LA CONVENCIÒN DE LOS SÙPERMALOS
Nota: Ninguno de los personajes ( a excepción de "Miguel" y "Nola" ) nos pertenecen.
¡Hola!, Selegna Monte Mejilla y Ailaht Vendida I. Regalada les presentamos a nuestras locuras: ¡LA CONVENCIÒN DE LOS SÙPERMALOS! Y ¡LA CONVENCIÒN DE LOS SÙPERBUENOS!... Dos historias cómicas en una; así que les recomendamos leer ambas para entenderlas completamente y de paso reírse más, si es que les causan gracia, lo cual esperamos ( si no lo hacen, avísenos con un review por favor ).
Ésta es una mezcla cómica de varios personajes famosos del anime y otras series, por lo tanto, es para todos los gustos. Aunque hay dos de nuestra propia loca invención: Miguel y Nola ( basados en nuestros hermanos menores de trece años ).
Este es nuestro primer fic, así que por favor dejen muchos reviews para saber como vamos ( sean buenos o malos, no hay problema...).
Y arranca el primer capítulo...
Nota: Agradecemos profundamente a Carmen Landàburu por su excelente idea del elevador. ¡Gracias Carmen!
CAPÌTULO 1: UN ELEVADOR HACIA KAIBA
Era un día como cualquier otro en ciudad Dominó: duelos aquí y allá en cada esquina, psicópatas en potencia caminando por las calles y en importantes corporaciones; como Kaiba Corp., donde un Mokuba hiperactivo acababa de comer veinte cajas de dulces marca acme.
En el elevador de Kaiba Corp...
- ¡Qué divertido! Ya llegué al primer piso... ahora... ¡Hacia Arriba!
En ese momento, dos personas entraron apresuradamente en el elevador. Se trataba de dos jóvenes: un muchacho de 25 años vestido como vendedor de puerta en puerta ( con todo y maletín ); y una muchacha de la misma edad, pero vestida como darketa ( con exceso de delineador y una mirada asesina ).
– ¿A dónde van?- preguntó Mokuba con una sonrisa pícara.
- ¡A la oficina de Kaiba!... – exclamaron ambos extrañándose por la respuesta del otro.
– Ok... está en el último piso, no deberíamos tardarnos más de veinte minutos... pero para que sea más divertido...
En ese momento, la mano de Mokuba se deslizó por la pared del elevador, presionando "accidentalmente" todos los botones.
– Uupps… cerrando puerta… subiendo- entonó al par de la voz que surgía de la bocina del elevador.
Primera hora:
Mokuba saludaba a todos los que aparecían cada vez que la puerta se abría. Mientras, los dos jóvenes ( cada uno acomodado en su esquina ) se observaban con desconfianza, cada uno intentando adivinar las razones del otro.
- Apoco tiene tanta paciencia como para soportar esto... debe estar planeando algo... Yo, el gran Miguel, lo averiguaré.
- Parece ser un vendedor... ¿tendrá donas?... hace rato que tengo hambre. Aunque... por otro lado... se me hace muy sospechoso. Será mejor que lo vigile hasta que yo, Nola, averigüe el por qué está aquí.
– ¿Dónde pondré este moco que ya me hartó?... Supongo que nadie lo notará en uno de los botones.- pensó Mokuba picándose la nariz.- cerrando puerta… subiendo…
Segunda hora:
Mokuba seguía indagando en el tema del moco.
– Cinco mil novecientos noventa y ocho, Cinco mil novecientos noventa y nueve... ¡Seis mil!... ¡Sí! Ya superé mi récord de mocos pegados en el techo, y eso que fue solo en una semana… abriendo puerta.
Miguel por su parte encontraba todo cada vez más extraño.
- Me pregunto por qué todos los que aparecen enfrente del elevador, en cuanto ven al niño, se van por otro lado. ¿Habrá escaleras?... – voltea hacia arriba - ¿Esos son mocos?
- ¿Pues cuántos pisos hay?...- Nola se preguntó y enseguida observó a Miguel y a Mokuba - ¿Qué tanto le ven al techo?... ¡Oh por Dios! ¡Qué asco!
Tercera hora:
El coro se había agrandado, ahora todos decían…
- Cerrando puerta… subiendo… abriendo puerta… cerrando puerta… subiendo – si darse cuenta ya todos habían sucumbido ante los poderes del elevador.
Cuarta hora:
Al fin, Miguel se dignó a hablarle a Nola.
- ¿Trabajas aquí?
– No.
– Pues yo tampoco, pero en este momento estoy trabajando ¿sabes?
– ¡Que interesante!
– Sí, es muy curioso ¿verdad? Y, por cierto, ¿tú qué haces aquí?
- ¿Y eso a ti que te importa?
- ¡Qué bien! Ya solo nos faltan veinte pisos- anunció Mokuba-... ¡Ah! Pero... ¿No les importaría regresarnos cinco? Es que quiero ir al baño.
- ¡No! – gritaron los dos aterrorizados.
– Pero en serio tengo que ir – comenzaba a saltar como un chapulín.
– En ese caso sí.- aceptó Miguel bastante confiado.
