EL DESPERTAR

Allí estaba…sintiéndose más débil que nunca…tratando de abrir los ojos, luchando por volver al subconsciente.

Empezó a preguntarse ¿por qué le era tan difícil despertar? No podía estar muerta, porque sentía como su corazón latía en su pecho. También notó el ritmo de su respirar. Sus sentidos le decían que seguía con vida, a pesar de seguir en la oscuridad.

Recordó aquella vez que se había sentido así…débil… apesadumbrada…Fue en la ocasión de su accidente, aquél en el que había sacrificado parte de su vida por el hombre que amaba.

Pero el agotamiento, la pesadez que ahora sentía, no se comparaba con aquel estado que hubiese vivido tiempo atrás. No. Éste era diferente. Era como estar atrapado en un sueño, luchando por volver a la realidad.

Más decidida que nunca, reunió las escasas fuerzas que guardara su cuerpo para salir de aquella oscuridad de una vez.

La vista se le cegó por unos segundos a causa de los luminosos rayos que traspasaban la ventana del cuarto. Levantó su mano con algo de dificultad, y sintiéndose más extraña que nunca se incorporó en el lecho, apoyando su cabeza en el respaldo de la cama.

Todo cuanto vio a su alrededor, le resultó confuso, distinto, extraño…

Una habitación amplia, con un pequeño escritorio lleno de libros, varias hojas y…

"Un computador… ¿cómo sé lo que es esa cosa…si es la primera vez que la veo?" Sabía que aquello era extraño para ella, pero su mente no parecía concordar con su parecer.

Se levantó confundida, y se sorprendió mucho más cuando sintió su cuerpo diferente. Especialmente un detalle significativo.

"Mi pierna…está allí…la perdí en el accidente, pero… ¿qué significa todo esto?". Era imposible que aún tuviera su pierna, cuando justo la había perdido en aquel lejano accidente.

Tratando de encontrar respuestas, posó de nuevo su vista en la habitación, y esta vez, se cruzó con un pequeño tocador. Avanzó hasta el con paso lento, pero se detuvo en seco cuando detalló lo que sobre el reposaba.

Varios frascos de perfume, algunos tónicos para el cabello, y unos cuantos cepillos. En la otra esquina, se cruzó con algunos portarretratos. En uno, aparecía ella. Vestía una camisa lila, y una falda que le pareció excesiva y a la vez normalmente corta. Jamás en su vida habría vestido algo así…

Había otros dos más. Una fotografía de ella y su madre, una hermosa mujer rubia con una gran sonrisa. "Un momento", se frenó a si misma, "Ella no es mi madre… ¿o sí?". Su mente volvía a desconcordar con ella. Conocía muy bien a la Sra. Marlowe, pero aquella mujer junto a ella…también la conocía. Varias escenas de si misma junto a esa mujer pasaron por su mente. "Es mi madre…pero, ¿cómo?", aquello parecía enredarse más y más…Hasta que vio la última fotografía.

Era Terry…lucía gallardo, atractivo, como el día que lo conoció. Pero ahora, había algo diferente…Terry vestía con una camisa manga larga azul, su cabello era más corto de lo que ella podía recordar, y yacía sentado frente a un elegante piano blanco.

¿Era acaso otro hombre parecido? "No podría existir un hombre que tuviera tanto en común con él", dedujo ella con facilidad antes de tomar la foto en sus manos. No entendía porque se veía diferente, y al mismo tiempo, su mente le decía que siempre se había visto así. Sus pensamientos se apagaron cuando alguien irrumpió en la habitación.

-Ahí estás, Susana querida. Veo que ya despertaste-era la mujer de la fotografía…su madre-. Hoy tienes mejor semblante, Susy.

-¿Madre?-preguntó con inocencia, sintiéndose loca por llamarla así, y a la vez cómoda por tratarle familiarmente.

-Sé lo que vas a preguntarme, hija. Es lo mismo que me preguntaste el día de ayer.

-¿Ah sí?

-Sí. Quieres preguntarme si puedes ir hoy a la academia, ¿verdad?-la mujer avanzó con naturalidad al armario antes de mirarla de nuevo- Sé que son importantes tus clases, Susy, pero también lo es tu salud.

-¿Mi salud?-repitió ella sin entender del todo.

-Pues claro, hija. ¿Cómo esperas tocar el piano si no puedes mantenerte en pie?-la mujer extrajo unas prendas del closet y las tendió sobre la cama- Mira, ¿qué te parece?

Una camisa celeste le pareció la mejor combinación para el jean azul marino que escogió la mujer…pero ella no estaba acostumbrada a usar pantalones…eso era para los hombres…

-Seguramente Terry se sorprenderá cuando te vea llegar así-se dio media vuelta para cerrar el armario.

-¿Terry?-sólo escuchar su nombre había despertado su curiosidad.

-Ah, se nota que lo extrañas mucho. Nada más levantarte y ya estas viendo su foto otra vez-señaló el portarretrato entre sus manos.

-Madre…Terry....-trató de preguntar, de hablar, pero no supo qué decir.

-Él llamó anoche, Susy. Se le oía preocupado, pero yo lo tranquilicé. Iba a hablar contigo, pero no quiso despertarte.

¿Terry llamó por teléfono? ¿Desde cuando él era tan atento con ella? ¿Por qué querría hablarle? No podía ser el mismo Terry que ella recordaba…

-Entonces, ¿te animas a salir hoy, Susy?-la voz de la mujer la despertó de sus cavilaciones.

