpe, recurrió a dar un tajo. La hoja de [Clarent] bloqueó el golpe con insultante facilidad, sujetando la espada de luz, enzarzándose ambos en un duelo de fortaleza física.

-Las luchado bien, joven Erza- le felicitó Issei, y su centenaria espada comenzó a moverse poco a poco, haciendo retroceder a la furiosa pelirroja. –Le haces honor a tu digno título de exorcista, al igual que a tu caída compañera. ¡Las reconozco como Exorcistas de la más alta categoría!-

-¡CÁLLATE! ¡ESTA BATALLA AÚN NO HA TERMINADO!- chilló Erza, con los ojos empapados de lágrimas. -¡VOY A VENGAR A ASUNA!-

[Shizen no Pusshu] (Empuje de la Naturaleza)

Nuevamente Issei extendió la palma de su mano con su brazo libre extendido apuntando al pecho de Erza, y una poderosa fuerza invisible impactó contra Erza con el ímpetu de una ambulancia a máxima velocidad (era la sensación más exacta con la que la exorcista pudo relacionar la sensación) mandándola a volar por los aires hasta aterrizar forzosamente a unos diez metros de distancia de su oponente.

-Mírate… ciego iluso títere de la Iglesia Católica- masculló Issei con cierto disgusto, pero la pena era el sentimiento principal en su voz. Puede que no tuviera ningún recuerdo de su vida hasta ahora, pero había algo que tenía muy en claro; todos sus conocimientos. –No hay salvación para ti… tu mente está irremediablemente contaminada por los radicales dogmas de la Iglesia-

[Akuma no Shōmetsu] (Aniquilación Demoníaca)

Ante la incrédula y maravillada mirada de los espectadores (la gran mayoría acababa de llegar hace unos minutos) Issei extendió su brazo hacia el cielo formando un amago de puño con su mano. Al mismo tiempo, la joven exorcista de cabello rojo se elevó abruptamente unos cinco metros, quedando suspendida en el aire. Erza se agarraba el cuello con fuerza, como si quisiera rompérselo ella misma.

Sus gimoteos en busca de aire resultaban patéticos.

-¿Sabes? A mí nunca me gustó… el orden- comentó Issei, sin inmutarse en lo más mínimo ante los desesperados intentos de respirar de la chica. -¡No me malinterpretes! Sé que el orden es necesario para que la civilización florezca… sería más adecuado decir que no me gustan los métodos manipuladores de la Iglesia-

-GHHHHHHHH…- Erza intentaba hablar, pero Issei comenzó a darle forma a su puño y la presión en su cuello aumentó.

-Creo en la humanidad- siguió Issei. –Creo que Dios le tenía tanta Fe a la humanidad que creó las [Longinus] como armas para que nosotros podamos defendernos… amo la paz. Pero desde que me enteré que el único ser sobrenatural que respetaba estaba muerto desde hace cientos de años perdí toda la Fe que tenía en la raza sobrenatural-

Erza abrió sus ojos desmesuradamente, tanto así que parecía que se saldrían de sus órbitas. Negó vigorosamente con la cabeza, aumentando el volumen de sus gemidos mientras gruesas lágrimas fluían sin control.

-Demonios, caídos, Dioses, yokais… ángeles. Todos te han mentido- apretando ligeramente el puño, sonriendo apenado al ver que el rostro de Erza se tornaba en tonos azules. –La sagrada mentira… es que nunca hubo nadie por quien luchar. ¡Hemos luchado todos estos años por los intereses egoístas de unos cuantos imbéciles que no tenían reparos en usar el nombre de Dios para encubrir sus mentiras! ¡Hemos luchado por los intereses de unos desgraciados asesinos y pederastas que no solo han contaminado a la Sagrada Iglesia de Jesucristo, sino que han mandado a matar inocentes que trataban de mejorar este mundo y se oponían a sus intereses egoístas!-

Erza negaba cada vez más fuerte, mientras que el puño de Issei seguía cerrándose cada vez más, destrozando el delicado cuello de la joven. Tarde o temprano se rompería.

