¡Hola! Sin exagerar el día de hoy ando demasiado emocionada porque como pueden ver he comenzado una nueva historia que desde hoy podrán seguir. Tenía la idea hace algún tiempo sobre este fic pero tuve que organizar ideas antes de poder comenzar a escribir, y luego de despejar mi mente lo logre, por lo que vengo a dejarles el primer capítulo esperando que esta historia comience a agradarles a todas. Como ya sabrán no soy muy buena escribiendo summary por lo que voy a tratar de decirles bien de que es que se trata esto.
Summary: Fue condenado por un error que no cometió, años después el destino lo regresa a su pasado y la sed de venganza se apodera de sí mismo. Todo estaba planeado mas sin embargo no contó con que se enamorara de la culpable de su suerte, la pequeña niña que recordaba de su adolescencia ahora era la mujer que deseaba… Con todo el mundo en contra tiene una decisión que tomar. Vengar el pasado o amar en el futuro…
LO EXTRAÑO QUE ES AMAR
BY: KAGOME-INU1982
Cáp. 1: Pasado
La lluvia arreciaba del ennegrecido cielo, luminosos rayos hacían su aparición y segundos tardíos el sonoro trueno rasgaba el aire, el furibundo océano se unía a la tempestad, bamboleándose de un lado a otro tan fuerte lo hacia que la gran embarcación que surcaba el mar parecía tan solo un trozo de madera vieja entre las sacudidas que le daba el agua. Dentro de ésta varias personas corrían a todos lados, siguiendo las órdenes de una sola voz.
- ¡Necesitamos mas velocidad! – Vociferaba el hombre de edad ya avanzada frente el timón, era el capitán - ¡¿Qué esperan?... ¡Apresúrense mas velocidad! – Mientras daba sus órdenes su vista no se despegó ni por un segundo del paisaje en frente, un gran acantilado, una serie de rocas que destrozarían cualquier cosa que se aproximara unos milímetros, a su izquierda las luces de una ciudad eran su faro, el lugar al que debía llegar sino quería que ese se convirtiera en su último día sobre su amado barco - ¡Tripulación a babor! ¡Necesitamos más hombres! – El segundo al mando, un hombre un par de años más joven que el capitán desesperado corrió hasta la parte en la cual estaban los hombres que remaban, esclavos que habían conseguido en sus saqueos, era la única parte donde podría conseguir mas hombres pues el resto de la tripulación hacia sus cosas; entró a la amplia habitación donde varios hombres encadenados a sus asientos y con sus ropas ya desgastadas remaban con toda la fuerza posible en medio de su situación.
- ¡Ustedes suban! – Desató la cadenas de una fila con rapidez y mandó a esos cuatro hombres a ayudar al resto de la tripulación; con su mirada buscó un par de hombres mas pues tampoco podía quedarse sin quien remara - ¡Tu, tu! – Se acercó a uno que vio mas joven y fuerte que los demás - ¡Vamos apresúrate!... ¡Ustedes suban la velocidad sino quieren morir!
Como se le habia ordenado corrió escaleras arriba, en otra situación no hubiera movido un dedo para ayudar a ninguna de esas personas, por qué hacerlo, cuando las necesidad que pasaban día y noche eran a causa de ellos; mas esta vez era su vida la que podría culminar y no podía darse ese lujo, no ahora, no todavía, así que obedeció y ayudó.
El agua comenzaba a colarse en el bote, la costa estaba cerca pero el peligro de las rocas también amenazaba de sobremanera, el capitán sostenía el timón a lo que daba, con fortaleza mantenía su posición pero su edad no le favorecía mucho, el timón comenzaba a ceder a girar al lado contrario, la batalla del hombre y el océano comenzaba a inclinarse por la naturaleza…
- ¡Ve y ayuda al capitán! – Le ordenó a un hombre que vio cerca.
Era la segunda orden del momento y él como perro sumiso, soltó las amarras que persistían en soltarse y corrió al lado contrario del bote, al frente al lugar donde el capitán trataba de mantener su compostura. Corrió entre las personas que lo hacían hacia todos los lados, para suerte de todos llegó justo en el momento en que el anciano capitán cedía a la presión del timón.