-Sí…madre…

-Excelente-asintió ella antes de alejarse hasta la puerta-. Será mejor que te apresures, si quieres desayunar. No querrás llegar tarde si vas a volver a la academia hoy.

Apenas y había desaparecido la mujer, su cuerpo reaccionó moviéndose para cumplir sus órdenes. Se vistió con aquellas prendas que le parecían tan inaceptables, y a la vez tan comunes. Se miró al espejo y el reflejo le sonrió. Su cuerpo femenino se veía más resaltado por el jean que realzaba sus curvas, y la camisa hacía juego con sus ojos. Se veía hermosa…y tan diferente a la vez...

Peinó su cabello levemente y tomó un pequeño bolso que, dedujo, tenía los libros que necesitaría para ir al lugar que mencionó su madre. Salió de su cuarto extrañada, reconociendo sin entender todas las cosas a su alrededor. Las escaleras fueron breves, y no fue difícil llegar a la cocina. La misma mujer la esperaba con un rico desayuno servido, y su cuerpo le exigió comerlo sin objetar.

-Bueno, que te diviertas, cielo-se despidió estando junto a ella en la puerta de la casa.

-Madre… ¿qué coche debo tomar para llegar?-su mente sabía la respuesta, pero no estaba segura de confiar en ella.

-¿Coche? La fiebre debió afectarte mucho, Susy. Siempre tomas el autobús, a menos que Terry venga por ti. Seguramente habría venido si le hubiera dicho anoche que irías hoy, pero no quise arruinar la sorpresa.

-Claro…hasta luego…madre…

-Hasta luego, hija.

La rubia empezó a moverse, y se dejó llevar por la ruta que su mente le decía debía seguir. No entendía por qué no concordaba nada de su mundo con ése que ahora se pintaba frente a ella.

Grandes edificios, autos muy modernos, y numerosos citadinos llenaban los alrededores. "¿Estaré en Nueva York?", no lo recordaba así…Llegó hasta una parada, donde un lindo y colorido autobús se detuvo para esperarla.

Susana, cansada de sentirse confundida y al mismo tiempo tan normal, decidió dejarse llevar por su instinto y giró en dirección opuesta. Tenía que haber algo que explicara por qué estaba en un lugar así. Al cruzar una calle, obtuvo una respuesta a sus preguntas…

-16de Marzo, 2009…Es el 2009…es otro año, no es 1915. Es…el futuro…

El diario en un puesto de periódicos le hizo entender, y reconocerle a su mente, que la fecha no era la que ella recordaba. Los recuerdos llegaron uno a uno, y aunque varias de las cosas que ahora le rodeaban comenzaron a esclarecerse, se sintió levemente confundida.

Decidió hallar otro medio, otra opción para encontrar respuestas que la hicieran confiar en sus recuerdos actuales, y que le devolvieran la lógica que estaba perdiendo. Siguió caminando, vagando entre las calles, cuando sus ojos vieron en una pared de color llamativo un póster muy parecido a los de la compañía de teatro para la que antes trabajaba. Anunciaba a madame "Coraima", como una sabia adivina que ayudaba a los espíritus a encontrar sus caminos.

Nunca había sido crédula de locuras como esas. Las cartas, los videntes, y el esoterismo no eran lo suyo; pero ahora que era ella quien vivía una extraña historia del tiempo, estando en un mundo que no era el suyo, con una familia a la que no pertenecía, y, como sospechaba, en un cuerpo diferente necesitaba la ayuda y guía de alguien que pudiera ver más allá de lo físico, que le diera ayuda espiritual.

Siguió el camino que marcaba el afiche, y que, extrañamente, su mente sabía a dónde llevaba. Un apartado lugar, a lo lejos se veían los grandes edificios, y se escuchaba el tumulto característico de la ciudad. Una carpa muy extraña era el lugar donde, supuso, encontraría a la supuesta adivina. Se introdujo con lentitud en él, y pocos metros de avanzar se cruzó con una mesa y, frente a ella, una mujer bastante mayor, ataviada en una vestimenta diferente a cualquiera que hubiera visto, con un gran collar de perlas adornando su cuello.

-Normalmente no vienen muchachas tan jóvenes como tú-habló la mujer con voz ronca-. ¿Has venido para saber de tu futuro?

-Madame Coraima-comenzó la rubia tomando asiento frente a ella- he venido porque yo…tengo un problema, muy grande y no sé cómo lo pueda resolver…

-¿Qué tan grande es?

-Me creerá una loca si le cuento…

-Para una mujer como yo no existen locuras. Sólo eventos difíciles que analizar. Dime que te ha sucedido, muchacha.

-Pues…esta mañana me levanté extraña…sentí mi cuerpo cansado, y diferente…como si no fuera mío…

-¿Hubo algo más extraño en el ambiente?

-Sí…es que nada parecía normal, sentí como si estuviera en un lugar equivocado, aunque…aunque mi mente pudo recordar donde estaba…

-Y aunque tu mente lo recordaba, a ti no te era familiar…

-Sí…pero descubrí que no todo era diferente…habían cosas en común…

-¿Cómo qué?

-Mi novio. Descubrí una foto de mi prometido, pero él también se veía diferente. Como si fuera parte de todo esto.

-Mmm… ¿Recuerdas algo antes de despertar, mi niña?

-Sí…pero es un recuerdo muy vago.

-¿Qué es lo que ves?