-Hemos vivido engañados… toda nuestra vida- finalizó Issei. –Dios está muerto, Erza. Esa es la verdad. Todas esas vidas que hemos arrebatado… han sido por nada. ¡Somos asesinos, Erza! ¡Asesinos a los que convencieron de asesinar inocentes con la falsa promesa de la salvación divina!-

-¡MIENTES!- Issei relajó ligeramente su mano, lo suficiente para que Erza pudiera hablar. -¡MIENTES! ¡MIENTES! ¡MIENTES! ¡MIENTES! ¡NO TE CREO! ¡APENAS ME LIBERE, VOY A MATARTE! ¿¡ME ESCUCHASTE!? ¡VOY A MATARTE, HYOUDOU ISSEEEEEEEEEIIIIIIIIIIIIIIII!-

CRACK

Un horrendo sonido seco retumbó en el ambiente, y la joven exorcista Erza dejó el mundo de los vivos. Sus ojos estaban vacíos, la luz de la vida había escapado. El cuerpo exánime de la joven cayó encima del de su compañera como un títere al que le cortaron las cuerdas, desplomándose con un sonido sordo.

-Si te sirve de consuelo- murmuró Issei con lástima. –Espero que te encuentres con tu Dios en el otro mundo- una pequeña llama azul con tonos blancos se formó en la palma de la mano de Issei, quien después de contemplarla por unos segundos la lanzó en dirección a los cadáveres. –Requiescat in pace… Erza… Asuna… fueron buenas oponentes-

[Rengoku no Honō] (Llamas del Purgatorio)

Las cálidas pero potentes llamas incineraron los cuerpos de las exorcistas sin emitir humo alguno, ni tampoco sonido. El calor de las llamas era tan intenso que a pesar de estar a una distancia considerable, los espectadores podían sentir el calor abrasador de dichas llamas. Pasaron unos segundos, y las llamas se extinguieron sin dejar rastro alguno, ni siquiera las cenizas. De los cuerpos y la sangre no quedaba ni rastro.

Issei limpió la sangre de su espada con sencillo movimiento de brazo, y volvió a transformarla en un bastón retráctil de viajero, solo que esta vez extendido. Se apoyó en el mientras contemplaba a la luna salir por el horizonte. Para deleite interno de Issei, era luna llena.

Un estrecho círculo de personas se formó alrededor de Issei. Jóvenes y adultos, e incluso algunos niños, todos de edades distintas. Siegfried y Georg estaban allí, con una sonrisa de oreja a oreja. Todos comenzaron a aplaudir furiosamente, entre multitud de vítores y chiflidos.

-¡Camarada! ¡Camarada! ¡Camarada!- gritaron todos a coro, llevándolo prácticamente en andas por todo el pueblo.


Parte III

Después de un par de minutos de varias felicitaciones, apretones de manos y un paseo rápido por todo el pueblo, llegaron a lo que Issei reconoció como una "Sala de Justicia". Tribunal Supremo. Casa del Pueblo. Palacio de Gobierno. Casa de la Moneda. Municipalidad. Creo que ya entendieron a lo que me refiero. Era un edificio de dos pisos de mármol blanco con un portal de columnas como un banco anticuado. Había guardias con armaduras pesadas y fuertemente armados apostados a los lados.

Por encima de la puerta había una enorme estandarte rojo con la frase "Khaos Brigade – Hero Faction" cosida en letras doradas.

Siegfried y Georg le acompañaban; en esos pocos minutos de tranquilidad habían podido conocerse mejor y habían congeniado casi al instante. Georg era un buen tipo, era una fuente de conocimiento mágico y un buen expositor, le había relatado la historia del pueblo con tal precisión que al llegar al edificio Issei conocía el lugar como si hubiera vivido allí toda su vida. Siegfried hablaba hasta por los codos con una franqueza muy agradable, contando sin que él lo pidiera historias de su estancia en la Iglesia Ortodoxa.

En cuanto a Issei no tenía nada que contar, ¿de qué hablar si no recuerdas nada? Si hubiera que resaltar una característica de Issei, era un buen oidor. Escuchaba atentamente cada historia que sus nuevos amigos le contaban con toda la paciencia del mundo, y al terminar expresaba su opinión de tal manera que sus interlocutores no podían evitar sonreír y soltar una ocasional risa.

-¿Sus cuarteles generales?- preguntó Issei, admirando la imponente edificación.

-Lo llamamos "el Mausoleo"- respondió Siegfried. –Entrar aquí supone una ejecución segura… para la gran mayoría de los camaradas-

A Issei se le secó la garganta.

El "Mausoleo" era incluso más impresionante por dentro. En el techo brillaba un mosaico que representaba a Adán y Eva comiendo del Fruto del Conocimiento. El suelo era de mármol pulido. Las paredes estaban cubiertas de terciopelo, por lo que Issei se sintió como si estuviera dentro de la tienda de campaña más cara del mundo. En una esquina, una escalera bajaba. Estaba guardado por un par de barrotes de acero como una celda. Issei se preguntó qué había allí dentro, pero por el bien de su sanidad mental decidió no pensar más en el tema.