- Lo tengo – Musitó para él mismo mientras devolvía el timón a su posición; el capitán miró al joven hombre a su lado, no lo reconocía de su tripulación por lo que supuso que era uno de los prisioneros encargados de remar en las partes bajas del barco.
- Vamos a salir de esta – Le aseguró mientras volvía su vista a la costa que lo aguardaba, la embarcación ahora giraba alejándose del peligro de las rocas y comenzaba su trayectoria hacia la costa, llevándolos sanos y salvos - ¿Cuál es tu nombre? – Subió su voz por sobre el ruido de la tempestad.
- Inuyasha… - Contestó mirando al hombre, sabia quien era pero podía apostar que él ni siquiera se acordaba de él.
- Pues Inuyasha, estamos llegando a tierra – Una sonrisa de victoria se marcó en sus labios, pronunciando aun mas las arrugas en el envejecido rostro, una sonora carcajada vino al momento, entre los dos pusieron el timón en posición, derecho a la costa - ¡Lo hicimos! – El hombre alzó su mano derecha empuñada en señal de triunfo y la tripulación prorrumpió en vítores.
Con la respiración agitada desvió la mirada de la tripulación que celebraba el hecho de que se hubieran salvado de una muerte segura y dirigió su mirada al frente al lugar al cual la embarcación se dirigía. Su ceño se frunció y su corazón brincó apresurado, hasta ahora reconocía el lugar y es que aunque ninguna luz estuviera encendida a esas horas en el poblado lo reconocería, sabia bien a donde se dirigían y en esos momentos maldijo el haber ayudado; hubiera preferido que el bote se estrellara contra las rocas…
- ¡Oye tu!, es hora de regresar a tu puesto – Le llamó el mismo hombre que antes lo habia sacado.
- Ya relájate Naraku, si no fuera por el muchacho no estaríamos celebrando – Él aludido sintió el brazo del capitán apoyarse en su hombro - ¡Ésta noche todos celebraremos!... ¡Bajen las anclas y busquemos un buen bar en este poblado, yo invito! – Todos los presentes vitorearon e hicieron lo pedido – Entonces…Inuyasha, ¿Qué me dices de buena cerveza y ron? – Preguntó el hombre; no respondió nada simplemente se dejó guiar por el capitán.
- ¡Brindemos por el capitán! – Un hombre ya bastante pasado de tragos, alzó su copa derramando un poco sobre la mujer sentada en sus piernas, pero aun así eso no importó…
- ¡Por el capitán Onigumo! – Se unieron el resto.
- No, esta vez no es por mí, sino por este joven – Palmeó la espalda al aludido con cierta fuerza, se levantó tambaleante y alzó su copa – Por… ¡Él! – Se bebió el vaso seguido del resto de la tripulación, el resto de la noche eso fue a lo que se dedicaron a beber y a hablar incoherencias, mas tarde algunos se retiraron en compañía de mujeres, era momento de culminar la noche como se debía.
- ¿A dónde crees que vas?... Que hayas ayudado un poco al capitán no te deshará de nada
- Lo sé, solo quería tomar un poco de aire… ¿No se puede? – Preguntó con sarcasmo, ese tipo lo estaba hartando lo único que hacia eras seguirlo de un lado a otro.
- Déjalo Naraku – Habló el capitán en su estado de ebriedad – Él… salvó la embarcación, lo que hay alli y toda la tripulación… eso incluye… tu trasero hermanito… Adelante muchacho ve y busca una buena mujer… Yo invito…
Dibujó una sonrisa mordaz dedicada al tal Naraku y salió del bar en que estaban desde que habían tocado tierra; afuera lo único que quedaba eran rastros del anterior vendaval, algunas cosas fuera de lugar y una pequeña lluvia. Caminó por entre todas las casas, la oscuridad ya estaba presente en el poblado hace muchas horas, por lo que no se veía en necesidad de ocultarse entre las sombras; se detuvo en medio de la plaza buscando ubicar sus recuerdos, pues si ya estaba ahí no veía porque no ir donde parte de su pasado. Cuando logró identificar el camino, de los varios que habían en la plaza anduvo por mas de media hora, las casas empezaban a ser menos, el paisaje cambiaba por uno mucho mas agradable, casas de mejor estructura, amplios jardines, finalmente una de ellas fue reconocida por él, al parecer los años no habían alterado ese lugar, solo esperaba que adentro todo fuera igual.