-Lo último que puedo recordar del lugar donde antes estaba, es…yo estaba en una cama. Estaba acostada, enferma, y me sentía mal…mi madre y mi prometido estaban cerca, pero no puedo ver nada más…

-Supongo que la mujer que esta mañana te saludara no era la misma madre de antes, aunque supieras quien era.

-Sí… ¿Cómo lo sabe?

-Extiende tu mano, muchacha-le pidió la mujer.

La rubia le obedeció y espero en silencio hasta que ella terminara de evaluar su palma derecha.

-Llevabas una vida muy mala, muchacha…Pero se te ha concedido un milagro-sentenció ella al soltar su mano.

-¿Ha dicho un milagro?

-Sí. No puedo decirte que clase de vida llevabas en el pasado, pero sé que no ha sido buena porque algo salió mal. Es por eso que estás aquí ahora.

-Usted…sabe que no pertenezco a esta época.

-Sí. Y tú también lo sabes, muchacha, aunque te niegues a reconocerlo así. Tu mente es la de la chica que ocupaba tu cuerpo antes, pero ahora que has despertado puedes reclamarlo como tuyo.

-¿Dice que he despertado?

-Eres un alma encarnada. Tuviste una reencarnación. Tu espíritu en vez de morir, sobrevivió por casi un siglo hasta llegar a materializarse en el cuerpo que estás ocupando.

-¿Reencarnación?

-Así es. Y debes tener un motivo especial para haber reencarnado. ¿Recuerdas si algo salió mal en tu pasado?

-¿Si algo salió mal?-repitió tontamente.

-Cuando reencarnamos, se nos da una oportunidad única en la vida. Enmendar algún error para que se dé aquello que en el pasado no pudo darse. Y lo que hagas a partir de ahora, afectara el resultado de si puedes o no enmendar el error.

-Error…algo que no pudo darse…! Terry!-se levantó de un solo golpe- ¡Es Terry, Terry, es por él porque estoy aquí! ¡La vida me ha dado una segunda oportunidad con él, una oportunidad para ganar su amor! ¡El mismo que no pude obtener por culpa de ella!

-¿Ella?-esta vez, fue la adivina quien repitió.

-Esa chica…pero no vale la pena mencionarla, ahora Terry y yo podremos ser felices. Es nuestro destino enamorarnos, es nuestro destino ser felices juntos, es por eso que reencarné.

-Muchacha, tienes que pensar muy bien las cosas antes de hacer cualquier cosa.

-Oh, gracias. Mil gracias, Madame Coraima, sin usted nunca habría hallado sentido a todo esto-la rubia tomó sus manos en señal de gratitud.

-Mi niña. Se prudente en tus decisiones, piensa antes de actuar. Haz visualizado una razón muy lógica para explicar tu venida aquí, pero puede no ser la correcta.

-No se preocupe, Madame Coraima, ya tengo en claro cuál es el propósito de mi venida a este lugar.

-Sólo asegúrate de una cosa, muchacha. Si tienes problemas…si llegaras a ver algo que se relacione a tu antigua vida, algo que pueda hacerte infeliz…regresa pronto a este lugar. Puede significar algo delicado.

-Así lo haré, Madame Coraima. Y gracias por todo otra vez.

La rubia corrió a toda prisa, sabiendo ahora que podía confiar en cualquier cosa que le dijera su mente. Su espíritu reencarnado había conseguido despertar, y concordar con su nuevo mundo.

& & &

El camino que su mente conocía, el mismo que siguió, la llevó hasta una parte muy bonita de la cuidad. "Nueva York es muy hermoso en el futuro", pensó la rubia cuando estuvo frente a uno de los grandes edificios.

La construcción parecía un colegio, y anunciaba en su entrada: "Centro de Altos Estudios Musicales SA", posiblemente el nombre de aquella academia, dedujo ella antes de avanzar hacia el. Un hombre le pidió una tarjeta de acceso que encontró en su bolso, y sin más contratiempos terminó de adentrarse en el edificio.

Era muy bonito por dentro, con grandes pasillos para caminar, hablar, reír…Tenía muchos salones, y todos estaban identificados por números y nombres…también laboratorios, auditorios, salas situacionales…Era una academia muy completa al parecer de la chica.

Caminando entre los demás estudiantes que la veían con rareza, distraída como iba, llegó hasta un patio muy grande, donde habían muchos más chicos de su edad. Todos le miraban con especial sorpresa, y una vez más se sorprendió de reconocer varias caras a pesar de no haberlos visto jamás. Todo gracias a la mente de la que ocupara su cuerpo.

Pero nada heló más su piel, que ver al hombre que una vez salvara, al dueño de su corazón, sentado en uno de los muros bajos del patio. Estaba acompañado por otros jóvenes, pero ella sólo atinó a acercarse hacia él, deseando gritar su nombre.

-¡Terry!-no contuvo sus ganas, y le llamó entre las muchas voces que se escuchaban en el lugar.

-Susana…

Las mariposas en el estómago ya las había sentido; pero verlo acercarse con la misma sorpresa, con las mismas ansias, con ese brillo en los ojos…

-Terry…-suspiró de sorpresa y satisfacción cuando sintió como él la rodeaba con ambos brazos.

-Creí que no vendrías a la academia, porque no te sentías bien. Eso me dijo tu mamá anoche.

-Ah, sí. Ella me dijo que me llamaste-salió de su sopor-. Fue muy lindo de tu parte preocuparte por mí, Terry.