En el centro de la sala, una larga mesa de madera estaba llena de papeles, libretas, agendas electrónicas, dagas, lapiceros y unas grandes cajas de dangos con etiquetas de 50% de descuento. Dos estatuas a tamaño real de anacondas gigantes hechas de jade franqueaban la mesa. Sentado detrás de la mesa en una silla de respaldar alto se encontraba un hombre. De aproximadamente veinte años, apuesto, de ojos tan negros como su corto cabello azabache. Vestía un uniforme de preparatoria japonés color negro en combinación con un atuendo de combate chino.

Apoyada en su hombro, una lanza dorada reposaba tranquilamente. La lanza emanaba un aura sagrada muy intensa, invisible para el ojo físico pero no para un usuario de [Senjutsu]. Esa lanza… era peligrosa.

-Buenas noches, camarada- saludó el hombre de la lanza con una afable sonrisa en el rostro. –Mi nombre es Cao Cao, descendiente del héroe Cao Cao y soy el líder de esta… pequeña comunidad. Es un placer conocerte…- incitándolo a hablar.

-Issei… Hyoudou Issei- se presentó Issei inclinándose levemente pero sin dejar de mirar a Cao Cao… bueno, sin dejar de mirar su aura. Cao Cao era un hombre manipulador, eso lo supo apenas lo vio. Firmemente convencido de sus ideales, pensando calculadoramente cada uno de sus gestos y reacciones. Pero su aura no engañaba a nadie. Lo único que percibió en él fue una enorme codicia acompañada de un irracional deseo de venganza. –Y a pesar de no ser considerado un héroe como tal… soy descendiente de Mordred-

Sus recientes amigos no pudieron evitar soltar un gritillo de admiración, aunque Cao Cao no mostró alguna reacción aparente. Aunque a nivel interno, un destello de astucia y codicia brilló con intensidad. Había encontrado un elemento valioso para sus planes, e Issei lo sabía.

-Un descendiente de Sir Mordred…- Cao Cao miró directamente a los ojos a Issei tratando de encontrar algún rastro de mentira, pero no encontró nada que confirmara su suposición. Debía decir la verdad. -¿Por casualidad no serás pariente de Arthur Pendragon?-

-¡!- Siegfried apretó los puños a la mención de ese nombre.

-No lo sé… lo único que recuerdo es mi nombre, el nombre de mi [Longinus] y cómo luchar… después de eso no recuerdo nada-

Cao Cao alzó una ceja ante esto.

Issei le contó su historia de cómo había despertado en un pueblo abandonado con las ropas manchadas de sangre y un ejército de exorcistas persiguiéndolo para arrancarle la cabeza. Describió su charla con el Dragón Galés, su espectacular huida a pie por 3 países enteros sin ser atrapado por las autoridades o las fuerzas de la Iglesia, recordando a su paso cómo luchar y sobrevivir en las calles.

Nada pareció sorprender a Cao Cao De hecho, pareció encontrarlo muy típico, excepto por una cosa.

-¿No tienes recuerdos?- preguntó. -¿Sigues sin recordar nada?-

-Absolutamente nada, solo conocimientos- Issei no quería mencionar a Griselda. Parecía demasiado privado, y seguía sin saber dónde encontrarla. Estaba seguro de que la había conocido en una Iglesia. Tampoco quería contar su único recuerdo claro: la cara de Griselda, con su pelo rubio y sus ojos azules, la forma en la que reía, en cómo ponía sus brazos a su alrededor y cuando le daba un beso cada vez que hacía algo estúpido.

(Debió de haberme besado mucho)- pensó Issei.

Cao Cao apretó su lanza.

.Comprendo lo que dices, probablemente tu cerebro ha bloqueado tus recuerdos para proteger tu cordura... de eventos traumáticos- Cao Cao esbozó una pequeña sonrisa. -Pero la cuestión es, ¿Cómo nos encontraste?-

Issei le contó sobre sus últimos tres días, los rumores sobre una organización que luchaba en contra de los seres sobrenaturales, las exorcistas que lo perseguían, y el encuentro final con Siegfried y Georg a unos metros del pueblo. Siegfried y Georg continuaron la historia a partir de ahí. Describieron a Issei como bravo y heroico, lo que le hacía sentir incómodo. Lo único que había hecho era asesinar a sangre fría a dos jóvenes en la flor de su juventud. ¿En qué universo eso era considerado como "bravo y heroico"?