Un gran árbol estaba apostado al lado de la casa, con la misma destreza de siempre escaló el camino de memoria, subió al árbol, caminó por sus ramas hasta aquella grande que daba al interior del jardín, una vez dentro fue hasta la puerta principal, podría entrar de la misma manera como atravesó la entrada principal pero se arriesgaba a que le asestaran un balazo al confundirlo con una ladrón; solo se dio cuenta que habia golpeado a la puerta cuando una pequeña luz se dejó ver por el ventanal y algunos pasos comenzaron a escucharse. La puerta fue abierta por un hombre de menos de los 30, usaba un traje clásico de los aristócratas de la época, el hombre miró a la persona frente a su puerta y como si no creyera la visión subió la lámpara iluminando el rostro del recién llegado, ésta cayó el suelo en menos de dos segundos.
- Inuyasha… - Musitó el hombre atónito; el hombre fuera de la casa sonrió ante la reacción del otro.
- ¿Qué pasa Miroku?, Parece que hubiera visto a un fantasma
- Lamento esa reacción pero no me imaginé que al abrir me encontrara contigo – Le pasó un par de toallas mientras dejaba una taza de té verde sobre la mesa, dio una nueva atizada al fuego en la chimenea y finalmente se decidió a sentarse.
- Yo no creí que pudiera encontrarte aun aquí, siempre fuiste algo andariego – Le dio un sorbo al té dejando las toallas a un lado.
- Pero… ¿Dime qué haces por aquí? – Soltó la pregunta que tanto lo carcomía – Muchos creyeron que habías muerto y te confieso que hasta yo lo creía
- Pues ya ves Miroku no fue tan así, aunque apuesto a que hubieran querido que así fuera, no te ofendas amigo sé que tu no…
- Por supuesto que no Inuyasha, pero lo sucedido daba a creer que así fuera…
- Me trataron como la peor escoria del mundo, no solo aquí sino una vez que salí de aquí – Su mirada quedó en los leños que repicaban en la chimenea, algunas imágenes de sus palabras volvían a él.
- Entiendo tu enfado y no quiero que mis palabras aumenten la ira en ti, pero hubiera sido mejor que no regresaras
- Sí, tal vez tengas razón Miroku, no creas que estoy aquí por gusto, digamos que la naturaleza me trajo, pero ahora que medito las cosas quizá no sea tan malo
- Por tus palabras me imagino que piensas quedarte – No lo preguntó, no era necesario, él conocía a Inuyasha y podía jurar que eso haría.
- Antes de hacerlo debo solucionar algo – Se puso de pie – Gracias por todo
- ¿Dónde te estás quedando? – Le siguió hasta la puerta de la casa.
- Eh…Luego te cuento, voy a solucionar un par de cosas
- Sabes que puedes quedarte aquí – Le recordó Miroku al pie de la puerta.
- Ya veré… Nos vemos… - Salió de la casa en el momento en que el sol ya comenzaba a emerger por el horizonte marítimo, se hubiera podido quedar donde Miroku, pero esos serían problemas, por un lado para su amigo y por otro para todo el poblado y aunque odiaba a la gente de ese lugar tampoco cargaría con la muerte de todos a manos de los hombres con que habia llegado al lugar.
- ¡Preparen todo para irnos! – Ordenó al frente al timón, acto seguido se bebió de un sorbo el vaso de agua que tenia en su mano.