-¿Qué fue muy lindo? Siempre me preocupo por ti, Susy, ¿por qué ahora piensas así?

-Pues…es que me da mucho gusto verte-y lo abrazó de nuevo, tratando de disimular su respuesta.

-A mí también me da gusto…te extrañé mucho, Susy…

Ni en sus más locos sueños habría podido imaginar a Terry siendo así con ella. ¡La había besado!, en medio del inmenso patio, delante de todos los demás. Aunque su mente lo reconoció, no había perdido su moral del siglo XX.

-¡Terry…!-exclamó sorprendida, separándose de él con lentitud.

-¿Qué?-preguntó el castaño, extrañado por su nueva respuesta.

-Es que…estamos, aquí…en el patio, delante de todos…

-¿Y? No es la primera vez que nos besamos en público.

-¿Ah no?

-Creo que la fiebre te afectó el cerebro, Susy. ¿Estás segura de qué te sientes mejor?-tocó su frente con el dorso de su mano, y eso la hizo reaccionar.

-Yo…sí. Es que…te extrañé mucho, Terry. Es por eso que me parece extraño que me beses así-al ver que su respuesta no le convencía, decidió agregar-. Mejor, ¿por qué no me refrescas la memoria, y me enseñas como acostumbramos saludarnos?

La sonrisa que ella usó, alejó cualquier duda del rostro del muchacho. Los dos se unieron en un abrazo, y sus labios se tocaron mutuamente. A Susana le parecía estar en la mejor de las obras de Robert Hattaway, aquellas en las que Terry le hacía sentir incluso que era realmente su Julieta; pero esta vez, el sentimiento era real…

-Nos da gusto verte de nuevo, Susana-escuchó una voz a lo lejos.

-Sí. No tendrás que perder clases ahora que te sientes mejor.

-Gracias, también me da gusto a mí-trató de responder natural cuando cortaron el beso para voltear a ver a los que antes estaban junto a Terry.

-Pensaba acompañar a Brandon y a Oscar a un evento musical esta tarde. Pero ahora que volviste, prefiero quedarme contigo-le dijo él rodeándola con ambos brazos a nivel de la cintura.

-Pensamos que podríamos aprender nuevas formas de tocar allí.

-Pero como has vuelto, podemos dejar al distraído de tu novio por un día. A menos que se animen los dos para ir.

Susana pudo saber, por sus conocimientos, quienes eran esos dos chicos frente a ella. Marlon Brandon, un estudiante también, buen amigo de Terry, aficionado a la guitarra; era bien parecido, dientes perfectos, y una sonrisa seductora.

Centeno Oscar, en cambio, se veía más conservador, pero su mente le decía que no era así. Era el más cercano de los dos a Terry, y sus gustos musicales estaban dirigidos a la batería. Era más robusto, pero tenía algo en su actitud que atraía.

Ambos sujetos no le desagradaron a primera vista, pero se preguntaba si su mente estaba en lo cierto. Sus caras inocentes ocultaban intenciones de conquistas, flirteos, y jueguitos de adolescentes…todo lo que seguramente compartían con Terry. No quería pensar que, el educado caballero que la había enamorado, ahora era un joven juguetón, conquistador, con una sonrisa en el rostro que denotaba muchas cosas…

-Mejor, vayan ustedes-se apresuró a desistir- apenas hoy me he sentido bien, y no quiero decaer otra vez.

Lo mejor para recordarle a Terry la buena educación que debía mantener, era apartarlo de ellos.

-Será lo mejor. Después me dirán cómo estuvo el evento. Me quedaré con Susana, por si acaso se siente mal.

-Bueno. Como prefieran, entonces-aceptó Brandon por los dos.

En ese momento se escuchó la voz de una mujer por un alto parlante.

-Se les recuerda a los estudiantes de la clase 03 que la cátedra de armonía iniciará en diez minutos.

-Bueno, Susy, estaré esperándote aquí mismo-le dijo el castaño.

-¿Qué? ¿No entrarás a clases tú también?

-¿Ya lo olvidaste? Yo soy de la clase 04. Tengo historia de la música en una hora más.

-Ah…lo olvidé. Te veré entonces cuando salga.

-De acuerdo-la besó levemente en los labios como señal de despedida.

La rubia se alejó de él, sintiendo su corazón rebosado de grandes emociones.

& & &

Eran las seis de la tarde, según su reloj. El día se había ido volando, prácticamente. Susana descubrió que la música, especialmente el piano, era uno de sus fuertes. De niña, su madre le había enseñado por cuestiones de modales en sociedad, pero nunca pensó que podía tomar a la música como profesión real. Ahora, el reencarnar le estaba dando la oportunidad de redirigir su futuro profesional.

Sin sorprenderse ya tanto, descubrió que era una de las mejores alumnas de la clase. Caminando junto a Terry, dejándose llevar por él, se sentía muy afortunada ya.

-¿A dónde vamos?

-A casa-respondió al detenerse frente a un hermoso Ferrari convertible negro.

-¿Iremos en él?-estaba asombrada de que semejante automóvil le perteneciera.

-No pensarás que iremos caminando. ¿O sí?-bromeó él abriendo su puerta para que subiera ella primero.

La chica le sonrió antes de subir, y en cuestión de minutos el auto arrancó.

-Dices que iremos a casa…

-Sí. Puedo asegurarte que Gil no estará allá. Mis padres tampoco, así que nadie nos molestará.

-¿Dónde están ellos?

-¿Quiénes?-preguntó él extrañado.

