Disclaimer: personajes de Rowling.
NOTA: Primero que nada, buenas noches a todos. Estoy algo seca en inspiración para escribir los dos capítulos que debo de mis historias, así que intenté hacer algo nuevo y diferente, ¡y lo logré!
Dejarles unas aclaraciones: son viñetas independientes que giran en torno a Lily Evans y su relación con Los Merodeadores en general, nada de un J/L, le tengo demasiado respeto a ese pairing y no me siento capaz de escribir sobre ellos. Esto es un Lily/Merodeadores. Pretendo mostrar a todos, es decir, James, Sirius, Remus, Peter y por supuesto, Lily. Están ubicadas en el séptimo año de los chicos.
Trataré de que todas las viñetas estén contadas de la misma manera. Serán cinco capítulos en total. Aunque lamentablemente, no puedo asegurar un ritmo de actualización.
Sin más que decir, os dejo con la primera viñeta.
SIRIUS BLACK
No había ninguna duda de que era un Black, sus ojos, entre un color azul y gris, se lo dejaban en evidencia. Su porte altivo, su caminar seguro, su arrogancia… Todo decía que era un Black, aunque él no sintiera eso, no pensara así.
Solo era un Black por obligación.
Los lazos de sangre no se pueden romper, y eso es lo que hace que odie tanto a su propia familia.
Mira el libro que tiene entre sus manos, ese que Remus le dio, amenazándolo de que si no estudiaba iba a hechizarlo para que perdiera el cabello, y suspira. No puede concentrarse.
Vuelve a mirar al libro, y luego a su alrededor. Sonríe.
Posa su mirada en su amigo, en quien más ha sufrido de todos ellos, ese que tuvo que pasar muchas lunas solo, sin nadie que lo acompañara, ese que dice no merecer ser feliz por su condición, el único que es sensato entre ellos. Entonces vuelve a sonreír, Remus le mira con el ceño fruncido, probablemente porque su tan preciado libro acaba de caer al suelo y provocar un gran estruendo, sacando a todos de sus cavilaciones. Ve al licántropo negar con la cabeza, riendo de todas formas, y vuelve a suspirar. Se le está haciendo un hábito común.
Busca a Peter con la mirada, el pequeño Peter… Lo ve lidiar con un complicado encantamiento, realmente no es bueno en esa materia, una carcajada sale de sus labios al ver al pequeño mago cubierto por un almohadón, ese al que el hechizo alcanzó y explotó, cubriendo la sala común de plumas. Vuelve a suspirar.
Piensa en todo lo que ha pasado en esos siete años en Hogwarts, su segundo hogar, el lugar donde conoció a sus amigos, sus hermanos… Su verdadera familia. Las risas, las bromas, los castigos, el quidditch, James en la enfermería porque Lily lo hechizó, las noches de luna llena junto a Remus… Los Merodeadores…
Sonríe encantadoramente a una de sus fans, sólo por inercia, y sigue pensado. Moviendo la cabeza afirmativa o negativamente en algunas ocasiones, sólo para que parezca que está escuchando. No lo hace.
Es un Black, y los Black todo lo tienen. Es un sangre pura, uno que no cree en los ideales que desde pequeño quisieron inculcarle, pero no por eso deja de ser Black, aunque su familia diga lo contrario.
Sus ojos comienzan a picarle, seguramente por las lágrimas que trata de no dejar de caer. Tiene una reputación que cuidar… Todo por ser un Black… ¡Maldita sea esa maldita sangre! Una mirada color avellana, una esmeralda, una dorada y una color marrón se posan sobre él, trata de evitarlas seguro de que no lo logrará, no en vano son hermanos. Pero es terco, caprichoso y orgulloso, no se dejará vencer tan fácilmente, bruscamente se levanta de su sillón frente a la chimenea, con un solo objetivo en mente: refugiarse en su soledad.
-Iré a tomar aire.- aunque trata no puede evitar que sus palabras suenen a orden, un mandato claro de que no quiere compañía.
No se fija en la contestación de sus compañeros, ni tampoco en las miradas curiosas y preocupadas de todos los estudiantes de su casa, Gryffindor.
Deja que sus pasos lo guíen a donde sea. No le interesa, lo único que quiere es que nadie lo vea así, vulnerable como pocas veces estuvo… De hecho, si no recuerda mal, la única vez en la que se permitió llorar fue cuando abandono Grimmauld Place, para no volver. Cuando dejo a su pequeño hermano, Regulus.
Pero él ya está cansando, arto de tener que mostrarse siempre algo que no es, por eso escapo de sus amigos esa noche, por eso se oculta de las miradas curiosas, expectantes, del resto de los alumnos. Lo único que quiere es ser él mismo por una noche, una maldita noche.