- ¿Nos iremos sin nada? – Preguntó el segundo al mando acercándose hasta el capitán – Hasta donde averigüe hay varias familia de buena cuna en esta poblado, deberíamos aprovechar y…
- No hace falta, además debemos tener las energías recargadas, el lugar por el que nos movilizaremos esta lleno de saqueadores – Dijo con cierta ironía - ¿No falta ningún hombre?
- Tu consentido no ha llegado, el que te ayudó a controlar el timón
- Oh… Ese joven seria buena arma en la tripulación, lo malgastamos dejándolo allá abajo – Aseguró mientras miraba hacia el horizonte – Pero sabes que no recuerdo haberlo adquirido… ¿Tu recuerdas?
- No tomo nota de todo esclavo que adquirimos – Espetó con sarcasmo.
- Pero que humor Onigumo, debiste entretenerte con una linda mujer... Y mira ya llegó el joven… ¡Oye!... Te perdiste toda la noche y ninguna mujer del bar me pasó registro de que te hubieras quedado con una de ellas – Se acercó al recién llegado.
- Ninguna de ellas me interesó lo suficiente… ¿Será que puedo hablar con usted? – Le pidió, el hombre asintió y le hizo seguirlo.
- Dime muchacho… ¿Qué es lo que debes decirme? – Se recostó en la baranda y esperó a que el otro hablara.
- Lo que vengo a decirle es que me iré de la tripulación – Sonó demasiado altanero, pero así era él, estaba decidido a quedarse alli y solo informaba para evitar que el segundo al mando armara un escándalo ante su falta.
- Pudiste escapar… ¿Por qué volviste? – Preguntó con interés.
- Porque no quiero hacerle daño a cierta persona – No tenia que señalar quien era para que él se diera cuenta.
- En otra circunstancia te hubieras ganado un par de azotes, pero salvaste mi barco y mi tripulación, así que creo que te debo al menos eso… Puedes marcharte – Llevó una mano a la parte trasera de su pantalón y desató un bolsa de su cinto – Tómalo como algo extra – En otra ocasión hubiera rechazado la bolsa de monedas pero las necesitaba en este momento – Lárgate antes de que me arrepienta
Atrapó la bolsa y sin decir mas se marchó, antes de irse la fría mirada del segundo al mando se clavó en él, estaba seguro que si esos ojos hubieran tenido alguna efecto sobre él, hubiera sido dejarlo petrificado en su puesto, pero como no era así dibujó una socarrona sonrisa en sus labios y pasó por su lado con altivez. Al capitán lo reconocía, al segundo al mando lo conocía y no se llevaban muy bien, pero al fin y al cabo él era lo que menos le importaba en esos momentos, todo a su debido tiempo.
- Buenas noches señor – Se despidió la que era su ama de llaves para irse a la que era su habitación, él simplemente asintió mientras daba un nuevo sorbo a su vaso de licor; esa noche a diferente de la pasada no tenía ninguna labor que atender pero estaba esperando que así como la pasada alguien llamara a su puerta; como ya se esperaba un par de golpes en la puerta se dejaron escuchar, con la elegancia característica caminó hasta la puerta y abrió.
- Sabía que te habías quedado – Le permitió entrar y antes de cerrar dio un vistazo a las casas vecinas, esperando no encontrarse con curiosas miradas - ¿Ahora si me dirás que fue de ti en este tiempo?
- Ha sido demasiado Miroku, fueron seis años… ¿Verdad? – Preguntó, aunque no habia necesidad de hacerlo el recordaba todos y cada uno de ellos.
- Sí…tenías diecisiete en ese entonces – Recordó el otro mientras le ofrecía un trago a Inuyasha.
- Tan solo diecisiete, pero eso no le importó a nadie, aunque bueno tampoco tenía las de ganar… - Sonrió con ironía, los recuerdos lo ponían así.