-Tus padres, y…Gil.

-Gil debe estar en alguna cita con una chica de su universidad. Y mis padres, supongo que están en alguna reunión en el club de campo.

La familia de Terry era muy adinerada, pero esa misma cualidad resultaba ser el impedimento para solidificar una unión familiar; pudo recordarlo después de meditar unos segundos.

Cuando el auto se detuvo, la rubia se impresionó. Era una mansión muy hermosa, parecida a cualquier villa de la época en la que había vivido. Pero ésta, sin embargo, tenía una modernidad indiscutible.

-Ven-le dijo él al tender su mano para ayudarla a salir.

Terry le dio un par de órdenes a uno de los sirvientes que estaban en el porche para que se llevasen el auto. Al entrar, descubrió que era mucho más bonita en el interior. Decorativas alfombras, cuadros, jarrones, y sólo el vestíbulo era ya bastante grande.

-¿Susy?-la voz de Terry la despertó.

-Ah, sí-exclamó apresurándose a alcanzarlo.

Subieron juntos cada escalón de la elegante escalera, paso a paso a través del largo pasillo, hasta llegar al cuarto del muchacho. Susana se sintió algo intimidada por entrar a su cuarto, quedarse a solas con él…

-¿Son ideas, mías, o veo este lugar diferente?-preguntó para no dejarse en completa evidencia.

-Sigue igual. Los mismos libros, el mismo escritorio, la misma cama…-notó que su voz cambió al pronunciar la última palabra- ¿quieres comprobarlo?

-Sí…-aceptó con la mirada baja, avanzando hasta sentarse en el borde de la cama.

-¿Y bien?

-Es…cómoda…

-Lo es para mí, ahora que estás tú en ella otra vez-aseguró él sentándose a su lado.

-Terry…tú y yo…-alcanzó a decir al sentir como su cuerpo se inclinaba hacia el de ella.

-¿Qué? ¿También olvidaste que no es la primera vez que estamos juntos?-preguntó con una sonrisa pícara.

-No…pero me gustaría que esta vez fuera como la primera…como nuestra primera vez…-le pidió sintiendo sus mejillas sonrojarse.

-Bien. Será como digas, Susy…-fue lo último que le dijo.

Susana sólo se dejó llevar. Por mucho tiempo estuvo deseando que Terry la abrazara, la besara, la tocara…y ahora, el destino le concedía una segunda oportunidad.

& & &

Podía haberse quedado en su casa, podía haberse quedado soñando, pensando en las caricias que había compartido con Terry…pero quería desahogar su emoción, contar su verdad a alguien, y como no podía, recurrió a ella otra vez.

Eran las 8 cuando Terry la llevó a su casa. Acordó en recogerla al día siguiente, y ambos se despidieron con un beso. No detalló su día a su madre, y sólo le dijo que había estado en la casa de Terry el resto de su tiempo libre. La mujer no pareció querer indagar en el asunto, y demostró confianza hacia él y hacia su hija. Encerrada en su cuarto, no soportó más la inmensa felicidad que sentía dentro. Fue cuando decidió ir a ver nuevamente a la adivina.

-¡Madame Coraima, madame Coraima!-gritó la rubia al entrar a la tienda.

-¿Pero qué gritos son esos? ¿Tú otra vez, muchacha?-la adivina apareció entre sombras frente a ella.

-Madame Coraima, lamento molestarle, pero tengo que hablar con alguien, o explotaré de felicidad.

-A ver, niña, siéntate y respira un momento-le tendió una silla delante de ella.

-Madame Coraima, ha sido tan hermoso. Mi novio, mi prometido, Terry. Hoy lo he visto.

-¿El mismo novio que tenías en tu vida pasada?

-Sí. Es extraño, pero él está aquí como yo. Creo que también reencarnó. Ha sido tan bello. Es atento, apasionado, su voz, sus besos, sus caricias…me he sentido la mujer más feliz a su lado…pero…

-Pero…-la incentivó a hablarle.

-No recuerda nada. No parece recordar quien fue, y de hecho actúa completamente opuesto a como era antes…bueno, al menos diferente a como se comportaba conmigo.

-¿A qué te refieres?

-Antes él no me amaba…su corazón pertenecía a otra, pero estábamos comprometidos en matrimonio. Nuestra relación le era indiferente, pero ahora siento que lo es todo para él.

-Dices que había otra…

-Una tonta que no debió fijarse en él jamás. No estaba a su nivel, era poca cosa para un hombre como él, por eso lo dejó.

-¿Lo dejó?

-Ella quería quitármelo, y no sé que hizo para engatusarlo, pero consiguió confundirlo y hacerle creer que estaba enamorado de ella. Pero al final, reconoció que estaba mal interponerse entre nosotros, por eso se marchó.

-Y entonces, ustedes dos fueron felices.

-No. Antes de irse se encargó de dejar su cizaña, de mentirle para que él no se fijara más en mí. Me veía como la culpable de su partida, por eso no volvió a amarme.

-Pero se quedó junto a ti, a pesar de no hacerlo, ¿verdad?

-Admito que me sentí algo mal al verle melancólico. Pero no iba a permitir que se rebajara tanto sólo para estar con una mosca muerta como ella. Era una mujer muy mala, que no se merecía ni haberle conocido.

-Bueno. Dices que él no parece recordar nada, y que actúa distinto contigo. Eso sólo me dice que no ha despertado de su reencarnar.

-¿De su reencarnar?