- ¡¿Qué?!- Nola no comprendía.
- Un llamado es un llamado – le dijo guiñando un ojo.
– Aaaaaaaahh, sí, sí, hay que regresar- Nola comprendió el mensaje.
Regresaron rápidamente los cinco pisos, ya que en este caso Mokuba no se molestó en saludar. Cuando hubieron llegado a su destino, salió precipitado para cumplir con su deber con la naturaleza.
- ¡Es mi oportunidad! – exclamaron los jóvenes al unísono.
Los dos presionaron una y otra vez el último botón hasta que la puerta se cerró por completo y el elevador dijo… ¿bajando? Uppss, habían presionado el botón del primer piso.
- ... ¡Aaaaaaaaaaaaa!
Le tomó unos cuantos minutos al pobre elevador destrabarse y volver a subir. Sin embargo, para sorpresa de Miguel y Nola, se paró veinticinco pisos antes de su destino... Se abrió la puerta y Mokuba apareció detrás de ella.
- ¡Hola! Muchas gracias por esperarme. Pero... ¿no les importaría que bajáramos hasta el primer piso? Es que acabo de pedir una pizza, y en lo que bajamos...
- ¡Noooooo!
Inmediatamente presionaron el botón de "cerrar puertas" y el del último piso... No dejaron de hacerlo hasta que se sintieron a salvo de tal amenaza, es decir, hasta que el elevador dijo: "cerrando puertas… subiendo."
Al cabo de unos minutos, las puertas se abrieron y ante ellos se encontraba Seto Kaiba, sentado detrás de su escritorio. En ese momento, una idea les atravesó como rayo a los dos. Se voltearon a ver fijamente; ya sabían la verdadera razón por la que ambos se encontraban ahí.
De repente, el elevador se convirtió mágicamente en... ¿el viejo oeste?... Sonó una curiosa música ( de esas que aparecen en las películas vaqueras cuando el malo y el bueno se enfrentan; ya saben ¿no? ) y una mata rodante pasó entre ellos ( utilería por cortesía del Rancho "Mi Planeta" ). Ambos se observaron como retándose mutuamente.
Una milésima de segundo después, cuando los dos hubieron terminado de prepararse psicológicamente, tomaron impulso para empezar su crucial carrera hacia Kaiba ( quien se asombró al ver que habían evadido a Mokuba, su nuevo guarura secreto, que la había costado veinte cajas de dulces marca Acme el anterior había renunciado para ir a probar suerte en Hollywood ). Pero en eso... ¡Paz!... Ambos se encontraban en el suelo, gracias a que se habían estrellado contra la puerta del elevador; que se había cerrado de improviso.
Kaiba, enojado como siempre y con el dedo en un botón con el letrero:"cerrar puerta".
- Ya les había dicho a esos del rancho "Mi Planeta" que no me interesa cultivar matas rodantes ni vender donas.
Pero eso no fue suficiente para desanimar a nuestros protagonistas... Las puertas se abrieron de nuevo y ambos salieron corriendo en cámara lenta hacia él ( suena otra música rara, de la que ponen en las carreras ).
– Kkaaaaaaaaaiiiiiibbbaaaaaaaaaaaaaaaaaaa.
– Eeeeeeeeeeeeesssssssss mmmmiiiiiiiiiiiioooooooooooooo.
Un caracol apareció enfrente de ellos, al parecer les estaba ganando ( también por cortesía del rancho "Mi Planeta" ).
Kaiba, al ver tal escena, quiso levantarse para correr, pero no pudo gracias a la cámara lenta, así que mejor se echó hacia atrás con todo y asiento. Justo en ese momento, Miguel y Nola se impulsaron para saltar por encima del escritorio. Pero Miguel se resbaló con la baba que había dejado el caracol y salió volando hacia el lado contrario, directo al suelo. En cambio, Nola saltó, cayó sobre Kaiba y, una vez acabada la cámara lenta, gritó:
- ¡Jajajaja! ¡Es mío!- se paró y bailó hacia atrás como Michael Jackson. tomó a Kaiba por un brazo y ambos desaparecieron tras una nube de humo.
- ¡Demonios! ¡Sabía que tenía que haber utilizado una nube de humo!- se lamentó Miguel reincorporándose - ... ¡Un momento!... ¿Por qué no la utilicé en el elevador?
Sonó una campanilla y se abrió el elevador tras él; ahí se encontraba Mokuba con un repartidor de pizzas.
- ¿Bajan?
- ¡Salva la Pizza!
El pobre hombre arrojó la pizza a Miguel, quien la atrapó y desapareció con su nube de humo.
Bueno, esperamos que les haya gustado; y por favor dejen reviews. Por otro lado, si no leyeron la introducción, hágalo ( les conviene ); y si acaso no lo piensan hacer... entonces solo les diremos que para entender bien este fic, es necesario leer a su par : LA CONVENCIÒN DE LOS SÙPERBUENOS.
Entonces nos vemos, Bye.
Nota: Si no aparecen en este capítulo los personajes que buscaban, no se desesperen, ya vendrán.
