Un sonido persistente en el ambiente, agudo, insoportable y penetrante le hizo abrir el ojo. El despertador. No iba a ser de otra forma se dijo para si mismo, y otro día más en L.A. para atender un montón de pacientes con problemas "que alegría de vida" se dijo irónicamente. Jack se levantó de la cama, se fue para la ducha y maquinalmente hizo las mismas cosas de cada mañana: ducharse, afeitarse, ponerse uno de sus caros trajes, echarle un vistazo al mail y preparase el desayuno hasta que se dio cuenta que no había café en casa.

"Perfecto" pensó para si mismo añadiendo a su cabeza la nota mental que al salir del Hospital era preciso ir hacer la compra si quería comer algo más que comida para llevar. Con todo eso en la cabeza se fue rumbo al hospital pensando que desayunaría algo en la nueva cafetería que habían abierto en la esquina porqué iba sobrado de tiempo. Desde su despacho se veía la cafeteria nueva, las últimas semanas era un ir y venir de gente: paletas, pintores, electricistas y justo ayer habían puesto ya el cartel "Le petit cafe". Le gustaba el nombre, le da un toque francés y sofisticado al barrio.

Aparcó el coche en el parking y entro en la cafetería que olia a café y algo dulce que no sabia identificar, era un espacio pequeño con muebles de madera, no más de diez mesas, y un bonito reloj de cucú en la pared. Tenía un toque bohemio pero sofisticado a la vez. Jack dejo caer la mirada por todo el local antes de escoger una pequeña mesa al lado de la ventana hasta que escuchó una voz femenina preguntar:

"Buenos días ¿qué desea?" - alzó la mirada y un par de ojos verdes le interrogaban con una amable sonrisa dibujada en un rostro lleno de pequeñas pecas. La chica era realmente guapa y él se quedo un par de segundos aturdido.

"Ehhh, un café solo y un cruasán" musitó mientras se le dibujaba una sonrisa involuntaria e inesperada en los las labios. La chica asintió con la cabeza y se dirigió hacía la barra mientras Jack la contemplaba alejarse y pensó que era realmente guapa. El cabello largo y rizado le caía salvaje por la espalda, llevaba unos jeans que la marcaban un cuerpo tonificado y un top verde que insinuaba unos pechos pequeños pero bien moldeados. Se detuvo un segundo más a contemplarla pero el móvil le despertó del embobamiento, miro la pantalla y leyó el nombre de Sarah. Una sensación mezcla de tristeza, rabia y agonía le recorrió el cuerpo pero atendió la llamada:

"Si"- dijo en un tono que prentedía ser neutral

"Hola Jack, ¿tienes un minuto? - cuestión la voz de ella

"Sí, dime"" - contestó con cierto temor

"Sólo es para decirte que ayer por la tarde hable con mi abogado y en dos semanas te llegaran los papeles del divorcio, ehh.. he pensado que sería mejor que lo supieras por mi primero"

El silencio le invadió y no pudo articular palabra, el peso del fracaso se volvió apoderar de él de una forma desgarradora pero saco fuerzas para hablar:

"Sarah ¿por qué no nos vemos? no es necesario firmar este divorcio, de verdad, puedo cambiar déjame arreglarlo. Sé que puedo arreglarlo. Por favor..."

"No, Jack" - la voz al otro lado- "dejalo de una vez, no se trata de arreglar nada. Voy a colgar ahora y no me lo pongas más difícil"

"Sarah, yo.." pero el señal del teléfono le indicó que ella ya había colgado. Guardó el teléfono en el bolsillo y se dio cuenta que tenía el desayuno en la mesa pero con la conversación con Sarah no se había percatado de nada. Se comió el cruasán en dos bocados, culpa de la ansidedad derivada de la llamada, y se bebió el café de un trago. Se levantó y fue a pagar a la barra cuando se volvió a topar con esos ojos verdes y, por unos segundos, se dejo cautivar por ellos

"¿Qué te debo? " - le preguntó mientras ella extendía la cuenta y pagaba. Salió del bar sin percatarse de la mirada de ella, una mirada llena de preguntas sobre ese hombre que parecía estar a punto de divorciarse, por lo que habia escuchado de su llamada de teléfono, y se preguntaba qué podía tener de malo un tipo aparentemente tan encantador.