- Pero no me has dicho… ¿Qué fue de ti en esos seis años? – Insistió sentándose en el mueble contiguo - ¿Qué pasó luego de que te…
- ¿De qué?, Dilo Miroku, me vendieron como esclavo luego de tratarme como la peor escoria en el mundo y todo por… - Tomó aire tratando de que la ira no tomara posesión de él – Pues la pequeña embarcación fue nada en medio de la lluvia, el hombre no sabia nadar y yo estaba muy malherido como para ayudarnos a ambos así que solo pude aferrarme a un madero y esperar no ser comida de las criaturas del mar, con ese hombre no duré ni la semana – Las imágenes de aquella vez vinieron a su mente, hasta podía sentir la punzada en su brazo fracturado cuanto trataba de aferrarse al madero de su salvación – Llegué a un poblado no sé exactamente cual era pues no duré nada alli, un párroco cuidó de mi por dos días, luego llegó un grupo de piratas y arrasaron con todo, me tomaron prisionero, con ellos estuve cerca de tres años – Sí ese habia sido el tiempo exacto, tres años de humillaciones y maltratos, encerrado en un celda como un vulgar ladrón mientras esperaban que se repusiera de sus heridas y luego puesto a trabajar como un asno – Hubo un ataque y de nuevo prisionero por otro par de años, ahí formé parte de la tripulación el capitán tenia ciertos gustos bizarros – Una mueca de asco se formó en su rostro – Estuve cerca de que me mataran, me tuve que lanzar antes de que lo hicieran…
- ¿Por qué? – Interrumpió Miroku.
- Ah… Ya te dije el capitán tenia gustos bizarros, con ello me refiero a inclinaciones sexuales – Explicó dejando todo sentado – No sé si para ese tiempo ya estaba convertido en alguien diferente, alguien al que no le importaba nadie en lo mas mínimo, sé que estaba en mi celda y el tipo intentó cosas que no van conmigo con su propia daga le corté el cuello, ¿Ahora entiendes por qué tuve que lanzarme al mar? – Preguntó a su amigo que simplemente asintió, la reacción no hizo más que poner a reír a Inuyasha – Jajaja… Luego de nadar por un par de días llegué a un pequeño poblado, pensé lo sucedido con cabeza fría y tuve esa misma reacción… Exacto Miroku maté a un hombre… Aunque a ese bastardo nadie lo extrañara…
- No sé que decirte – Se puso de pie y tomó un poco de aire, conocía a Inuyasha desde que eran niños, él siempre habia sido alguien muy decidido, alguien que le ponía el frente a todo, con absoluta valentía y coraje pero sabia que también que era alguien bueno, alguien que no mataría a nadie, pero tal vez ese era el pasado, tal vez Inuyasha no era el mismo de antes – ¿Fue…el único…?
- ¿Seguro que quieres saber? – Preguntó con cierta gracia desde su puesto, le parecía que la reacción de Miroku era una hilaridad – No… no fue el único, el primero es difícil los demás son cosa sencilla
- Bueno, tal vez fueron las cosas sucedidas lo que te llevaron a eso, digo estabas defendiéndote… ¿No? – Inquirió esperando una respuesta positiva.
- Jajajaja… Claro Miroku, no es como si andará por el mundo cortando cuellos, no soy ningún mercenario – Se burló de sus propias hazañas, pero no mentía ninguna de las vidas que llevaba a cuestas habia sido por gusto – Pero bueno que tal si me cuentas… ¿Cómo ha estado todo por aquí?
- Espera antes de todo eso… ¿Dime como llegaste de nuevo aquí?
- Oh pues…Una serie de trabajos en barcos me llevaron a que nuevamente me tomaran como esclavo en un barco de saqueadores…un barco pirata – Explicó – Anoche hubo una tormenta por azares del destino me sacaron de mi puesto con los remos para ayudar a la tripulación, terminé ayudándole al capitán de una muerte segura de su tripulación y de la destrucción del bote, simplemente regresé a decirle que me quedaría, no puso mayor objeción, creo que sabia que me lo debía…
- Ya veo… Entonces tienes mi casa disponible – Ofreció con total cordialidad, Inuyasha era su amigo y las circunstancias no cambiarían nada.