-Está en el mismo estado que tú tenías antes, por eso no recuerda nada. Su mente la ocupa el nuevo ser que tiene su forma, pero su pasado le es desconocido.

-Entiendo. Hubiese querido que recordara, sólo para compartir con él toda mi verdad. Pero supongo que despertará como yo, ¿no?

-Tal vez. No todas las personas son iguales. Puede que él no despierte jamás, como puede ser que despierte algún día. Pero si eso llegará a suceder…

-¿Qué? ¿Qué podría pasar, madame Coraima?-preguntó ansiosa la rubia.

-Hasta los momentos, dices que has reencarnado para ser feliz con él, llevar la vida que no pudieron en el pasado. Pero no es seguro que todo sea como lo supones.

-¿Qué quiere decir con eso?

-Cuando las almas reencarnan, lo hacen porque tienen una segunda oportunidad, para enmendar sus errores y hacer algo que en sus vidas pasadas no pudieron lograr. Pero a veces, tienen que enfrentar retos, o quizás los mismos que antes tuvieron pero mucho peores.

-No entiendo qué quiere decir con eso.

-Debes tener cuidado, muchacha. Todo parece indicar que has vuelto para ser feliz con el hombre que antes amabas, y que no pudo amarte a ti. Pero las vueltas del destino son impredecibles, y puede que tu llegada aquí tenga otros propósitos.

Susana no entendía bien a qué se refería ella, y estaba segura de no simpatizar mucho con aquellas últimas palabras; sin embargo, decidió poner atención a su advertencia. Lo último que deseaba era perder su oportunidad de ser feliz junto a Terry.

Después de reiterarle que volviera si descubría algo extraño, o perteneciente a su pasado, la mujer se despidió de la rubia, que se alejaba a paso lento de aquel lugar.

& & &

Dos personas más se encontraban atrapadas en el fuerte tráfico neoyorkino; las rutas se llenaban de más y más autos a las 6 de la mañana.

-Te dije que no tomarás esta ruta. Pero ¿me hiciste caso? No, nunca me haces caso-se quejó la chica.

-Por favor, Candy deja de reclamarme. Bastante es ya saber que me equivoqué-le pidió el chico sentado junto a ella.

-Te equivocaste porque querías. Te dije varias veces que no tomarás este camino.

-¿Podrías callarte un momento? Estoy tratando de salir de aquí.

-No puedes girar así. Chocarás con el auto que esta enfrente-advirtió ella al ver la maniobra que trataba de hacer él.

-Sé lo que estoy haciendo, no voy a rozarlo si quiera-aseguró él.

La rubia sólo se calló y se sentó correctamente, dispuesta a dejar de hablarle.

-¿Lo ves? Te dije que podría salirme de ése tráfico-presumió él con aire engreído al tomar otra vía descongestionada.

-Ten cuidado, Alberto. Si no ves al frente chocaremos-le dijo ella sin mirarle.

-¿Por qué mejor no guardas silencio, Candy? Así te ves más linda-le dijo sonriendo irónicamente.

Ella sólo le mostró su lengua y decidió no mirarle hasta que llegaron a su destino.

-Esta es la notaria. Ya puedes bajar del auto, Candy-dijo él cuando abrió su puerta.

Ella no esperó a que él abriera la suya, y descendió del vehículo dando un portazo.

-Oye, oye, ¿qué te sucede?-preguntó aproximándose a ella.

-¿Qué me sucede? Sucede que estoy molesta. Sucede que quiero irme a la academia, y sucede que no quiero acompañarte a "esta notaria".

-Vamos, Candy, no me digas que te molestaste por lo de hace un rato.

-No, para nada, no estoy molesta-se veía más irónica que nunca.

-Lo siento, Candy, no quería hacerte molestar-se disculpó tomando sus manos entre las suyas-. ¿Me perdonas?

-De acuerdo. Pero debes prometerme que me llevarás a la academia apenas salgamos de aquí. Lo último que quiero es llegar tarde a mi clase.

-Bueno, hablaré con Gerard para que se encargue el mismo de finiquitar este negocio. Ahora vamos, no perdamos más tiempo.

Ambos rubios entraron a la edificación, disponiéndose a salir de ella lo más pronto posible.

Así empezaba el día que el destino había escogido para hacer girar las vidas de las personas involucradas en su juego.

& & &

Eran las dos de la tarde en la academia CAEMSA, la hora en la que la cafetería se llenaba completamente. Todos los estudiantes de todos los años y todas las clases estaban allí reunidos, disponiéndose a almorzar. Una larga fila para lograr conseguir la bandeja de comida servía para platicar y charlar entre ellos.

-Tenías que ir, Terry. Fue una banda patética.

-Oscar y yo pensábamos que estarían mejor. Pero resultó ser que nosotros tres juntos componemos mejores canciones que ellos-aseguró Brandon.

-En las ferias siempre se presentan bandas oportunistas. Pero me alegra saber que no me perdí el evento del siglo.

-Ni lo digas. Me decepcioné bastante cuando dijeron que Blink 182 no se presentaría-siguió lamentándose Brandon.

-Al menos tú pasaste una tarde más "placentera" que todos nosotros, ¿verdad, Terry?-bromeó otro de sus compañeros de la fila.

De inmediato todos los que le conocían que estaban en la fila comenzaron a hacerle bromas y comentarios insinuantes sobre el asunto.

-Basta ya, muchachos. Las cosas no son como dicen. No todas las mujeres son así conmigo, y no siempre tengo tanta suerte.

