Disclaimer: Nada me pertenece, todo de Takao Aoki.
CADENA
1. Soberbia.
No faltarán, no podrías culparles si se ausentaran, pero sabemos que llegaran. El pedido que les has hecho es algo que va prácticamente en contra de toda nuestra naturaleza, pero en todos casos hay excepciones. Te has dado cuenta de eso. Pero los que no comparten lo nuestro no saben lo que pasa realmente, y también de todo aquello que muchos dicen no se practica aquí.
Han sido muchos años, has trabajado duro para crear lo que tienes, es cierto que poco a poco tu influencia en todo tu imperio ha decaído junto con tu salud y temple. La nueva generación te ha suplantado. Aunque debes agradecer que al que le correspondiera no actuó como debía, y eso te dio más años en tu posición, el poder que tanto adoras.
Dicen que las cualidades se brincan una generación, en parte es cierto. Kai sacó más de ti de lo que tu propio hijo, pero Susumu tiene también mucho de ti.
La Soberbia. Quizá es lo más característico en ti.
Uno carece de ella, y el otro tiene demasiada, y es precisamente eso lo que los tiene que hacer venir. Susumu no tiene ni un gramo de la arrogancia y altanería que tan bien te caracteriza, pero vendrá precisamente porque no es capaz de mostrarte desprecio, se fue y vive buscando tu perdón, por que no puede vivir sabiendo que le odias.
En cambio, Kai, vendrá porque tiene, quizá demasiada, pero la posee. Una altivez que en la que no cabe ceder un solo instante ante ti, sabe que si se ausenta será como mostrar debilidad por el odio que estamos seguros siente. Y jamás se permitirá eso.
La característica que aportaste a la Casa Hiwatari es tu mejor arma, los que estaban antes de ti eran personas que buscaban el triunfo por la vía del trabajo duro y la alianza de compañeros, tú quebraste esa regla que sonaba dorada. Te colocaste por encima de todos rompiendo los lazos fraternales que la empresa familiar había construido por, al menos, cuatro generaciones.
Souichiro Hiwatari, el único presidente y responsable de la fortuna. Te sentaba bien, te aportaba la atención y gloria personal que buscabas desde joven cuando tu padre te abrió espacio a su lado. Soportaste por años vivir a la sombra de él, viendo como otros compartían la toma de decisiones, cosa que no pudiste tolerar. Un Hiwatari, sólo se necesita un Hiwatari.
Susumu nació, eras joven cuando nació, y no lo viste precisamente como un futuro apoyo, si no como una pronta amenaza. Pero no fuiste mal padre, le diste todo lo que necesitó y hasta lo que no pidió. Le preparaste un camino para que viviera bajo tu ala sin que te afectara, pero asegurándole la suficiente preparación para que en el inevitable momento, él ocupara el sitio que le correspondía como siguiente cabeza.
Pero tu hijo no era normal, o pudo haberlo sido, pero te diste cuenta muy tarde. Para comenzar, no halló compañía con alguien de los altos estratos a los que tú tan bien te habías acostumbrado y donde hallaste la compañera que redituaba bien la unión matrimonial. Él lo halló en el bajo mundo de los idealistas, donde el dinero es el mal y la autorrealización el bien. Esa mujer era peligrosa, pero tu hijo en su momento lo fue también, una doble amenaza que ponía a temblar tu orgullosa posición.
¿Recuerdas cuántas noches pasaste pensando en una solución?
Fueron muchas. Pero no pudiste hallar la respuesta que te satisficiera del todo, no podías alejarlo de ti, les unía. Mucho menos dejarle que destruyera el trabajo de tu vida, le querías pero no estabas ciego de amor por él, tampoco era viable. Entonces llegó la respuesta por él mismo. Susumu se retiraba para hacer su vida lejos y continuar su idealismo soñador.
No te negaste, era tu hijo y le enseñaste a ser independiente, demostraba que podía manejar su vida y, te dejaba el campo libre, para continuar acrecentando tu emporio y moldear a quien si sería la respuesta completa a tus necesidades. Estabas satisfecho del hombre en que se había convertido.
-Señor Souichiro, ¿está seguro que seguirá aquí? Han pasado cuarenta minutos. —Dice una enfermera.
-Aquí seguiré, podemos ser puntuales, pero preferimos que esperen por nosotros. Nadie tendrá el gusto de decir que tenemos la necesidad de otras personas.
La cara de la enfermera te arranca una sonrisa, que hubieras manifestado si no fueras quien eres. Miras de nuevo el panorama costero, es temprano, apenas veinte minutos después de las tres, no era sorpresa que ninguno hubiese llegado.
Susumu es impuntual por que la relajante vida fuera de los negocios lo hizo así. Kai, lo es por que sabe una regla importante 'Llegar en el momento preciso. No a la hora por que es tiempo perdido, no muy después por que es demasiado tarde.' Y lo sabes, por que lo has hecho. Además, le enseñaste.
Es tu segundo año en ese cómodo refugio para ancianos no queridos, lo adornan llamándole 'Castillo de Retiro' pero no te lo tragas, otra característica de la familia. Ver a través de las palabras aderezadas de dulce (e hipócrita) buena intención, incluso el endeble espíritu de tu hijo es capaz de eso, cosa que te enorgullece (no lo niegues) porque habla de que no todo fue caso perdido con él.
Has llamado a ambos para dar unas palabras y tu voluntad…
¿A quién engañas?
Es para verles, para saber que están ahí aunque jamás lo hayan demostrado del modo en que ves a los demás hacerlo.
Los dos son incapaces de hacerlo. Uno por que no se lo permitirá, el otro porque no se cree en posición de hacerlo.
