{Kero/Shaoran}
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Drabble; Hambre.
Ya habían pasado cinco días y Sakura no regresaba. Cada minuto su estómago se hacía nudo exigiendo rápidamente comida, estaba al borde de gritar y agarrar sin permiso cualquier alimento, pero sabía que estaba incorrecto, sabía que echaría todo a perder si hacía aquello, sabía que todo lo que habían ocultado durante todo aquel tiempo se iría abajo y tendría que irse despidiendo de Sakura. Aquella réplica exacta de un pequeño peluche rogaba porque algo entrara por su boca, cualquier cosa, algo que lo llenara de lujuria y terminara aquel infierno. Algo que rozara sus labios para que lo llevara directamente al cielo para ya no regresar jamás.
Cuando recordó que no estaba sólo.
Había pasado tanta hambre que no lograba recordar que yace dos días aquel 'mocoso' de melena castaña lo había salvado del infierno que era la casa de Sakura. Habían pasado dos días desde que había notado algo extraño en Shaoran; pero le agradecía por Clow Read que lo sacara de ahí, pese a que allí podría gritar para desquitarse. Pero juró que cuando Sakura volviera se vengaría de el descaro de olvidarle; de olvidar a la bella bestia legendaria Cerebeoz de melena dora y ojos tal cual oro. Mientras lloraba y acariciaba levemente su abdomen un rico aroma comenzaba a emanar de la cocina donde yacía el castaño Li preparando un rico postre. Rozó sus labios y pasó a su diminuta nariz, sin conocimiento o conciencia comenzó a flotar débilmente hacia donde provenía aquella delicia.
Despertó de su sueño cuando chocó con la gruesa y huesuda vertebral de aquel chiquillo. Aquel estúpido insolente que le había sentenciado a dos días sin alimento por haberse dado la molestia de recogerle y mentirle al buen padre de la Kinomoto. Dos días que habían pasado ya desde hace unas horas, exactamente él las contaba.
~O~
¿Cómo decirle, a aquel muñeco de felta, que le tenía respeto y suma inspiración?, ¿Cómo decirle cuando se había dedicado, desde que le conoció, a ofenderle y pelear?; lo único que pudo haber hecho fue darse la molestia de recogerlo en la casa de Kinomoto cuando se enteró de que se había ido con Tomoyo y su madre a dar un paseo en algún lugar remoto. Cuando lo sostuvo en sus manos como a un peluche recién salido de la repisa de la tienda lo vio desfallecido en la cama de Sakura rogando entre sueños algo qué comer. Rápidamente y sin pensar lo guardó delicadamente en su sombrero del colegio y, enseguida, guardó algo que Sakura le había dejado ahí antes de irse para la escuela. Y cuando llegó a casa lo primero que pensó fue, para molestar a Kero-Cha, cancelarle el privilegio de comer debajo del mismo techo que él...
Y cuando pasaron dos días, sorprendido pese a cómo soportó aquel peluche, decidió, como bienvenida después de no comer, darse el lujo de regalarle algunas galletas y algunos pasteles hechos por él. Yacía mucho tiempo que no tenía compañía y alguien a quien cocinarle. Batió y batió hasta que le dolió la mano y el brazo completo. La pasta aún no estaba como el deseaba, pero no pudo ver cuando algo de ella se había salpicado en su mejilla. Cuando metió una charola al horno se quitó los guantes y prosiguió a seguir batiendo la poca pasta que aún quedaba en el trasto. Cuando sintió que alguien le lamía la mejilla con necesidad de comer...
Algo que lo hizo ruborizarse más que el color de sus guantes.-¿K-Kero-Chan?-"Hambre", fue lo único que balbuseó como respuesta.