En ese momento, la chica que estaba justo delante de él se volvió sobre sus pasos para hablarle.

-Terry, ¿puedo pedirte un favor? Necesito dejar la fila un momento para contestar una llamada, ¿podrías cuidarme mi lugar?

Sus palabras se volvían nada delante de la mirada que estaba usando con él.

-Si, claro. ¿Por qué no?-respondió él con una sonrisa insinuante.

-Oh, gracias Terry. Tendré que pagártelo de alguna forma-se salió de la fila y susurró al estar muy cerca de su rostro-. Pensaré en algo para cuando regresé.

Las bromas de sus amigos no se hicieron esperar. Apenas la chica se había alejado y ya estaban formando una algarabía en son de burla.

-Ya basta muchachos-trató de detenerlos el castaño, pero no le prestaron atención.

Los jóvenes siguieron mofándose y poco a poco comenzaron a empujarle al ver que él seguía negando sus afirmaciones. Habían olvidado que estaban en una fila.

-Candy, ¿por qué te molestaste con Al?

-Sí, el sólo te dijo eso porque seguías criticándolo-señaló una de las chicas que estaba delante de la rubia en la fila.

-Sé que suena muy cruel lo que hice, pero tampoco él debió decirme esas cosas-insistió la rubia.

Junto a las chicas pasaba otra estudiante, y por los juegos y empujones de otros, la bebida de su bandeja fue a dar en el piso, casi mojándolas a ellas.

-Dios, ten más cuidado-reclamó una de ellas.

-Calma, Carola, ha sido un accidente-le dijo Candy para tranquilizarla.

-Sí. Al menos sólo nos ha salpicado los zapatos-agregó la otra.

Estaban tan concentradas en ése suceso reciente, que no pudieron prever lo que acontecería a continuación. La algarabía detrás de ellas había crecido mucho, y por las bromas y juegos terminaron empujando al castaño

El piso bajo sus pies estaba mojado, y tuvo que maniobrar para no caer al suelo...sin poder evitar rozar a la chica delante del...

-Tú...-fue lo único que pudo pronunciar al volverse para ver a quien se había atrevido a tocarla.

La rubia sintió claramente cuando la persona detrás de ella había rozado su cuerpo más allá de su espalda...Ella no era de las chicas que no le ponía atención a aquellos supuestos accidentes. Tendría que darle una buena explicación al menos.

-¿Cómo te atreves a tocarme?

-Ay, lo siento tanto, preciosa, pero simplemente me rendí a la tentación-contestó con la misma actitud de sus amigos.

-¿Tentación?-repitió ella incrédula de lo que había escuchado.

-Aja. Hasta tú tienes que reconocer que es casi imposible resistir algo así estando tan cerca el uno del otro.

-Tú...!eres un patán y un grosero!-se molestó al verlo tan despreocupado.

-Créeme que cualquier otra chica en tu lugar no diría eso-siguió con una sonrisa pervertida.

-¡No sé a que clase de chicas estarás acostumbrado a tratar, pero yo no soy una de ellas!

-¿Estás segura? Podrías ser una de ellas y no saberlo todavía.

-¡Aggg! ¡Eres un insolente!

La discusión había logrado atrapar la atención de todos los presentes; todos les miraban con asombro y curiosidad, a la espera de que sucediera lo peor. La rabia de la rubia iba en aumento, y eso parecía agradarle al muchacho, que sonreía con satisfacción y picardía al ver su expresión.

-Tal vez, pero nada de lo que digas hará que yo lamenté lo que hice-pregonó él engreído.

-¡¡Te voy a dar tu merecido!!

La rubia se abalanzó hacia él tratando de alcanzar su rostro para golpearle, pero él más atento a sus intenciones sujetó sus manos.

-Digan lo que digan, todas terminan arrojándose a mis brazos. Incluso tú-le dijo con su rostro muy cercano al de ella.

-¡¡Ya verás!!-gritó ella alejando su rostro para intentar liberarse de su agarre.

Así estuvieron forcejeando un momento, mientras que las voces de los demás llenaban el ambiente. Gritaban unos a favor de él, y otros en son de alarme. Pero el piso mojado bajo ellos los hizo resbalar, cayendo ella encima de él.

Varios hicieron exclamaciones de sorpresa, mientras que la gran mayoría guardó silencio. Ambos jóvenes enmudecieron, y se miraron con asombro al ver como había terminado su pelea.

De inmediato, algo en lo más profundo de su ser comenzó a agitarse. Era como si antes se hubieran visto, como si sus almas se reconocieran aunque jamás se habían visto.

Las pecas de la rubia se le hicieron conocidas, y algo en su interior le dijo que no estaba frente a una chica común.

La rubia en cambio, se sintió atraída por los ojos azules del muchacho, como si ya antes lo hubiera visto; su sentido irracional le dijo que lo conocía desde hacía mucho tiempo.

-¿Nos conocemos?-le preguntó él casi susurrando.

La rubia no pudo responder, y su primera reacción fue romper la cercanía de sus cuerpos.

-¡Aléjate de mí! ¡No vuelvas a acercarte nunca más!-le exigió ella al alejarse para ponerse de pie.

-Oye, no hagas una escena, ¿sí? No es para tanto-él la imitó mientras revisaba su ropa.

-¡Odio a los hombres como tú! ¡Son todos unos oportunistas!

-Fuiste tú la culpable por ser tan impulsiva-trató de calmarla.