Deshace sus pasos y vuelve a la sala común, ahora iluminada tenuemente por algunas brasas del fuego en la chimenea, se sorprende al notar que en el sillón que está justo en frente de ésta hay alguien. Una chica de color rojo, brillante, y cuando la ve voltearse a mirarlo reconoce unos brillantes ojos esmeralda, empañados, opacados.
Y Sirius quiere saber por qué rayos lucen así.
Se maldice por dentro cuando no encuentra las palabras para expresarse correctamente, aunque al final termina aceptando que nunca fue bueno con las palabras, prefiere los hechos. Quizá sea eso justo lo que Lily Evans, prefecta perfecta, el amor de James Potter, e increíblemente la chica más guapa del colegio -aunque no dirá eso en voz alta ni aunque le lancen un Imperio, vamos, que su mejor amigo cabreado da miedo- necesita. Pero es ella, que por lo general se convierte en un témpano de hielo en lo referente a los Merodeadores, y puede hechizarlo. No es como si él quisiera perder alguna parte de su anatomía.
"Vamos Black, sólo es una chica. Has estado con la cantidad suficiente de ellas como para saber que hacer" le dice una vocecita en su mente, pero Sirius piensa que ninguna de sus chicas es como Lily, lo que hace que se bloquee.
"Entonces asegúrate de no hablar, tío, que solo debes abrazarla… No puede ser tan difícil" y en ese punto le toca admitir que sea lo que sea eso que le dice tantas cursiladas en la cabeza tiene razón, sólo tiene que abrazar a la chica y todos contentos. Pero ¡joder! No es fácil.
Lentamente se acerca al sillón, temeroso de que un hechizo lo alcance, la sorpresa inunda sus ojos cuando se da cuenta de que la chica en cuestión no parece haberse enterado de su presencia. Vaya que Evans es inmune a su encanto –y al de cualquiera de ellos, puede que Remus sea quien más logra influir en la chica, y eso porque estudian juntos-.
-Pelirroja.- No sabe decirle de otra forma, es la costumbre, y no lo interesa en lo más mínimo cambiarla. Ella voltea y lo mira a los ojos, en una batalla de orgullos, donde decididamente ella pierde.
-No tengo ganas de escuchar gilipolleces, Black.- Y entonces el chico, con una sonrisa arrogante dice una idiotez, pero que curiosamente le saca una sonrisa.
-Tienes la regla, Evans.- Es sin duda la pregunta más torpe que ha salido de sus labios, y cuando ve que una sonrisa se forma en el rostro femenino, él también se contagia de esas ganas de reír.
-Serás capullo…- Un leve golpe que seguramente no provoca dolor es depositado en el firme pecho, y él melodramáticamente se dobla al medio.
-Me has dado.- Una nueva sonrisa cómplice por parte de ambos.
No saben que hacer, ni que decir. No suelen conversar, mucho menos pasar tiempo juntos. De hecho es la primera vez, en siete años, en la que Lily Evans y Sirius Black comparten lugar en un sillón, son sólo unos instantes en donde se dan cuenta de que tienen en común. Porque ella se siente sola, desde que perdió a su hermana y desde que perdió a Quejicus –aunque Sirius no entienda esa amistad-. Y porque él está solo, sin Regulus y sin su familia para apoyarlo, a pesar de tener a sus amigos, sabe que no es lo mismo.
Y los dos saben que aunque finjan estar bien, y aunque en la mañana ambos muestren sendas sonrisas, nada está bien.
Quizá es por eso que ninguno piensa en lo que hace, sino que simplemente se dejan llevar. Impulsados por una rebeldía, la rebeldía que caracteriza a Black, y que a lo mejor se le pegó a Evans.
Sus rostros se acercan, pero milímetros antes de que se encuentren él se detiene y la mira, sus ojos que ahora parecen más azules que grises brillan con fuerza en la penumbra.
-No estás sola.- Un simple susurro que la hace temblar, que hace que se sienta segura nuevamente, porque no está sola, porque él la acompaña.
-Tú tampoco estás solo.- Y entonces él sonríe verdaderamente, como lleva meses sin hacer, y Lily se siente feliz de que sea para ella, por ella.
Sus labios se encuentran finalmente, cargados de necesidad. Ninguno tiene intención de profundizar el beso realmente, pero él, como buen perro, quiere marcar territorio, demostrar que en esos momentos, Lily Evans es suya, y por eso, sólo por eso, su lengua se cuela entre la boca entreabierta.
El beso es suave, lento y profundo. El beso es esa chica pelirroja, en esencia. Y es de esa manera porque, por una vez, Sirius no siente que deba ser un torrente de pasión, porque ella no es su amante, es su amiga.
Lo que haya pasado, eso, no tiene una verdadera importancia.
Sobra decir que un review deja feliz a un autor, ¿verdad? ¡Anda, déjame feliz!
