Otro fic para el drabblethon de musa... esta vez de los hermanos americanos. A pesar de lo poco que he leido de los dos les tengo demasiado cariño así que tenía ganas de escribir algo de ellos, sobre todo tan tranquilo.


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Comedia americana

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-Entonces, ¿qué te apetece ver? -preguntó Alfred, de pie frente a la esntatería, repleta de cintas y DVDs.

Matthew tardó en procesar aquella pregunta y se encontró con su hermano mirandole extrañado. Se haía girado hacia el sofá.

-¿Matt? -el tono de Alfred era de extraño. El canadiense se apresuró a dejar su taza de café en la mesita.

-Pues... hum... huh... Supongo que algo distendido estará bien -respondió por fin, poco acostumbrado a que nadie, y menos Alfred, le preguntase sobre su opinión. Pero el otro ni parecía darse cuenta de cuán raro había sido aquello y seguía buscando entre las estanterías, hasta por fin sacar uan película, mostrándosela.

Agárralo como puedas leyó en el titulo Matthew desde el sofá.

-Por ejemplo -asintió. Le parecía una buena idea. Hacía mucho que no veía esa película, y hacía mucho que no veía una película con su hermano.

Recordó cuando, emocionado, iba a enseñarle sus mejores películas en cuanto salían de los estudios, siempre aporreando su puerta. Como podía ver por sus estanterías, había seguido con aquella afición aunque ya no iba siempre a su puerta a enseñarle el último éxito.

Le hacía pensar en aquellos tiempos estar sentado en el sofá mientras Alfred ponía el DVD y luego iba a por las palomitas en cuanto sonó el timbre del microondas. Ni siquiera era un bol, sino dos enormes cuencos con al menos dos raciones, bien largas, de palomitas, que dejó en la mesa junto a los refrescos y las tazas, ya casi vacías, del café de antes.

-¡Va a empezar! -le anunció Alfred, innecesariamente, apagando las luces. Así le daba más emoción, o eso decía el estadounidene. Y Canadá se lo permitía, con una sonrisa. Pasar una tarde a solas con su hermano estaba tan mal.

Acabaron sentados de cualquier forma en el sofá, antes de la mitad de la película. El primero en subir las piernas a los cojines fue Alfred, poniéndose así el bol de palomitas entre ellas y Matthew tenía que girarse hacia ellas, hasta que, por fin, también se sentó por completo sobre el sofá, cogiendo el otro cuenco. No es que fuese a comerse todas esas palomitas, ni siquiera la mitad, pero de ver a Alfred comerlas, le entraban ganas.

Y reirse con la boca llena de palomitas tenía su encanto. Como verselo hacer a Alfred.

Después de aquella película vieron otras dos más, charlando animadamente mientras Alfred le contaba anécdotas de los rodajes en los que había estado y Matthew asentía, atento, diciendo que, en efecto, aquel actor le sonaba mucho o que aquel detalle era especialmente bueno en la película.

-Puedes volver cuando quieras -le aseguró Alfred con una gran sonrisa cuando, horas después, Matthew estaba en el umbral de la puerta para irse. Era una suerte vivir tan cerca, sino no habrían podido aprovechar la tarde de aquella forma.

-Así lo haré -aseguró-. Te llamaré el próximo día, ¿de acuerdo? -Al asintió y lo envolvió con sus brazos, casi ahogandole con esa fuerza sobrehumana que parecía sacada de un comic y que su hermano no compartía con él.

-Pasalo muy bien -se despidió de él, agitando una mano antes de cerrar la puerta, planeando qué películas podrían ver la siguiente vez.