Fotografías
N° 43:
El parque de la puesta de sol y… ¿Un extraño?
Alguna vez de niña deseó con todo su corazón encontrar un príncipe azul que le regalara un romance como esos de los cuentos de hadas. A medida que fue creciendo, aquel deseo poco a poco fue reemplazado por otro. Ya de adolescente no quería ni un príncipe, ni un amor de cuento de hadas, sólo quería un joven muchacho normal, promedio, con el cual poder compartir tardes llenas de fotografías, películas, juegos, peleas, y todo lo que pudiese tener una relación normal. Aunque su prioridad no era encontrar novio.
Ella era una chica normal, promedio en todo sentido. Tenía un excelente grupo de amigos, cada quién con sus cualidades y características únicas, características que le hacían lucir más normal y simple cada vez que estaban juntos. Claro que no representaba un problema para ella, pues, a fin de cuentas, se sentía a gusto de esa forma. Nadie hablaba de ella, jamás se veía involucrada en los extraños rumores que inventaban en el colegio, tenía muy pocos o ningún "enemigo", y en fin, llevaba una vida cómoda y monótona.
Por su puesto las cosas se vieron afectadas a inicios de su tercer año.
Después de tres magníficos años llenos de bellos momentos compartidos con sus amigos y algún que otro intento fallido de relación, su perfecta y común vida abruptamente modificada. Lógicamente por la llegada de un chico nuevo.
Como era costumbre, fue presentado a la clase. Hasta ahí todo bien, era un chico guapo, muy guapo, y probablemente antes de que termine la primera clase ya tendría un montón de niñas revoloteando a su alrededor intentando ser sus "amigas", u ofreciéndose amablemente a enseñarle el colegio. Sin duda alguna, ese chico estaba destinado a la popularidad, y a una adolescencia rebosante de sexo, novias, y todas esas cosas que la fama estudiantil puede entregarte.
Cuando niña hubiese alucinado con un novio así, pero ahora, además de saberse imposible cualquier tipo de relación que cruce la línea del compañerismo académico, ese muchacho reflejaba exactamente lo opuesto a lo que deseaba.
Durante el tiempo que el maestro le retuvo frente a toda la clase cruzaron por un instante sus miradas. A lo lejos sus ojos se veían sumamente oscuros, parecían estar examinando a todos sus nuevos compañeros. Se percató que aquella oscura mirada se detuvo durante más tiempo cuando se encontró con los celestes ojos de su querido amigo, a su lado.
Pronto desvió la propia mirada para volver a centrarse en la libreta que tenía sobre su mesa. Continuó garabateando en las esquinas del papel.
Al terminar la clase, las cosas sucedieron más o menos como había imaginado. El nuevo chico guapo se vio rodeado de personas, pero, ella estaba entre esas personas. ¿Cómo? Por cosas como el destino o la religión, fue asignado al puesto que quedaba libre junto a su rubio amigo, es decir, los tres compartían mesa. Hasta ahí, bien, pero era Naruto quien estaba a su lado, y joder, que Naruto se hacía amigos en menos de un segundo. No es necesario explicar como fluyeron las cosas a partir de ahí. El grupo que lo rodeaba no era ni más ni menos que todos sus queridos amigos y amigas.
No cruzaron palabra más que las presentaciones, aunque si estuvieron todo el día juntos y un poco más después de clases. Ella mantuvo su perfil bajo como siempre, manteniendo intermitentes conversaciones con todos.
Si lo miraba desde afuera, el chico nuevo encajaba bastante bien con todo el grupo, es decir, todos era sobresalientes en algo, y él, destacaba a simple vista con su apariencia (a saber, si tenía alguna cualidad oculta que le hiciera resaltar aún más).
Al separarse cada uno tomó distintos caminos, algunos en grupos o parejas, y otros, como ella, se fueron solos por su lado. Dio un para de vueltas, compró algunas cosas en la tienda de víveres y se sentó durante un rato en un parque cerca a su casa. El atardecer estaba cayendo y era su lugar favorito para fotografiar. Estuvo bastante tiempo tomando fotografías, desde diferentes puntos del parque, y hubiese seguido encantada de la vida, de no ser porque en su última fotografía, se encontró con una persona que le resultaba familiar y ajena a la vez. Apartó la vista de su cámara y buscó aquella figura que osó a cruzarse en su toma. Se percató que observaba el móvil y la calle repetidas veces.
─" Quizás también es nuevo en la ciudad"
Se encogió de hombros y se encaminó hacia el muchacho, llevaba la cámara en una mano y las bolsas con las compras que había hecho en la otra. Quizás debería haberlas guardado en su mochila antes dé, pero bueno.
─¿Necesitas ayuda con algo?
El muchacho se volteó alterando la mirada entre el móvil y ella. Lucía ligeramente desconcertado.
─ Uh, nos conocimos hoy, en clases. Sakura.
─Sé quien eres, tienes un cabello particular que entrega pistas sobre tu nombre. Y sí, de hecho, no llevó más de un día en este lugar y no logro encontrar mi jodida casa.
Se quedó en silencio y le observó fijamente durante los segundos que le tomó completar aquella frase. ¿Cabello particular? Hoy en día todos lo llevaban teñido de tonos muy similares, de ningún modo era "particular".
─Ah, puedo acompañarte. Llevo toda mi vida en esta ciudad, no hay casa que se esconda de mí.
A pesar de que no tenía las intenciones de hacerse la graciosa, sus palabras sólo fluyeron de su boca, tal como lo hacían cuando estaba con sus amigos.
Entonces Sasuke le enseñó el móvil con la dirección que ahí aparecía. Ella la reconoció, era un lugar ciertamente algo alejado de donde estaban en ese instante.
Antes de comenzar a andar se preocupó de meter la cámara a su mochila y dejarla asegurada ahí. Optó por llevar las bolsas en la mano, pues la seguridad de su preciada cámara era mucho más importante que unos cuantos alimentos.
El camino se vio acompañado de una charla muy trivial, similar a la que había compartido Sasuke con Naruto. Hubiese sido muy incómodo si hubiesen seguido un largo camino en absoluto silencio