Cuan diferentes son los padres de los hijos. Susumu nada tiene que ver contigo, y Kai aún menos con él, y curioso, muy poco contigo. Pero tú y Kai son más similares . Y eso, les irrita mas, porque sabes que ese leve parecido se convirtió en la peor maldición. A estas fechas a ti hasta te da un poco de satisfacción que una persona como el menor de la familia tenga semejante presencia a donde va, que sea el tema de conversación, y que dirija con ese estilo tan peculiar tu legado.
No, no es tu legado. Él supo adaptar lo que le diste para modificarlo a sus gustos y necesidades, recibió mas de ti que de su propio padre, y lo hiciste fuerte e independiente, pero te da la espalda igual que a Susumu. Aunque hay que reconocerle que tiene la atención de haber confirmado su asistencia hoy. ¿O será que algo se trae entre manos?
Mira que dilema, podríamos decir que Kai es un tanto predecible pero hay algo en él que no tiene nada que ver contigo, y que te recuerda a Susumu, lo notaste la última vez que estuvo aquí, medio año atrás cuando firmaste el completo deslinde del Consejo Corporativo.
Y fue incómodo, como si vieras a tu hijo, cuando te anunció que serías abuelo… y que dudaba de seguir el sendero de ejecutivo, reflejado en tu nieto.
¿Por qué engañarnos? Abusaste de la necesidad de ese muchacho, intentaste quebrar aquello que tanto te atrajo de él, su firmeza, necedad, hambre de poder y altivez. Lo hiciste, y no te arrepientes, no le ofrecerás disculpas. Aunque tu actitud diga lo contrario, en el fondo no quieres porque sabes que pudo haber sido un error, pero ese error te atrajo las más grandes satisfacciones. Y tu soberbia, se alimenta de ello.
-Señor Souichiro, el sr. Hiwatari ha llegado.
Mujer idiota, ¿qué señor Hiwatari? Susumu había decidido olvidar su apellido cuando se apartó de ti y de Kai, pero cuando regresó con la cola entre las patas lo retomó; y Kai, nunca ha pensado (o al menos no que te dieras cuenta) en cambiárselo, tú y él son los únicos que quieren cargar con ese peso maldito. Que es poder si, pero también imán de mil y un desgracias y manchas que no se han de limpiar. No somos gente buena. Somos unas abominaciones.
'Perros que debieron haber sido puestos a dormir desde el primer día' Diría Yaria, que prefirió ser Tashimaru antes que una Hiwatari.
'La sangre fuerte es la que se mantiene firme ante todo' tu clásica respuesta a todo aquel pariente aún vivo que te reclama la negación a compartir la riqueza. Pero si ellos dicen que un puñado del dinero que se ha forjado en esas empresas es venderle el alma al diablo, ¿de qué se quejan?
Tú, Kai y Susumu, no deben tener alma entonces.
Pero mírate, el gran Souichiro Hiwatari rememorando el pasado y sintiéndose un tanto mal por lo que ha hecho. No estás arrepentido, ya tocamos el punto. Pero piensas que si las cosas no hubieren sido así… ¿cómo serían?
¿Susumu sería presidente? ¿habría conseguido llevar el renombre del apellido hasta donde tú y Kai lo han hecho?
¿Kai sería…? ¿cómo sería Kai? El mayor de los enigmas.
Tú. ¿Estarías aquí? ¿Vivirías en la gran mansión de Tokio con tu hijo y tu nieto?
¿Serían felices del modo en que la gente promedio lo es?
Son preguntas estúpidas. De soñadores ilusos como lo era Susumu. La racionalidad de tu persona y esa pizca de locura megalómana, no aparecieron de la nada, nacieron contigo, venían conmigo. Y no tiene sentido pensar en lo que pudo ser, si no en lo que es y lo que se hace. Eso nos ha llevado donde estamos.
Te quedas esperando, no dice quien es ese 'Sr. Hiwatari' si el que te hundió en este lugar o el que te pidió que fueras a vivir con él. Kai fue sincero (nunca miente aunque la verdad sea algo cruel) dijo que no se encargaría de ti en ningún aspecto, y te dio escoger entre la vida de un objeto arrumbado en la mansión o la de un desecho en un lugar destinado a otros desechos. Felices desechos, eso hay que reconocerlo pero no dejan de ser algo que ya no se necesita a fin de cuentas.
Soberbia que te llevó a optar por la vida lejos de esa apabullante aura de tu nieto. Es un buen lugar, tienes todo, todos están a tu servicio, en una buena zona del Caribe. Viajas cuanto quieres, vas a donde requieres, no sabemos bien que intención tenía Kai al elegir este lugar.
Tu hijo, al saber de la acción de Kai se ofreció a llevarte a vivir con él. Vive en el norte, no vive nada mal pero no sería lo que esperas o te gustaría para tus últimos años. De nuevo la soberbia. Además, no toleras ver lo que es aquél que fue tu deseado heredero.
-Aquí está. — Dice la enfermera.
Giras un poco la cabeza junto con la silla de ruedas. Ése era el sr. Hiwatari que esperabas (no necesariamente querías) ver primero. El cabello algo desarreglado, la camisa de trabajo y el pantalón arrugado, un gesto de disculpa alegre y ese deseo en la mirada de hallar a su hijo. Pero que no se corrompe cuando te ve sólo a ti.
-Papá.
Susumu está aquí.
Saludos! una historia viejísima que saqué del empolvado disco duro. La fecha lo ameritaba, aunque casi estoy segura que salió con fecha del 5 de abril, como sea. Me gustó bastante y se me ocurrió ponerla por aquí en honor al día.
Nos leemos!