-Muy interesante… definitivamente serías un aliado valioso en nuestra cruzada…- comentó Cao Cao, para alegría de Georg y Siegfried. –Dime, Hyoudou Issei… ¿cuáles son tus habilidades?-

-Mmm… tengo habilidades en el combate cuerpo a cuerpo al igual que un buen nivel de esgrima… soy un usuario de Energía Natural… puedo crear genjutsus de muy buen nivel, estoy orgulloso de ellos… y si mal no recuerdo ya alcancé el [Balance Breaker]…- recuerdos de un sparring todo por el todo con el usuario de la espada sagrada [Durandal] llegaron a su mente.

-¿Genjutsu?- intrigado.

-¿Desea… una demostración?- dijo Issei apuntando lentamente al rostro de Cao Cao con su dedo índice extendido.

-¡No es necesario!- se apresuró a decir Cao Cao empuñando su lanza con fuerza. –Los rumores sobre ti deben ser ciertos… "Issei, the Exorcist of Evil´s ilussions" (Issei, el exorcista de las ilusiones diabólicas)-

A la mención de ese apodo, un nuevo recuerdo invadió la mente de Issei, logrando que se tropiece y casi caiga al suelo por el intenso dolor de cabeza.

-¿Estás bien?- preguntó preocupado Georg.

-Estoy bien… pero gracias por preocuparte- agradeció Issei. –Solo que acabo de recordar… nuevos trucos relacionados con cuervos-

-¿?-

-Es suficiente- ordenó Cao Cao, levantándose de su asiento. Caminando lentamente hacia Issei, ofreciéndole la mano. –Camaradas, démosle al nuevo una cálida bienvenida a nuestra pequeña organización-

Issei le estrechó la mano con vigor y al hacerlo, ambos chicos reconocieron la fuerza latente en ambos. Un mutuo respeto por su fuerza nació en ese mismo instante. Entonces Cao Cao tomó aire, y pronunció unas palabras que cambiarían la vida de Issei para siempre:

"Issei Hyoudou, como líder de la orgullosa Facción de los Héroes,

déjame darte la bienvenida a la Brigada del Caos"


Bueno, bueno, ¿qué puedo decir? Lo confieso, después de hablar hace unos meses con mi buen amigo ReyEvolution decidí dejar esta nueva historia para cuando mi otro fic (Issei, el Príncipe de las Tinieblas) esté bien avanzado. ¡Pero no pude evitarlo!

He leído varios Fanfic en los que Issei pertenece a la Facción del Cielo (muy escasos), a la facción demoníaca (sobreabundan), a la Facción Caída (casi nada) o un Dios Dragón híper mega Overpowered Deus Ex-Machina Godlike… creo que ya dejé en claro mi punto.

Tuve una repentina epifanía loca después de ver Hellsing y un poco de Rellenu… digo, Naruto… y ¡voilá! He aquí el resultado. ¿Es un poco loco ver a Issei convertido en exorcista renegado uniéndose a la Brigada, verdad? Simplemente se me ocurrió de repente y las palabras surgieron solas.

Hace unos meses que esta idea ha estado rondando por mi cabeza, y hoy día la inspiración me ha invadido como si fuera el mismísimo Espíritu Santo. He escrito durante toda la mañana sin parar como un poseso, tengo hambre y no me he bañado (apesto como m…) Aun así, creo que valió la pena. He aquí "mi precioso", como diría Gollum.

Lo he dado todo de mí para escribir este pequeño prólogo que espero que les haya gustado tanto como a mí escribirlo. Voy aclarando que me inspiré demasiado en Itachi Uchiha (el mejor hermano mayor del p*to universo), pero no va a ser tan parecido. Solo en las misiones de la Facción, internamente será muy parecido al Issei que conocemos (o por lo menos eso trataré).

En fin, consideren este "capítulo piloto" como un regalo de Navidad de su buen amigo Hyoudou Lucifer-sama. Espero que les haya gustado, si tiene buena acogida las actualizaciones serían mensuales, ya que voy a prestarle más atención a mi primera historia.

Ya saben, si la historia les ha gustado, ¡por favor dejen sus review! Me animan mucho a escribir, cualquier escritor trabaja mejor si ve que su obra es bien acogida, sobre todo si los comentarios son ciertamente largos. Lo digo por experiencia propia. Muchísimas gracias por adelantado.

Se despide su amigo,

Hyoudou Lucifer-sama.

PD: ¡Feliz Navidad a todos, y Año Nuevo también!