- Sabes que no puedo aceptar eso Miroku, nadie puede saber que yo regresé y no me puedo arriesgar a que tus trabajadores lo sepan; pero no te preocupes me pagaron por salvar el barco, entonces me estoy quedando en la caleta un cuarto pequeño que no llamara la atención, en lo que si necesito tu ayuda es en buscar un trabajo con alguien que este viviendo hace poco aquí…Alguien que no conozca la historia
- Bueno pues déjame ver, no es que como si aquí vinieran o salieran muchas personas, mañana te aviso si encuentro algo – Le prometió mientras volvía a llenar ambos vasos con licor.
- Ahora es tu turno, ¿Qué sucedió con mi ausencia? – Preguntó acomodándose en el sofá, tenía una extraña curiosidad por ciertas cosas.
- Cuando te marchaste todo volvió a la "calma", la población habló de la tranquilidad respirada ante tu ausencia por lo menos por un mes claro que de manera modesta, no querían importunar mas con los comentarios – No tuvo que explicar las palabras pues sabia que Inuyasha comprendía – Te olvidaron con rapidez, es mas puedo estar seguro de que si te ven no te reconocerían, tendrían que verte a los ojos para saber quien eres
- Todos aliviados ante mi ausencia – Caminó hasta la ventana y diviso los alrededores vacíos; no podía evitar sentirse enfadado, aunque tampoco esperaba que lloraran a su partida, es mas hubiera jurada que hicieron fiesta cuando lo desterraron - ¿Qué pasó con…
- Tus padres son de los pocos que se marcharon, un par de meses después, se rumora que fueron a Europa, Inglaterra más exactamente, aunque la verdad no lo sé – Explicó Miroku – Pero si te puedo asegurar que continúan vivos, las ayudas para aquel orfanato no se han detenido y ambos sabemos que solo tus padres seguirían ayudándolo
- Aja… Ellos si reciben esa ayuda… - Se giró y volvió al asiento - ¿Entonces me imagino que Sesshomaru continua aquí?
- Claro, es él quien maneja los negocios de tus padres, él es el…único heredero de los Taisho – Mencionó con algo de dudas, no quería tensionaran aun mas el ambiente, sabia que Inuyasha no reaccionaría nada bien.
- Bien…Espero que allá disfrutado de mucho, porque me las va a pagar… - Aseguró mientras dejaba que su vista se perdiera en los brasas de la chimenea.
- Tal vez no sea de mi incumbencia… ¿Pero me intriga lo que tienes planeado hacer?
- Por el momento tengo que analizar un par de cosas, ver que tan confiado esta mí querido hermano Sesshomaru y posteriormente arruinarle la felicidad, pero no solo a él, sino que también…
- Lo sé… - Le interrumpió - ¿Estás seguro Inuyasha?
- Miroku… Ellos no dudaron ni un segundo en hacerme lo que me hicieron, éste pueblo no dudo un segundo en el momento de echarme como a un perro de aquí, todos absolutamente todos van a saber quien soy yo, van a lamentar ese día…
- Ese incidente fue olvidado Inuyasha, por el contrario deberías buscar la manera de localizar a tus padres, ellos tal vez…
- ¡Ellos también me dieron la espalda!... – Espetó envuelto en ira – Mi padre permitió que me hicieran todo aquello, mi madre no me escuchó siquiera, no confiaron en mi… Pues ahora me las van a pagar… Mi familia y los… - Se interrumpió a él mismo mientras dejaba pasar el amargo licor por su garganta.
- Los Higurashi… dilo Inuyasha – Agregó Miroku mientras miraba a su amigo de pie frente a la chimenea, interrogándose si el hombre que tenia frente a él era su mismo amigo del pasado.
Bien ese tan solo fue el primer capítulo, la idea era conocer un poco la historia de Inuyasha y ver que había pasado con él mas sin embargo aun hay varias intrigas por descubrir. Espero les haya gustado, dejen sus mensajes y sugerencias para el futuro de la historia, un abrazo, un beso y nos vemos a la próxima.