-¡Eres un atrevido y un descarado por atreverte a tocarme!

-Ay lo siento mucho, no sabía que las lesbianas le tenían tanta repulsión a los hombres-dijo él cansado de sus reclamos.

De nuevo muchas exclamaciones de sorpresa se hicieron audibles, e incluso la rubia se sorprendió momentáneamente.

-Supongo que eso no es algo extraño para ti, porque eres uno de esos "hombres" que comparten su "intimidad" con sus amigos-hizo alusión a los demás que estaban detrás del castaño.

-Te vas a arrepentir de haber dicho eso, niña tonta-aseguró uno comenzando a avanzar hacia ella, seguido de los demás.

-No, no, Brandon, no hay que usar esos métodos con ella-lo detuvo Terry-. Es típico de una lesbiana acusar a otro de ser homosexual. Después de todo, cada ladrón juzga por su condición.

El orgullo de la rubia se vio herido, y se sintió más molesta cuando todos le miraron con altivez.

-Es una lástima, porque se pierde un cuerpo muy bonito contigo. Pero creo que ni yo, que soy un hombre en todo el sentido de la palabra, podría hacer que una lesbiana como tú fuera una mujer normal.

Se acercó a ella y valiéndose de su diferencia de altura, la miró con inferioridad.

-Ningún hombre cuerdo se fijaría en una mujer tan poca cosa como tú.

Era demasiado. Sus últimas palabras le habían llegado al alma, recordándole que ella no era igual a las otras, que tenía un pasado que la convertía en una mujer sucia...que parte de lo que él decía, era verdad.

Hubiera empezado a llorar, pero una tercera voz la hizo voltear.

-¡¿Qué es lo que está pasando aquí?! ¡¿Qué escándalo es este?!

-Nada grave, Srita. Eduina. Sólo estábamos poniendo en su lugar a quien se cree superior-respondió Terry mirando a la rubia con desprecio.

-¿Qué ha dicho, joven Granderson?

Candy sintió que no podía retener más sus lágrimas, y se echó a correr para salir de la cafetería sin importarle lo que opinaran los demás.

-¡Srita. Whiton!-la mujer trató de detenerle pero fue en vano-. ¿Por qué se ha ido así?

-Es por él, Srita. Eduina. Éste chico ha sido el responsable de todo esto-habló una de las amigas de la rubia.

-Sí, él se atrevió a tocarla aprovechándose de que estaba junto a ella en la fila.

Terry y sus amigos las miraron con desafío, pero no se intimidaron. Candy ya tenía suficiente con todo su pasado como para soportar las ofensas de ellos. Tenían que apoyarla ahora más que nunca.

-¡Basta! No permitiré que acusen a ningún estudiante sin oír testimonios primero. Sugiero a todos que vuelvan a sus salones, y que no se hable más del asunto.

La Srita. Eduina era una de las figuras de autoridad con más fuerza en la academia CAEMSA, y por ende no podían desobedecerla cuando daba una orden.

-Y para resolver este conflicto, quiero a la Srita. Whiton y al joven Granderson en mi oficina después de clases.

-Pero Srita. Eduina, Candy no hizo nada-insistió la chica.

-Sin peros, Srita. Winslow. Le recomiendo que siga mis órdenes y le informe mi decisión a la Srita. Whiton, si es que no quiere tener problemas con la academia.

La chica no pudo protestar más y sólo se limitó a bajar la mirada.

-¡Vamos jóvenes, vuelvan todos a sus clases, y si tienen horas libres salgan ahora mismo a los pasillos y alrededores!

Con fastidio y reticencia, los estudiantes fueron vaciando la cafetería, pero un pequeño grupo fue congregándose alrededor de Terry.

-Bravo, Terry. No pudiste ser más rudo con ella-lo apremió uno de ellos.

-La pusiste en su lugar con todas las de la ley.

-¿Tú la conoces, Terry?-inquirió Oscar ya a su lado.

-No sé quien sea. Pero acaba de ganarse al peor de los enemigos en mí.

-Se llama Candy Whiton, y está en la misma clase que nosotros, Terry-aclaró Brandon.

-Entonces, que se prepare la tal Candy Whiton. Voy a hacer de su vida un infierno de ahora en adelante.

Así terminó aquel evento. El encuentro de dos almas perdidas se había dado. Sólo el destino decidiría en adelante el rumbo que tomarían sus vidas.

Notas finales:

¡Hola a todas y todos! Después de una laga ausencia del mundo de la escritura, regreso hoy para compartir con ustedes la historia que me ha mantenido alejada por tanto tiempo. Como ven el fic promete ser poco ortodoxo, siguiendo mi costumbre para escribir.; sé que el comienzo pudo parecerle a muchas desagradable porque comienza con Susana, pero pasado eso, les prometo a todas que, si le dan la oportunidad, la historia no las decepcionará.

En fin, por hoy me despido, pero mis planes son volver cada 2 semanas. Hasta entonces si desean darme su opinión, lanzarme tomates y hasta enviarme a la horca, lo pueden hacer con un review (en verdad espero que de tomates no pase, jejeje), y así sabré si les gusta o no el fic.

Avances del próximo Cap:

Susana se topa con Candy y se atreve a hacer lo que no se atrevió en el pasado. Candy comienza a notar el cambio que está viviendo su vida en la academia. Terry le declara la guerra a Candy y le demuestra que no se detendrá hasta acabar con ella.

Nos leemos pronto, ¡Bye!